El malestar en la globalización, otro libro que Fernando Iglesias no debe haber leído

Creemos que Aníbal le debe haber puesto unos cuantos millones a Paul Krugman para que construya viviendas sociales en el Bronx y Paul respondió -según lo espúreamente acordado- en el NYT: Argentina is seriuos, and you are a fucking moron -es más o menos lo que le dijo a uno que había recomendado antes a Grecia que siguiera siendo seria, ajustando y reprimiendo, como manda el manual liberal-.

No contento con el Nobel Krugman, Aníbal debe haber puesto Ferrari sobre Ferrari (y no precisamente Paulo) para que Michel Camdessus, ex director del FMI, reconociera que el organismo cometió muchos errores con Argentina, que Cristina es la más linda y que si tuviera que cenar una noche con Tenembaum le preguntaría qué le pasó. Ok, sólo dijo lo de los errores. Ta' bien. Pero lo de Tenembaum lo piensa, ¿eh?

Lo divertido del asunto es que ya en 2002 los Kirchner deben haber andado repartiendo la tarasca que se habían afanado en Santa Cruz para que otro Nobel, Joseph Stiglitz esta vez, preparara el terreno para la Batalla Cultural contra Beatriz Sarlo sola; tan capa es la eh... estem... ¿profesora de literatura? Ah, no, perdón, la politólog... ¿Ah, no? ¿La crítica y ensayista cultural? ¿Ajá? Ok.

Nada, lo copio porque se me recantan las ganas. Esto decía Stiglitz en su libro El Malestar en la Globalización (teléfono, Sigmund):

...Igualmente preocupante es lo que la globalización puede hacer con la democracia. La globalización, tal como ha sido defendida, a menudo parece sustituir las antiguas dictaduras de las elites nacionales por las nuevas dictaduras de las finanzas internacionales. A los países de hecho se les avisa que si no respetan determinadas condiciones, los mercados de capitales o el FMI se negarán a prestarles dinero. En esencia son forzados a renunciar a una parte de su soberanía y dejar que los caprichosos mercados de capitales -incluídos los especuladores, cuyo único afán es el corto plazo y no el crecimiento a largo plazo del país ni la mejora en sus condiciones de vida- los "disciplinan" aleccionándolos sobre lo que deben y no deben hacer. Pero los países puede elegir, y entre sus opciones figura el grado al que desean someterse a los mercados internacionales de capitales. Aquellos que, como en el Este asiático, han evitado las restricciones del FMI han crecido más rápidamente, con más igualdad y más reducción de la pobreza, que los que han obedecido sus mandamientos. Como las políticas alternativas afectan de modo desigual a los distintos grupos, el papel del proceso político -no de los burócratas internacionales- es resolver los dilemas...

...Hoy la globalización es desafiada en todo el mundo. Hay malestar con la globalización, y con sobrados motivos. La globalización puede ser una fuerza benigna (...) Pero los países que más se han beneficiado han sido los que se hicieron cargo de su propio destino y reconocieron el papel que puede cumplir el Estado en el desarrollo, sin confiar en la noción de un mercado autorregulado que resuelve sus propios problemas.

Ahora bien, para millones de personas la globalización no ha funcionado. La situación de muchas de ellas de hecho empeoró, y vieron cómo sus empleos eran destruidos y sus vidas se volvían más inseguras. Se han sentido cada vez más impotentes frente a fuerzas más allá de su control. Han visto debilitadas sus democracias y erosionadas sus culturas.

Si la globalización sigu siendo conducida como hasta ahora, si continuamos sin aprender de nuestro errores, la globalización no sólo fracasará en la promoción del desarrollo sino que seguirá generando pobreza e inestabilidad...

...Si las reformas reseñadas en este último capítulo son tomadas en serio, entonces hay esperanza de que un proceso más humano de globalización constituya una poderosa fuerza para el bien, y que una amplia mayoría de quienes viven en los países en desarrollo se beneficien de él y le den la bienvenida. Si esto sucede así, el malestar de la globalización nos habrá servido a todos...

Montonero.
Kakista.
Quiere reemplazar nuestra bandera, el dinero, y nuestro himno a la invisible mano del mercado por el sucio trapo rojo de un capitalismo más humano y el Estado regulando la economía en beneficio de las mayorías. ¿Quién gran puta le dió un Premio Nobel a este peronista?

Después Stiglizt habla de la crisis del '29, pero se los copio en otro post. (Acá pueden leer un resumen del libro).

Ah, las negritas son mías. Todas la negritas. Y las rubitas también. A las pelirrojas las repartimos, si quieren. Las redistribuímos, como quien dice, ¿no? ¿Qué? ¿Eso es sexista? ¿Me van a expulsar de las filas del troskofeminismo kirchnerista? ¡A ver si pueden!