El escenario hoy

Las elecciones, ya las PASO, marcaron la preeminencia del peronismo pero, fundamentalmente, que la figura central y excluyente de la política argentina es su Presidenta, Cristina Fernández. En términos electorales, apenas dos de sus rivales consiguieron superar la barrera de los dos dígitos: el radicalismo, pese a su continuada crisis y el FAP, una alianza de partidos progresistas en lo social y con ánimos menos confrontativos para los poderes establecidos que el oficialismo en materia económica.

En términos políticos, se clausuró una etapa que duró cuatro años -o más-, signada por un clima electoral permanente. De la legitimidad segmentada a un ánimo destituyente que, no lo dudemos, hubiera significado la caída de otro gobierno o proyecto político. De no contar NK y CFK con la voluntad inquebrantable para avanzar e imponer agenda, el poder mediático-financiero hubiera sido como esos defensores rústicos que dicen "pasa la pelota o la pierna, pero no las dos".

El cuadro opositor actual configura un mapa político extraño, por decir lo menos. Electoralmente inviables, conservan todavía una cuota de participación nada despreciable en el Congreso. El radicalismo, a pesar del reciente 11%, de marchar junto al ACyS en 2009 y del tercer lugar en 2007, es todavía la segunda fuerza nacional. Sus contendientes, el FAP y el PRO, constituyen, por ahora, partidos distritales con escasa inserción nacional y que buscan crecer captando dirigentes desencantados de otras fuerzas. Sus posibilidades no dependen sólo de su capacidad de construcción sino también de posibles tropiezos del peronismo. El oficialismo -y esto es un dato lamentable para las oposiciones- ha sabido recuperarse de sus caídas. Esta constelación de personalismos opositores, además, privó al oficialismo de una contraparte, y proyectos como la despenalización del aborto dependen de la voluntad de los legisladores antes que de un proyecto mayor que los contenga.

Todo lo que tiene que ver con política se traslada entonces hacia el interior del peronismo. La interna sindical es un ejemplo. Vendrán otros, más adelante, relacionados con otras internas y con la sucesión presidencial. En muchos distritos las peleas por sucesiones locales estarán a la orden del día. Por el momento los movimientos se realizan sin levantar olas. Los distintos proyectos que a partir de ahora se construyan tendrán, como todos, sus pro y contras. El cariz que pretendan darle a estas construcciones dependerán del olfato, los apoyos y fuerzas que sepan aglutinar los contendientes. De no mediar graves errores, el oficialismo continuará siendo un primus inter pares en la carrera hacia 2015. La construcción que ha realizado el kirchnerismo en la PBA lo coloca con ventaja en el tablero.

En el corto plazo no será la puja política -que nos dará un respiro- la que domine la agenda, sino la sintonía fina que se impone en el plano económico. Por lo pronto la reelección de Cristina permite asegurar que, en el escenario de crisis financiera internacional, en Argentina el empleo no será una variable de ajuste. Y eso nunca deja de ser una buena noticia.