La PBA es la madre de todas las batallas –dicen–, y certifica
Andy Tow con su Imperativo Bonaerense. Sólo se quebró la regla cuando la Alianza triunfó a nivel nacional y el PJ, con Ruckauf, a nivel provincial. Y que cuente De la Rúa cómo fue tener a Rucucú soplándole la nuca.
De cara a este 2015
tenemos a la PBA, como dijimos, partida en tres. Y será la madre de todas las batallas, pero en primera vuelta sólo puede definir a favor del PJ-FpV. En caso de ballotage, sí, será absolutamente determinante. Según sea el encuestador al que consultemos, nos dirán que en el distrito, Scioli, Massa y Macri se encuentran en distinto orden pero en relativa paridad. Claro, a nivel partidario las cosas no son iguales, y mientras Massa y Macri “son” todos los votos del FR y el PRO, los del FpV son más que sólo los de Scioli. A nivel gobernador puntean los precandidatos del oficialismo y, si analizáramos un escenario estático, podríamos decir que habrá un gobernador del peronismo oficialista que deberá convivir con Scioli, con Macri o –con menos chances– Massa. En el primer caso, podríamos hablar de un revival de la relación Scioli–Cristina. En el segundo, Ruckauf–De la Rúa y, en el tercero, un escenario símil Duhalde–Menem en el mejor de los casos. Pero claro, eso sería mesa de arena y la realidad se empeña en ser dinámica, inasible, sorprendente o, para resumir, estamos todos más o menos en pelotas y a los gritos.
Las PASO primero, pero antes los cierres de lista y el camino que resta para el 22 de junio determinarán el escenario de octubre. Pero la interna (o las internas) de la PBA presentan algunos bemoles que merecen atención.
Massa, la Renovación y el Sídrome De Narváez.Cuando en 2013 el destacado comentarista, don Capitán Medibacha, planteaba que un triunfo opositor en PBA
podría generar las condiciones para un nuevo triunfo del oficialismo en 2015 podía parecer voluntarista. A la luz de las actuales circunstancias lo parece menos. A esa hipótesis respondíamos:
“…Existe, evidentemente, un desafío al modo de –y a la conducción de– CFK (…) que es lógico. Lo sostenía cuando se hablaba del desafío de Scioli (…) ¿por qué no habrían de demostrar ganas tipos que tienen con qué bancar sus aspiraciones? Massa las tendrá, ahora, si gana. Y aún si no, porque demostró vocación. Pero no sería determinante tampoco para él, como no lo fue para De Narváez, ya que antes -luego- debería demostrar, por ejemplo, capacidad para conducir un bloque (…) Además deberá demostrar cuánta muñeca y qué tiene para ofrecer hacia el interior del peronismo, tarea que determinará su futuro, porque aquello que puede ser suficiente en la PBA (…) no es suficiente a nivel país…”. Claro, por entonces la esperanza del massismo era renovar el peronismo (y entonces las apelaciones al cafierismo, a la revolución de los coroneles, etc.). Fallida expectativa, fueron entonces por la seducción del radicalismo, prometiendo una renovación del bipartidismo sólo para que la UCR los desairara optando orgánicamente por Macri. La razón de este derrotero es el síndrome De Narváez (constituirse en instrumento de castigo en una legislativa y muchas gracias, adiós), pero también dos graves errores de lectura política: primero, la esperanza de un escenario de crisis económica y rechazo al kirchnerismo que nunca llegó y, segundo, la incapacidad para ver que los votos que cosecharan no serían de su absoluta propiedad. No hacen falta las PASO para verificar lo que decíamos en “La PBA partida”: la composición del voto massista en 2013 tenía mucho de voto castigo que luego retornaría a sus identidades más cercanas: al macrismo el más liberal y opositor, al radicalismo alguna parte del voto del interior de la PBA. Sobre esos votos, los de la Primera Sección (hola, Cholito Posse) y su popularidad se apalanca el PRO en la PBA. Lo certifica la reciente encuesta de Ibarómetro para la PBA, con
el dato que nos parece más interesante:
“…El voto de Sergio Massa a Presidente se fracciona (…) Vidal se lleva el 21% de los votos massistas, De Narváez el 19,9% e Insaurralde el 16,4%...”. Dolor antiJuezSacaPresismo.
Si de algo sirve,
acá le recomendábamos a Massa no quebrar y explicábamos las razones que el massismo está ahora sufriendo. El kirchnerismo más lúcido intenta ahora que Massa no baje a disputar la gobernación de la PBA (los Fernández:
Gerardo acá y
en este Abel). Si tuviéramos que recomendarle algo a Sergio, gratis (!), sería que bajara y construyera duhaldismo porque no le alcanza. Por supuesto, como en 2013, no nos harán caso.
Macri y el radicalismo de la PBA.Vidal (una completa desconocida en la PBA) con guarismos de dos dígitos y Mauricio comiendo (o recuperando) votos de Massa modelo 2013 son parte del paisaje PBA en estos días. Pero la estructura del radicalismo provincial también tiene para aportar. Si vamos a
la última encuesta de Poliarquía, Scioli aventaja a Massa 37% a 27% en el Gran Buenos Aires, pero en el interior de la PBA los números favorecen primero a DOS (34%), luego Macri (28%) y en tercer lugar Massa (18%). En 2014 equivocamos el diagnóstico pero no el resultado: pensamos que la UCR-PBA buscaría un acuerdo con Macri
por razones de supervivencia frente a Massa. Cayendo Sergio, el radicalismo de la PBA fue de todos modos fundamental para el acuerdo UCR-PRO por razones de supervivencia frente a Macri mismo. Para solucionar el entuerto, Ernesto Sanz les prometió a los 17 intendentes del radicalismo bonaerense que
podrían colgarse también de la boleta de Mauricio (oh, hay esperanzas para ti también, Gerardo Morales).
El PJ-FpV e Insaurralde.Dentro del oficialismo, la interna en la PBA se encontraba bastante ordenada… hasta que volvió Insaurralde. Los precandidatos a la gobernación hicieron entonces fila para pegarle, también Aníbal Fernández, mientras que el sciolismo lo recibió con fe, esperanza y poniéndole el hombro. Por supuesto, tiene razón Aníbal cuando dice que MI se cagó en la militancia que lo levantó, pero también le asiste razón a Scioli cuando lo quiere de este lado (contrario a lo que suele argumentarse, Insaurralde fue antes el candidato de Cristina que el de Daniel Osvaldo. Luego de las PASO2013 sí fue DOS quien se hizo cargo de lo que sería una casi segura derrota). Pero también le asiste razón al liberal Pagni, cuando
reniega por el retorno de don Cirio al FpV y pretende arrimarlo hacia Macri: si no es Massa, alguien tiene que ser el candidato de Mauricio en PBA o nos llevan puestos otra vez, dice el pelado mientras se clava un whiskacho sin auspicio. Observa atento, Pagni, el significado de la permanencia de Insaurralde, un síntoma claro que el peronismo provincial y nacional saben decodificar. "Jésica Cirio conducción" es la metáfora elegida por el conductor de Odisea para decirle boludo a MI, un insulto cargado de impotencia.
Retornando a la interna PJ-FpV-PBA, ahora el carro debe andar un poco más para que los melones se acomoden nuevamente. Esta
última encuesta de CEOP presenta a Diego Bossio como el candidato más competitivo en el distrito, pero ojo, que la de Ibarómetro indica que Insaurralde gana las PASO si el kirchnerismo más kirchnerista fragmenta el voto en varios candidatos.