lunes, 12 de agosto de 2019

Dimensiones de las PASO 2019

1. Dimensión electoral: triunfo contundente, inesperado para este humilde bloguero que prefería el pesimismo de la sinrazón al optimismo de la esperanza. ¿Fue esto último lo que determinó el voto para Alberto y Cristina? En alguna medida, pero esa esperanza no existiría sin el agobio de un presente social y económico decepcionante. En 2015 perdieron primero Cristina, Scioli, Massa y entonces, después, ganó Macri con una correcta estrategia al hacer confluir el antikirchnerismo y utilizar las PASO y generales como trampolín al balotaje. En este 2019 no podía ganar Macri por responsabilidad de su gestión pero algunos intereses lo sostenían. Ese espacio abandonado por Macri habilitó la reunión (tardía; y eso era un elemento importante en mi análisis previo) de Todos, Todas y Todes. Como en 2015, ahora también perdió primero el oficialismo. No recordar esto, luego, puede llevar a golpearse contra la realidad como le ocurrió al macrismo.

2. Dimensión geopolítica: la banca del FMI, de los EE.UU., del recientemente elegido Bolsonaro hablan de la importancia asignada a estas elecciones. El mapa geopolítico se encuentra en ebullición, con más o menos dos polos enfrentados en las figuras de EE.UU. vs. China y Rusia, en una suerte de nueva Guerra Fría comercial. Venezuela es parte fundamental de esta nueva ecuación pero también lo fueron la caída en desgracia del PT brasileño, el giro de Lenin Moreno en Ecuador o los disturbios políticos en Perú que derribaron a PPK y amenazan ahora a Vizcarra, aunque con razones más locales que continentales.

Recién asumido, Macri sobreactuó alineamiento con EE.UU. y, pese a su apuesta fallida por Hillary, Trump luego lo abrazó considerando a Maduro, la injerencia china en la región y el polvorín en que se convirtió Medio Oriente para su país. Sin proponérselo, quizás, el electorado argentino le propinó una derrota muy dolorosa a la administración republicana, al FMI y a la nueva estabilidad que buscan instalar en el subcontinente, corrida bastante hacia la centroderecha

3. Dimensión mediática: desde los diarios, la radio, la TV y la web, el granperiodismo argentino bancó a Macri ocultando la realidad económica y centrando su atención en el pasado K. Fue divertido, desde un punto de vista para nada neutral, ver cómo operaban anoche en TN con una agenda que podríamos resumir en dos mensajes: uno para Macri que rezaba "no te vamos a acompañar al cementerio, master" y otro para Alberto Fernández que podríamos graficar en "¿y si nos tomamos un café, che?". Hay que pagar por los medios lo que valen y no lo que ellos creen valer. Para el caso, también anoche Novaro y Fraga se cansaron de pedirle a Macri que declinara la candidatura para llegar a diciembre evitando una salida alfonsinista. De estadista, Mauricio pasó rápidamente a ser una suerte de copia fallida del peor Alfonsín y el único De la Rúa: un inútil. Tirar por la borda al hombre para salvar la ropa de las políticas neoliberales es un truco viejo ya. Si escuché bien, desde TN casi pidieron una entrega anticipada de poder también.

4. Dimensión económica: estamos viendo la toma de ganancias de los que fueron promotores y soportes del macrismo, apresurados ante la salida de un gobierno al que siempre consideraron propio pero al que nunca hicieron más que esquilmar. El macrismo les dio todo y ellos, recién hace pocas semanas y con la boca fruncida, le entregaron una paz cambiaria que se adivinó desde el principio efímera.

En resumen, Macri y Cambiemos creyeron que podrían castigar a su electorado ante el convencimiento de que la oposición no existía y se agotaba en Cristina, que manejarían la agenda electoral desde Comodoro Py y los medios y que lo importante era mantener la paz cambiaria sin corregir el deterioro bruto del poder adquisitivo. Un error de novatos para quienes presumían ser pragmáticos y el mejor equipo. Luego de vender optimismo y liviandad new age resultaron en exceso ideológicos y esto fue percibido por buena parte de la sociedad luego del triunfo en las legislativas 2017, cuando Mauricio volvió a ser Macri al aprobar una reforma jubilatoria apelando a la represión de las protestas que generaron.

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