El resultado de las PASO había pintado un panorama más acorde no sólo con los gustos de este bloguero sino, también, a las necesidades que los desafíos económicos y de política exterior plantearán al próximo gobierno. Más aún considerando el contexto sudamericano luego del despliegue de la doctrina Monroe en la región. Pero quejarse de la realidad porque a uno no le gusta está más en la tradición del radicalismo que de nuestro peronismo así que intentemos comprender lo que pasó y lo que viene lo que viene en fútbol de primera.
Posterior al mazazo de las PASO (poesía), la campaña del macrismo sufrió un giro y la de Alberto y Cristina profundizó su moderación. En términos futbolísticos resultó un 3 a 0 en el primer tiempo que hizo que el FdT saliera a jugar el segundo de manera conservadora, cuidando el resultado, y el macrismo activara un modo agresivo que le permitiera ya no ganar pero, al menos, salvar la ropa y la dignidad. Así ocurrió. Yo le hubiera entregado el segundo tiempo a la conducción de Gallardo y Biscay, Alberto.
¿Qué hizo Alberto? Si ya se había propuesto como algo superador de la grieta —estratégico vista la utilización permanente de la misma por parte del macrismo, razón casi de ser de su existencia—, el Frente de Todos buscó conservar esos votos más "independientes" de la clase media desilusionada con el macrismo en grandes centros urbanos. Y lo consiguió: mantuvo sus números y hasta los acentuó, a excepción de ese oasis de gorilismo gobernado por un peronismo localista autodenominado cordobesismo. Quizás allí se encuentre la razón que impide la proyección nacional de los dirigentes del PJ cordobés.
Un aparte. ¿Recuerdan los elogios a Schiaretti de periodistas como Morales Solá? ¿"El peronista más importante del país"? Se le van a reir en la cara cuando se siente en la mesa con los demás gobernadores del espacio. Ahora, escribo "cuando" y pienso si no debería utilizar el condicional. No debería sorprender que Schiaretti pretenda seguir el devenir de Pichetto y estará en la inteligencia de Alberto no permitírselo.
La campaña de Macri se reorientó hacia el gorilismo. Calculó acertadamente que ya había perdido, que no tenía chance alguna, y buscó preservarse, persistir. Con un 30%, siendo oficialismo y perdiendo PBA estaba más para el retiro que para jefe de la oposición. Y el macrismo nunca fue otra cosa que el proyecto de un sector económico y social, adentro y afuera, que sólo podía ser encabezado por Macri. Con su campaña, habiendo corrido de un codazo a María Eugenia Vidal, puede aspirar a que Cambiemos continúe actuando en bloque en el Congreso y frente a la opinión pública. Contrario a lo que suponíamos en el posteo anterior, el espacio antiperonista no queda huérfano de representación.
Párrafo aparte para las PASO: el alfonsinismo que reivindica Alberto debería ser adorado por Macri. Fueron las Primarias, a las que Cambiemos había utilizado como trampolín b en 2015, y las mismas que pretendieron en algún momento derogar, las que le permitieron a Macri descomprimir la bronca que su gobierno generó, tener una encuesta concreta desde la cual operar (y así mutó de las ansias de reelección a la necesidad de resistir con aguante) y así utilizarlas como elección general para transformar en balotaje a las elecciones de octubre. Macri, así, consiguió su objetivo subsidiario mientras Alberto su objetivo de máxima. Forma parte de la campaña de opinión pública que acompañará a todo su gobierno ese intento del periodismo por sentenciar que Macri ganó pese a la derrota y que Alberto perdió a pesar de haber triunfado.
¿Y el duhaldismo que venía? ¿Esa concertación entre gobierno, empresas, trabajadores, la Iglesia y la prensa que algunos auguraban casi como una nueva doxa? Vistos los resultados (y los movimientos que le dieron justificación subterránea), este bloguero lo considera improbable. Ese duhaldismo modelo 2002 funcionó porque estaba en el interés de casi todos los actores relevantes de la época: ya habían fenecido (como cierto equipo que murió en Madrid y lo velaron en la Bombonera) aquellos que por entonces querían sostener a la convertibilidad y proponían la dolarización. No existían el delarruismo ni el menemismo como opciones políticas y lo que sobrevivió de radicalismo estuvo en el pacto Duhalde-Alfonsín. Ahora tanto la Embajada como el agro, los especuladores y entidades financieras tendrán al periodismo macrista y al propio macrismo como opción y vocero. ¿O de qué otro modo pueden interpretarse los camiones de dólares en forma de deuda que le habilitaron literalmente quemar al macrismo para financiar su supervivencia política? Antes que 2003, lo que viene será más parecido, en términos políticos, a lo ocurrido a partir de 2007.