Los debates presidenciales como herramientas que fortalecen la democracia, ¿verdad o mito? En principio, no podrá ser ese el argumentos que esgriman los candidatos opositores para castigar en los medios a Scioli: luego del jaqueo e intento de golpe institucional en Tucumán, ni Macri, Massa o Stolbizer pueden hablar de cultura democrática.
En principio, no considero que los debates sean esenciales para el fortalecimiento de la democracia ni que deban ser mandatorios para que los candidatos propongan a la sociedad sus ideas/proyectos/visiones. Son, o fueron, en la mayor parte de los casos, vidrieras para la exposición de la personalidad, aplomo o capacidad de respuesta rápida de los candidatos. ¿Son “ganados” los debates siempre por los mejores candidatos? ¿El que gana ve incrementadas sus chances de ganar las elecciones? ¿Influyen en una amplia proporción de votantes? Los cientistas políticos, cuando no están puteando por resultados deportivos en Twitter, acuerdan en que las respuestas a esos interrogantes son… complejas. Pero se pusieron de acuerdo en algunas cuestiones: no influyen en un elevado porcentaje de votantes, que llegan a las instancias de debate con su voto decidido. En noviembre de 2014, Julio Burdman se refería a la materia citando los casos recientes de Uruguay y Brasil. Decía: “…Las dos elecciones que, días atrás, tuvieron lugar en el Mercosur, se resuelven en segunda vuelta. La de Uruguay, que se realizará el próximo 30 de noviembre, no es una definición con tantas incertidumbres (…) La experiencia muestra que quien gana en primera vuelta, suele confirmar el triunfo en segunda, pero Uruguay supo ser la excepción a esta regla (…) El otro balotaje fue el de Brasil, y allí la competencia fue mucho más estrecha. Dilma Rousseff se impuso por pocos puntos (51,6% a 48,4%), coincidiendo bastante con los últimos pronósticos de las más conocidas empresas de opinión pública (IBOPE y Datafolha), que tuvieron un pobre desempeño en la primera vuelta. En la segunda la pegaron. Pero diez días antes de la elección, a mitad de camino entre la primera y la segunda vueltas, esas mismas empresas anticipaban un triunfo, ajustado también, de Aécio Neves…”.
En ambos casos, los debates presidenciales fueron un condimento más en la campaña y no el gol de oro en tiempo suplementario (tanto así que no hay coincidencias acerca de que Dilma haya ganado los debates en los que enfrentó a Aécio o Marina). Antes, fueron las encuestas las que intentaron redireccionar el voto, y el caso brasileño es un ejemplo que merecería figurar en libros especializados. Lo analizamos en tres posteos sucesivos [1], [2] y [3]. Señalamos entonces que se intentó una tercera vía con una cuña del mismo palo con la esperanza de que Silva le recortara votos petistas a Dilma y, a la vez, pudiera ser depositaria del voto antiPT de los pro-mercado que elegían al PSDB de Neves. La primera vuelta ridiculizó esta estrategia y las PASO en nuestro país también para nuestra Marina Silva local, Sergio Massa. La segunda vuelta en Brasil fue una batalla de nervios y nada indica que sería diferente en Argentina, en caso de acceder por primera vez a un balotaje. Tampoco el resultado favorable al oficialismo, claro.
Quienes rememoran debates presidenciales significativos tienen al de Nixon y Kennedy como paradigma. Recuerdan también el de Felipe González y Aznar. Ya han sido analizados y la distancia que nos separa y sus particularidades los tornan anecdóticos. Pero hubo sí un debate presidencial reciente que significó un gol de oro en tiempo de descuento y colocó al ganador en la presidencia de su país. Hablamos de Perú y del debate que protagonizaron Ollanta Humala y Keiko Fujimori. Seguimos también detalladamente ese caso en el blog: “Perú: análisis de la primera vuelta”, “Keiko y Ollanta hacia la segunda vuelta” y “Algunas conclusiones apresuradas sobre el triunfo de Humala”. A modo de resumen, cuando todos se ilusionaban con un Humala de izquierda, chavista, en esos textos sosteníamos que Perú no viraría en lo que a alineación y política económica se refería, triunfara quien triunfara. El tiempo nos dio la razón (¡cof, cof!). Lo que analizamos lateralmente por entonces fue la influencia que en el resultado tuvieron los debates entre Keiko y Humala. En una elección muy reñida, algunas encuestas daban ganadora a Keiko, patrocinada por el mercado peruano y por el influyente diario El Comercio –lo que le valió una reprimenda y quiebre de relaciones con Mario Vargas Llosa–, mientras otras, menos, colocaban a Humala como ganador. Los debates terminaron por inclinar la balanza a favor del actual presidente. ¿Qué ocurrió? Humala sacó un as de su manga, o más bien deberíamos decir que sacó los trapitos sucios de la manga de Fujimori: “‘Señora Fujimori, usted dice defender los derechos de las mujeres más pobres, sin embargo, durante el gobierno en el que fue usted primera dama, se esterilizaron a 300 mil mujeres sin su consentimiento y usted tenía 26 años, no era una niña´, dijo Humala con la mirada fija en su contrincante. Y siguió: ‘ Además de eso, una persona cercana a su equipo de campaña es el doctor Aguinaga, quien era ministro en ese entonces, y durante su gestión, justamente, se llevó a cabo esta política sobre la base de que para eliminar la pobreza había que eliminar a los pobres. ¿Por qué no hizo nada y qué va a hacer con el doctor Aguinaga?´ Fujimori, que hasta ese pasaje del debate había sido la expositora con más carisma, perdió la postura erguida y la seguridad desapareció de su rostro. ‘No hay nada probado´, respondió…”. El resto es historia conocida.
Retornemos a nuestro país: Scioli declinó participar en un debate y ahora Macri, ante la ausencia del candidato del FpV, pone también en duda su presencia. Correctamente, Scioli evaluó que en un debate lo colocaría en igualidad de condiciones cuando la realidad indica que marcha a diez puntos de Macri y veinte de Massa. Otros factores que debió sospesar son la nula repercusión que su “silla vacía” tendrá sobre su electorado (lo apunta LA NACION: “…el sector del electorado que tiende a penalizar esa conducta es reducido en términos proporcionales y no es un votante tradicional del kirchnerismo”) y el clima espesado a denuncias de fraude y deslegitimación electoral que propició todo el arco opositor, con Tucumán como caso testigo.
Ignacio Zuleta señala en Ámbito que nuestro país vive en campaña permanente, “o sea en debate permanente”, y que un debate en las condiciones propuestas sería “una privatización de la conversación política”. Adherimos a ambos planteos. De cara al 25 de octubre, eludir un debate sin visos de seriedad (basta leer los moderadores seleccionados: Marisa Andino, Bonelli, Novaresio, etc.), es una movida acertada si la intención es triunfar en primera vuelta (los números se muestran ajustados pero allí están). En cambio, las chances de un debate se incrementarían en caso de que el resultado determinara la necesidad de un segundo turno electoral. Pero para saber eso deberemos esperar.
Pasamos del verso del voto electrónico al verso de los debates en la tele. Una de las campañas más vacías de los últimos 30 años, la que vivimos.
ResponderBorrarAbrazo
Capaz que otro debate que movió la aguja, aunque no fue para una elección presidencial, fue el debate por el Beagle entre Caputo y Saadi.
ResponderBorrarAquí en Argentina no está institucionalizado el debate, como capaz que sucede en usa, creo que la mayoría de los votantes ni fu ni fa, pero hay varios a los que les interesa. No digo que no sirven para nada, no estaría mal que se institucionalicen los debates, pero en estas circunstancias donde parece que "vale todo", no es viable. Coincido con Scioli.
Personalmente me gusta más leer las plataformas de cada candidato, aunque también ahí hay mucha saraza. Si uno lee la plataforma del Pro, parece un poco más concreta que la plataforma de Scioli, pero viniendo de quien viene te dás cuenta que el 80% de lo que dice ahí es engaño. En ese sentido lo respetaba a López Murphy, era el único que decía exactamente lo que iba a hacer y era creíble, sin ningún prurito; por eso uno podía estar seguro en las razones sobre porqué no lo votaba (no me lo olvido que prometió que al sector universitario le iba a recortar los recursos en pos de una mejor universidad: con eso ganó los votos de la franja morada :p).
La trayectoria, los antecedentes, los discursos en reuniones con sectores de poder y la gente que lo acompaña es lo que mejor puede definir a un candidato sobre que es lo que va a hacer.
A mí me pasa que cuando veo las palabritas "debate presidencial" ni se me ocurre pensar en ningún debate de candidatos, sino en la norteamericanización creciente en las pautas con que nos vamos manejando y bastante más serio el asunto que cambiar el sánguche de mila completo por esa costra de fachada marquetinera en la cajita feliz.
ResponderBorrarEl antecedente "virtuoso" del debate Kennedy-Nixon, visto desde mi rincón sudaca, sólo implica que presidente salió el que parecía el menos peor (que con nixon al frente, no jodamos, ¿qué tiene de meritorio?).
¿De qué política puede debatirse televisivamente?. De ninguna, o casi, si lo que cuenta es "la imagen", "el perfil" y, claro, si salió bien o mal, si le hizo caso al "asesor de imagen", si respondió en base a los esquemas ensayados.... y todas esas cosas bellas que tanto bien le hacen a las billeteras duranbarbianas que pululan en torno a los candidatos. Tá bien, uno es dueño de comprarle un auto usado a los gitanos y no vale quejarse si "ablandaron" la caja con carne molida pero, acá los asuntos son más importantes y los riesgos que corrés son muuuucho más costosos, si el caperucito que te muestra la pantalla resulta ser (y no es para nada dificil que te pase) el lobo feroz...
Tengo que ser sincero, Scioli me gusta entre poco y nada pero, si no quiere debatir en esta emboscada en preparación, por fin!!, tengo una en la que coincido...
Ikal: coincido en parte. Son vacías las consignas que intentan instalar desde las oposiciones. Pero vista en términos de propuestas, creo que es bastante plural y creo que mucho más concreta que las de 2007 y 2011. Desde el macrismo liberalismo puro, desde el massismo cualunquismo punitivista, y la propuesta del FpV por continuidad de las políticas centrales de estos años más minería, ciencia, un esquema más federal...
ResponderBorrarelnelson: coincido. Sobre todo con lo que decís al final.
ram: ja, nos alegramos por su sciolismo tímido e incipiente :P
Y para la caja duranbarbiana, ese videíto que se hizo viral de Sturzenegger...
Acostumbro leer las crónicas de los debates en los países donde es costumbre hacerlo. Casi siempre se centran en que fueron un torneo de chicanas y ataques ad hominem, muy raramente la prensa dice que fueron reveladores, útiles o ni siquiera entretenidos. El tuitero promedio que hincha las pelotas por los debates... a los 10 minutos se va a ver qué tiene Netflix.
ResponderBorrarNo me voy a extender en consideraciones de fondo (si hay alguna relación entre el desempeño en un debate y la capacidad para gobernar, más aún si no estamos en un sistema parlamentario p/e) porque creo que ya las debemos conocer todos.
Saludos, muy bueno el programa.
Ja ja..
ResponderBorrarBuehhh sea comprensivo... hay que vivir y dejar vivir....
Aunque pensándolo bien los gurúes y asesores ya hicieron su Agosto...
Por otro lado si los debates son como los que vende el gato Sylvestre... para revoleos de "tomuer" me quedo con los acontecidos entre De Vido y el boina Morales son muy divertidos ja ja..
Saludos
Mmm… No digo que no a la instancia de un debate de candidatos pero no me quita el sueño el que no se lleven a cabo. Pretenderlos como norma (y norma importante) es algo así como burocratizar la discusión política. Por lo menos en nuestras pampas; en otros países puede ser distinto, y si es distinto para ellos, bienvenidos sean en esos países.
ResponderBorrarLa verdad, viendo algunos programas políticos, comenzaría por preguntarles a los candidatos y/o políticos en general si entienden que debatir no es tirarse con gritos, saltos de temas y acusaciones varias. Suelo aburrirme y cambiar de canal porque me cansa el que nunca se termine de discutir sobre algo en particular porque se escurren por cualquier tangente con tal de atacar al adversario o no responder preguntas incómodas. O sea: esas discusiones no sirven de nada.
Se supone que en estos debates súperorganizados no pasaría eso. Se supone… ¿Cuán buenos moderadores son los moderadores? ¿Cuán buenas reglas son las reglas?
En fin, en este caso particular creo que hay otra cuestión, bastante más básica, a tener en cuenta. ¿De qué se va a debatir con un Macri o un Massa?
Massa.
Interesante posteo en Nestornautas:
http://nestornautas.blogspot.com.ar/2015/09/burrismos-massistas-1-parte.html
Lo que más me llamó la atención fue:
“Personalmente voy a meter presos a todos los corruptos”.
¿Qué puede debatirse con un candidato que alegremente tira una tontería de tal naturaleza, ¡y encima es abogado!?
¿Es la única vez, se trata de un momento de ofuscación? Para nada, es llamativa la ignorancia que revela Massa en sus intervenciones públicas, se la pasa proponiendo cosas que carecen de sentido e, insisto, que son imposibles de ser pensadas por un abogado.
Macri.
¿Qué decir? ¿Alguien sabe sobre qué tema sabe algo Macri? (Aparte de fútbol.) Digo, algún tema, algo sobre lo que Macri hable con soltura, con conocimiento, que se muestre entendido en ese tema. ¿Alguien lo ha visto, alguna vez, desplegar gráficos, tablas, analizar información?
Por mi parte, y por más que esfuerzo la memoria, no logro encontrar otro recuerdo que no sea una vaguedad, una frase hecha, un reconocimiento de “de esto se encarga tal y yo no sé nada al respecto”.
Ojo, no digo que Scioli sea una mezcla de Borges y Sartre, pero tiene un nivel bastante superior que Macri o Massa. O sea, muchach@s, ¿qué sentido tiene un debate en estas condiciones? ¿Cómo conversar políticamente con, por ejemplo,alguien que tras ocho años de gobernar la CABA no parece estar al tanto de nada que suceda en la CABA?
Abrazo,
Esther
Resspppp
ResponderBorrarCine: hay más revuelo por el antes y el después, por los pedidos, vetos, por los lugares, orden, etc., que por lo que dicen los candidatos. Ocurre que ninguno va a ir a explicar cómo funciona el capitalismo, sino a repetir el discurso armado. Eso, cuando tenemos suerte. Si tenemos más suerte, se cagan a piñas en vivo.
Silenoz: que sean en el Congreso y conducidos por Luis Juez y Miguelito Del Sel. Si ya no está depre, claro.
Esther: exactamente. Massa va a ir a repetir esas boludeces. Yo no creo que no sepa que lo que dice es una pelotudez detrás de otra, sino que es un discurso armado para un votante particular. El cualunquismo tiene votos, ya se vio. Me cansé de escuchar a amigos y conocidos repetir esos lugares comunes e hijos de puta.
Respecto a Macri, sus definiciones, cuando se le escaparon, fueran dichas con gran convicción: privatizar, liberalizar comercio, dólar, etc. No se si podrá sostenerlo en un debate o aun si entenderá la teoría que le da soporte, pero sabemos que lo cree.