Rosario es una fiesta

Lástima que festeja Newell´s y no River.

Hay partidos que son un bodrio y se abren con un gol, para transformarse en un ida y vuelta que da gusto. Este fue exactamente al revés: pintaba para buen partido, de pelota al piso y mirada levantada, hasta que Sperduti, el jugador de la cancha, le sacó ventaja a Pereyra, tiró en centro y Borghello, de cabeza, la puso en el palo más alejado de Carrizo.

River contó con chances pero fue una de esas tardes en que la pelota hace todo lo posible por no entrar y los jugadores la ayudan en la medida de sus imposibilidades. La tuvo Funes Mori, la tuvo Ballón.

El ST tuvo un desarrollo a pedir de Ñuls: un quilombo. Si uno cerraba los ojos durante un segundo, al abrirlos no entendía por qué la jugada iba por ese lado. River atacaba, me daba vuelta para agarrar un alfajor y, cuando llevaba la vista nuevamente a la pantalla, era Newell´s el que atacaba. O había algún rojinegro muerto, tirado en el verde césped. O se lesionaba el lineman. O la gata me pedía comida. ¡Basta ya! ¡Acabás de comerrr, gorrrrda!

La salida de Sperduti, finalizando el ST, fue una concesión de Sensini para sus amigos Ortega y Almeyda. No sufran más, muchachos. Ya se los saco al pibe. -pareció decir el DT de la Lepra-.

Insistimos desde acá: el cambio es por Ortega a los 10, 15' del ST. No tiene aire para más el Burro.

Pitana, por suerte, se cortó el pelo. Y que el estadio se llame Marcelo Bielsa es un despropósito. Como galleguista que soy, propongo que lo rebauticen Coloso Américo Rubén Gallego, el primer campeón del mundo que tuvo Ñuls.

Después de esto, el hijo de la señora se hizo hincha de Central...