Ya el título hará que algún lector arrugue el ceño y largue una puteada al viento. La última noticia apunta que “la CGT descarta una reapertura de paritarias pero van por un bono de fin de año". Un perfil combativo bárbaro, podríamos decir. Pero en términos políticos es un poquito más complicado.
Nos guste o no, la CGT es lo más muscular que existe en oposición al macrismo. Lo fáctico. Pensar, en cambio, que se podría ocupar la calle con sueltos o militantes K es ilusorio si no directamente una joda: no hay forma de tener una ocupación “blumberiana". Los gremios son la línea de defensa con que contamos. Triste, ¿no?, porque son en parte responsables del advenimiento de Macri y compañía. Desde Moyano al barrionuevismo y contando algunos gordos massistas: el análisis y las opciones políticas que fueron tomando resultaron horribles. Entonces, si los laburantes perdieron alrededor del 10 al 15% del poder adquisitivo, éstos no deberían poder mirar hacia el suelo y silbar bajito.
Por otro lado, es comprensible que la CGT no pueda hacer una oposición frontal y combativa. Por su propia naturaleza, ya que el macrismo propone negociaciones (y un líder gremial que autocercenara su capacidad negociadora pronto debería entregar su cabeza); porque consiguen prebendas que el kirchnerismo les negaba (el dinero para las OOSS) y porque no podrían pagar el costo de un supuesto “golpismo": hemos señalado en esta página la extorsión que con la continuidad institucional hace el macrismo y, también, la función como garante de la misma que juega el peronismo, mucho más republicano que toda nuestra oposición. Por si no fuera suficiente, el “desorden" pejotista no habilita una salida como la consensuada por el duhaldismo y el alfonsinismo en 2001/2002. La situación económica y social, tampoco.
Retomando a la CGT, fue unificada dentro de las posibilidades que el macrismo otorga (con un Barrionuevo de Schrödinger, cuántico, jugando a estar adentro y afuera a la vez) y eso ya constituye un mensaje. No era necesaria —o posible— una central unificada en la última etapa del kirchnerismo. Aún así, esta CGT continuará “defraudándonos" en el rol combatimos que le exigimos mientras no se cumpla una de dos premisas: un deterioro económico mucho mayor o la aparición de una opción política clara para 2019. Lo primero no se vislumbra en el horizonte, cuando el escenario podría ser más parecido al del segundo mandato menemista (de recesión pero con posibilidades de tomar deuda) que al de los meses posteriores a las legislativas de 2001 durante el delarruísmo. La “pesada herencia" no sólo otorgó un changüí de billeteras más elásticas sino la chance abierta de varias ventanillas de endeudamiento (y las provincias #cambiemistas —o #cambistas en la acepción “cueveril" de la City porteña, ya que toman dólares para la administración macrista— son unas de éstas). Respecto a la aparición de una opción política clara... deberemos esperar a 2019.