Eduardo Lucita, sobre la alocada tasa de ganancia de la burguesía nacional y la inflación, en una muy recomendable nota [1]:
«... La derecha y los liberales siempre plantean que la inflación es producto de un exceso de demanda. Lo que dicen es que hay que bajar la demanda para que se equipare con la oferta y así todo va a funcionar armoniosamente. Bajar la demanda significa menos gasto público, menos emisión y menos salario.
Es evidente que a medida que crece el nivel de emisión, algún grado de incidencia tiene sobre la inflación. Se está emitiendo al 40% pero acá las causas son varias. La principal es la alta tasa de ganancia con la que funciona el capitalismo argentino, que es un sistema capitalista muy concentrado. Hay 500 empresas fuertes que explican el 30% del PBI de la Argentina. Hay 200 empresas formadoras de precios y hay 50 empresas que explican el 15% del PBI. Estas son las empresas decisivas. Si el Estado, en vez de controlar precios en los locales a la calle, no controla los costos de producción de las 200 formadoras de precio y establece índices de rentabilidad razonables, como el sistema mundial y no la locura que es acá, no hay forma de controlar la inflación...
... El segundo punto es que esta no es una inflación de demanda sino de oferta. Hay poca oferta de productos porque no hay inversión de ampliación de la capacidad instalada. Los capitales apenas invierten para seguir por atrás a la demanda pero nunca se anticipan ampliando la capacidad. La tercera cuestión que incide sobre el precio de los alimentos es su precio a nivel mundial, que se traslada a todos los productos agropecuarios.
Eso tira para el precio de los alimentos. Por eso la política de retenciones no es sólo política fiscal sino que trata de desprender los precios locales de los internacionales. En realidad para eso la solución es la nacionalización del comercio de granos. Recuperar el IAPI, pero de una forma nueva, moderna, más ágil, más eficiente. El Estado tiene que fijar los costos y vender. No hay otra forma. El peso de la renta agraria volvió para quedarse, y va a ser un factor desestabilizador y de conflicto permanente...».
Lean el resto en LPO.
[1] http://www.lapoliticaonline.com/noticias/val/89170-3/-%E2%80%9Cen-economia-a-cristina-le-toco-la-dificil-no-como-kirchner-que-parece-un-heroe-y-le-toco-la-facil-.html
Si bien estoy de acuerdo con lo planteado por Lucita el tema es (el tema de siempre) ¿Hay una fuerza de masas que sostenga ese grado decisivo de intervención en la astronómica renta de los grandes formadores de precios?. Porque no sale gratis una decisión de ese tipo: desde el probable desabastecimiento ante el menor amague de intervención hasta la feroz campaña de agitación y desestabilización de los medios hegemónicos representantes de los intereses concentrados y el sonsenete de "el montonerismo que se quiere quedar con la sagrada propiedad privada".
ResponderBorrarY este es el claro límite del querer recrear "un capitalismo con rostro humano", como si capitalismo y humanidad no fuesen cosas antagónicas; y que no se entienda como algo similar con el maximalismo trotskysta, simplemente que HOY no existe en la mente y los corazones de los paradójicamente beneficiarios de medidas como esta el nivel de conciencia que al menos logre relacionar que los aumentos son responsabilidad de los pulpos productivos y no del pobre almacenero de la esquina. Es más, sometidos desde hace décadas al taladro neo-liberal lo más probable es que la culpa recaiga en la yegua.
Sin profundizar mucho porque daría para horas de discusión el límite del populismo es justamente ese: Que los beneficios, al venir de arriba hacia abajo, son percibidos como algo natural y por los que no me tengo que mover un milímetro de mi casita; entonces no hay relación dialéctica a la inversa donde el hombre de a pié (perdón pero creo que la categoría pueblo aún nos queda grande) sienta que deba pelear por lo obtenido porque en ese proceso no tuvo nada que ver, no le exigió nada. Ni tampoco hay voluntad en la dirigencia nac & pop de movilizar porque, en el fondo, hay un temor atávico al desmadre; ni hablar de las cúpulas sindicales -todas ellas- que han vivido siempre muy tranquilas y lo que menos quieren son movilizaciones que las superen.
Karl: coincido. Hemos señalado acá con anterioridad los límites del capitalismo y aún de los populismos, tan demonizados a pesar de no ser, en Latinoamérica por lo menos, otra cosa que rostros más humanos del capitalismo en esta etapa globalizada. “Reformismo tibión y putito", fue la definición académica a la que arribamos, je.
ResponderBorrarEl poder institucional acumulado por los gobiernos de Néstor y Cristina, fue y es, creo, mayor aún al que tuvo Menem. Sin embargo el menemismo no tuvo que batallar mucho, culturalmente, para imponer modificaciones más profundas y deletéreas que las de los gobiernos marca Kirchner. A modo de ejemplo, aún en la cresta de la ola de la “salida del purgatorio", cuando el Gobierno quiso afectar parte de la renta agraria, en 2008, sólo consiguió una derrota política que, de alguna manera, marcó los límites al intervencionismo. Y mirá que la pelearon...
Completamente de acuerdo.
ResponderBorrarLos liberales nunca hablan de la emisión en Japón. Un numerito bieeen alto.
creo q habria q ampliar importaciones en algun producto q aumente demasiado sin explicacion, para bajar el precio de ese producto especial.
ResponderBorrarla costa en diciembre subieron precios por supuesto cepo a dolar y la gente no iba a viajar afuera.
no aumentaron sus costos, creyeron q tenian la vaca atada. q la gente no podia viajar afuera y aumentaron sin ninguna justificacion los precios.
asi les fue...
saludo
romu
Ricardo: Justamente cuando escribí el comentario estaba pensando en los días de la 125; diga lo que se diga el apoyo de los sindicatos fue cuanto menos vacilante y ni hablar de lo que pasaría ahora con Hoffa decidida (e irresponsablemente) en la vereda de enfrente. Pero aún así lo que no genera este proceso es interpelar directamente a su base social: "Si, Cristina idola, recibimos la AUH, etc"... pero no se movilizan para defender lo que cualquier otro ya tiene pensado destrozar (y acá no hay diferencias entre la oposición y la "propia tropa" como Scioli). Puse ese solo ejemplo, pero sumale a los empresarios PyMes que viven una primavera como no vivieron en décadas, la clase obrera que hoy discute en paritarias aumentos de salario y no evitar racionalizaciones de personal bajándose el sueldo, etc. No hay en este proceso (y debería ser una de las mayores auto-críticas de la militancia) nadie que trabaje políticamente esos frentes de masas, porque insisto con el concepto del comentario anterior: Si todo viene "naturalmente" del cielo ergo naturalmente no tengo nada que hacer salvo esperar la multiplicación de los panes y los peces, es más, me enojo y puteo a la montonera porque no me da más. Quizás yo vengo de otra formación, sepan disculpar, pero siento que hay un nivel de lumpenización ideológica en la clase que debería ser el sostén de este modelo que asusta; acá no se está pidiendo que un trabajador haya leído Das Kapital pero ni siquiera parecen (mos) tener memoria histórica, aunque sea la cortísima del período 1990-2001. Algo y grave pasa cuando una acción social (y este gobierno ha implementado muchas) no deviene en acumulación de capital político.
ResponderBorrarDaniel: ni de la emisión en EE.UU., embarcado en una guerra de monedas, mientras alegremente le pide a China et al. que no hagan precisamente lo mismo...
ResponderBorrarRomu: en el corto plazo puede servir, pero el nudo del problema es la falta de inversión en productividad. Tirando abajo precio por ley de oferta y demanda no solucionaría el problema. Pusimos directores del Estado en algunas empresas y algún resultado deberíamos poder obtener por ahí, viendo las estructuras de costos.
Karl: no sólo es este proceso, sino todo los procesos inscriptos en esta ola populista latinoamericana. Es una de las críticas, además, que la izquierda dura suele hacerle al peronismo, pero es aplicable al chavismo, al lulapetismo, etc. Así como un sistema liberal como el capitalismo tiene límites, las sociedades democráticas representativas también.
ResponderBorrarQué quiero decir: los límites al intervencionismo estatal no sólo son producto de la presión de las corporaciones, sino del compromiso que tenga el pueblo, el ciudadano de a pie o como sea que lo llamemos. Se habla de la recreación del IAPI desde algunos sectores del kirchnerismo. Yo estoy muy de acuerdo, pero lo veo difícil si, cuando intentamos tocarle unos puntos de retenciones se armó la que se armó, mirá nacionalizar directamente el comercio exterior. Pensando en el apoyo, tibio, si querés, de los sindicatos durante la 125, es que consideraba en su momento inconveniente romper con el Moyanismo (más allá de las responsabilidades de ese sector y en su apuesta a construir para “lo que viene"). Como decís, si con el Hoffa de nuestro lado no pudimos, qué puede esperarse con tres de las cinco centrales en contra.
El último (o creo ya que ante-último Le Dipló tiene un Dossier sobre la inflación argentina. No hallará allí la fórmula de la felicidad y se gastará como 22 morlacos. Pero no está del todo mal. No lo había leído cuando escribí mi serie sobre inflación y microeconomía y no conocía a sus autores.
ResponderBorrarUn abrazo.
PD: Bueno... a Natanson y a Lo Vuolo los conocía pero no a Noemí Brenta ni a Alfredo Iñíguez
ResponderBorrarDon Sudaca: le comenté en su bloc (sic) pero se lo repito acá: muy buena su serie sobre microeconomía.
ResponderBorrarCreo que es en el último Dipló. Leí la nota de Natanson en la güeb. Muy güena.
La idea de recrear el IAPI me parece un grave error, parece ser injusto y desmotivante para los productores, que deberían percibir las super ganancias y las super pérdidas según ocurran.
ResponderBorrarCon el IAPI se produciría en los productores un efecto parecido al que describe Karl cuando describe al límite del populismo como el hecho de que los beneficios son percibidos como algo natural por lo que no hay que pelear ni esforzarse por ganárselo, ni agradecer siquiera.
Lo pienso así, sin perder de vista la injusta historia del campo argentino y deseando que haya esa fuerza de masas que sostenga ese grado decisivo de intervención en la astronómica renta de los grandes formadores de precios
¿Habrá alguna otra manera, diferente al doble monopolio del IAPI, de que el estado se quede con un margen y lo distribuya y que tenga la posibilidad de amortizar las perdidas mediante algún mecanismo financiero específico para el productor? que sería como preguntarse ¿se le puede poner cara humana al capitalismo?