–En Buenos Aires, la asociación civil Periodismo Social y la Universidad Austral realizaron un monitoreo sobre la cobertura de los temas de infancia y adolescencia en noticieros de TV argentina. Hallaron que el 12 por ciento de la cobertura está referida a jóvenes y que, de ese porcentaje, casi la mitad son noticias sobre hechos violentos. ¿Qué grado de incidencia cree que tienen los medios sobre la percepción social de los jóvenes?
–Ese ejemplo es bastante universalizable. Los medios, en casi todos los países, están bastante invadidos por la crónica roja: cerca del 30 por ciento de las noticias es crónica roja. Hay una construcción mediática del joven que lo estigmatiza como potencial delincuente, potencial marginal. En el imaginario social hay construcción del joven como amenaza social. Eso luego pasa al discurso de la seguridad ciudadana. En ese marco, la juventud está asociada al discurso del riesgo y esto significaba que era el grupo que había que proteger. Luego, por una especie de vecindad semántica, pasó de ser grupo de riesgo para sí mismo a grupo de riesgo para los demás, es decir, generador del riesgo. Y como hoy el discurso de la seguridad ciudadana permea tan fuerte, en muchos países la gente dice: “el mayor problema de la sociedad es la inseguridad”, y lo vincula a este grupo de riesgo que es la juventud...
Yo agrego algunas otras cuestiones a la relación entre juventud y criminalidad. Sin orden prestablecido, los adultos cuentan con mejores redes de soporte, por relaciones con pares en situación de ofrecer una salida. Los más chicos no: su sentido de pertenencia está referido a pares sociales en las mismas condiciones de carencia que ellos. La ausencia de esta vía de escape determina caminos distintos. Al ser más influenciables, además, están sujetos al abuso de adultos que los "apadrinan".
Otro camino que lleva al del delito es el de la droga. Y no sólo el paco o la marihuana, sino el mismo pegamento, los psicotrópicos y drogas duras. La connivencia o la responsabilidad de la policía, en muchos casos, se emparenta con estos dos últimos tópicos. Recientemente finalicé el también muy recomendable libro "Cuando muera quiero que me toquen cumbia" (gracias, Desocupado), para el cual su autor, Cristian Alarcón, se mudó a una villa del tercer cordón del conurbano bonaerense norte a finales de los noventa, principios de los dosmil. Es sumamente ejemplificador al respecto el relato acerca de los "transas" (quienes transan con la policía para vender drogas, tercerizando de alguna manera el negocio) odiados por los "pibes chorros" por obligarlos a "poner caño" para conseguir el efectivo necesario para conseguir el escapismo que ofrecen las drogas.
Recientemente Rafael Bielsa fue nombrado al frente del Sedronar, pero no sería una mala idea que los militantes más jóvenes se pusieran al frente de estas cuestiones también. Victoria Donda entendió esto hace tiempo. Ya hemos señalado acá, junto a Daniel Olivau, que la criminalización del asunto no ha arrojado resultados satisfactorios. La Comisión Global de Política sobre Drogas ha recomendado que "...los esfuerzos para imponer el cumplimiento de la ley no debieran focalizarse en reducir los mercados de drogas per se, sino más bien en reducir sus daños en los individuos, las comunidades y en la seguridad nacional (...) Comenzar con la transformación del régimen mundial de prohibición de drogas. Reemplazar las políticas y las estrategias de drogas orientadas por la ideología y la conveniencia política, por políticas económicas responsables y estrategias basadas en la ciencia, la salud, la seguridad y los derechos humanos...". Coincidimos.
Este gobierno ha incluído como ningún otro desde el primer peronismo. Pero falta. Eso sí, mientras no se ataque con mayor vehemencia el consumo de alcohol, una droga legal pero droga al fin (como bien señala Artemio López), será siempre poco lo que se está haciendo.
Recientemente Rafael Bielsa fue nombrado al frente del Sedronar, pero no sería una mala idea que los militantes más jóvenes se pusieran al frente de estas cuestiones también. Victoria Donda entendió esto hace tiempo. Ya hemos señalado acá, junto a Daniel Olivau, que la criminalización del asunto no ha arrojado resultados satisfactorios. La Comisión Global de Política sobre Drogas ha recomendado que "...los esfuerzos para imponer el cumplimiento de la ley no debieran focalizarse en reducir los mercados de drogas per se, sino más bien en reducir sus daños en los individuos, las comunidades y en la seguridad nacional (...) Comenzar con la transformación del régimen mundial de prohibición de drogas. Reemplazar las políticas y las estrategias de drogas orientadas por la ideología y la conveniencia política, por políticas económicas responsables y estrategias basadas en la ciencia, la salud, la seguridad y los derechos humanos...". Coincidimos.
Este gobierno ha incluído como ningún otro desde el primer peronismo. Pero falta. Eso sí, mientras no se ataque con mayor vehemencia el consumo de alcohol, una droga legal pero droga al fin (como bien señala Artemio López), será siempre poco lo que se está haciendo.
En verdad el principal obstáculo para lograr la despenalización del consumo y enfocarse en los aspectos sanitarios más que en perseguir a los consumidores es que desde EEUU se han abroquelado en que la criminalización es la única salida, y ellos tienen la mayor cantidad de consumidores del mundo.Claro que las ventajas que han obtenido de militarizar países enteros y dejar que se maten afuera de sus fronteras deben seguir seduciéndolos.
ResponderBorrarY, por algo Evo rajó a la DEA.
ResponderBorrarIris: es una excusa simple, fácil de explicar. Además, en muchos casos, los países estaban bajo extorsión. Era el caso de Bolivia, que recibía ayuda a cambio de "prestar" ayuda en la lucha contra el narcotráfico.
ResponderBorrarDaniel: sactamente.
Yo creo que se criminaliza a los jóvenes porque son los jóvenes el principal riezgo para el sistema porque los jóvenes se plantean realmente terminar con el status quo y ese es el riezgo que temen y lo que causa miedo en el establishment
ResponderBorrarLo dice también el auto en la nota de P/12, Javier.
ResponderBorrarAbrazo!
tanto es asi que yo que tengo a mi cargo un pequeño servicio de salud municipal en el conurbano dedicado especificamente a la atención de adictos y promoción de conductas saludables fui encargada por el secretario de salud anterior a dar charlas en escuelas sobre delincuencia y drogadicción, como si adolescencia-delincuencia-drogadiccion fueran un combo. En realidad hay muchisimos adictos no delincuentes, muchisimos adolescentes cuya vulnerabilidad es infinitamente previa al consumo, muchismos consumidores que no van a ser adictos, etc.
ResponderBorrarLa militancia podria al interior reflexionar (sin el tinte moralista y prescriptivo que fue la marca montonera, por supuesto, altri tempi)sobre las propias practicas.
bueno, este es mi tema, las adicciones. Y lo unico que te puedo firmar es que la adiccion esconde y muestra la vulnerabilidad subjetiva y que por supuesto, es un gran negocio!.
Y que para disminuir notablemente el numero de consumidores hay que apuntar a la oferta. Y claro, al cambio de conciencia, pero las patologias del consumo son las marcas del capitalismo ¿o acaso no quieren todos cambiar el viejo celular?
Muchas gracias, Nilda.
ResponderBorrarYo creo que apuntar a la oferta es lo que siempre se hizo. Y nunca será suficiente si no se atacan también las estructuras que soportan esa oferta. Alguna policía entre eso. Y lo difícil que debe ser. Hay mucho resabios del autoritarismo altri tempi ahí.
Así como antes se venció el prejuicio contra repartir jeringas a los adictos IV para evitar la transmisión de enfermedades como el SIDA, fundamentalmente, quizás haría falta un enfoque de esa naturaleza.
Beso.