Llegó el gran día y se transformó —si existiera un Quintín K— en un día macrista de mierda. Ni siquiera en los peores cálculos de un desgarrado cartabiertista o en los mejores cálculos de un republicano pagnista se preveía un resultado como el que finalmente se dio. ¿Qué pasó?
1. Las encuestas: exactamente al revés que en las PASO, cuando los encuestadores les taparon la boca a todos acertando de modo bastante ajustado, en esta ni el más amarillo se animó o vio lo que ocurriría. Horangel y Lilly Sullos dicen que son todos unos chantas.
2. El FpV perdió muchos votos en el camino de las PASO a la general y el macrismo los sumó. Esto, que parece una verdad de perogrullo, es lo que debe ser explicado. Empecemos por dónde para intentar llegar a los por qué.
3. La PBA: ¿Vidal gobernadora? Una porteña sin historia en el distrito, desconocida, sin equipos, ¿más Armendáriz que Armendáriz? Su triunfo representa un voto castigo a Aníbal Fernández, Scioli y a la misma Cristina. Pero nos ordenemos, porque las razones existen aunque aparezcan rutilantes recién con el resultado puesto:
a) el FpV, en su totalidad, subestimó al electorado bonaerense. Pensó que tenía la vaca atada y lo sometió, primero, allá lejos en el tiempo, a la disputa entre kirchnerismo y territoriales. Esta tensión se hizo más evidente en ocasión de los múltiples tironeos entre Cristina y Scioli, con el soberano como rehén de la política de conventillo; b) esta misma disputa es la que propició el quiebre del peronismo territorial y explica en buena medida el quiebre de Sergio Massa (volveremos sobre esto). Luego de disputas y quiebre, c) la gestión de Daniel Scioli, calificada por muchos como deficitaria (desde lejos no termina de ser esa mi impresión, pero confiemos en quienes trajinan la PBA). Si a este combo le sumamos d) una interna feroz organizada a las apuradas por la defección de Randazzo y e) el triunfo posterior de Aníbal Fernández, quien partió con la más alta imagen negativa entre los candidatos (y fue luego convertido en La Morsa), mas f) las lluvias producto del Súper Niño, tenemos una receta para el desastre y razones para que los bonaerenses entreguen, llave en mano, la provincia a Vidal.
4. La Región Centro: se esperaban mejoras en los números para el FpV. En Córdoba ocurrió, pero es evidente que el “cordobesismo" se nutre más de su componente antikirchnerista que del peronista. Así, Macri superó en Córdoba a Massa, quien hizo muchos esfuerzos por sumar el voto de De la Sota. En Santa Fe también mejoró Cambiemos y en Entre Ríos fue sintomática la buena elección a gobernador de un impresentable como Alfredo De Angeli. Hasta Del Sel podíamos explicar; los números del Mellizo ex Federación Agraria se explican en las ganas de desalojar al FpV y la tracción de Macri como candidato a competir un ballotage.
5. El NOA/NEA: si bien la apuesta de los gobernadores de la región por Scioli se probó acertada —con excepción de Jujuy; también volveremos a esto—, los números para DOS disminuyeron desde las PASO a la general. En Tucumán en -9 (PASO) y -2 puntos desde la elección a gobernador. Quizás Santiago pueda haber escapado a la lógica. Los números para Massa en la región, además, se mantuvieron desde las Primarias. En todas partes, mejoró Macri.
6. Jujuy. Demasiados años de gobiernos peronistas ininterrumpidos, muchos de ellos con Fellner. Un gran laburo —vale reconocer— territorial de Morales, el más peronista de los radicales. Triunfo de Massa en la categoría a Presidente (traccionando a Morales) y la candidatura y visibilidad de Milagro Sala que operaron en detrimento del FpV. Los números del Frente Renovador se explican en buena medida en sus críticas a la Tupac Amaru y en las promesas de combatir el narcotráfico en frontera con las Fuerzas Armadas. En San Pedro de Jujuy perdió un histórico que parecía imbatible, el turco Moisés.
7. Macri. Si tuviera que explicarle su crecimiento al politólogo sueco amigo de Mario Wainfeld, debería decirle: a) muchos años de peronismo —no son pocos los votantes que solo vivieron bajo el kirchnerismo y no conocieron de primera mano los estragos de las políticas neoliberales—; b) una gran campaña en redes sociales, con mucho dinero en publicidad pero, además, una correcta estrategia de viralización. Prevaleció el mensaje de que había que votar a Macri para evitar un triunfo de Scioli en primera vuelta; y c) Macri comenzó a recabar estos números cuando en Gualeguaychú el radicalismo adscribió a su candidatura. Siguiendo los votos que ya mudaban, con seguridad, pero aportando ahora lo suyo la UCR en las disputas por las gobernaciones. Caso sintomático: Brizuela en Catamarca, muy cerca de Corpacci. En Tucumán, al votar desdoblado, no alcanzó siquiera el 30% (26 con algo). Ah, d) Mauricio todavía se ríe de quienes le aconsejaban pactar con Massa y agradece mucho el peronismo dividido.
8. Massa. Evitó la polarización, aunque no le alcanzó para acercarse siquiera a Macri como prometían. Así, como señalamos en innumerables ocasiones en el blog (y a contramano de lo sostenido por casi todo el kirchnerismo), Massa se transformó en el garante del ballotage, al sustraer votos que antes formaron parte del 54% de 2011 y otorgarle al filoperonismo (sectores medios bajos) enojado con el kirchnerismo una vía por la cual expresar su descontento sin caer en el voto a Macri. Más peronista en PBA, más opositor en el interior, el voto de Massa resultará clave para el ballotage. ¿En sus votantes prevalecerá el eje peronismo - antiperonismo en beneficio de Scioli o el eje kirchnerismo - antikirchnerismo para favorecer a Mauricio Macri? El correr de los días irá develando ese misterio. Por lo pronto, podemos decir que Massa cumplió hasta ahora el rol de Marco Henríquez Ominami en Chile, cuando por primera vez triunfó la derecha con Sebastián Piñera.
9. ¿Por qué, mamá? Resulta evidente que el antiperonismo expresado en Macri y el antikirchnerismo expresados en Macri y Massa resultaron más potentes de lo que las PASO permitieron prever. La situación económica e institucional del país —como bien dijo Cristina: una elección en un país normalizado—, otorga además un colchón para que buena parte de la ciudadanía (sectores ABC1 o con sus pautas culturales, de grandes centros urbanos y con necesidades básicas satisfechas) se animen a intentar un cambio por el cambio mismo. Deberemos reconocer, en este sentido, que contrario a la data de la que disponíamos, el aparato de medios y propaganda goebbeliana (!) de la CABA tiene todavía injerencia en la construcción de la realidad y, por ende, en el direccionamiento del voto ciudadano.
10. Quien piense que la campaña fue determinante, subestima al electorado concediéndole solo memoria reciente para elaborar sus decisiones. Estarán, por supuesto, equivocados, y sus análisis girarán en torno a contrafácticos. Habrá que apedrearlos en la calle (!). La clave de la elección pasará por comprender al electorado. Si no lo hace Scioli, lo estará haciendo Macri, así que a modo de consejo, si pretenden desgarrarse por lo que viene en cuanto agenda, pónganse ratisalil, usen vendas y pidan el cambio cuando sientan que se contracturan.