Compartimos las 4 últimas notas que publicamos en la AGENCIA PACO URONDO:
1. Sobre comunismos y derechas:
Luego de la derrota en 2019, extraña para un aspirante a la reelección que recibió una camionada de dólares, se potenció un fenómeno poco inocente que ya se advertía en el mundo: un trasvasamiento comunicacional en la Derecha (...) los Sturzenegger, los Dujovne, los Melconián no portaban ya en TV la antorcha de la razón liberal. Rápidamente las redes sociales habían sido copadas por perfiles jóvenes, veinteañeros o treintaymuypoqueros, con imagen de chicos bien, exitosos pero rebeldes. O reveldes. Avatar joven, educado, canchero y anticomunista. Antisocialistas, subidos al carro de la meritocracia como nuevo formato, micro esta vez, de la Teoría del Derrame. Si ésta pretendía explicar el beneficio social del egoísmo aynrandista, la meritocracia es su enfoque a nivel individual, el eslabón que permite luego constituir la cadena. ¿De significantes? ¿Por qué no?
¿Pero cómo podía/puede la Derecha apropiarse —¡ay!— nuevamente de la transgresión, concepto ligado al cambio —¡uy!— y un rasgo de identidad de los movimientos de izquierda? Mientras que sobre sus padres y abuelos operaban los viejos comunicadores, durante los 2000 fueron principalmente los segmentos juveniles quienes dieron soporte, cultural y electoral, a las experiencias populistas de centroizquierda en el subcontinente. No se trata de mecánica cuántica: la exclusión que los modelos neoliberales generaron afectaron siempre más a las nuevas generaciones. “¿Qué hacemos, man?”, se habrán preguntado en algún think tank a la hora del whisky hace muchos años. La respuesta no provino de un razonamiento difícil pero sí brillante: encauzar la bronca y rebeldía juvenil en beneficio del propio sistema que las generaba. Algo así como traslocar “cambio” con “retroceso a tiempos mejores”. El sistema no es zonzo, y como estrategia de autopreservación apela a la “profundización”: “no fuimos al hueso”, “no hay lugar para el gradualismo”. Para eso tiene canales de TV, diarios impresos pero, más importante aún, redes sociales y nuevos comunicadores (y ahora actores politicos) que redirigen la energía juvenil en los términos del individualismo porque, volviendo al subtítulo, debe ser más divertido ser un Sith que cargar con la responsabilidad social de un Jedi, ¿no?
2. De tiempos y mandatos, política y poder:
(...) Cada gobierno debe interpretar y a la vez moldear el tiempo y las demandas que le tocan. Asumen con un mandato, y en la medida en que lo comprenden y satisfacen son depositarios de la confianza social. Llegamos así al presente: Alberto Fernández y el Frente de Todos, que es una suma mayor a Alberto y Cristina pero, a la vez, depende de lo que el presidente haga con su tiempo. El Frente y AF asumieron con un mandato claro, resumido en “encender la economía”. Fue eso y no una mirada de moraleja frente al macrismo lo que puso en el gobierno nuevamente al peronismo. Gobierno, además, que no cuenta con los resortes de poder que tenía en tiempos del primer kirchnerismo: ya el establishment le había arrebatado algunos a Cristina y Macri regaló muchos más, como quien reparte porciones de torta, reservando la frutilla para el Fondo Monetario. Se ha dicho que Alberto intentó gobernar la pandemia. En su defensa, ningún gobierno pudo gobernar la economía desde 2020 para acá. Le toca, además, encauzar una coalición de gobierno como no tuvo nunca nuestro país, presidencialista hasta decir basta. Pero la historia suele ser implacable con quien no la gobierne, o intente al menos moldearla...
3. Sobre Rusia, Ucrania, EE.UU. y la OTAN:
(...) La caracterización de conflictos geopolíticos como un enfrentamiento entre Buenos de toda Bondad y Malos de toda Maldad no es sólo infantil sino que inhabilita la comprensión de fenómenos complejos. Sí, empezamos con un "es más complejo" porque cualquier otra definición es un ansiolítico para la catarata informativa que nos inunda todos los días.
No intentaremos abordar aquí las razones del ataque ruso a Ucrania ni hablaremos de ecuaciones energéticas europeas, la OTAN, líneas rojas o el ya fallido rol de EE.UU. como gendarme del mundo. Podemos arriesgar, sí, que los demócratas en el poder tienen una visión global mientras que con Trump los republicanos se entretenían con Corea del Norte y Latinoamérica mientras no podían evitar que China les comiera los talones como principal potencia. También que Rusia aplica, desde la disolución de la URSS, algo similar a la Doctrina Monroe, manteniendo un tutelaje sobre su "patio traser...", ok: su "jardín delantero"...
4. El teorema de Baglini y el enfoque sobre la deuda externa:
(...) el tema parte aguas tanto entre gobierno y oposición como genera brechas adentro del Frente de Todos y lo que por ahora es Juntos (por el Cambio): en el oficialismo es el kirchnerismo duro quien se desmarcó con la renuncia a la jefatura de bloque de Máximo Kirchner. Esta traducción de cúpula también se verifica entre la militancia, que entiende que un acuerdo con el Fondo impediría recomponer la microeconomía para mantener esperanzas electorales. Puesto así, ¿el teorema es aplicado por quienes buscan el acuerdo o quienes se oponen? Dicho de otro modo: ¿aplica el Teorema en este contexto local y global? Son decisiones, diría Miguel Ángel Russo.
En la oposición rápidamente se levantaron voces contra el acuerdo: unos porque no implica un ajuste draconiano como el que les gustaría y otros porque —¡oh, ironía!— significa patear vencimientos para los próximos periodos presidenciales que esperan asumir. ¿Son posiciones distintas? Claro que no: ambas apuntan a que los costos y el trabajo sucio estén a cargo del actual gobierno. Cumplen así el Teorema por la inversa: a mayor cercanía con el poder, mayor irresponsabilidad social y económica. Es la posición de Horacio Rodríguez Larreta, por ejemplo, del baglinismo heterodoxo. Quienes sí respetan la hipótesis son los gobernadores de Cambiemos, Gerardo Morales y Gustavo Sáenz; también Omar Gutiérrez, del Movimiento Popular Neuquino. Todos se pronunciaron a favor de aprobar el entendimiento bajo el argumento de la racionalidad.
Mientras un default puede ser beneficioso en términos políticos para un gobernante de la Ciudad de Buenos Aires —en vista de su presupuesto, composición demográfica, preferencias electorales históricas, reparto de responsabilidades mediáticas y posición en la pole position electoral—, para un gobernador de una provincia chica puede significar la entrega de las llaves de Casa de Gobierno. Quizá llegó el momento de reinterpretar el Teorema...
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