En fin, el tiempo que transcurre entre la fatídica pregunta y la decisión final es directamente proporcional a la cantidad de pelotudos que se encuentren en la habitación. Mientras más pelotudos hayan, mayor será la demora para una respuesta que debería ser automática: "si, ¡pedí ya, la concha de tu madre!". El "la concha de tu madre" es opcional: depende de la estrechez del vínculo que una a los sujetos involucrados. O a las sujetas involucradas, ¿por qué no?
En una reunión familiar el asunto se liquida con relativa facilidad: generalmente un integrante de la familia es el encargado de cambiar los focos quemados, otro es quien se ocupa de ponerle agua y alimento al gato y putear a los que lo patean, un tercero es el responsable de poner música a la siesta para cagarles la ídem al viejo y al abuelo y, con seguridad, el más boludo de todos se encarga invariablemente de pedir el helado cuando la ocasión lo amerita. Hay que decirlo: insalubre labor la de ese abnegado patriota: la cantidad de gustos a pedir es finito y el nivel de hijadeputez de los integrantes del conciábulo puede ser infinito.
O lo que es lo mismo: siempre estará el o la hija de puto o puta que recordará todas las veces en las que tuvo que bancarse la frutilla de la nona y ahora quiere pedir, por una vez, su helado favorito: crema de maracuyá a la caipiroshka, sabor que probó una vez en una heladería artesanal, de vacaciones en Brasil. Pobre del que intente convencerlo de que es más fácil conseguir la paz mundial que ese sabor, un domingo a la siesta, en San Miguel de Tucumán.
En una reunión social, de amigos o conocidos, pedir helado puede convertirse en una tarea titánica, más complicada aún que enseñarle logaritmos a Belén Francese. A ella se le da mejor la poesía automática. Algo así como estos versos que siguen:
Heladero querido y amado
cualquier sabor usted ponga
me gusta tanto el helado
como lamer una buena (censurado)
cualquier sabor usted ponga
me gusta tanto el helado
como lamer una buena (censurado)
En fin, es lo que siempre digo: en este país no hay libertinaje de expresión. Vivimos, finalmente y para horror de Mariano Grondona, en una dictadura del proletariado psicobolche. Volvamos al Tratado Político sobre Cómo Pedir Helado un Domingo a la Siesta en una Ciudad Capital de Provincia.
Decía que, en un grupo de amigos, conseguir que se pongan de acuerdo con respecto a los sabores es más difícil que conseguir un premio Clarín para Orlando Barone. O que -insistimos- Orlando Barone acepte las recomendaciones del personal de vestuario y deje de usar esos buzos y remeras espantosas. Pero a no desesperar, querido lectores, que a partir de esta lectura pedir el delivery de helado será tan simple como encontrar videos pornográficos en internet. O quizás más aun. Este pequeño manual es la respuesta definitiva para tan acuciante dilema. Ya no deberás renegar con esa amiga que quiere sabor durazno al agua para cuidar la figura o con el primo de ese amigo, que vino de colado e insiste con pedir sólo un kilo para dieciocho personas porque es un agarrado. No, estimado y paciente lector: la solución para evitar tanta discusión estéril es pedirle a cada uno de los presentes que enuncie su simpatía política.
Aunque las abuelas suelen decir que de religión y política no hay que hablar en la mesa, veremos por qué las inclinaciones políticas de los participantes nos ayudarán en esta desesperante situación, ya que si se trata de un:
- clasemediero que intenta parecer oligarca: querrá pedir pasas al rhum o kinotos al whisky.
- oligarca propiamente dicho: insistirá con pedir vainilla o crema del cielo.
- progre: cantado que solicitará crema americana con frutilla a la crema.
- kirchnerista: el sabor que elija Cristina habrá sido su favorito desde niño.
- setentista ex montonero o estudiante de filosofía y letras: querrá pedir sambayón (dato posta).
- radical: será el hazmerreir de la reunión y no lo escucharán cuando tímidamente pida cerezas al marraschino.
- troskista: esperará a saber qué helado quieren todos y luego los denunciará por someterse a los designios capitalistas del empresariado heladero que impide la libre elección de sabores listando a todos cual si fueran ganado para ser arreados hacia un futuro clasista de expoliación rentística de la plusvalía.
Es por eso que el peronista deberá inflar el pecho y decir con autoridad: "¡Basta de pelotudeces, que mierda! ¡Voy a pedir yo y se acabó! Todos van a comer chocolate y dulce de leche granizado y al que no le guste que me diga algo y va a ver... ¡Y viva Perón, carajo!". Luego esperará el aplauso cerrado, que no llegará porque los comensales estarán ocupados comiendo el helado y mascullando insultos por lo bajo acerca de la prepotencia antidemocrática del justicialista de marras.
* Es una contribución más de Los Huevos y las Ideas para el entendimiento de los argentinos.
* Le debo este post a Mundo Aquilante.
Ricardo,en mi familia yo soy como ud. dice "el mas boludo de todos" que se encarga de pedir el helado y,lo que es peor,acabo de descubrir,si su descripcion es certera,que ¡Soy peronista!Mi duda ahora es ¿Debo votar hoy en la interna del PF?
ResponderBorrarCon te entrada nos tentaste y obligaste a bajar a por un helado!!
ResponderBorrarEspero que no estes "entongado" con ninguna heladería, me extrañaría.
Y te preguntaba como compañero, un poco zurdo, un poco viejo.
Saludos
¡Qué problema! Aunque no soy estudiante de Filosofía y letras me gusta el helado de sabayón ¿Debería cambiarme de carrera?
ResponderBorrarEn relación al problema familiar en cuestión mi hermana (que es super gorila,pero práctica),resuelve el problema comprando el balde de 5 litros que tiene tres gustos (chocolate,vainilla y frutilla, casi siempre) y haciendo oídos sordos a cualquier queja.
CSK
Daniel: no importa si vota o no, ¡lo importante es que se dió cuenta de que es peronista! Si fue gracias a este post heladeril, nos damos por satisfechos (pero igual queremos helado).
ResponderBorrarCané: jeje. Nah. Debería ir a medias con algún delivery, ¿no?
CSK: no sé que estudiás, pero si es algo como odontología yo consideraría el cambio de carrera porque los odontólogos tienen que ser, necesariamente, algo sádicos.
Y me parece que tu hermana puede mostrarse gorila para ocultar su ultrakichnerismo fanático. Se odia lo que se ama, dicen.
Saludos.
PD: es más, tu hermana quizás admire secretamente a Diana Conti.
ResponderBorrarMire, un sujeto que pide chocolate con dulce de leche, ¡para todos!!, si entre esos todos ando yo, sólo merece paredón, soga e inyección letal. El susodicho dulce de leche será muy nacional y popular pero que te lo encajen en el helado es demasiado.
ResponderBorrarAh, y si quiere hacer anti-678 militante, elija mejores ejemplos que la pilcha de don Barone - ¿acaso no vió los aros que suelen usar las chicas de ahí?
Eterno choque con los "dulceros" para mí que pido cítricos y sufro los comentarios tipo: "que se lo pongan aparte, que no contamine el nuestro".
ResponderBorrarBah, el dulce lleva a la depresión, de ahí al desasosiego, de ahí a la queja social, de ahí al caceroleo y de ahí al apoyo al golpe de Estado. Esto fue así en el 2008, creanme.
jajajaja esselente Ricardo..jaj No habia encontrado el blog de puro huevon nomas, recien lo estoy visitando.Y cuando andes por la capital imperial te llevas un helado de regalo por ser el primer seguidor,je.Abrazo!
ResponderBorrarBuenísimo tocayo. Será cuestión de la edad, pero yo sigo con la frutilla y el chocolate (cuanto más amargo mejor); pero como no soy el que pide, nunca me toca... Siempre, al contrario, viene dulce de leche en su distintas variantes, sambayon efectivamente, o sea, todas cosas de un color parecido. Así que como poco helado últimamente...
ResponderBorrarUn abrazo querido
Rick
ram: no, mire, le explico: yo soy un sometido y mi señora no me deja mirar a las chicas asi que estoy contento de que se haya ido la Oliván.
ResponderBorrarSi es por el dulce de leche, a mi tampoco me gusta mucho -pero shhhh, que no se enteren o me quitan la Asignación Universal por Bloguero K-.
Unfor: ¿así que lo de las retenciones era una excusa y el verdadero culpable fue el dulce de leche? Ahora entiendo por qué no entendía Stolbizer.
De ahora en adelante: helado de soja para todos esos golpistas.
polifemo: ¡que grande! Pero no de dulce de leche porque, según Unfor, parece que te convierte en gorila.
Rick: no, hay que imponerse. Podemos discutir el papel de Perón en su exilio español, la famosa frase de Balbín, lo que quieras, ¡pero con el helado no se jode!
Abrazos.
La verdad que me desilusiona tocayo: yo esperaba una declaración suya del tipo: "Puedo preferir el sambayon o el dulce de leche ¡Pero moriré porque usté pueda comer frutilla y chocolate (cuanto más amargo, mejor)!"
ResponderBorrar(qué discurso más lastimoso, el mío)
Más abrazos dominicales
Ahora que lo pienso también podemos hacer el análisis inverso. Yo, por ejemplo, durante mucho tiempo pedí cerezas al marraschino y chocolate (también amargo), así que podemos inferir que tengo una extracción radicheta (alfonsinista, porque era más simple que ser peronista durante el menemismo) y ahora estamos volcados al sabor popular, je.
ResponderBorrarAbrazos domingueros y gallinas ahora que ganamos.
oia! yo pido siempre sambayon
ResponderBorrar¿Vio, Nilda, que el Manual es la Palabra Revelada?
ResponderBorrar