No, no es cierto.
Pero vamos por partes. Carlos Fara, en el Estadista, Manolo Barge y Abel Fernández en sus blogs, juntos pero separados intentan analizar las perspectivas opositoras y sus posibles caminos. Fara le dice a la UCR que le conviene aceptar ser la columna vertebral de una nueva Unión Democrática pero sin conducirla, tarea que debería recaer en Massa porque es el que le pag... Ok, ok. Aquí creemos que el radicalismo iría antes con Macri (y explicame por qué debería ir detrás de un candidato que está amesetado/cayendo mientras el porteño asciende; o que podría encolumnar a una porción del peronismo en caso de ganar y dejar a los radicales con la ñata contra el vidrio; o sin una figura medidora en ningún distrito –ni siquiera en la PBA–, fuera de él mismo). En fin, digo esto teñido por un interés: al peronismo le sería más fácil confrontar con Mauricio que con Sergio. Lo que nos lleva a recordar las elecciones en Brasil, tema largamente tratado en el blog (ver la etiqueta). Resumamos para vos que tajaí haciendo fiaca: Marina Silva era la Massa de ellos, cuña del mismo palo, la posibilidad de acumular electores opositores y también afines al oficialismo pero cansados también de las formas, la corrupción, etc. Pensando en la segura segunda vuelta, parecía más factible que Aécio Neves, como tercero, tributara la totalidad de sus votos en Marina mientras que Silva corría el riesgo de dividir su voto entre el PT y el PSDB. El mismo temor que expresa ahora Ernesto Sanz como vocero de factores del poder económico: que no se diluya la opción Massa porque muchos de sus votos podrían retornar al FpV. Y tiene razón, agreguemos.
Fueron los resultados en Brasil, también, los que asustaron a nuestros think tanks opositores vernáculos, telúricos y folclóricos: desde entonces presionan por la unidad, cuando antes parecía que flotar resultaría suficiente y el opositor más avispado se la llevaría fácil. Pero ocurre que por sus porcentajes, Macri y Massa parecen encaminarse a cumplir el papel de Alfonsín y Duhalde en 2011, cuando ninguno pudo hacerse acreedor al voto útil luego de las PASO (y éste recayó en Binner como bien recuerda Manolo y este escriba insidioso en aquella entrevista con la Agencia Paco Urondo).
¿Es posible, entonces, recrear una Unión Democrática? ¿Depende del radicalismo? Si de arriesgar se trata, aquí ya lo hicimos: lo primero no es posible porque ya la Alianza fue nuestra Mesa de Unidad Democrática y De la Rúa nuestro Capriles pero, fundamentalmente, porque “...el espectro político, a nivel ciudadanía, no está tan polarizado como pretenden hacernos creer (cada vez que un opositor dice que nos parecemos a Venezuela se muere un gatito, felinicidas hijos de puta) (…) Sí podemos acordar con que el ordenador político continúa siendo kirchnerismo/antikirchnerismo, pero allá arriba, en el cielo de las minorías intensas. Abajo, en la tierra, no existen sectores representativos que piensen, realmente, que su libertad está en juego. Y la impostura se nota. Tampoco existen ciudadanos con la conciencia republicana hipertrofiada al nivel de un Nelson Castro o Marcos Aguinis (…). El sentido del relato de la derecha, entonces, la libertad, y el de la socialdemocracia, las instituciones, terminan siendo así tan sólo argumentos defensivos. Y el caprilismo (…) es un movimiento ofensivo, que tiene voluntad en la búsqueda del poder y que se presenta como superador, materia largamente pendiente para cualquiera de nuestras oposiciones”. A la segunda pregunta podríamos responderla con un “Y…” dubitativo pero pesimista, porque la mayor oposición no se encuentra dentro de las filas de la UCR sino que es el mismo Macri quien se niega a sumar al Frente Renovador. Massa aparece así desdibujado, a la espera de resoluciones ajenas.
De todos modos aquí creemos que se mantendrá la apuesta que hiciéramos en agosto del año pasado, a un año de las PASO, y que enfrentaremos un escenario cuatripartito animado por el PJ-FpV, el PRO y el FR (cada uno con alguna porción del radicalismo) y la propia UCR, que se verá obligada a presentar una fórmula propia para no boicotear su pretendida recuperación. Pero sobre esto último hablaremos la semana que viene.