Marque Moyano si desea descontento social

La escalada del conflicto liderado por Moyano busca, como dijimos, atentar contra el clima de relativa paz social. Los caceroleros dolaristas no pueden, Moyano y Camioneros sí. Cajeros, nafta, garrafas y, en última instancia, el abastecimiento de mercadería en supermercados. Y la consecuente remarcación de precios que dinamita el valor del salario. Gracioso, el giro que adquiere la situación: Moyano pide un mayor aumento en paritarias y, ante la negativa, promueve una devaluación que impactará en el bolsillo de sus propios afiliados. Es un buen signo de la economía que los camioneros tengan resto para aguantar una depreciación del peso. Algunos compañeros trabajadores, lamentablemente, no.

El atentado contra la neo-pax kirchnerista, en último término, busca involucrar directamente a Cristina. La foto con la Presidenta, eso que desde el principio mismo busca Moyano, a esta altura parece más difícil que nunca: significaría un fortalecimiento del camionero y no habría que esperar más de una hora para que las noticias editorializaran el gesto como un debilitamiento del poder presidencial. La puja es también política, no sólo sindical o sectorial. Aunque siempre existan salidas. Mientras tanto, en Clarín puede leerse: «"A partir de este momento se declara el paro nacional de Camioneros en todas las actividades", anunció Moyano en declaraciones al canal de cable TN (...) vamos a convocar al paro en todas las actividades: Residuos, combustibles, bancos, logística", enumeró. "El Gobierno no acata las decisiones de la Corte Suprema. Y nos pide que nosotros acatemos la conciliación obligatoria?"».

Tiene otras aristas el conflicto, amén de las sindicales, políticas y económicas. Y es el impacto que en los sectores medios, por lo general independientes y con un peso vital en la resolución de las contiendas electorales, tiene el conflicto. Las pretensiones de máxima de Moyano, de algún día sentar a un trabajador (aka gremialista), están lejos del cuadro que la realidad pinta. El líder de los camioneros, ahora, las patea más lejos todavía. Lula, en Brasil, debió abandonar el perfil sindical por uno más político, moderando su discurso, hasta finalmente seleccionar a un vice amable a los ojos del establishment económico como Alencar. Suena ingrato, de parte de Moyano, entonces, atacar al gobierno que más le dió a los trabajadores luego de los primeros de Perón, y uno de los que más hizo, sino el que más, por mejorar la imagen que del gremialismo en su conjunto tiene la sociedad. Moyano nunca sería rubio y de ojos celestes, pero para una importante franja social, politizada en buena medida a partir del kirchnerismo, podía ser el sindicalista que tenía convicciones políticas más allá de los intereses sectoriales que debe, por supuesto, defender. Así, sectores medios que miran ahora con menor inquina al peronismo, vuelven a ver las disputas peronistas como algo alejado de las necesidades de la sociedad. Como algo que, en definitiva, las perjudica. Será ese también uno de los escollos a sortear por el peronismo todo de cara a 2015.