Uno querría creer que cualquier ciudadano medianamente informado, que se tomara el tiempo y trabajo de sobrevolar —ni siquiera leer— el fallo de la Cámara en lo Contencioso Administrativo de Tucumán, debería concluir que la anulación de las elecciones y mandato de convocar a nuevos comicios es no solo un atentado contra la democracia, el voto universal, obligatorio y secreto sino, además, un mamarracho jurídico que desprestigia a sus firmantes de aquí hasta la eternidad.
Pero no: la guerra de trincheras en la que nos encontramos inmersos se mantiene aun frente a la flagrante animosidad del fallo anulatorio. Quienes votaron por Cano y quienes pretenden votar por Macri consideran todavía (a pesar de la difusión de lo endeble de los argumentos citados y pruebas aportadas) que en Tucumán hubo fraude, que la base de éste fueron la entrega de bolsones, el traslado de votantes —¡el clientelismo!— y que, en definitiva, de otro modo el ganador hubiera sido el candidato radical. Pero vamos por partes.
Guerra de trincheras. Luego de trece años de kirchnerismo, el trámite sucesorio dentro del peronismo abría la puerta para una alternancia en el poder a otro partido. Fue lo que ocurrió en 1999 o también, de manera menos clara, luego de la muerte de Perón. La esperanza de Macri, el quiebre de Massa con el PJ y cierto retorno del aparato radical manifestado en Gualeguaychú fueron tributarios de este clima de época. Pero he aquí que el partido de gobierno decidió procesar sus contradicciones de manera interna, unificar su candidatura presidencial y aunar esfuerzos en pos de un triunfo que diera continuidad al proceso iniciado en —cabe reconocerlo— 2002. Los resultados de las PASO demostraron lo acertado de la estrategia y puso a parir a las cabezas del conglomerado opositor: ocho años más de pelea por la distribución de la renta son demasiados, es ahora o nunca. Y van por el poder o, en su defecto, por la creación de un escenario similar al de Brasil, en el que la deslegitimación del mandato de la mayoría y el jaque al sistema democrático colocaran a un nuevo gobierno ante la alternativa de pactar o sufrir el asedio. Solo comprendiendo esto se entiende la estrategia de Macri y Cano, kamikaze, que solo les permite fidelizar a los convencidos y no crecer en el voto menos comprometido con lo ideológico o partidario. Es probable que José Cano haya sumado en estas semanas mayor intención de voto en la Ciudad Autónoma o en la zona norte del Primer Cordón bonaerense que en la provincia de Tucumán.
El fallo anulatorio. Ya hemos puntualizado nuestras primeras impresiones, pero no deja de resultar notable y paradójico que dos jueces, escudados en el republicanismo y la defensa de las instituciones, lesionen justamente a las mismas. Es el propio Poder Judicial el que se coloca bajo sospecha o confirma su sesgo de clase y pertenencia. Como señalamos, el objetivo no es otro que pudrirla y ganar tiempo en busca de una intervención federal que confirme al electorado antikirchnerista el carácter tiránico del régimen K. Pese al deseo de los atrincherados en el bando opositor, es prácticamente imposible que una instancia superior convalide tamaño enchastre sin sustento jurídico: anular un acto electoral y llamar a nuevos comicios con base en el clientelismo es tan novedoso que ni siquiera puede ser comparado con lo realizado por Frondizi en 1962, cuando a instancias de las Fuerzas Armadas anuló las elecciones e intervino las provincias en las que había ganado el peronismo, solo para ser derrocado de todos modos al poco tiempo.
Clientelismo. Los “argumentos" del fallo al respecto están colocados para alimentar a la opinión pública que considera que allí reside el fraude. Podemos citar textualmente a los camaristas: «...las prácticas clientelares conspiran precisamente contra la expresión de libre voluntad que constituye un presupuesto indispensable del ejercicio del sufragio...» o «...el voto debe ser universal, libre, secreto y directo. Y tal libertad solo existe en la medida en que el voto se emite huérfano de violencia, amenazas, apremios y sin la existencia de extorsiones, aprovechamiento de necesidades o promesas de un bien futuro de tipo exclusivamente personal. La libertad respecto del voto debe entenderse en el contexto no sólo de ausencia de violencia física o moral, sino desde la perspectiva que el elector está actuando con plena conciencia sobre las consecuencias de sus actos, y que está obrando en interés de la comunidad. De ahí que el voto sea un acto jurídico voluntario y para su plena validez ha de estar exento de cualquier vicio que ataque la plena conciencia y libertad en su manifestación.
Y aquí el razonamiento que antecede, al contrario de lo que erradamente aduce la Provincia en su responde de demanda, no se trata de estigmatizar a un sector social ni caer en concepciones “conservadoras”...».
Deberían bastar como botón de muestra. “Plena conciencia", “plena validez"; aunque elegías al voto calificado, los camaristas no presentan prueba alguna de que los votantes carecieran de conciencia —o de la suficiente conciencia— más que el triunfo del peronismo como elemento probatorio suficiente. La Gaceta también hizo referencia a la capacidad (o discapacidad) de los votantes al decir que “en Tucumán hacía rato que el voto había perdido calidad". Es este prejuicio el componente más irritante de los supuestos argumentos, puesto que deshumaniza al votante: el sujeto clientelar siempre es “arriado como ganado", ya que la plena conciencia es lo que nos diferencia como humanos de la bestia. Es la semiología del lenguaje puesta al servicio de la deshumanización, diferenciando a uno, sujeto de pleno derecho, de otro que es así “matado" simbólicamente, al ser desplazado del registro de lo humano a causa de su sometimiento por parte de las prácticas clientelares. Ese razonamiento asienta en una de nuestras tradiciones: la negación de la capacidad volitiva del Otro, sujeto clientelar, sujetado merced a lo estructural de su pobreza. Lo que traducido significa, nada más y nada menos, que el votante debería presentar su declaración patrimonial antes de emitir su voto. Desde ya preveo que algunos electores calificados preferirán justificar la no emisión.
Lo puse, con pequeñas variantes, en otros lados y creo que acá también sirve, porque me parece que en general se está omitiendo un aspecto central del asunto "bolsones" y es el de qué se está hablando cuando se habla de bolsón, qué significa ése bolsón para ése "cliente" y cuánto significa para decidir el voto y el destinatario del mismo.
ResponderBorrarEs curioso que se demonice la cuestión; el reparto de una pequeña cantidad de mercaderías y, haya indiferencia hacia "contratos" por "reparto de volantes" por cifras que te alcanzan para comprarte varias imprentas, de medianas para arriba...
De paso, los tucumanos SABEMOS que los bolsones son parte del paisaje que ni resuelve ni empeora nada, un pecado que cometen todos; aunque ahora sea moda del cardumen opo la "indignación" fingida; en fin, después de hacerse los giles con el único y verdadero fraude de estas elecciones, el habitué a la ausencia legislativa cano, metamorfoseada - vía truchez photoshopera - al George Clooney de cabotaje desde las muy numerosas gigantografías (a propósito, ¿que sería más lógico si hay tanta miseria como pregonan, repartir bolsones - más y con mejor contenido - que toda esa cartelería de bagayos disfrazados digitalmente?.
1 Kg. Arroz
1 Kg. Harina 000
1/2 Kg. Fideos
1/2 Kg. Polenta
900 cc. Aceite
1 Bolsita de sal
1 Lata de Tomate al natural
Ëso, y probablemente alguna cosa más (picadillo, calditos, criollitas, etc.). De segunda o tercera marca y más bien tirando a escaso pero, parece ser, es el terrible elemento - el BOLSON - que explica el clientelismo, el feudalismo y quién sabe qué otro diabólico "ismo" de Tucumán.
Y claro, la indignación del votante calificado (por la universidad Pitman amarillo/mediática, 100 % aria y decente).
El mítico bolsón, si vale 50 mangos es caro y su sentido tiene más que ver con una costumbre que con suplir necesidades de gente pobre que, con sólo mirar superficialmente el contenido del bolsón, es obvio que no puede ir mucho más allá del arroz hervido, fideos hervidos y la polenta con una salsita de tomate, y listo. Ná más, claro, el aceite y la sal duran más pero, los vas a usar con otras cosas que NO vienen en el bolsón como carne, huevos, etc. - que ya no son precisamente baratas.
Poca comida, para un par de días y que - dicen - es la causa de un voto para cuatro años enteros, si la cosa fuera taaaaan automática, la "oferta" debiera ser más tentadora y, no se sabe que haya mucha "competencia" entre los candidatos "bolsoneros", incluídas las vírgenes radichetas.
Si uno se fija un poquito, el pobrerío y no tan pobrerío consume coca cola o pepsi (25 ó 30 mangos la botella) por montos muy superiores a los bolsones; de lo que no es dificil concluir que NO SON un elemento tan sensible para determinar una elección; el que los agarra, los agarra sin mirar de dónde vienen, los agradece y vota como y a quién se le canta, Tan simple como éso.
La guita escasa no significa neurona escasa, el pobre es pobre no boludo - Mucho, pero mucho más pobre Y boludo es el loro repetidor de los lanata, leuco y similares porquerías; que le mira el kilo de arroz al morocho y no quiere ver los "plancitos currar" de la virgencita niembraaa, el plan "no haga pero cobre" y los 1700 palos que "se le van" al mauricio en "castigo por la no-obra"... o los subsidios que recibe la bella laurita alonso de singer, para laburar en contra de la gilada que le paga el sueldo... y la lista es larga y las "hazañas" mejoran y se multiplican todos los días en el principado amarillo.
Del clientelismo de la boludez inducida y repetida hasta el vómito, no hay cautelar que los salve, no?.
Estamos muy de acuerdo, ram. Pasa que ayuda bien indignarse. Otorga superioridad moral, algo imprescindible para suplir la inferioridad electoral. De campeones morales están llenos los Mundiales.
ResponderBorrarAhora, respecto a Niembro, las imprentas amigas, etc., creo que los camaristas fueron claros: hay que anular las elecciones porque Macri y Massa prometieron bajarle las retenciones a cero a los muchachos del agro. Es clientelismo, vea: “promesas de un bien futuro de tipo exclusivamente personal".
Leí el blog de Adan de Ucea
ResponderBorrarhttp://adandeucea.blogspot.com.ar/2015/09/para-clarin-y-perfil-pagar-jornales-es.html#.Vf3bFLPL9z0
Prestá atención a la imagen con el formulario para sacar la tarjeta vida, está casi al final del post. ¿Que hay que hacer con eso?
Flor de hipócritas, después se indignan con lo del clientelismo y anulan elecciones.
"Es probable que José Cano haya sumado en estas semanas mayor intención de voto en la Ciudad Autónoma o en la zona norte del Primer Cordón bonaerense"
ResponderBorrarJa... comparto por que por estos lados la cantidad de pelotudos que "creen ser lo que nunca serán" y que al menor giro derechoso califican de cajón para una AUH y/o bolsón... podés hacer confeti... pero "bien-libre-piensan" ciertos meritocráticos "progres liberales de izquierda"
Pero buehh coincido con lo que dijo el Señor de los Cordones (con todo respeto ehhh ja ja..): votaremos la cantidad de veces que tengamos que hacerlo... total son unos completos eunucos..
Lo interesante también (para mi ehhh) es que estaríamos revisitando el '55 pero sin golpe....
Salud cro. y vamos que el fimbulvetr es muy laaaargo ¡que no decaiga ehhh!
Disculpas, pero aclaro que me refiero a sin golpe militar
ResponderBorrarelnelson: Cano repartió bolsones y transportó gente. Usó los acoples. Hizo lo mismo que el peronismo, todo excepto ganar, claro.
ResponderBorrarSilenoz: me parece también un bastardeo a la democracia eso de “se votará las veces que hagan falta". ¿Sabés el quilombo que pueden ser unas nuevas elecciones? Está muy caliente la muchachada. Y con razón...
Si, es respetable tu observación don Richard, pero marca al menos mi voluntad -que supongo compartirán varios compañeros- de encuadrarnos dentro de las reglas democráticas, cuestión que los golpistas elititistas autoritarios con su comparsa cacerolera de furgón soporte, no sólo no quieren respetar sino que, además, quieren subvertir.
ResponderBorrarNuestro espíritu es completamente distinto, no me parece poco y digno de resaltar, cómo no.
Saludos
Hace no muchos años visité en vísperas de elecciones la ciudad de Marechal Deodoro, antigua capital del estado de Alagoas en el norte del Brasil. El camino de entrada a la ciudad está flanqueado por un villerío de casas de una pobreza difícil de imaginar.- Me llamó la atención ver que la puerta de entrada de cada casita estaba sembrada de zapatillas, sandalias y ojotas, tal como hacen nuestros chicos para el día de Reyes.- Al preguntar, me explicaron que la costumbre en la zona era que los más pobres dejaban así su calzado para comparar los regalos que le dejaban los distintos candidatos a las elecciones con el compromiso de votar al que dejara el regalo más lindo o valioso.-
ResponderBorrarCuando les cuestioné la ética de dicha conducta me contestaron diciendo que total, sabían que ninguno de los candidatos se acordaría nunca más de ellos después de ganar las elecciones.- De este modo ellos lograban que, al menos una vez cada tanto, en oportunidad de las elecciones, alguien les diera algo.- Que además, entre elección y elección, los únicos beneficiados y favorecidos por los gobiernos fueron, son y serán los ricos y poderosos.-
Imagino las barbaridades que podrían llegar a escribir Ruiz y Piossek si fuesen brasileños.- Saludos
Escribo estas profundas reflexiones ya debidamente notificado del fallo de la Excma. Suprema Corte de Justicia de Tucumán, lo que me evitó la ingrata tarea de parafrasear al extinto cineasta Pino Solanas y declarar a la Cámara en lo C.A. de Cámara de “baja calidad”.
ResponderBorrarNo obstante, como se ha pretendido sentar jurisprudencia sobre la base de ese siniestro mecanismo político de captación de votos denominado “clientelismo” y, considerando los considerandos de los usías preopinantes, cabe estar advertidos de esta inédita y, por ahora frustrada, intención de tutelar el voto.
Observe el sr.huevero o huevista la siguiente frase, por él mismo transcripta: “Y tal libertad solo existe en la medida en que el voto se emite huérfano de violencia, amenazas, apremios y sin la existencia de extorsiones, aprovechamiento de necesidades o promesas de un bien futuro de tipo exclusivamente personal”
Y es sobre el final de la frase “promesas de un bien futuro de tipo exclusivamente personal”, donde está la clave. Tengo entendido que todo el mundo vota sobre la base de obtener algún tipo de “beneficio personal” de su elegido. Puede ser trabajo, casa, aumento salarial, pavimento, cloacas, paritarias, etc.
De hecho, con ese criterio tan amplio, estaríamos todos incluidos en ese limitante, salvo algunos ciudadanos de alta calidad que votan exclusivamente por valores universales como la libertad, la república, etc., gente como Carrió, Aguinis, Kovadloff o el extinto Fiscal de la Patria que el “beneficio personal” lo recibía de otro lado.
Por otra parte hay casos en donde el bien futuro personal es “voto cantado”: el de los candidatos, hecho que se les escapa a los señores camaristas. Es obvio que el Dr.Manzur votó al Dr.Manzur y el Dr.Cano votó al Dr.Cano y se hace extensivo a esposas e hijos. No sólo sería clientelismo, sino auto-clientelismo explícito doblemente agravado por el vínculo.
Otro jugoso párrafo nos alecciona de manera magistral sobre la necesidad de que“…el elector está actuando con plena conciencia sobre las consecuencias de sus actos…”. O sea, el elector debe votar BIEN y debe estar perfectamente advertido de lo que está haciendo y los riesgos de meter la boleta equivocada.
Pero esto tiene un pequeño problema: El voto es secreto, así que resulta imposible conocer si está actuando con plena conciencia sin saber a quién y por qué votó y si su voto coincide con sus valores.
En fin mucha tela para cortar, diría mi amigo Roberto Piazza.
Sí leí el fallo y directamente me enfureció, justo por el párrafo que cita Ricardo: la apoteosis del voto calificado, ¡y son jueces, caramba! Qué soberbia la suya, pero qué soberbia. La supremacía moral: YO soy educado, bienpensante, imbuído de los más sagrados valores humanos y patriotas, no como ESOS negritos pobres e incultos.
ResponderBorrarLa supremacía moral, ay, qué peligrosa que es…
Una acotación. Dicen que:
«Y tal libertad solo existe en la medida en que el voto se emite huérfano de violencia, amenazas, apremios y sin la existencia de extorsiones, aprovechamiento de necesidades o promesas de un bien futuro de tipo exclusivamente personal».
Creo que la clave está en una única palabra: “exclusivamente”. En síntesis, que ellos no se pronuncian en contra del voto por motivos personales… siempre y cuando no se trate de beneficios únicamente personales. Traducido: si votás por un bolsón de comida (o por la promesa de un bolsón de comida), tu motivo es sólo personal, sos el único beneficiado. Si votás porque estás en el negocio de la soja y te prometen anular las retenciones, votás por un beneficio personal… pero que será compartido por otras personas, y eso sí es válido para estos jueces: estarías votando por el bien público o por lo que vos creés que es el bien público.
De esta forma (si estoy comprendiendo bien) establecen una frontera según los bienes económicos de cada uno. Los más pobres tienen necesidades muy concretas y básicas, y “les alcanza” como motivo de su voto el que le prometan las chapas para techar su casita. Los de clases más pudientes tienen esas necesidades concretas y básicas aseguradas, así que votarán por “bienes generales, bienes de naturaleza pública, que benefician a muchos”; no les interesa su plato de comida en la mesa, porque lo tienen desde el vamos, entonces se interesarán por bienes más abstractos y generales, como la política tributaria o la compra de dólares.
Los primeros no son libres a la hora de votar. Los segundos, sí.
Disculpen la expresión: eso es mierda pura. Lo es en su sentido más profundo, como expresión de una forma de pensar.
En lo práctico, es falso en cuanto a la relación entre los bolsones de comida y el voto; como decían otros compañeros antes, una cosa es ser pobre y otra ser estúpido; recibís lo que te dan y después votás a quien querés. O, lo más factible, como ya de antemano adherís a un partido y lo votarás y tenés una relación con punteros de ese partido, estos últimos te darán un bolsón de comida, no para comprar tu voto sino como una muestra de reconocimiento hacia vos, porque todos saben cuál será tu voto.
En Página, Mario Wainfeld cita un fragmento del fallo de la Corte Suprema que, en cuanto a lo anterior, me parece sumamente valioso:
«Goane la pinta así: “Los motivos que llevan a un elector a votar en tal o cual sentido son de la más variada índole (política, afectiva, económica, religiosa, etc.), y podrá compartírselos o no, pero ello no autoriza a ninguna autoridad estatal a inmiscuirse en el ámbito interno de las personas, juzgando la conciencia de cada ciudadano (cfr. arg. art. 19 de la Constitución Nacional), pues en tal caso se corre el riesgo de que termine sustituyéndose la voluntad de la persona por la del juzgador, lo que aquella realmente quiso por lo que éste considera debería querer”».
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-282209-2015-09-22.html
En otro orden de cosas, me resultó y me sigue resultando curioso que en un proceso electoral en el que Cano o su gente cometen una serie de irregularidades o directamente delitos, luego sea Cano el que intente impugnar y anular esas elecciones a causa de esas irregularidades/delitos que su propia gente cometió.
Es un poco loco, ¿no es así? Primero quemás urnas y luego, como hubo urnas quemadas, pedís que se anule la elección.
Abrazo,
Esther