El periodismo in-the-pendiente en la trinchera

No habían pasado ni 3 horas de la muerte de Néstor Kirchner y ya Rosendo Fraga firmaba una nota horrorosa en La Nacion. Una falta de respeto increíble, más aún en un diario que siempre hizo un culto del republicanismo y el apego a las formas. La Condesa Chikoff lee ese diario, señores. No voy a copiar/pegar ningún párrafo. O me creen o van a buscar las notas por su cuenta. Pero todos sabemos ya que se tratan sólo de operaciones políticas mediáticas, carentes de sustento concreto y que tienen por objetivo colonizar semánticamente a sus lectores para convencerlos de una realidad que ni ellos mismos creen.

El escriba estrella del conservadurismo liberal, Morales Solá, tuvo una actividad frenética durante estos días: casi una columna diaria. Que le explique a Lanata cómo hace, porque Jorge no puede hacer una diaria, no tiene tantas cosas para decir. Y la de ayer domingo de JMS es antológica. Hay que reconocerle algo: sería un gran guionista de ciencia ficción. Si estoy en un buen día y sé que no me voy a enojar, es un gusto leerlo. Innecesario, el gusto, porque no me aporta nada, pero uno se manda expediciones antropológicas de vez en cuando.

Pagni también puso lo suyo. Majulito, Luis, publicó en la edición impresa del miércoles 27 y, luego, otra columna más el mismo día a la tarde. Teléfono caliente, seguramente. Reymundo Roberts, el chico de los dientes Colgate; Pablito Sirvén -que debería llamarse Pablo Norberto Oscar y abreviar sus segundo y tercer nombres- volvió a los espectáculos (bien ahí) para hacer seissieteochismo. Sí: analizó la transmisión mediática del funeral. 678 no tiene el monopolio del análisis crítico de medios. Por lo divertido que es en Twitter, creo que Sirvén quiere sacarle el puesto a Cabito en el programa. Tiembla el humor nac&pop.

Kovadloff dice que Kirchner... no tiene herederos. Y pide -desde el mismo diario que viene haciendo elucubraciones políticas con el objetivo de condicionar al gobierno- que Cristina no busque sacar rentabilidad política de la situación. ¡Eso debería haber hecho Cristina! ¡Mandar a sus casas a los miles, cientos de miles, que llegaron a la Plaza de Mayo durante el 27, 28 y 29! Atrevida, que no mandó a todos esos que -está bien, Fernández Díaz reconoció que no van por el chori y la coca- fueron a gritar a la Casa Rosada. A cantar como si estuvieran en la cancha. Así de maleducados son y fueron siempre los kirchneristas, los peronistas, los humanistas, los comunistas y todos estos zurditos que apoyan al gobierno. ¿No pueden despedir a su líder bien calladitos para que nadie se entere?

Estoy mencionando a los de La Nacion, pero en Clarín se operó en igual sentido, sólo que son más básicos y menos articulados. Su estrategia no es tanto el análisis sino imponer su línea editorial mediante la utilización de declaraciones de figuras políticas opositoras. Tercerizan la línea editorial.
En una nota llaman "Cristi" a la Presidenta. Está bien, porque nosotros a Magnetto no le decimos precisamente Héctor querido. Pero nosotros somos humildísimos blogueros, señores. Clarín es el diario de mayor tirada del país. Ya lo decía el Hombre Araña: "with great power comes great responsability". ¡No le hacen caso al Hombre Araña, muchachos de Clarín! Se va a calentar mal Sam Raimi, ¿eh?

Las notas eran todas previsibles. ¿O alguien pensaba que iban a mostrar decoro y respeto? No. Nadie. Nunca tuvieron respeto por el periodismo, sólo por los márgenes de ganancia. Lo interesante del asunto -y que no es sorpresa para mí- es que, a pesar de las groserísimas faltas de respeto y consideración que se ejercieron desde ese periodismo in-the-pendiente, los compañeros blogueros no cayeron en la tentación de mandarlos adonde se lo merecen. No leí un sólo post que contuviera agresiones como respuesta al ataque de la prensa opositora. Es un orgullo formar parte de un colectivo así. Con el pecho hinchado lo escribo.

Hay que considerar también que ese periodismo perdió el predicamento que tenía sobre amplias franjas de la sociedad. Son ellos los que están ahora en "la resistencia". Los dichos de Mariano Grondona en su programa de ayer y en sus columnas muestran claramente dos cosas: tienen miedo y están buscando contener a su propio público; evitar que por lo menos entre los convencidos se provoquen fisuras. Están ahora en la trinchera desinformativa. Y es que su público adicto, ese que ve y entiende la realidad a través de la anteojera ideológica que les imponen estos grandes medios, debe estar tan preocupado como ellos por la despedida que le tributó el pueblo a Néstor y el apoyo conmovedor hacia la Presidenta Coraje.