martes, 3 de septiembre de 2013

El business del país en penumbras (¿se viene, nomás, el oscuraje?)

Citábamos hace poco al Sudaca citando a Juan Carlos Marín acerca de lo iluminado en tiempos de conflictividad política: "la guerra es un tiempo de claridad (...) la guerra como conflicto desembozado. Los contendientes muestran el rostro, se sacan las caretas. En tiempos de guerra, la lógica binaria funciona mejor que durante la paz institucionalista. La paz es muy peligrosa, allí se confunden gatos con liebres. Lo binario reduce bastante las multideterminaciones de lo social, pero en tiempos de guerra, devela y desvela". Se sintetiza, en ese breve párrafo, a Chantall Mouffe y a la política agonal kirchnerista. Y a lo que desde el conflicto desatado a partir de los juicios a los genocidas y la Resolución 125 constituyó el perfecto latiguillo republicano opositor: cómo el kirchnerismo divide a la sociedad, a los argentinos, a las familias, a los amigos y, si tuvieran entendimiento, hasta a los seres humanos de sus mascotas.

En las recientes Primarias, la comparación con 2011 determina una pérdida importante de votos a manos de opciones republicanas (incluimos aquí, claro, al FR de Massa y Co., que tuvo en la oposición a una inexistente re-reelección uno de sus principales caballitos de batalla). El FAP, la UCR, el FR y el PRO se presentaron, y fueron percibidas, como opciones institucionales frente al atropello totalitario kirchnerista, pero también frente al poder de gobernadores peronistas alineados con y en el relato de Casa Rosada. Así Fellner como Alperovich en San Miguel de Tucumán, así Beder Herrera como el peronismo enfrascado en peleas intestinas en la patagónica Santa Cruz. Una posible conclusión nos remite a una pretensión de la sociedad por un nivel menor de conflictividad política. En términos luminotécnicos: "bajame la luz un cachito que me molesta, ¿puede ser?". Que antes de las PASO fueran políticos como Scioli o Massa los mimados de cuanta encuesta de opinión los valorara constituía una advertencia. Los cacerolazos, la recuperación de potencia del relato clarinista vía Lanata -certificado en mediciones de rating- y hasta el propio paso en falso oficialista al mudar los partidos de River y Boca para las 21:30 de los domingos también fueron signo y síntoma de esta corriente de opinión... oscurantista.

- You want answers?
- I want the truth!
- You can't handle the truth!

The truth es una pesada carga y nos coloca frente a una disyuntiva para la cual nuestras limitadas capacidades individuales son insuficientes: o nos organizamos (y cojemos, peronísticamente, todos) o nos rendimos (y dejamos que cojan, darwiniana o liberalmente, los más fuertes). La truth implica responsabilidad, como señala acertadamente el Cnel. Jessup personificado por Nicholson. Debemos considerar, además, que mientras el kirchnerismo entregaba resolución a la par de conflicto, éste último fue bien tolerado. Ahora, cuando la resolución parece demorada -o raleada-, el conflicto se torna menos soportable. Y también es castigado electoralmente.

En la necesidad de luz, de un reflector que potencie los contrastes y simplifique los multideterminismos de lo social se basa una parte importante -¿todavía?- del apoyo de los sectores progresistas al kirchnerismo. Las últimas movidas del oficialismo navegan en ese sentido: la apelación a debatir con "los titulares" y no con "los suplentes" es el más claro ejemplo. También el retorno del conflicto en torno a la Ley de Medios, el fallo neoyorkino favorable a los fondos buitres o la mención presidencial al reportaje que LA NACION le realizara a Jorge Brito, del Banco Macro y ADEBA. Mientras tanto, luego de las PASO (también consignado por CFK), los actores políticos republicanos dosificaron sus apariciones y comentarios. Es simple, es claro (queda clarísimo en el eslogan, ¿no?): si el kirchnerismo apela al business del país dividido, las distintas oposiciones cotizan en alza en el business del país en penumbras.

¿Luz, oscuridad, mediasombras? Algunas conclusiones, creo, están implícitas en los párrafos precedentes.

9 comentarios:

  1. Brillante, Ricardo. Por supuesto, pagás un costo: apenas encuentra una forma de disimularlo, te lo afano.

    Un abrazo

    ResponderBorrar
  2. Gracias, Abel.
    Afane tranquilo. Ojo que no me lo denuncie Lanata, nomás.

    Abrazo.

    ResponderBorrar
  3. La conclusión es que no se puede ni se debe ser brillante porque eso perturba a quienes deben votar, por lo que lo mejor es ser mediocrey tener brillantes agentes de prensa, no vayamos a humillar a los que necesariamente deberían sostener un gobierno que los benefició y beneficia.
    Sencillamente decepciona esta verdad manifiesta.
    Nosotros somos Ella, abrazos

    ResponderBorrar
  4. Me parece don Ricardo que estás haciendo demasiado énfasis en el cansancio ante el conflicto.

    Tengo mis dudas que "laggente" esté enganchada con esto. Además el tema reciente de la LMA y el tema buitres fue aleatorio, por lo menos no buscado por el gobierno en cuanto a los tiempos.

    Y en este aspecto y referido a los buitres me parece que el "silencio" se debió a un cagazo escénico de la opo (por inútiles arriesgaría) que la verdad me gustaría saber si no embargó con alguna sensación similar a, precisamente, "laggente".

    Saludos

    ResponderBorrar
  5. Norberto: la conclusión, me parece, se refiere a algo que venimos sosteniendo hace rato: es la gestión (sí, hace ruido la palabreja, pero bueh) econónica exitosa la que permite desplegar batallas culturas. Cuando se desenganchan y ponemos el carro adelante, bueh, pasa un poco lo que pasó. El ejemplo más claro, me parece, fue toda la parafernalia puesta a disposición del #7D.
    ¿No es peronismo básico? "La única verdad...".

    Silenoz: la lectura de resultados a nivel nacional lleva a pensar que, junto a un 2012 pobre en términos económicos, lagente buscó enviar un mensaje relacionado también a lo simbólico. Beder Herrera decía luego de las PASO no explicarse el triunfo de la Fuerza Cívica Riojana cuando su gobierno tiene altos índices de aprobación.
    La recuperación de los peronismos disidentes también se inscribe en estos términos, creo.

    Abrazos.

    ResponderBorrar
  6. Cuando te referís a la gestión ahí concuerdo, lo que no me cierra es interpretarlo como un hastío al conflicto. Me parece un concepto minoría intensa 2.0 (sin que suene despectivo) al que pertenecemos.

    Y precisamente por lo que comentás de Beder Herrera me parece que es un voto castigo antes que una onda "que se vayan", no todos, sino estos.
    Pero bueno, veremos

    Saludos

    ResponderBorrar
  7. Estimado: comparto la visión de Silenoz. El Gobierno no está jugando pelota vasca ante un frontón y si pierde el tanto es fruto de su exclusiva torpeza instrumental, falta de cálculo, déficit de concentración, etc. No, porque del otro lado también juegan, y muy fuerte. Lanata es un incansable generador de conflictos (de patas cortas, sí) que obligan al Gobierno a levantar la voz y dar pelea. Y tenés un presidente de la Rural, como Luis Miguel Etchevere, que te moja la oreja todo el tiempo. Y sumemos a Ratazzi, a Brito, a Moyano, a Macri y te ahorro el etcétera para no aburrir.
    ¿Cuál es la génesis de los conflictos que, supuestamente, “cansan a la gente“? En gran parte, se explican por la construcción exitosa de la oposición mediática / política en el día a día, sólo “virtuosa” por efecto de su hegemonía. Ya sé que no es Magnetto el que hizo chocar un tren del Sarmiento sino el fracaso kirchnerista en la gestión del sistema ferroviario. Pero, como dijo alguien, el asunto es que en TN ese tren choca todos los días.
    Me fui de largo como una locomotora conducida por un maquinista dormido. Pero, digo: desmontar cada ladrillo del muro neoliberal provoca un conflicto. No creo que a las mayorías estos debates las interpele ni que las oriente a la hora de votar. Me parece que son cuestiones que sólo percibe “la minoría atenta”, que se ocupa del devenir de la cuestión política.
    En fin, un abrazo enorme, amigo.

    ResponderBorrar
  8. Hola samigo Ricardo: una pequeña aclaración referida a la cita de mi blog.
    Marín habla de la deficiencia del concepto de guerra bajo la concepción de Clausewitz. No hay un momento repudiable, la guerra, donde ocurre el mal y otro deseable y bello, la paz, carente de conflicto. Porque en la paz se está en conflicto permanente (una concepción foucaultiana) que se desemboza realmente en los momentos de guerra.
    Con esto quiero decirle que las comillas no son una frase textual de Marín, sino mi interpretación a partir de sus ideotas.
    (Marín no escribe sobre clivaje ni drones).
    No lo digo para reclamar derecho de autor, sino para que nadie se caliente con Marin por algo que no dijo
    "En tiempos de guerra, la lógica binaria funciona mejor que durante la paz institucionalista. La paz es muy peligrosa, allí se confunden gatos con liebres. Lo binario reduce bastante las multideterminaciones de lo social, pero en tiempos de guerra, devela y desvela"
    Abrazo

    ResponderBorrar
  9. Silenoz: me parece que los 2.0 tenemos más tolerancia al conflicto porque lo entendemos necesario, pero la observación surge de escuchar amigos, compañeros y vecinos que no son 2.0 ni minoría intensa; y de pensar que si a mí llega a cansarme a veces, imaginate a quienes no lo comprenden como necesario...

    Sanín: por supuesto que coincidimos, pero, como dijo Verbitsky en la Audiencia de la CSJ, hay un país ahí afuera y que, creo, como decís, no percibe al mismo nivel que la "minoría atenta" la necesidad del conflicto. Sobre todo cuando ha llegado a una situación de bienestar que considera, por supuesto, mérito propio y toda la cuestión de la clase media que venimos analizando y que se torna conservadora. Esa es la realidad con la que tiene que jugar el oficialismo en estas elecciones 2013.

    don Sudaca: entendía que la frase era tuya. Quizás no lo expresé bien en el post pero, bueh, el concepto era lo importante.

    ¡Abrazos!

    ResponderBorrar

Se agradecen todos los comentarios con ganas de aportar. Los que insultan serán automáticamente borrados así el autor sea Obama. Y a quejarse a La Haya, loco.