viernes, 24 de julio de 2015

Macri y la centroderecha en Argentina

El reciente resultado del balotaje porteño puso nerviosos a unos cuantos: Macri, como quedó evidenciado en su banquinazo discursivo, pero también los parlantes del establishment, y Mauricio debe soportar el bullying desde las páginas de LA NACION y Clarín (me gustó esta foto dedicada en una entrevista a Sergio Massa). La razón para el enojo de los medios no es difícil de comprender: un giro en el discurso de estas características y dimensiones implica que Mauricio no llega y deja, además, huérfana a una porción del electorado para el rapiñaje del resto de la oposición, probablemente fragmentando aun más ese voto estanco para alegría de Scioli y el PJ-FpV. Aquí suponemos que Macri debe descontar que siendo la expresión más clara de la centroderecha en el país, no tiene chanches de perderlo. Nada es estático en tiempos electorales.

Recientemente Abel Fernández dedicó tiempo y espacio a debatir las chances del espacio electoral representado (más cabalmente) por el líder del PRO. También @CayetanoAsís, a quien citamos: “…Aquí no queda lugar para ningún Sarkozy. Ni Merkel ni Uribe. Ni siquiera para un Rajoy. La derrota de la derecha es semántica e ideológica. Sobre todo es cultural…”. En parte acordamos y en parte no: hay espacio; pero tiene además un techo que le impide acceder fácilmente a las palancas del PEN. Observemos las elecciones post colapso de la Convertibilidad + Consenso de Washington. En 2003, López Murphy 16% y podríamos debatir cuánto del 25% de Menem fue centroderecha y cuánto peronismo, estabilidad y gobernabilidad (sus guarismos se cimentaron con preponderancia en las provincias del NOA y NEA). En 2007, fue Carrió quien cargó la cruz de representar lo otro del kirchnerismo. ¿Cuánto de su 23% puede atribuirse al ideario de centroderecha si en su enunciación no figuraban privatizaciones o apertura comercial? 2011 fue muy raro, pero en la elección general Duhalde recabó un 5%, habiendo tributado más de la mitad de sus votos PASO en la candidatura de Hermes Binner (17%), quien aglutinó luego de las primarias voto en los barrios porteños adonde el PRO fue más fuerte el pasado domingo. Alfonsín, junto a De Narváez en PBA, sumó un 11%. Como podemos inferir, la centroderecha no presentó un candidato claro desde López Murphy hasta hoy, con Mauricio Macri.

Existen razones del orden estructural, por supuesto, tanto político como económico. Respecto al primero, fue recién a partir de la carnicería perpetrada por la última dictadura militar que nuestra oligarquía aceptó que debía jugar dentro de las reglas que imponía la democracia. Primero Alsogaray y luego el menemismo con una curiosa conjunción de clases para solventar su experiencia en el PEN, pero a partir de la crisis de 2001 solo quedó en pie el peronismo, y volcado hacia posiciones de centroizquierda, nacional y populares. La decapitación del radicalismo, que podía expresar a los sectores antiperonistas y más cercanos al ideario liberal económico, se expresó en candidaturas como la de Leopoldo Moreau en 2003, Lavagna en 2007 y, en la actualidad, como soporte territorial de la aventura presidencial de Macri. No fueron pocos los intentos por resucitar algo parecido al menemismo dentro del peronismo, como lo atestiguan las experiencias en provincia de Buenos Aires de UniónPRO en 2009 y Sergio Massa en 2013. Debemos señalar que esta imposibilidad es tributaria también de que el kirchnerismo no haya chocado el barco, siguiendo a Naomi Klein y la teoría del shock que tantos frutos le rinde a Alemania en la Unión Europea. En el orden económico también nos asisten razones estructurales. Las desarrollábamos en este posteo acerca de los límites para el liberalismo, en 2014: “…Pueden liberalizar y pensar que así les irá bien países que estén transitando una cierta hoja de ruta y que no posean aún una estructura productiva relativamente asentada (lo que no significa suficiente o eficiente, sino establecida). El caso de nuestro país durante los años '90, cuando se destruyó el Estado en base al rapiñaje de las empresas públicas y se crearon oportunidades en el área de servicios. Ni aún los más liberales en la AEA pretenden ahora la completa desregulación porque les propondría competencias externas imposibles de empardar. Preguntar por China a nuestro empresariado prebendario estatal. No, quieren liberalización hasta ahí, para aprovechar aún más posiciones dominantes…”.

El liberalismo-liberal, corriente en oposición dentro del espectro al conservadurismo liberal, no posee en nuestro país (o el mundo) un partido que la exprese, mucho menos un candidato que pueda impulsar esas posiciones, cuando nuestra sociedad presenta raíces distintas a las protestantes norteamericanas, más permeable a ideas como las de Ayn Rand. Latinoamérica y particularmente la Argentina son reductos del estatismo como freno al capitalismo de mercado desregulado (certificado esto por la Universidad de Vanderbilt y sus LAPOP bianuales). El giro discursivo de Mauricio Macri obedece a que "...ocho de cada diez argentinos creen que el Estado debe ser el principal responsable de asegurar el bienestar de la gente...". Entonces, si no podemos ofrecer la mano invisible del mercado, ofrezcamos lo más parecido: la ilusión de que el empresariado es capaz de gestionar mejor lo estatal. La respuesta del oficialismo es simple: Aerolíneas o los fondos de pensión no estaban mejor gestionados por los privados.

Como las últimas declaraciones de Macri y su aparato de propaganda goebb… ok, no, su aparato nomas, indican, para triunfar en elecciones conviene acercarse a posiciones de centro. Pero el centro no es siempre el mismo. Cada etapa le impregna sus demandas, postulados y es el resultante de las tensiones políticas en disputa. El centro, para estas elecciones que se avecinan, es representado una vez más por el peronismo oficialista, y hacia allí confluyen quienes tienen posibilidades electorales: Scioli, por pertenencia y coherencia; Macri, por conveniencia. Para finalizar, es dálido rescatar lo que apuntábamos allá por 2011, cuando sosteníamos que estamos condenados al éxit... digo, al populismo: “…las elecciones, cualquiera, son campo fértil para la promesa populista. Aún los partidos más identificados con el ideario liberal prometen el mundo a cambio del voto. Luego, al arribar al gobierno, toman "las medidas necesarias", aplican "las reformas pendientes" (...) En nuestro país la oposición, el rejunte opositor, intentó infructuosamente alertar contra la amenaza populista, contra la profundización del proyecto nac&pop como un corrimiento hacia un chavismo diabólico. Las encuestas les están demostrando que el discurso republicano, institucional, que funcionó tan bien con De la Rúa porque la Alianza prometió no tocar la convertibilidad vigente, no interpela ya a la ciudadanía...”. O no es suficiente, por si sólo, para forzar con seguridad un eventual ballotage.

lunes, 20 de julio de 2015

La mitad que no le da tanto asco a Fito

Ajustadísimo triunfo de Larreta, que huele a derrota de Macri. No lo fue, ni tampoco implicará un gran deterioro porcentual de su candidatura pues continúa siendo el más claro candidato opositor (aunque con esto de bancar Aerolíneas, la AUH, etc., demuestra que no le alcanza y debe pegar banquinazos discursivos. Ya le ocurrió a Massa). Quedó claro, sí, algo que las encuestas y analistas no percibían: en su distrito, el único, existe un importante voto antiMacri, algo que es más perceptible en el interior del país, donde posee índices mayores de imagen negativa debido a su asociación al imaginario neoliberal.

Debemos disculparnos —nobleza obliga— por algunos yerros que publicamos en entradas anteriores: como todos (nadie mencionó la posibilidad de un resultado así, ni siquiera Lousteau), pensábamos que la elección porteña estaba decidida. ¡Qué miedo, Mauricio! ¿Qué implica esta victoria pírrica o derrota poética? Un par de cosas:

1. El ballotage era más peligroso de lo que parecía en un primer momento. Se entiende mejor la preocupación y bronca de Macri y los medios que bancan su candidatura ante la negativa de Lustó a bajarse.
2. El radicalismo porteño, con Macri pero no en el PRO, se cobró bien el ninguneo de Mauricio a la UCR pos Gualeguaychú. Una cucharada de ricino con aceite de bacalao y la repetición ad-infinitum del gol marrado por Rodrigo Palacio en la final de la Copa del Mundo.
3. Se confirma lo que decíamos: Mauricio no posee liderazgo alguno (o suficiente) para ordenar el frente electoral en razón de las necesidades de su candidatura presidencial.
4. Macri debe averiguar quiénes son y dónde viven los 50 mil que evitaron el naufragio de su candidatura presidencial, visitarlos y llevar varias docenas de facturas. Le recomendamos llevar 50 mil camisetas autografiadas por Tévez.
5. Los votos de Lousteau no son todos de Lousteau. Ya le ocurrió a Massa en 2013, no le convendría a Guga creerse más de lo que es: el candidato que supo y pudo aglutinar el voto porteño de rechazo a Macri.
6. 19 de julio de 2015. Más de 15 elecciones distritales pasaron, todas las previas a las PASO y Macri no pudo festejar en NINGUNA. Celebrar este 51,64% a 48,36% sería como si el Bayern festejara un triunfo frente a Defensa y Justicia, con un gol sobre la hora debido a un penal regalado.
7. En votos puros y duros, el PRO tiene un techo en la propia CABA, encofrado y bien secado: no pudo superar el total de votos captado por Larreta+Michetti en las PASO: 861.372. En el ballotage, frente a la sola opción de Lustó, sumó 860.802 votos. Era por abajo, Mauricio. Y era con Gabriela como apuntó @IPradio.
9. Como señalamos al abrir el posteo, no creemos que esto melle numéricamente (en mucho) la candidatura presidencial de Macri. La hiere más desde lo simbólico, importante al momento de ingresar al cuarto oscuro y más aún si hay ballotage (algo que, ahora, parece menos probable). Le puede restar un par de puntos, pero no deja de ser el opositor mejor posicionado y el que cuenta con la otra estructura más importante a nivel nacional, el radicalismo.
10. Desde el Frente Renovador se entusiasman con esta victoria que es derrota de Macri. Suponemos que en un sentido “jodete, gil" ya que Massa no sumará votos a partir de esta segunda vuelta porteña. Quien puede crecer algo es la pesadilla de Cambiemos, Margarita Stolbizer, más cercana al perfil desarrollado por Lousteau. A partir de esta semana, Marga deberá sufrir aun más bullying por parte del PRO y la UCR, pues le resta votos a Cambiemos en su target republicano de grandes centros urbanos.

Para finalizar, saludamos amablemente a los porteños que acaban de hacerle un modesto servicio a la Patria, y les pedimos disculpas cuando desde estas páginas supimos destratarlos a base de renieg...

—¡Eh, pará! —interrumpe Mauricio— ¡Faltó el punto 8!
—¡El culo casi te abrocho...! —responde Lustó; y se va a festejar su derrota que sabe a triunfo con Carla Peterson.

jueves, 16 de julio de 2015

Los votos, ¿son de la gente o de las estructuras partidarias?

Pretendíamos escribir algo respecto a un tópico que se desarrolla subterráneamente mientras los reflectores apuntan, como debe ser, a la disputa electoral: el voto. Parece contradictorio, ¿no? ¿No estamos acaso hablando de lo mismo, disputa electoral y votos? No, porque si bien los candidatos pelean los votos de a uno apelando a sus diversas razones (identidad política, historia, expectativas, deseos, presente económico, etc.), las razones que organizan el modo en que estos solicitan el sufragio pueden sintetizarse en una dicotomía que recorre el debate politizado de modo poco perceptible: los votos, ¿de quién son? Podríamos también de otro modo, preguntar: ¿de dónde vienen? Algunos sentencian, sin más, claro y simple, que los votos son de la gente. Otros, en cambio, dictaminan que son las estructuras partidarias las que le dan soporte. Así, según esta taxonomía, tendríamos candidatos mediáticos en un costado del ring, apelando a focus groups, y candidatos de las estructuras político-partidarias por otro, escuchando a las bases para construir su discurso/plataforma.

En este blog sostuvimos en innumerables ocasiones reflexiones como esta: “…pese a los pronósticos agoreros, debemos inferir también que la nuestra no es (¿completamente?, ¿aún?, ¿alguna lo es?) una democracia posmoderna y líquida regida por candidatos en desmedro de las estructuras partidarias (la disputa más importante en el campo opositor colocó a la UCR bajo el reflector)…”, lo que debería implicar que nos encolumnamos en el bando de los estructuralistas y odiadores de todo lo mediático. No es tan así, tampoco. Pero expliquemos antes el pretérito imperfecto con el que abrimos el posteo. Mientras desarrollábamos la idea, nos topamos con este texto de Malamud y De Luca llamado “Era por abajo, posmodernos” que coincide con la autocita. Los autores dicen: “…Es común leer que las coaliciones partidarias son fugaces, las identidades políticas son irrelevantes y los líderes de popularidad, señores del Universo… (pero) …Los partidos siguen determinando las posibilidades de que un candidato se transforme en gobernante. Pero esto no se ve desde el Obelisco...


...La Tabla 1 muestra el resultado de todas las elecciones a gobernador desde 1983 hasta el domingo pasado. El peronismo ganó 126, el radicalismo 41, los partidos provinciales 23 y terceros partidos nacionales sólo 8 (…) La política nacional sigue anclada en el territorio. El sistema argentino de partidos es menos estable que el chileno pero está mejor enraizado. Y las raíces son profundas por virtud del federalismo y la autonomía municipal…”. Por supuesto, los animamos a leer el artículo completo. Agregaremos que en el posteo citado señalábamos también que el bipartidismo persiste en los niveles subnacionales aunque de manera por demás atenuada, como queda demostrado por el trabajo de Malamud y De Luca.

Ahora, si nos disculpan la arrogancia, diremos que las simplificaciones mediático/estructura son tan solo eso, simplificaciones. La realidad indica, en cambio, que para ser verdaderamente competitivo un candidato debe reunir ambas características (sumado a otras: financiamiento, tiempo, etc.): su candidatura debe descansar en una estructura partidaria con representación a lo ancho y largo del territorio nacional y, además, poseer características que le permitan desarrollar su discurso, exponer su carisma y seducir al electorado desde los medios masivos (TV, radio y redes sociales). Una cosa sin la otra determina una candidatura inconducente. Tuvimos/tenemos ejemplos de ambos extremos –esto es también una simplificación, claro– en esta carrera electoral que desvela a los politizados y encuentra al común de los mortales en un estado de interés moderado y en reciente despertar: un candidato mediático que no supo/pudo dotarse de una estructura territorial nacional, Sergio Massa; y otro candidato, desperfilado mediáticamente, que disputaba la interna del FpV para hacerse de un apoyo territorial, Florencio Randazzo. Ambos, lejos ya de terciar en el escenario: el ministro se encuentra fuera de competencia mientras Massa porfía pese a que los números indican un muy lejano tercer lugar (cabe señalar, como una de las razones que determinaron la salida de Randazzo que el aparato territorial del peronismo se encontraba ya de facto militando la candidatura de Daniel Scioli. Quedaron entonces en pie, como candidatos verdaderamente competitivos, por múltiples razones pero también por las aquí expuestas, DOS y Macri. El primero, apoyado en la estructura del PJ pero siendo también su candidato más taquillero en términos de medios e instalación; el segundo, más posmoderno –ergo, mediático–, debió apelar a la estructura nacional de la UCR que le cobró, en esta carrera al ballotage porteño, una parte del desprecio que demostró Mauricio Macri por el radicalismo luego de la Convención de Gualeguaychú.

lunes, 13 de julio de 2015

El ballotage porteño y Cambiemos: cero en baglinismo

Mares de tinta, ríos de bits y nubes de pedo han sido utilizados para referirse a la segunda vuelta que enfrentará a Larreta y Lousteau en la Ciudad Autónoma de Baires. Desde el kirchnerismo, que si votar a Lustó para que pierda Macri, en blanco para demostrar disconformidad, abstención patriótica (?) o si existe algún modo de anular el voto haciéndole pis al chip (!). Sinceramente, todas esas elucubraciones me parecen inútiles: Larreta va a ganar. Hagan lo que les parezca. No va a variar en mucho el voto de Mauricio para las PASO. Eso sí, coincido con Gerardo Fernández respecto a la inconveniencia de que el FpV llamara a votar por el ruludo de ECO: por suerte Recalde no se pronunció como Lubertino o Aníbal Ibarra. Desventajas, estas últimas movidas, de no contar con una organización y que todos jueguen como electrones libres para juntarse cuando se aproximan los comicios.

Vamos al frente Cambiemos, en el que supuestamente se nuclean el PRO y los partidos que componen ECO (excepto el socialismo, aunque por ahí nomas, son todos amigos —!—).

Debo confesar que estaba equivocado. En un primer momento pensé que el PRO, Macri, bah, quería el ballotage y se hacía los rulos diciendo no para instalarse en el centro de la agenda. Me replicaban: el PRO quiere que Lustó se baje, no quiere la segunda vuelta, y yo no lo creía. ¿Por qué? Porque me parecía demasiado estúpido que armaran una colectora para desalojar del centro opositor (en el distrito) al kirchnerismo y que luego esta se les escapara como la tortuga. “No, en la CABA Macri le toma la leche al gato", pensaba. Y no, Macri es el gato al que le toman el lácteo:

1. Pretendía hegemonizar la elección en CABA y no pudo bailar tampoco con Larreta.
2. Puso a Michetti en la fórmula presidencial y ni así pudo evitar que se le escaparan votos: el PRO consiguió el 47,44% en las PASO, a menos de 3 puntos de ganar en primera vuelta y se lo frustraron... ¿Kissinger?, ¿Cristina?, ¿la Troika? No: ¡Lousteau y los restos del radicalismo porteño!
3. Por si fuera poco, luego de ensayar republicanismo discursivo y pedir respeto por las instituciones, quiere desestimar el ballotage que manda la Carta Orgánica de la Ciudad.
4. Pero no se tratan de los no se cuántos millones millones que costará la segunda vuelta, ni tampoco las municiones que dispara Lousteau contra el gobierno de la CABA o contra Macri (de paso: desdibujadísimo, Rodríguez Larreta; quedó afuera del ring y el que está peleando es Mauricio). No, lo verdaderamente preocupante es que queda claro que Cambiemos, el frente electoral de Macri, la UCR y Carrió, es una bolsa de gatos que ni ante la perspectiva de un triunfo es capaz de comportarse con racionalidad o pragmatismo.
5. Y en su propio distrito, en su casa, podríamos decir, Mauricio Macri no posee liderazgo alguno (o suficiente) para ordenar el frente electoral en razón de las necesidades de su candidatura presidencial.

Fue Raúl Baglini, diputado mendocino radical quién enunció lo que se conocería como su teorema: mientras más cerca del poder se encuentra un político, más razonables se tornan sus propuestas.

Cambiemos, tiene cero en baglinismo. Y usted, Mauricio Macri, cero en construcción política. Felicitaciones, siga así.

viernes, 10 de julio de 2015

Crónica del último 9 de Julio de Cristina en Tucumán

Se acercaba este humilde e insignificante bloguero a las inmediaciones del Hipódromo cuando un cordón policial lo detuvo. Voy al acto, maestro. Esperá un poco que están por pasar. ¿Cristina? Sí, esperá. Acto seguido...


Ya en la puerta del Hipódromo, apurando el paso, se escuchaba a Adolfo Nicolaus, el humorista que oficiaba de conductor, y junto a su voz, las estrofas del himno cristinista que presagiaban los tiempos por venir: “Avanti morocha... No tires la toalla que hasta los más mancos la siguen remando...". Claro, el lector aguzado en semiología dirá “ah, se está tomando una licencia literaria". Nada más alejado de la ficción: en la voz ligeramente grave y bastante desafinada de Iván Noble confluían sciolismo y kirchnerismo como en un aleph del universo peronista.

Eran muchas más que 40 mil las almas presentes. Quizás La Gaceta sumaba media alma por peronista para arribar al número, ya sabemos lo desalmados que son cuando de discutir poder se trata. Curiosamente —o no—, es en el campo opositor que se pelean, porque se juntaron perros y gatos. El peronismo, pragmático, deja las disputas de lado y, en tiempos electorales, marcha unido, organizado y solidario como solía decir Perón y ahora repite Cristina. Sigamos.

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Los actos peronistas tienen esas cosas. Escuchás una voz ronca, cansada y sincera que grita “¡te amamos, Cristina!”, te das vuelta y es una señora mayor, de pelo entrecano y piel curtida por el sol. Imposible no sentir ternura. Seguís mirando. Chicas cargando nenes que moquean o lloran por el volumen de los parlantes. Mirás hacia otro costado y están los militantes y sus banderas. Muchos y distintos segmentos sociales representados. No sabría decir cuánta gente suelta, como gustan de contar los republicanos que no entienden que un acto implica una logística, colectivos, sánguches y gaseosas. Debo confesar, de todos modos, que hacía un par de 9 de julios que no asistía al Hipódromo. El último había sido en 2011, el año del 54%. 2012 y 2013 los pasé en casa, como forma módica y tímida de protesta, porque si bien no me cuestionaba el apoyo, tramitaba contradicciones varias entre lo que el gobierno hacía y lo que yo pensaba que debía hacer; en materia económica, claro, pero fundamentalmente en lo referido a la estrategia de (de)construcción política seleccionada por entonces. Es agua pasada y pueden dar una vuelta por el blog si tienen ganas. Una breve digresión: desde antes de la derrota legislativa 2013 pero más aun a partir de ella, muchos consideraron que la economía se caía, que el gobierno se despedazaba y quisieron posicionarse para lo que ocurriera después. Las posibilidades electorales de Macri y Massa contemplaban estas opciones como condiciones necesarias y el tiempo les está probando lo equivocado del cálculo. En el oficialismo, en cambio, las tensiones se fueron procesando para arribar a algo impensado por quienes apostaban en contra: un peronismo unido, bajo una fórmula única que contempla la diversidad del espacio y que, a su vez, contiene potencia electoral, promesa de gobernabilidad y la posibilidad de continuar el camino que venimos recorriendo desde hace poco más de una década.

Abrió Alperovich y esta vez no recibió silbidos desde el sector camporista como en 2011. Siguiendo a Brienza, abandonaron las veleidades del control de calidad ideológica y reconocen que viene un peronismo con rasgos alvearistas. Enumeró el gobernador de Tucumán algunos de los logros de su gestión, de obras concretas y palpables. Como un gran resumen de estos años, y sí, con Manzur y Jaldo como integrantes locales de la fórmula para la victoria (tal la relectura electoral del Frente, con Scioli como candidato), recomiendo este spot que subió mi amigo Aldo Jarma, haciendo un poco de épica weberiana:


Luego llegó el turno de Cristina, quien agradeció el cariño de los tucumanos, puso en perspectiva estos años y los desafíos que vendrán. Para esto hizo hincapié en el No al ALCA y en la reestructuración de la deuda argentina, los penares actuales de Grecia y su pueblo, Puerto Rico y cómo los buitres suponen la amenaza del momento. Recordó a los patriotas que se reunieron en la Casa Histórica en 1816: "tenían miedo de declarar la Independencia, pero no tiraron gas ni abandonaron, bosteros putos", dijo. Bueno, lo del gas y los bosteros no, perdón. Hizo recomendaciones a los hombres y mujeres que continuarán estas políticas (algún malvado podría apuntar que son los capítulos intitulados “Aleccionando a Daniel"), pero son, por supuesto, recomendaciones válidas. Las podemos resumir en “es la econom... Es el cariño de la gente y el lugar en la Historia, estúpido". Sin nombrarlo, puso a Brasil y el jaqueo a Dilma como ejemplos de intento por restaurar el orden neoliberal. Cuando se insinuaba el fin de su discurso, el sol iluminó el Hipódromo. Pensé “mirá, justo sale el sol". Great minds think alike (!) y Cristina también lo dijo: “salió el sol". Conociendo que la Presidenta siempre baja a saludar, me acerqué al vallado frente al escenario cuando comenzó la desconcentración. Ello me permitió saludar a Aníbal (a este cronista, sodamaníaco en su juventud, no le dio el estómago para gritarle “¡aguanten lo' Redó!" como hacían dos energúmenos peronistas a mi lado):


Y luego, sí, el que sabe, sabe, y el que no, está con el macrismo o no retornó desde el massismo:


Pude aprovechar la cercanía para decirles “¡gracias, Cristina!" y "¡vamos, Daniel!". Le di la mano a la Presidenta y debo reconocer que fue raro. Scioli se sorprendió con el “vamos", cuando era Cristina a quien todos llamaban, pero se recompuso, buscó a este servidor con la mirada y le dedicó un gesto de OK. Eso animó a los que estaban a mi lado para tirar unos “¡vamos Scioli!" que hubieran sido impensables hace tan solo un par de años. Todos crecemos.

Para cerrar, no comí chori, no tomé vino, me escrachó la SIDE...

Parrilli hijo de puta...
Pero salimos del Hipódromo con una sonrisa dibujada. Los actos peronistas tienen esas cosas...

lunes, 6 de julio de 2015

La Ciudad de la furia, el cordobesismo y el FpV menemista riojano

Triunfos previsibles de Larreta, Schiaretti y Sergio Casas en La Rioja. O lo que es decir, de Macri, De la Sota y del Frente para la Victoria y Scioli. Aunque Mauricio y el cordobés de la blanca (y femenina) melena intentan nacionalizar sus resultados, lo cierto es que continúan primando las realidades locales en una elección que hasta ahora no se alejó de su libreto: no hubo giro copernicano ni vuelta de tuerca michaelnightshyamalana. Tampoco se intuye una trama subterránea, a lo Poe, que se revele sobre el final. Los mensajes de la ciudadanía revelan mayoritariamente oficialismos revalidando y eso opera en beneficio de la candidatura de Scioli sobre la de Macri. Es que la gente quiere un cambio, por eso sigue votando lo mismo.

1. CABA (98,48%esc):
—Rodríguez Larreta 45,50%
—Lousteau 25,49%
—Recalde 21,92%
—Zamora 3,95%
—Bregman 3,11%

Amplio triunfo de Larreta, que no pudo evitar el ballotage y sufrió, de las PASO a esta primera vuelta, una sangría de 63.500 votos (3,5% de los votos válidos aproximadamente). El FpV y ECO, en cambio, crecieron. Pero todo es ganancia para el PRO en su distrito: la lectura desde la que se pergreñó la candidatura de Lousteau, como lo analizamos aquí, se probó efectiva: el FpV fue desalojado del ballotage por la UCEP de los votos del radicalismo y carriotismo porteño, más el voto independiente antiPEN y más tibiamente antiGobCABA. Serán dos semanas en las que la agenda de la Ciudad Autónoma —y sus votos— serán hegemonizados por el frente Cambiemos PRO-UCR-CC. Es posible que Scioli sume más votos que Recalde en agosto/octubre, pero Macri definitivamente sumará más votos que Larreta. Para agregar al combo amarillo, Macri encabezará la boleta larga de la Ciudad, mientras que en 2011 el PRO fue sin encabezado presidencial.

2. Córdoba (97,23% esc):
—Schiaretti 39,86%
—Aguad 33,78%
—Accastello 17,20%
—FIT 4,92%

Triunfo claro pero algo ajustado para los cálculos previos de Juan Schiaretti. Tercer lugar, a 16 puntos de Aguad, de la fórmula efepeviana Accastello-Buenaventura. No está mal si pensamos que la provincia es gobernada por el delasotismo desde hace más de 15 años, y que en 2011 el FpV no presentó candidato a gobernador. Aún así, la peor performance del peronismo oficialista en lo que va del calendario electoral (en términos porcentuales, se entiende. En poder puro y duro, Mendoza). Discurso componedor el de Schiaretti, con agradecimientos a todos los precandidatos presidenciales y a Massa... je,  no, bueno, a todos y aún a Cristina. De barricada, apelando al cordobesismo sin nombrarlo, el de José Manuel De la Sota. Como Macri en 2011, comprendió que para ganar poder de negociación en el Congreso nacional, debía incluir el encabezado presidencial a sus boletas legislativas. Desde acá no creemos que pueda ganarle la interna a Sergio Massa, primus inter pares del pelotón “Otros candidatos", pero no debe ser esa la preocupación del Gallego. Creemos también que, de arribar la elección a ballotage, es más probable que Córdoba sea, por escasa deferencia, para Scioli y no para Macri.

3. La_Rioja (97,11% esc):
—Casas 53,92%
—J. Martínez 38,16%
—Gómez 0,80%

Buen triunfo del FpV, que debió traspasar la posta desde Beder Herrera hacia Sergio Casas, como ocurre en la mayoría de las provincias peronistas cuyos gobernadores reeligieron en 2011. La oposición, sumada como un todo detrás de Martínez, anoche intentó adjudicarse el triunfo. Un papelón si observamos el 53,9% a 38,1%. A pesar de lo pequeño del padrón, tiene valor el triunfo peronista en La Rioja si pensamos que las economías del NOA fueron las más golpeadas en el interregno 2012/2014. Fue en el NOA donde, comparativamente, perdió más terreno el Frente para la Victoria en las elecciones legislativas de 2013. Este triunfo es, de algún modo, un mensaje de recomposición.

Para finalizar, repetimos: es incorrecto extrapolar directamente los resultados de CABA y Córdoba para la elección nacional. Son realidades locales. Pero sí debemos considerar que este 5 de junio era la última fecha con la que contaba la oposición como un todo para recuperar terreno en la carrera nacional. Sumaron triunfos, pero ninguno significa un quiebre de la lógica que viene guiando el calendario electoral. Renuncie, montonero cebollita subcampeón consuetudinario Gerardo Martino.

* Data: @InfoDINE

sábado, 4 de julio de 2015

#AndateMartino

Están los pelotudos que critican a Messi, los imbéciles que dirán que con Tévez éramos campeones. Son hijos de primos o tienen un crayón inserto en el lóbulo frontal. Lo cierto es que los penales son una lotería, pero los chilenos estaban mejor preparados para patearlos...

Pero el partido se perdió antes. Se lo ganó Sampaoli a Martino. Chile estuvo a la altura de las circunstancias y de lo que la Historia le exigía. Argentina no. Chile impuso su juego y la Selección no. Fuera de Bravo en los penales y dos atajadas, no hubo figura en la cancha. Tampoco nadie desentonó. Lo ganó Sampaoli, lo perdió Martino.

Estamos a tiempo de no desperdiciar el último mundial de Messi. Volvé, Sabella. Perdonalos por no hacer fila para chuparte la pija a la vuelta de Brasil.

PD a los que me puteaban por criticar a Martino acá: vayan formando la fila.

viernes, 3 de julio de 2015

Lousteau y Solanas, el rol de la tercera fuerza en la CABA

Primer turno electoral en la Ciudad Autónoma, elecciones que deberán resolverse en ballotage casi con seguridad. En espejo de la nacional, en la que es la oposición (el PRO + UCR, bah) la que debe llegar al 30% para evitar un triunfo en octubre del oficialismo, en la CABA es el oficialismo el responsable por evitar la segunda vuelta. Las encuestas lo marcan: el PRO no retiene todos los votos de Michetti en las PASO, no suma por afuera y no alcanza el 50% requerido.

Resumen de encuestas:

Poliarquia: HRL 46,7; ML 26; MR 21,3
Valladares: HRL 45,6; ML 28,5; MR 19,8
M&F: HRL 44,7; ML 23,5; MR 21,3

Desde ya, aclaramos que para este blog son minúsculas las chances de que Larreta no triunfe en segunda vuelta. El segundo lugar y espacio en ballotage que estaría alcanzando Martín Lousteau con la mentira de ECO (no le asignamos futuro o gravitación al novel sello) deberían servir como prueba. Precisamente sobre Lustó y el rol de las terceras fuerzas en CABA es que pretendemos hablar.

La candidatura en el distrito del ex ministro del kirchnerismo, revistando filas actualmente con Carrió y los jirones del radicalismo porteño —los que están con el PRO pero no en el PRO— partió de una correcta lectura del que luego sería el frente Cambiemos, con el objetivo de hegemonizar el voto en CABA y obturar el crecimiento del kirchnerismo (que además, debemos reconocer, hizo esfuerzos importantes por continuar siendo testimonial). La lectura parte de un adecuado diagnóstico del electorado porteño (por acá habíamos aportado algo al respecto), al que podríamos caracterizar con las cualidades típicas de cualquier gran centro urbano y con la particularidad de ser una ciudad capital. Concentra así guita, infraestructura, medios de comunicación y una presencia en la agenda que no se condice con el peso de la misma en el debate nacional. Para resumir injustamente al votante porteño, como en cualquier generalización, podemos apuntar:

1. Necesidades básicas satisfechas, y demandas con las que el relato del kirchnerismo no conecta, como seguridad, poda de árboles, tránsito, etc. El progresismo en la CABA no gana elecciones. De la Rúa no lo era y Aníbal Ibarra (o el frepasismo) ocurrieron en un momento particular.
2. Posibilidad de emitir un mensaje nacional, abroquelado en los votos que colectan el PRO+ECO; y ahora que existe un oficialismo distrital fuerte, también un mensaje local, del que hace usufructo Lousteau.
3. El buen trabajo realizado por el PRO para ligarse emocionalmente a la CABA. Para los porteños, Macri es uno de los suyos.

En referencia al mensaje local del punto 2, ha sido el nicho que ocuparon las terceras fuerzas en la Ciudad Autónoma, recogiendo votos antiPEN y antiGobCABA que luego, trasladados a lo nacional (o aun al ballotage en el distrito, como ocurría cuando Daniel Filmus era el contrincante) se decantan por oposición al oficialismo nacional, como una colectora de voto por algunos denominado sofisticado. Lo señalabamos en 2011 para Pino Solanas: “...Ello le permitió al líder de Proyecto Sur aglutinar un importante porcentaje de votos que luego pueden, con escasas contradicciones, ser tributarios de la derecha representada por Macri, visto como quien puede enfrentar con mayor éxito a la horrenda tiranía K. Es decir, P. Sur colecta por izquierda-cultural votos que luego pueden ser aprovechados por la derecha-política/económica...". Así, ahora Guga Lousteau como antes Pino. En el distrito puerto, el que mayor PBI per capita maneja, el negocio para la tercera fuerza pasa por ser oposición tanto al PEN como al gobierno de la CABA. Reconociendo, claro, que en última medida, pensando en la elección presidencial, es siempre en beneficio del gobierno distrital, el PRO. O lo que es decir, Mauricio Macri.