No soy lo que debería

¿O soy lo que debería? Qué sé yo.

Nunca quise ser astronauta, aunque sabía los nombres de las lunas de Marte y Júpiter. Información poco útil cuando se tiene 9 años y una de las cosas más importantes es saber meter goles para ser elegido entre los primeros, cuando se arman los equipos.
Una vez me paré de espaldas al pizarrón, frente a mis compañeros de curso y, con mis pantalones nuevos -quería mostrarlos-, les pregunté por la capital de Japón. Me dijeron que no sabían. Muy orondo, como maestro ciruelo, les solté "Kyoto". La risa de unos cuantos, que luego se hizo general, me hizo saber que me había equivocado. ¿Para qué le dan libros de samurais a un chico de 10 años? ¡Bestias!
Después quise ser un músico frustrado y lo conseguí. Es un orgullo.

Jodida la vida para Julian Lennon, también.

Hay regalos que se reciben dos veces. La primera cuando nos enteramos de que nos quieren hacer uno. La segunda vez es cuando recibimos el regalo. Y hasta puede que encontremos un tercer regalo cuando rompemos el papel, lo abrimos y encontramos una cariñosa dedicatoria.


¿Quién lo diría? Un blog. Otro blog. Muchos blogs. Blogueros como almas inquietas que intentan comunicarse, comunicar. El bloguero como cronista de sus divagues, encontrando placer en estrechar palabras como brazos y encadenar sentimientos con ideas, pensamientos y delirios.

Gracias, Nilda.