Ollanta Humala se encuentra a mitad de su mandato, lo que no significa lo mismo en Perú que en Brasil o Argentina, donde la reelección presidencial es una posibilidad (casi) siempre latente. Preguntar por EE.UU., también. El debate que esta imposibilidad peruana implica, en el anterior posteo, derivó hacia lo que una democracia representa o debería representar. Etimológicamente al pueblo, claro, pero en términos concretos cada proyecto político, sea del signo que fuere, viene acompañado de apoyos que delimitan su campo de acción y, más aún, señalan cuáles serán los lineamientos que el posible nuevo gobierno adoptará. Lo anterior en difícil. En sencillo es más o menos así: ¿a quién representás vos, que pedís el voto? O mejor: ¿cuánto vas a representar o cuánto te van a dejar representar a quienes te voten?
El advenimiento de Humala en el Perú estimuló sueños en algunos latinoamericanistas, peruanos y no peruanos. Su historia chavista, militar y nacionalista los promovía. Es más complicado su pasado político, ligado también al fujimorismo pero a ver, ¿quién no tiene pecados de juventud? Recuerden, la gallina fue primero, no así el huevo. Acá, repetimos, apostabamos a que Humala no cambiaría lineamientos que estaban dando algunos resultados. Con un país creciendo, recibiendo dólares, exportando productos primarios, aunque se modifique poco o nada el Gini, sin grandes conflictos sociales, ¿quién apostaría por un cambio abrupto? Hay que ser... poco práctico, ¿no? Naomi Klein fue muy clara: primero el shock, luego el salto al precipicio, ya justificado. Las Para Tí y las Cosmopolitan no mienten, chicas: toda crisis es una oportunidad. Excepto la crisis por mi continua pérdida de cabello. En fin, nada es para siempre. Pero retornemos.
Charlando con amigos peruanos, la mayoría apuesta por el retorno de Alan García. Mi incredulidad al respecto demostraba mi desconocimiento. Les decía: pero si se fue con una aprobación bajísima, no pudo imponer candidata y su partido se quedó sin representación en la pelea electoral; Alejandro Toledo, que pintaba para retornar, finalizó casi último, también luego de entregar el gobierno con escasa imagen positiva y en medio de escándalos de corrupción, que continúan y ahora también envuelven al ex presidente García (el de "Ay, Patría Mía..." de los '80, ¿recuerdan?). Sonreían, ellos, mientras afilaban el cuchillo para cortar el anticucho de corazón de res y rebanar también mis dudas. Es más simple, me decían, mientras realpolitikamente reconocían los logros económicos de Fujimori en un modelo neoliberal que hasta nuestros días continúa, mientras recordaban los TLC negociados por Toledo y luego aprovechados por García, mientras apuraban el chilcano sour y renegaban a la vez de Fujimori, Toledo, García y Humala. Es más simple: Ollanta está con los brasileños y Alan García con el establishment peruano, y hay muchos enojados por la guita que se están llevando las empresas brasileñas (y no, no crean amigos populistas que el apoyo de Brasil a Humala significa algo distinto a cuestiones comerciales -una salida al Pacífico- o energéticas -las hidroeléctricas que Brasil construye en el Perú, cercanas a las fronteras brazucas- porque se equivocarían). Es más simple, me explicaban, mientras debían reconocer que la justicia social les importa tres carajos y se quejaban del subsidio a las garrafas de gas que el interior peruano aprovecha con Humala.
Pero, todo lo anterior, ¿cómo se asimila a nuestro país? Bueno, en principio, Cristina enfrenta un panorama similar a Humala: no tiene reelección. Y los factores de poder en nuestro país, desde hace rato, lo saben y actúan (o dejan de actuar) en consecuencia. Luego, tenemos menor desigualdad pero mayor conflictividad social; aún así nadie serio propondría -al menos en términos de campaña- un viraje de 180° respecto al modelo kirchnerista -al que las balas le vienen entrando debido a errores propios y también forzados-. Ni siquiera el propio kirchnerismo, aunque el giro a la derecha, como debate, continúe en el terreno de la chicana entre iluminados (hasta el latinoamericanismo se encuentra algo freezado, debido a que las condiciones no son las expansivas de antaño). Se trata entonces todo esto, como debe ser, de una cuestión de representatividad y de apoyos. Poco claros aún ambos en nuestro país, que cuenta -no como el Perú- con el peronismo y su historia como factor de poder (entre otros, por supuesto) y también ordenador. Así, un candidato peronista puede representar una cosa, o un proyecto, o algunos apoyos, y otro representar a cosas, proyectos o apoyos distintos. Es claro, de todos modos, que los resquicios para mayores cuotas de autonomía política y económica se encuentran algo obturados, y el camino que emprendan las distintas corrientes políticas (o personales, o de apoyos) dependerán de muchos más factores que antaño. Es en ese sentido en que podemos trazar una analogía final: en 2007 y 2011 fue el peronismo kirchnerista quien delineó sus propias posibilidades. En 2015, como ocurre en el Perú, serán muchos más los factores que intervendrán en la pelea.
No puedo emitir una opinión de alguien que todavía piense que el huevo fue anterior a la gallina. Es justo al revés.
ResponderBorrarRelea, oiga: "la gallina fue primero".
ResponderBorrarmientras se quejaban del subsidio al transporte en la Provincia de Bs As...
ResponderBorrarLa crítica (moderada) es a los subsidios en la CABA (y no transporte principalmente, ahí la cuestión era la negativa de Macri a recibir los subtes sin fondos nacionales).
ResponderBorrarAbrazo!