Todavía en caliente, intentemos algunas aproximaciones a lo que sería la configuración del escenario electoral hasta el momento:
1.- Movió Cristina y precipitó los acontecimientos en todos los espacios (excepto en el FIT. ¿Por qué tanta maldad, viejo?). Desde el periodismo oficialista inmediatamente resurgieron las voces de los que reclamaban un Plan V, H o Y. Por suerte el macrismo confirmó a Mauricio antes de que se les acabaran las letras del abecedario.
2.- Aún así Macri apeló a un Plan. No alfabético pero sí numérico. O simbólico, qué se yo. El Plan π. El Plan 3,141592Chetto. Un plan infinito (?). Pero corto de miras: no apuntó al electorado sino a los mercados. ¿Podía apelar al electorado? ¿Vos decís? ¿Con quién? Difícil. No hizo mal: necesita antes a los mercados que a los votos para llegar con vida al momento de las urnas. ¿Cuál sería la señal hacia los mercados? Que en un eventual segundo mandato tendría gobernabilidad como en este primero, con Michelángelo y su celular caliente. Por ahora, sobrevive colgado al FMI y a la benevolencia de Trump (?), que lo quiere por bueno y no porque necesite respaldo para avanzar sobre Venezuela, ¿eh? No, nada que ver.
3.- Pichetto no suma ningún voto peronista. Los votos familiares deberíamos consignarlos como pichettistas, porque de eso se trató: supervivencia. Sabía que su tiempo había terminado en Río Negro y sólo le quedaba el paraguas macrista, al que apeló siendo mejor soldado de Mauricio que varios mauricistas. ¿Le resultará complicado borrar con el codo todo lo que hizo antes para hacer macrismo llegado el caso? ¿Complicado para qué, si no hará política electoral?
4.- El café veloz entre Alberto Fernández y Massa se concreta mientras escribimos estas líneas. Massa suma votos. No tantos. Pero la verdadera aritmética se da al neutralizar su capacidad de daño, esa que utilizó en 2015 para asegurarle a Macri el balotaje que le dio el PEN y la decantación de votos antikirchneristas entonces. Sumarlo, así, permite incrementar las chances de recuperar la provincia de Buenos Aires (sin un Felipe Solá que reste votos peronistas) y ello habilita a pensar en un triunfo en primera vuelta o, en el caso de segundo turno, que el camino de octubre a noviembre sea para la dupla Fernández lo que fue para Macri en 2015. PBA define buena parte de la elección y la movida de Cristina con Alberto fue también un granito de arena para reconfigurar el Partido del Balotaje.
5.- En Twitter adelantamos que Urtubey se bajaría: Lavagna tiene un partido nacional en el Socialismo santafesino. Qué difícil la ancha avenida cuando desde el ejecutivo se polariza y desde la principal oposición también, con acento en el rechazo al macrismo. Les deseamos mucha suerte porque le restan más a Mauricio que a Fernández². Podrían recibir votos antiperonistas desencantados con Miquelányelo en la fórmula de la ex Alianza Cambiemos.
6.- Retornando al oficialismo, la movida Pichetto no es un espejo a la que realizó Cristina con Alberto: eso hubiera sido entronizar a Vidal y llevarse más peronistas macri-friendly: reconfigurar la coalición como hizo CFK, que inmediatamente recibió los avales de los gobernadores peronistas, prescindentes hasta entonces de lo nacional. A Macri lo saludaron, en cambio, los gobernadores radicales que amagaron con retirarse.
7.- Pero el macrismo sí debe reconfigurar su vínculo con la sociedad; ya no desde el antiperonismo que lo constituyó: ser el Otro del peronismo que gobierna desde hace 40, 70, 100, 1.000 años. El pasado incluye al peronismo y ahora Cambiemos también. Ya Pinedo y otras espadas del espacio adelantaron que se acabó la dicotomía P-antiP (uy, ¡qué difícil!) y que ahora será el supuesto republicanismo vs. el populismo. Como si no fueran populistas, ja.
8.- Qué lindos tiempos para los verduleros que tienen encuestadoras, pero las de verdad ya se están realizando y el macrismo viene perdiendo ciudades capitales y votos. 200.000 sólo en Tucumán. Puede perder mucho también en Santa Fe y no realizó movida alguna que le permitiera pensar en recuperar votos en el Conurbano. En el NOA puede llevarse palizas como las de Tucumán (62 a 20) y en el Jujuy que Morales maneja con lógica peronista perdió casi 15 puntos de 2015 a 2019.
9.- ¿Qué será, entonces? ¿El republicanismo o el bolsillo? ¿El supuesto respeto institucional o las tarifas impagables? ¿Los blanquitos chicos de camperita cheta añorando el mundo que describió Fukuyama a fines de los '80 o los sucios populistas hablando de empleo y consumo? ¿Será la política o el marketing?
10.- Porque tenía que haber un 10. Venite a San Martín, Leo Pisculichi. ¡Que viva el fútbol!
Mientras le escribo, a mi alrededor se realiza un conjuro invocando al famoso ajedrecista cubano, Capablanca, a ver si nos explica como hacemos para no terminar ahogados.
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