Un amigo que trabaja en La Gaceta me contó hace un tiempo, pensando que me sorprendería -a él, evidentemente, lo sorprendía-, que el GDT (Gran Diario Tucumano, una suerte de Clarín+LA NACION) había sido aconsejado para cambiar el relato seco y editorializado de las notas por uno en el que abundaran notas de color, detalles de historias personales, lenguaje descontracturado, etc. “Como si fuera la revista Viva", le dije. “Tal cual". Es, de todas maneras, algo que puede observarse desde hace tiempo en los diarios porteños y en otros diarios del mundo. Es cierto que necesitaban aggiornarse, y sobre todo adaptarse a una mayor segmentación de lectores e intereses. Pero ¿a qué viene esta introducción? A que en el contexto de una elección legislativa, esta, que muchos desearían definitoria de cara a 2015 (mi vida, Bonelli, vendiendo todavía que esta elección define la re-reelección de Cristina), es imposible -ok, aún algo “resiste"- encontrar en los diarios algo que valga la pena ser leído, algo que aporte claridad, alguna chispa de lucidez, respecto a la cuestión política y electoral. No me refiero, es claro, a las declaraciones -bastantes pobres para cualquier debate o reflexión [1]- de los involucrados políticos, sino al análisis o reflexión que de la realpolitik pueda hacerse.
Se entiende, obedece el fenómeno, en buena medida, a la corporización de la prensa como actor político central y líder de oposición. Eso que antes se hacía bajo la pretensión de independencia hoy es virulenta militancia. Pero aún si no fuera así, la estrategia de edulcorar los diarios, marketinizarlos dentro de un discurso light que no espante lectores pero, además, despolitice el debate al profundizar en aspectos accesorios, sería un impedimento para que los diarios continuaran siendo algo parecido a aquello que alguna vez fueran como panfletos de transmisión de ideas y motorizadores de debates públicos (aunque los importantes siempre ocurrieran en círculos cerrados, integrados por la, ¡oh!, “parte sana" de la ciudadanía) más abarcativos, reales. Y menos anecdóticos. Obedece, también, a que tanto la prensa como los políticos opositores continúan en bancarrota ideológica. No sólo fracasó el intento por posmodernizar el debate y la política, sino que no cuentan con herramientas epistemológicas para explicar lo que ocurre en ninguna parte del mundo occidental y ofrecer, en consecuencia, un relato que aglutine realidad, proyecto político y deseos del electorado. Y eso se paga, aunque se oculte.
Así, lamentablemente, los opositores que se someten al escrutinio electoral continúan siendo utilizados (y dejándose usar, claro) por grupos de medios que revistavivizan el debate político. Tato Bores y Neudstat lo hicieron antes en TV (el Tiempo Nuevo en el que Bernardo desarmó un teléfono para ver si allí se encontraba la argentinidad es de antología mundial) y Lanata lo lleva hoy al extremo (quizás un paso por detrás todavía del Gran Cuñado tinelliano). Por eso, por la TV y la preponderancia de lo audiovisual, por el mandato de la mano invisible del Mercado, por la segmentación del espectro, por la revistización a la que eso está conduciendo, por la intencionalidad manifiesta de achatar el debate político a su expresión más informe (como diría Descartes si viviera hoy en Argentina: pienso en Majul, luego me dan arcadas), es que, para acceder a análisis políticos serios, debatibles, sustanciosos, proyectivos, hay que abandonar la lectura de la prensa escrita tradicional y bucear en la web para leer blogs, revistas como El Estadista (sobre todo a Malamud), Crisis, Debate (más que nada Mocca), POSTdata, el Le Monde (y Natanson), algunos analistas como Horowicz en Tiempo Argentino, Sylvestre, MECasullo y Tereschuck en Infobae, en P/12 la data de Verbitsky, algo de Wainfeld (que suele nutrirse -bien por él- de lecturas blogueras) y Eduardo Febbro. Vale decir que no todos los anteriores son oficialistas en sentido estricto, pero sí comprenden el fenómeno kirchnerista.
Se viene dando un fenómeno interesante, además, que tiene razones en la hiperpolarización de estrategias de comunicación, y es que emerge una visión más global de los fenómenos políticos, que intenta sinuosamente desprenderse de las taras del periodismo más tribunero. No es raro que provenga en mucho mayor medida de analistas que miran con ojos amables la experiencia kirchnerista, en un momento en el que el kirchnerismo cuenta con herramientas propias y no se encuentra comprometido como en 2008/2009 en eso que se llamó la resistencia.
Entre los opositores se complica. Algo de Lucas Llach, los Fidanza, Levy Yeyati, Asís, ya no Sarlo, de vez en cuando los de CIPOL, en Clarín no hay nadie, en LA NACION algunas columnas de Fernández Díaz y Olivera, ya no Pagni, nunca Obarrio, Morales Solá sigue escribiendo bien pero hay que tener algo de esclerosis cortical para creerle, los de Angaú Noticias, Maronna en La Capital de Rosario y muy, muy pocas de Fontevecchia en Perfil.
De todas maneras, retornamos a que no es pobre sino desolado el debate de temas de cara a estas legislativas. Casi siempre ocurre así, excepto en momentos de profundas crisis. Lo que da la pauta de que la actual situación dista bastante de constituir una. Para el caso, el debate planteado para las legislativas de 2009 fue más rico en cuanto a contenido ideológico (una vez que se superaba la barrera del alica-alicate y todo lo que nos hace mal por lo que hace, snif, bien) pero, una vez más, como norma general, es el momento económico, que mide la efectividad del manejo político/económico del oficialismo de turno, el ordenador mayoritario del clima político y, luego, en consecuencia, del voto.
[1] http://loshuevosylasideas.blogspot.com.ar/2013/02/politica-para-pocos.html
Desconcierto es la palabra que caracteriza el momento que pasa la oposición mediática y de la otra. No es casual ni producto de su incapacidad para analizar y comprender la realidad sino el simple resultado de haber decidido reemplazar el debate político por una estrategia de desgaste del enemigo K por los medios que sea. No tienen otra si van al debate franco y sincero pierden aunque cosechen muchos votos (porque en nuestro amado país hay muchos de derecha o formateados por ella)y no les alcanza para su objetivo que es tumbar al gobierno y sobre todo a su proyecto político. Las PASO van a ser de lo más importantes para derimir la cuestión de hasta dónde logran construir una fuerza capaz de aglutinar tanto opositor y filo opositor suelto por ahí. Darán su justa media. Yo preveo que sus resultados van a ser más magros de lo que esperan, en consecuencia, gana el lanatismo como alternativa presente y futura. Sigue siendo poco para sus aspiraciones.
ResponderBorrarProfe: coincido.
ResponderBorrarY es una alegría tenerlo nuevamente por el barrio.
¡Abrazo!
Se les acabó el diccionario de la RAE, intentan con la jerga pero es mínima, quedaron mas cerca del improperio fruto de la frustración a falta de disfraz verbal para orlar el sofismo porque la realidad los cachetea.Están cagados,bien cagados.Se cagaron solos cuando se la creyeron que eran buenos cagadores,el típico pecado del chico listo.
ResponderBorrarLa soberbia les nubló el juicio.
Ahora hacen pasar su desesperación con el yeite canchero para relamer las heridas mientras se dan cuenta tarde que el pueblo digiere hechos, no palabras.
Ahora no es que lamentan haber cagado al pueblo y roscar en contra,lamentan no poder fabular.
Moscón: es como si todavía quisieran hacer realidad eso que se probó irreal: que con 4 o 5 tapas tiraban un gobierno. Lo que sí pueden hacer, y seguirán con ese poder, haya o no completa aplicación de la ley de Medios, es marcar agenda, incinerar carreras (caso Boudou) y proteger a sus preferidos (caso Macri).
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