Un golpe de vista al esbozo de programa de gobierno elaborado por (o para) el PSB y Marina Silva permite —en un plano referencial— inferir que un gobierno de esta coalición se encontraría a la derecha, en términos económicos y sociales, del Partido de los Trabajadores de Lula y Dilma. Como dijimos, al tiempo que forzábamos algunos paralelos entre el desarrollo electoral brasileño y el de nuestro país, “una derrota del PT, antes que el triunfo mismo de Marina Silva, podría tener consecuencias más que importantes para el subcontinente". No es necesario ser un genio para sostenerlo, aunque no invalida la caracterización y este bloguero la agradece: voçe e amablinho, muito obrigado. Veamos.
En primer término, podemos jauretchearla y decir que si tengo alguna duda, sólo debo leer que Silva entusiasma al Wall Street Journal para rápidamente comprender qué posición tomar. También The Guardian saluda sus posibilidades: Marina es vista como la esperanza negra de los mais blancos do mundo. Tiene fortalezas como candidata: parece más brasileña que Dilma. Más pobre también. Es ecologista, la primera “green" con posibilidades de comandar uno de los pulmones del planeta. El sueño de toda Camila Speziale, claro. En este frente podemos plantar nuestra segunda bandera de alerta: ¿una agenda de sustentabilidad ecológica es lo que necesita un país con los bolsones de pobreza endémica que tiene Brasil? Recuerdo las palabras de Chico Buarque al ser consultado sobre la internacionalización de la Amazonia: ¡internacionalizame ésta! (bueh, no lo dijo así, sino que si vamos a ser sucios comunistas incluyamos también al petróleo y a las finanzas de los países ricos).
Podríamos además ponernos en moralistas y preguntar quién financia a Marina, pero la que tiene discurso carriotista es ella. Sí sabemos quiénes se alegran con su crecimiento. Retornando al primer párrafo, su programa económico implica fernandohenriquecardosismo al palo: “...apertura comercial, ajuste fiscal, cambio libre sin intervención estatal y empresas del Estado que probablemente serán desguazadas y parcial o totalmente privatizadas (...) se compromete a mantener los planes de vivienda popular. Sólo que con una condición: que sean financiados por los bancos privados (...) Este tipo de “perlas” programáticas constituye junto con la independencia del Banco Central, una conquista de los mercados financieros, la explicación del entusiasmo demostrado por los operadores de la Bolsa de San Pablo, que pega saltos significativos cada vez que aumenta la popularidad de Marina Silva...". ¿Pero por qué sería antes una derrota del PT que una victoria de Marina la que tendría consecuencias sobre el subcontinente? Porque como en Argentina, como en Bolivia, Venezuela o en Paraguay previo al golpe a Lugo, las facciones opositoras se entregan para —o pretenden— un cambio de orientación que les permita dejar atrás esta década pos neoliberal, en la que los Estados fueron fagocitando márgenes a los actores económicos dominantes. Aún dentro de economías latinoamericanas más dependientes de los flujos externos como Perú podemos observar este fenómeno, y las críticas reales al gobierno de Humala se relacionan mucho con la postergación de algunas transnacionales debido al ingreso de la brasileña Odebretch al mercado.
No debería ser necesario remarcar la importancia de nuestra sociedad comercial con Brasil. Este mapa muestra de dónde proviene el grueso de nuestras importaciones y Pagni nos recordó recientemente que “cada vez que el PBI brasileño cae un punto, las exportaciones argentinas a ese mercado se reducen entre 2,3 y 3,1%". Pero podríamos suponer que un gobierno de Silva haría crecer a Brasil 10, 20 o 50 pp al año, ¿por qué no? (bueno, no; y sabemos lo que significa en términos de sufrimiento humano un programa neoliberal), pero supongamos. Deberíamos entonces pensar en la cuestión política, que debería ser en un mundo ideal la que prefigurara lo económico. Y en ocasiones hasta ocurre así y todo. Los deseos de la fauna opositora nuestra (y de otras latitudes) por triunfos de Capriles antes o Silva ahora serían incomprensibles sin considerar la sinergia operada entre el PT y el kirchnerismo en nuestro país, y con el resto de los populismos latinoamericanos que no adhirieron al Consenso de Washington. De algún modo estos regímenes se prohijaron entre sí, pero comprendiendo el peso simbólico y efectivo de Brasil. ¿Evo sin Lula y Kirchner? ¿La caída del ALCA? ¿El pago de contado al FMI? Que Dilma deba defender esa política exterior habla de lo que podemos esperar de cualquier opositor en materia de integración regional.
El desafío Marina obligó a Dilma y al PT a una estrategia de polarización más abierta, algo que el kirchnerismo supo aprovechar en momento de la resistencia cuando habló de visibilizaciones e invisibilizaciones. Desangelar, en último sentido. Los primeros números parecen avalarlos, ya que muestran un leve descenso de Marina de la semana anterior a esta (de 50 a 48% para el ballotage) y un leve incremento de Dilma (de 34 a 35% para la primera vuelta y de 40 a 41% para el ballotage). Marina Silva y canta melodías de antaño, pero nada está escrito en piedra aún, y elegimos repetir el concepto con el que cerramos el posteo anterior: en 2015 seremos nosotros quienes enfrentemos una disyuntiva similar. Igual: brasileiro, voçe se morfó sietinho.
Tipico de los ecologistas ,mucho cuidado con el somorgujo azulino y el chotacabras de los pantanos pero me cago en la gente
ResponderBorrarEstas encuestas y las correspondientes alegrías y pesares de los hermanos brasileños que ya están decididos que, como bien señalás, muestran valores en rápida evolución pueden especialmente incidir sobre los más indecisos, por eso es de vital importancia que las dos opciones: continuar por la senda de la consolidación de un Estado presente o la vuelta a un neoliberalismo estilo cardoso incidentalmente encarnado en la super estrella mediática de Marina -de algún parecido con el Massa del 2013- quede lo más clara posible y para eso hay que radicalizar, polarizar, como aparenta hacer Dilma, porque queda muy poco tiempo. Marina -a diferencia del tigrense- viene con un atractivo pasado ecologista que todavía es mucho más visible que su oscuro e instrumental presente, situación que posiblemente lleva a confundirse (?) -y a apoyarla- incluso a un artista tan admirable como Caetano Veloso. Es una muestra de como pueden operar cierto hastío o cansancio de clase media u otros factores aún más sutiles y hasta justificables en corazones proclives al cambio y la justicia social.
ResponderBorrarEs claro, como también señalás, que el intríngulis electoral en que está Brasil no es exclusivo de él, hay evidentemente en la región una forma de gobernar, o si querés de disputar el poder con los sectores dominantes (o parte de ellos) que luego de más de diez años de éxitos notables pero también de fracasos ha encontrado un aparente techo y está en crisis. Necesita ser relanzada. Sin miedo. Pero para eso, aunque no baste, hay que ganar las respectivas elecciones. Estoy de acuerdo también que aquí puede valer la "teoría del dominó" y lo que ocurra en Brasil no nos es ajeno, de ningún modo.
Si ocurre lo que ninguno de nosotros quiere, salvando las distancias y los contextos diferentes, puede ser el comienzo de lo que ya ocurrió con el golpe contra Allende.
Entre otras cosas, visto de esa manera, el "problema de los buitres", en nuestro caso, adquiere la dimensión de ser una pieza de presión más en un tablero con una disposición más que compleja.
Lamentable. Lamentable que gente inteligente se confunda tanto.
ResponderBorrarDaniel, lo decis por caetano? Siempre me gusto su musica, pero me parece que le pasa lo que le pasa a muchos musicos de aca, la boca la tienen que abrir para cantar solamente.
ResponderBorrarIgual tambien me desconcierta como puede ser que las mayorias podamos rifar nuestro futuro solamente por "cansancio" o cosas asi.
Y todavia no entiendo como crecio tanto esta mujer, solo porque el otro se pego el palazo..
Saludos