domingo, 27 de diciembre de 2015

Represión y política

Existe un hecho puntual y cuantificable en cualquier encuesta que quieran hacer: no todo el mundo se opone a la represión de la protesta social y son muchos quienes la consideran necesaria; más aún luego de la etapa kirchnerista, en la que primó el encauce político (sobre todo en los primeros años, aún cuando significara incorporar al dispositivo oficialista a distintos movimientos sociales y/o piqueteros o, más adelante, la manutención de esas alianzas vía fondos estatales) y, cuando no fue posible, se toleraron las manifestaciones. Si el kirchnerismo reprimió —y fue poco o nada— nunca hizo de la represión un justificativo que se agotara en sí mismo.

Con el cambio de gobierno, pero más importante, con la inversión del signo político, se dan o darán un conjunto de factores que harán de la represión un condimento más, no ya un veneno, en la receta con que se prepara el caldo social. Esperamos, por supuesto, equivocarnos.

El desancle autonómico del poder político que fácilmente pueden conseguir las distintas policías —diciembre de 2013 como un hito de sedición que podría ser el antecedente directo de lo que vendrá— será uno de los aspectos fundamentales a considerar. Vamos otros.

Repetimos y se repite hasta el hartazgo que no hay ajuste posible sin represión, que la política económica de la derecha necesita tanto de la benevolente avaricia de prestadores internacionales como de la anuencia, disponibilidad y complicidad de los palos judiciales y policiales. Para resumirlo en cristiano: que el poder político, el judicial y el policial se asocien en sinergia para reprimir. Es el poder político el que crea las condiciones de posibilidad: devaluación, incrementos de precios, internacionalización de productos de la canasta básica, transferencia desde los sectores populares a los del tope de la pirámide y cercenamiento de conquistas sociales y derechos laborales. Ni hablar si se incrementa el desempleo. Cada granito de arena colabora y decanta en la necesidad de justificar y alentar la utilización del monopolio de la fuerza para el control represivo de la protesta.

Ahora, no serán solo los medios y la uniformidad informativa de la que gozará el macrismo: como decíamos al principio —y aunque lastime nuestro corazón progre, izquierdista o humanitario—, el gobierno se apalancará en una porción nada despreciable de la sociedad para tornar la represión en una demanda social. Allí estarán tanto los votos del PRO que reniegan de la negrada sublevada como los votos massistas que peticionaron electoralmente por el ingreso de las FF.SS. a villas o barrios populares. Estarán también algunos votos sciolistas, no sirve negarlo.

Cada realidad local tiene sus particularidades, y así por ejemplo Jujuy cuenta con un movimiento piquetero que subsiste y uno que bien podría retornar con el desenganche de la Tupac de la teta estatal. Allí el reside el germen que nutre la justificación represiva de un sector de las clase media y media baja. Tucumán vivió recientemente un ejemplo claro, cuando la oposición republicana y el periodismo independientísimo pidieron al unísono por la “restitución del orden" y la “paz social" en ocasión de la protesta de los municipales despedidos en la ciudad de Concepción. El interior del país carga con su mochila de exclusión estructural, pero será en PBA —a la que el macrismo y Vidal utilizarán para posicionar a la gobernadora para la sucesión— donde asistiremos al showbizz de la mano dura. Será Vidal quien haga más macrismo original, ese de la UCEP y la inmigración descontrolada, previo a la instalación de la revolución de la alegría.

El proceso de control político de las FF.SS. que intentó el kirchnerismo se corta con Macri. El cercenamiento de derechos y el ajuste serán los vientos que avivarán las llamas sociales. La prédica represiva y la entronización de las libertades individuales en el discurso hegemónico serán habilitación para las policías todas. Así sean la Federal o Gendarmería quienes carguen con el peso de reprimir la protesta, todas serán señales que sabrán leer y decodificar cada fuerza policial y cada agente de seguridad.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

En la pelea por la República yo me pongo del lado del más débil, que es el bolsillo

Oh, divino Montesquieu.

Escribo en pelotas y sepan disculpar, pues he rasgado mis vestiduras, tal el tenor del dolor que aqueja mi espíritu republicano. Oh, atribulado francés al servicio de la Corona británica, oh, debate del partido Republicano, oh, IV República francesa. ¡Oh, jueces nombrados por decreto!

Mirá lo que conseguiste, Mauricio, capo, que le pidan al peronismo que tome las banderas republicanas y las lleve a la victoria parlamentaria. Necesitábamos un Plan Bicameral para Todos, qué fútbol ni que tres carajos.

Cambiamos pero las necesidades de quienes ejercen el poder no cambiaron. ¿Macri quiere torcerle el brazo al peronismo como demostración de poder? Puede ser, y te clava jueces consustanciados con su proyecto porque... es su proyecto, ¿no?

¿No? Ok.

Goza de su Luna de Miel, lo advertimos, y la exprime a puro bombardeo: cuando querés putearlo por alguna medida/decreto/anuncio, ya tenés encima dos o tres más y te perdés, mandás todo al carajo y mah sí, si total a este pelotudo lo votaron.

Un gesto de autoridad de Macri, pero qué conveniente calificarlos a gusto y necesidad. ¿Un gesto de autoridad de un DT? Qué bien. ¿Ese DT es Passarella? Qué mal. ¿Un gesto de autoridad de un Presidente? ¡Muy bien! ¿Ese Presidente es Cristina? ¡Ahhhhh, Dios mío, la República, la República! ¿Es Mauricio? #Awww, la República...

¿Y quiénes saltan? De la Sota, Massa y Stolbizer. ¿Porque son republicanos? Las pelotas son republicanas. Saltan porque Macri quiebra el compromiso que asumieron con sus votantes, como colectoras y aliados implícitos de Mauricio en ballotage. Macri aliena así a quienes son o deberían ser sus aliados. Maldispone, así también, a quienes podría necesitar para garantizarse gobernabilidad más allá de los cien días de gracia: el peronismo en el Congreso.

Interrumpimos esta transmisión para un aviso parroquial: cortenlá con debatir la idoneidad de Rosenkrantz y Rosatti; Macri clausuró esa instancia al saltear el Congreso. Gracias.

Oh, la cartera de la dama.

La República y los decretos nombrando jueces son nimiedades comparadas a la baja de retenciones, a la habilitación para aumentos de precios y la internacionalización de la canasta básica. Son bruma mediática para esconder a los corsarios del salario, tapando una devaluación anunciada a gritos y esperada a llantos que ya repercutió en poder adquisitivo —y lo seguirá haciendo—, sumado a los anuncios de paritarias ligadas a la productividad. ¿Que cómo medís la productividad de un empleado público? Oh, es muy fácil: lo despedís y esperás. Si la ciudadanía lo nota, era productivo. Si no, viva la racionalización del Estado y la mentalidad empresaria en el manejo de lo público.

De todos modos, debo reconocer que no me jode que Macri tome a Montesquieu de las mechas, lo de vuelta, le baje los pantalones o como llamaran a esas cosas que usaban, lo ponga en cuatro y lo sodomice hasta encender brasas con su culito francés; lo que me jode son los zarpazos en continuado y sin cortes comerciales al bolsillo del tipo de a pie: inflación acelerada, quita de subsidios, incremento del costo (ya usurario) en el uso de tarjetas y transferencia de recursos al sector agroexportador (más aún cuando uno de los objetivos es reprimarizar la estructura económica nacional).

Lo hemos adelantado: hacer oposición progre, republicana, porteña, ser el FpV de CABA, boqueando para afuera y levantando la mano adentro, es asegurar macrismo para 2017 y 2019. Exagerar defensa institucional cuando antes aplaudíamos el cinismo realpolitikero es penoso, y una jactancia del periodismo noventista, ese que critica formas y no contenidos. ¿Macri clausura el Salón de la Mujeres Argentinas y lo convierte en oficina para Michetti? Oh, sí, nos indignemos, justo lo que pretende Mauricio. Entrega cualquier símbolo del kirchnerismo a los lobos para que nadie señale que un dólar a 15 mangos favorece a los especuladores (agro e industriales) mientras seca la billetera del laburante. ¿Macri va a compensar en jubilaciones, IVA o incrementos en AUH, AUEmb? Permítanmé la carcajada.

La crítica republicana y de las formas no solo no mueve el amperímetro social (y Macri agradece el concurso de su prensa militante), sino que además no permite capitalización política por parte de ningún actor. Negocio redondo para Cambiemos, aunque deba soportar temporalmente la irritación de la vieja guardia de la UCR. El peronismo puede, pero no debe, funcionar en espejo a la oposición que enfrentó en el pasado. Aquí consideramos que Macri no ganó por sus promesas de institucionalidad sino, en buena medida, por el hartazgo que en los últimos años generó la batalla cultural kirchnerista sin sostén económico. Permitirle a Macri desplegar su propia batalla cultural, cuando pretende utilizarla como traje antiflama frente a los fuegos económicos que prevé desatar, sería estúpido por demás. El peronismo será oposición ordenándose alrededor de los intereses sociales en pugna o no será nada. La disputa no se circunscribe ya al control del Estado sino que es, ahora, en defensa del poder adquisitivo del salario, empleo, consumo y actividad.

Es el bolsillo, estúpido, y no la República.

jueves, 3 de diciembre de 2015

El peronismo en entropía

Luego de la derrota en ballotage, y aun antes, con el triunfo de Vidal en PBA, el peronismo ingresó en una etapa en la que prevalecerá la reorganización puertas adentro. No se trata de la persistencia en el error que acarrea el sistema peronista/kirchnerista, de comunicación endogámica, sino de un proceso necesario para reemerger de cara a la sociedad. Valga decir, además, que no comprender que el macrismo gozará de un periodo de luna de miel, hasta que sus medidas pro mercado impacten en el bolsillo, es de una necedad parecida a la que nos llevó a la derrota. Pero antes de continuar, quizás convenga hacer una breve referencia a la selección del concepto entropía para caracterizar lo que viene. Leemos:

"...Coloquialmente, suele considerarse que la entropía es el desorden de un sistema, es decir, su grado de homogeneidad. Un ejemplo doméstico sería el de lanzar un vaso de cristal al suelo: tenderá a romperse y a esparcirse, mientras que jamás será posible que, lanzando trozos de cristal, se construya un vaso por sí solo. No obstante, considerar que la entropía es el desorden de un sistema sin tener en cuenta la naturaleza del mismo es una falacia. Y es que hay sistemas en los que la entropía no es directamente proporcional al desorden, sino al orden (...) hay muchas transiciones de fase en la que emerge una fase ordenada y al mismo tiempo, la entropía aumenta (...) por ejemplo cuando el agua y aceite tienden a separarse. También en la cristalización de esferas duras: cuando agitamos naranjas en un cesto, éstas se ordenan de forma espontánea...".

Pueden observarse ambas posturas entre los adherentes/militantes del peronismo: están quienes pretenden separar la paja del trigo y quienes sostienen que andando se van a acomodar los melones. Ambas prefiguran, al final del camino, un espacio de unidad. Entropía por la homogeneidad o entropía por el orden. Dos comentaristas en el posteo anterior sirven como ejemplos de lo anterior. Jorge sostiene que el 48,66% de Scioli no es el sciolismo, y que deberíamos tener presente que si el peronismo hoy puede reivindicarse como tal es gracias al kirchnerismo, que removió la mácula menemista: "¿Significa esto que Cristina lidera? No lo creo (...) Queda la incertidumbre (...) lo más sensato sería volver a ser Frente: juntar esos apoyos iniciales que supimos tener aprovechando el potencial marco de cohesión que uno supone generarán las políticas de Macri (...) Y aprovechemos la situación para detectar aquellos que militan en el peronismo acomodaticio, que son de la misma calaña que "el gallego" y el tigrense". ¿Opción por la homogeneidad? Martín de Encuentro Latinoamericano, por su parte, hace hincapié en "una debilidad que pudo ser uno de los grandes errores del oficialismo en las últimas elecciones: que nos haya unido, y a última hora, el espanto (Esto) complicó la unidad y la militancia del candidato propio. Si lo que viene es un FPV/PJ/etc. dividido entre los que dicen que se hizo todo bien, "Cristina 2019 ya" y los que dicen que se hizo todo mal, "Massa al poder", conseguir la unidad va a ser jodido. Más en ausencia de una conducción definida y aglutinante". Opción por el orden.

Acá acordamos con ambos, pero con alguna salvedad. Por ejemplo, creo que tanto Massa como De la Sota continuarán referenciándose en un peronismo antikirchnerista para, a la vez, jugar al cafierismo macrista. Contemplarlos entonces para lo que viene, intentar incorporarlos –digo–, resultará una pérdida de tiempo. Cualquier gestión en esa dirección implicará muscular a esa tercera fuerza y restarle energías al propio ordenamiento. Y ya que apelamos a los primero nombres propios, vamos con los del peronismo, porque sin ellos no hay política. Es claro que, pese a la derrota, son dos los dirigentes que tienen visibilidad y predicamento, es decir peso propio: Cristina y Scioli. Pese a sus diferencias, ambos comparten una característica: a partir de diciembre no contarán con poder institucional o territorial propiamente dichos, sino con la ascendencia que conserven sobre diputados/intendentes/gobernadores. De todos modos, La Cámpora, como expresión del cristinismo, haría bien en hacer pocas o ninguna ola; y la Ola Naranja no es o fue otra cosa que el despliegue electoral del sciolismo. Sigamos con los nombres propios. ¿Gobernadores? Urtubey, Manzur, Peppo. ¿Intendentes? Capitanich, algunos de la PBA, Magario, Cascallares, Insaurralde, Mussi. Con estas nominaciones, pudimos leer ya las primeras operaciones de prensa en lo que al control del PJ se refiere: que Scioli propone a Urtubey, que Cristina quiere y no quiere presidirlo, que una interna, Scioli al PJ-PBA; lo cierto es que antes de mediados de 2016 el partido debe ser encausado. Y convertirse en la plataforma desde la cual hacer una oposición ordenada y sensata al macrismo. No podemos dejar de anotar que ahora, como oficialismo, serán Macri y Vidal quienes dispondrán de herramientas para sentar el tono de la disputa, el terreno y los tiempos. Si lo hacen bien (y no como pareciera ser hasta ahora), tendrán ocho años. Si se equivocan escuchando a quienes quieren shock, ya, no aguantan más al kirchnerismo y lo quieren tirar del tren (!), tendrán solo cuatro. El peronismo deberá reconocer esta nueva realidad, acostumbrado como estuvo al dominio de la acción y la agenda.

No son muchas las certidumbres de cara al futuro, pero anotemos algunas propias:
:
1. Es 2017 o 2021. "No hay 2015 sin 2013" fue el mantra massista que no se verificó (Macri se guardó en aquella legislativa), pero será una obligación para el peronismo si pretende retornar.
2. Si debe renovarse, el peronismo debe hacerlo también en los modos de relacionarse con la sociedad. No dispondrá en este camino del aparato estatal del que gozó durante estos años, y la militancia sola no alcanza (menos aun si baja a evangelizar y no a escuchar). Las políticas de medios y de redes sociales resultaron grandes déficits en la pasada campaña.
3. Considerando el periodo de gracia del que dispondrá el macrismo, y la banca que los grandes medios ya realizan de su futuro gobierno, no restan dos años para las legislativas2017 sino, tan solo, uno. El FpV cometió muchos errores, pero uno de los más groseros fue patear las definiciones electorales hasta el final.
4. El peronismo deberá seleccionar con quiénes y cuándo dar la pelea grande. Si es contra un Macri potente en 2019, debería ser Scioli; contra un gobierno de capa caída, en cambio, la propuesta del peronismo debería ser de una renovación mayor, y podríamos aventurar una interna entre, por ejemplo, Urtubey y Capitanich.
5. Insistir con Cristina 2019 puede actuar como un ansiolítico para el alma política o un analgésico para las magulladuras del 2015, pero no suena sensato o instrumental si anteponemos los intereses de la mayoría al lustre del bronce histórico. Cristina contará con un gran poder simbólico luego de abandonar el PEN, pero no creo que vaya a constituirse en una demanda social que exceda al clamor de la militancia cristinista.
6. Hacer antimacrismo progre-capitalino solo nos asegurará muchos años de gobierno amarillo. Si los reflejos culturales antimenemistas le ganan a la defensa del bolsillo de las clases populares, Mauricio podrá disfrutar de la pizza con champán sin sobresaltos.
7. Listo, peguenmé.

domingo, 29 de noviembre de 2015

Breve recorrido por los hitos electorales del periodo 2013-2015

Vaya una selección de fragmentos que sirven para releer lo que fue ocurriendo en los últimos años y, quizás, sirvan para tener una visión más global de lo que finalmente ocurrió en este año electoral. Extractos casi todos de las charlas que mantuvimos con la Agencia Paco Urondo:

Marzo/2014: “…creo que el lógico desgaste de tantos años de gestión kirchnerista, algunos errores forzados y de los otros, el escenario regional e internacional, más el desarrollo de las legislativas y los movimientos posteriores del FpV y FR permiten, ahora, una lectura distinta del fenómeno pos. Hace un tiempo la disyuntiva podría haber sido profundización kirchnerista vs. poskirchnerismo opositor. Hoy el escenario, creo, tiende a un enfrentamiento electoral entre una “alvearización” del kirchnerismo vs. un poskirchnerismo bastante menos kirchnerista que el año pasado…”.

Podemos decir ahora que, en la campaña, ese poskirchnerismo fue un poquito más kirchnerista de lo que suponíamos, pero tampoco al punto del continuidad con cambios de Massa en 2013 o Scioli en 2015. Macri jugó al cambio con algunas continuidades y, entre otras cuestiones, lo ayudó –o no evitó, como hubiera sido un relato de solo ruptura– a llegar.

Noviembre/2014: “…Es en la UCR donde se ha desencadenado una rebelión de los coroneles, y se comporta en los hechos como una federación de caudillos provinciales que privilegian lo local sobre lo nacional. De todos modos, contrario a la extendida reflexión de que el radicalismo se está suicidando, creo que aún sin un candidato medidor supo en este último tiempo proyectarse como una sombra sobre todo el arco opositor. Si podrán instrumentar de modo conveniente el tiempo que compraron pateando definiciones hacia adelante es una incógnita, pero al menos no se bajaron el precio enganchándose ahora mismo como furgón de cola del PRO o el FR…”.

Se engancharían recién en 2015, vía convención de Gualeguaychú, siguiendo la doctrina Sanz, que tuvo una visión más nacional y jugada que las conservadoras de Morales o Cano (más preocupados por sus destinos provinciales), la que triunfó. En el blog señalamos en abril de 2014 que el negocio para la UCR se llamaba Mauricio Macri: “…Para el radicalismo de la provincia de Buenos Aires, condenado a resistir con Stolbizer y el apellido Alfonsín en elecciones desde hace tiempo, el espanto se llama Sergio Massa y su Frente Renovador. ¿Por qué? Porque desde que abandonó el FpV, el ex intendente de Tigre hizo usufructo de su pertenencia peronista pero fue sobre los votos de la representación republicana, vaciando de significado la existencia del radicalismo como partido de oposición (…) La lógica entonces es de superviviencia pura. Si el peronismo pretende ocupar todo el campo, el republicanismo antikirchnerista se abroquela para intentar alambrar a sus dirigentes y electores. Los sistemas políticos tienden a la homeostasis pero primero a la conservación. Y para ello el radicalismo bonaerese y algunos de sus referentes provinciales necesitan de un paraguas nacional del que carecen y podría ser Mauricio Macri…”. Vale señalar que Julio Burdman lo vio primero, en septiembre de 2013: “El PRO debería abandonar su estrategia histórica de mirar al PJ y comenzar a mirar al panradicalismo”.

En Marzo/2015 apuntábamos una razón: “La UCR decidía en Gualeguaychú si se entregaba como partido a una facción opositora o si se fragmentaba para el rapiñaje por parte de Macri y Massa. Decidió por el primero y hay razones que avalan su decisión: encuestas, historia, electorado y oportunidad (…) decíamos que en la UCR se verificaba una rebelión de coroneles, los candidatos a gobernador con chances que privilegiaban sus necesidades distritales aún antes de que el Comité Nacional se expidiera. No fueron ellos los que decidieron el destino nacional de la UCR sino que, en la Convención, primaron en cambio los intereses del radicalismo de los grandes distritos: la CABA, la provincia de Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, allí donde decíamos que iba Macri mientras Massa se dirigía al NOA. Los convencionales de la PBA desoyeron a quien debería ser su referente, Alfonsín, y siguieron a Sanz. Es lógico, de todos modos: los acuerdos distritales se mantendrán pero la UCR contará ahora con una candidatura traccionante y lugares en las listas (razones de supervivencia para la UCR-PBA) y quizás con algún que otro ministerio, de arribar Macri a la presidencia…”.

Sanz vio algo que los demás no: el voto radical ya se encontraba migrando hacia el opositor no peronista mejor posicionado. Pragmáticamente, la UCR siguió el camino de sus propios votos.

Luego, algo sobre la interna del FpV, en mayo de este año: “El horizonte de continuidad del kirchnerismo se encadenaba entre Néstor y Cristina, no había otro plan. Luego del fallecimiento de Kirchner y el 54%, el oficialismo consideró más importante evitar un síndrome de pato rengo que construir, si querés, una Dilma. Scioli es entonces tributario voluntario e involuntario de ese déficit de construcción de un candidato del riñón. Pero además, recurro nuevamente a la figura del alvearismo, tendencia que el propio kirchnerismo intentó practicar en 2012 (rápidamente abortada) y luego sí más decididamente a partir de la derrota legislativa en PBA en 2013. Me parece que el perfil de Scioli se relaciona con eso (…) no existe otro candidato dentro del FpV que tenga el nivel de conocimiento y esa intención de voto…”. Por entonces y antes de las PASO, quisieron operar un acuerdo Macri-Massa. Veían con acierto que en la PBA se jugaba buena parte del futuro de la elección nacional: “…No veo a Macri habilitando una gran PASO cuando Massa se desangra solo día a día. De no mediar las Primarias, que actuarán a modo de primera vuelta, ya estarían acordando. Pero Macri cuenta con sumar el voto útil opositor luego de agosto: es al FR al que corre más el reloj. El establishment, en cambio, es más pícaro y puede jugar en la mesa de arena sin ensuciarse. Sabe que un triunfo importante del PJ-FpV en la PBA aleja las chances de un ballotage para cualquiera oposición. Y en consecuencia presionan”.

Cómo los ayudamos en PBA.

Tucumán también fue muy importante para el triunfo final de Macri: permitió desplegar la Operación Fraude. Decíamos entonces: “Las denuncias de fraude fueron aventadas aun antes de los comicios. Inmediatamente luego de las PASO, cuando la disputa se circunscribió a lo provincial –y habiendo visto los números del FpV, que solo perdió frente a Cambiemos en Yerba Buena, nuestro San Isidro local–, Cano y el radicalismo todo, Macri cuando vino a apoyar la fórmula del Acuerdo por el Bicentenario, se dedicaron a preparar el terreno para desconocer y deslegitimar el resultado. Pero es, en parte, lo que viene ocurriendo desde siempre. En esta ocasión, la diferencia estuvo en que se utilizó a Tucumán como plataforma para introducir la figura del fraude a nivel nacional, pensando en octubre. Aunque funciona a varios niveles, siendo uno de ellos el circunscribir la disputa en términos peronismo/antiperonismo. Peronismo como sinónimo de todo lo malo, claro (…) La manifestación estuvo fogoneada, eso fue claro. No solo por la irresponsabilidad de políticos de la oposición, medios y periodistas, sino por el activismo digital también. Me tocó sufrir el accionar de los trolls en Twitter, me llegaron cadenas de whatsapp con mentiras, si entrabas a Facebook era el festival de las imágenes diseñadas. Ahora, todo eso necesariamente actúa sobre una base fértil que es el descontento que movilizó distintos cacerolazos desde el 2012, y por distintos motivos. Agregaría, además, que en San Miguel de Tucumán o Yerba Buena se replica ese espíritu porteño, que no comprende al interior. De la provincia de Tucumán, en este caso”.

Fue un gran golpe de Cambiemos: Cano se portó como un soldado y la oposición toda debió encolumnarse detrás del reclamo republicano que servía solo a Macri, el opositor que había quedado posicionado luego de las PASO. Funcionó como un sistema de engranajes:
1) le restó votos clasemediero y urbano al FpV (solo en Tucumán: 57% en las PASO; 51% en la elección provincial; 48% en octubre y recién en noviembre retornamos al número de las PASO, 58%);
2) habilitó la posibilidad de desconocer un posible triunfo de Scioli en primera vuelta y
3) mantuvo el antiperonismo en sangre del votante opositor a niveles casi tóxicos, en aras de mantener el voto bronca antikirchnerista que premió a Macri en octubre/noviembre.

Luego, con el triunfo de Macri puesto, charlamos con la APU acerca del futuro del peronismo, ahora en la oposición, y las posibilidades a las que se asoma el futuro gobierno de Mauricio Macri. La subiremos completa, solo para tenerla también aquí, en el próximo posteo.

jueves, 26 de noviembre de 2015

El peronismo en la oposición

Antes de ir al grano, una breve esquela sobre Massa y Randazzo: el segundo es el peronista blanco que los medios prefieren para el PJ, apalancados en la inocencia del kirchnerismo emocional. Sergio, en cambio, no volverá al peronismo a menos que lo vayan a buscar para conducir; cosa que no sucederá. Tiene, entonces, dos posibilidades frente suyo: Enríquez-Ominami como sostenemos en este blog, o Fernando Henrique Cardoso como apunta Manolo. Vamos, ahora sí, a los bifes con el peronismo en la oposición.


“Mauricio Macri, protocolar y distante, desembarcó ayer al atardecer en la quinta de Olivos para una cumbre con Cristina de Kirchner, que el 10-D le pondrá la banda y le delegará el bastón presidencial. Un formalismo que, en un PJ que cruje, se traduce como una amenaza: que, con picardía política, Macri seleccione a Cristina como única interlocución con el peronismo opositor.
La posibilidad espanta a caciques del PJ, del interior y de Buenos Aires pero es la hipótesis que proyecta la Presidente sobre su futuro político. Fantasea con ser la jefa de la oposición que tenga, además, expresión legislativa y callejera con La Cámpora -o lo que perdure- capitaneada por Máximo Kirchner...
...En el PRO, desde antes del balotaje, proyectaban un escenario con el actual oficialismo segmentado entre el kirchnerismo, con epicentro en La Cámpora, y el PJ territorial. Y la intención, en principio no del todo explícita, de alimentar esas tensiones. "A Macri le conviene que el kirchnerismo siga existiendo", interpretó un operador que reporta en el PJ clásico...
...Pero Cristina no es la única que se mueve. Esta tarde Scioli reunirá a los gobernadores en el BAPRO para agradecerles por la campaña y la elección, una foto que retratará a los actores que, en voz cada vez más alta, objetan la conducción de Cristina de Kirchner y, sobre todo, el modo en que intervino La Cámpora, con la protección de la Presidente".

“...¿Qué ocurrirá con el peronismo? Qué difícil. Debe asimilar dos derrotas duras: Nación, pero más importante en términos simbólicos e históricos resultó la de provincia de Buenos Aires. Ello requiere de tiempo, pero a la vez no cuenta con mucho si quiere ser competitivo en 2017, algo ineludible camino a 2019. Mi deseo es que el peronismo se ordene en torno a los intereses sociales en pugna –algo que la agenda neoliberal de Macri debería facilitar–, aunque existe el riesgo de que las ambiciones personales supongan un escollo.
Si tuviera que arriesgar, diría que lo ideal sería un rápido reordenamiento en torno a una conducción que pueda articular los espacios e imprimirle una dirección a la acción. De otro modo, no solo estaríamos alejándonos del objetivo de retornar en 2019 sino, además, facilitando la tarea del macrismo en la desarticulación del Estado a favor del gran empresariado y las multinacionales.

APU: Se ha dicho y escrito mucho sobre las elecciones y la derrota del FPV. ¿Qué elemento central le gustaría sumar a ese debate?

RT: Que nos faltó parar las orejas y escuchar qué pasaba abajo. Se ha hablado de subestimación del electorado, de la renuncia a la representación de algunas nuevas demandas, y es todo cierto, pero creo que los errores primigenios fueron desestimar la intermediación política y el hacer política mirando hacia la conducción y no hacia abajo...".

lunes, 23 de noviembre de 2015

Una mancha del centro a la periferia: 10 apuntes post ballotage

Intentemos, todavía en caliente, una disección del resultado. Existen razones para el triunfo de Macri y razones para la derrota de Scioli. No son necesariamente las mismas aunque expliquen, ambas, el resultado electoral. Empecemos por la derrota del FpV.

1. Se resolvió la incógnita post 25oct: el voto de UNA resultó más opositor que peronista. El 71% a 28% de Córdoba es un mazazo tremendo. De la Sota, Massa, ¿pueden intentar liderar al peronismo como boquean? Tu vieja puede votarlos algún día, este humilde bloguero no lo hará. ¿Qué ocurrió para que la docta tuviera, en espejo, resultados del interior tucumano o santiagueño? Podemos enumerar: quienes viven de o alrededor de la agroindustria recuerdan todavía 2008 y creyeron tanto las promesas de Scioli como de Macri; eran dos proyectos de país y votaron a favor del suyo. Córdoba tiene además una rica tradición radical, pero no pueden haber sido gratis la revuelta policial de 2013 –cuando dejamos a los cordobeses librados a su suerte– y el impacto de la caída de la demanda brasileña sobre la industria automotriz, que opera desde 2012 con un esquema de suspensiones laborales.

2. Si Brasil quedó partida en Norte/Sur luego del ballotage entre Dilma y Aécio Neves, Argentina quedó partida al medio luego de la segunda vuelta entre Scioli y Macri. Todo lo que quede afuera de las razones de este posteo, se explica en este mapa:

Una mancha que se extiende del centro a la periferia
3. PBA. Ya señalamos antes la subestimación del electorado y la sobrestimación de los fierros. En esta nota de El Estadista desarrollan muy bien los resultados de la primera vuelta, pero desagreguemos nuestra hipótesis: en PBA se hizo todo mal. Desde la gestión de Scioli –a la que siempre, propios y extraños, calificaron como deficitaria– hasta el camino desarrollado para arribar a la candidatura de Aníbal Fernández. Desde estas páginas señalamos temprano la inconveniencia de hacer de Scioli el enemigo, cuando casi todo indicaba que sería el candidato posible, pero se prefirió estirar la cuerda y hacer –por ejemplo– de los maestros, alumnos y padres, rehenes de una interna política. El kirchnerismo duro operaba entonces bajo la hipótesis de que afuera del peronismo no existía nada. Y con muy poquito nos ganaron. Luego, o mejor dicho antes, la PBA fue siempre el terreno de disputa del peronismo: un gobernador sin poder de fuego propio, los intendentes con poder de aparato pero con el presupuesto per cápita comiéndoles los talones, el kirchnerismo que quiso bajar las escaleras para hacerse de la escritura, siguiendo la tesis de la casa peronista de dos pisos de Eduardo Fidanza y, finalmente, el quiebre de Massa en 2013. Luego, el desfile de más de diez candidatos para intentar, sobre el final, una imposición de Randazzo que, valga decir, operaba como factor de unidad. Florencio prefirió jugar al peronista blanco –y algún día quizás lo vote tu vieja, pero este bloguero soberbio jamás– y arribamos a la peor interna: Domínguez, un candidato con altos niveles de desconocimiento, versus Aníbal, el candidato con mayores índices de rechazo pero, además, quien menos caminó la Provincia. Si Randazzo servía para buscar los votos de Massa, las apelaciones de Aníbal a la pureza K y su defensa de La Cámpora no podían sino continuar alienando a esa porción del electorado. Lluvias, operaciones de prensa, una candidata sin prontuario (ni siquiera político): todo jugó luego a favor de una renovación política que era demandada por los bonaerenses y preferimos no ver.

4. La derrota del FpV en Jujuy me duele más que la de PBA, pero un peronismo cerrado frente a la sociedad, que no pudo o quiso renovarse, y el cuco Milagro Sala, bien explotado por Morales y Massa, determinaron el resultado en la Tacita de Plata. Para ahondar en el factor Tupac, se hizo de la organización un canto a los sectores populares, cuando representan a una fracción de ellos (y los resultados de UNA en octubre y Cambiemos ayer lo certifican), pero no se advirtió que representaba también un abandono por parte del Estado de funciones de su competencia. Muchos peronistas o filoperonistas jujeños me habían adelantado su voto a Massa, y quizás luego a Macri, en base a su rechazo a la organización.

5. El FpV. Scioli no le agradeció en su discurso de aceptación a Cristina. No han sido pocos los compañeros, aquí en Tucumán y en las redes sociales, que sostienen que CFK le jugó en contra y que allí reside buena parte de la explicación. También, valga decir, se puede leer (porque es una opinión más bien porteña) que Scioli no aportó los votos que faltaban para llegar al 40 o 45% en primera vuelta y cualquier candidato del riñón hubiera realizado una elección similar. ¿Mi visión? Ni lo uno ni lo otro. La realidad del peronismo involucraba a Scioli, los gobernadores, Cristina, La Cámpora, el progresismo, etc., y la alquilimia electoral alcanzada era no solo la posible sino la que mejor contenía a todos: Scioli contra Cristina no hacía la elección que hizo y el kirchnerismo puro, sin Scioli, no hubiera realizado la elección de DOS. Así como es un delirio sostener que Randazzo hubiera sido un mejor candidato –hubiéramos peleado el tercer lugar con Massa–, también me parecía irreal pedirle a Cristin que no fuera Cristina. Los motivos, además, exceden a estos meses de campaña.

6. Vamos con motivos generales y que hacen al imaginario mucho más que un par de spots. Una campaña no dura un par de meses: en el cuarto oscuro sospesamos la totalidad del último periodo. En materia económica, estos cuatro años fueron de aguante y no de conquistas. En 2012 decidimos diferir el pago de costos políticos por la sintonía fina y terminamos pagándolos igual. En este blog sostuvimos que la conflictividad que promovía la batalla cultural era bien tolerada y hasta festejada cuando tenía soporte en crecimiento e inclusión, pero cuando esto último flaqueaba, el relato operaba en la fidelización del núcleo duro pero, a la vez, expulsaba a adherentes/simpatizantes/votantes por la más simple mecánica de la teoría de conjuntos. Si guglean “gestión batalla cultural secundariamente loshuevosylasideas” verán que desde 2011 es una preocupación por estos lares. Señalamos también entonces la necesidad de abrir la representación que el 54% significaba. Se decidió por la contraria y la estrella con la que brilló Massa en 2013 obedeció a esto: representó a los que el kirchnerismo había dejado ir. Inseguridad y narcotráfico fueron sus caballitos de batalla junto con la expectativa de un peronismo sin kirchnerismo. Terminó, como acá lo adelantábamos, operando como colectora del macrismo. Un Marco Enríquez-Ominami cualquiera. Señalamos también cómo la autorreferencialidad, el comisariato político y la disposición de capital político en batallas infructuosas irían en detrimento del propio kirchnerismo. Pero bueno, este es un humilde blog. Perdió Scioli, pero perdió el peronismo todo. Lo que es más triste: contribuimos a que perdieran los sectores populares que necesitan de una presencia estatal activa en la defensa de sus intereses. Eso y no otra cosa es lo terriblemente imperdonable.

¿Vamos con las razones del triunfo de Macri?

7. Alertamos durante estos años algunas cuestiones respecto al campo opositor. Por ejemplo estas dos: un quiebre de Massa supondría incrementar las chances del no-peronismo en 2015, y que el negocio para la UCR estaba con Macri y no con Massa. Tristemente, no nos equivocamos.

8. Leeremos en estos días, hasta hartarnos, artículos sobre lo que mencionamos en el punto 6: la renuncia a representar del kirchnerismo. Pero esa explicación no termina de cerrar si vemos las propuestas de Macri: no supusieron llenar ese vacío. Pero fue lo que entendió su electorado, así que no hizo falta. Macri creció desde su 24% en las PASO al 34% en octubre y este 51% en ballotage: fue finalmente depositario del voto útil opositor. Lo votaron antes por su condición de antikirchnerista genuino (Massa siempre pareció impostado) que por su macrismo en construcción. Lo emocional antes que lo racional. Por supuesto, deberemos rever esas tesis del #findelperiodismo y la capacidad de penetración de los aparatos mediáticos. En 2011 mismo lo sostuvimos para Clarín: “la derrota no es un estado permanente, sino que depende de factores temporales, coyunturales y estratégicos”.

9. La demanda de oxígeno. Como las clásicas limpiezas norteamericanas de primavera, luego de la temporada otoño/invierno, la sociedad demandaba nuevos aires, nueva dirigencia, nuevas caras. Macri, Scioli y Massa en pole position desde 2013 enunciaban el corrimiento de la sociedad a posiciones conservadoras y centristas, pero también una demanda por menos confrontación. Pero no la confrontación entendida en clave kirchnerista, contra grupos de poder, sino tan solo que sacaran la disputa de su campo de percepción. Una propuesta que Scioli y el peronismo no pudieron ni podían ofrecer y que Macri, implícitamente, con su pretendida revolución de la alegría, prometía. Quedó claro, con el correr de la campaña, que la kirchnerización de Scioli implicaba disputa: mantener el empleo, el salario, consumo, gradualismo en el combate a la inflación fueron promesas de confrontación. Macri, en cambio, dejó que su condición de nueva fuerza y su alianza con el Mercado y los grupos de medios hablaran por él. No significa esto que su gobierno no enfrentará peleas, pero estas bajarán de los medios a la calle. Serán efectivamente corridas del campo de percepción. Si el FpV enfrentó a la SRA, a la AEA, a Clarín, el gobierno de Cambiemos –si cumple sus escasas promesas–, enfrentará conflictividad social por parte de sindicatos, estatales, maestros y jubilados. Esas demandas podrán parecer ajenas a quienes no sean directamente afectados.

¿Qué le faltó al FpV? ¿Qué debe corregir el peronismo con miras a 2017? Enumeremos algunas cuestiones. Quizás las desarrollemos en un próximo posteo: a) Faltó escuchar abajo. Nos jugaron en contra la comunicación unidireccional y la falta de intermediación; b) Faltó segmentación en el discurso y en la campaña. La estrategia de redes sociales del macrismo será, con seguridad, objeto de estudio. No tuvimos más que algunos comunicadores, el macrismo tuvo a todos los demás y, c) Faltó diseñar una estrategia con tiempo. Para el 2017 queda un año y no dos si contamos la luna de miel de la que gozará Macri.

Falta el punto 10, ¿no es cierto? Ahí va:

10. El Tata Martino ha gozado durante demasiado tiempo de la protección mediática que le deparó esta campaña electoral. No tiene más tiempo. O juega con Pastore, Di María más abajo y el Pipa Higuaín arriba (o busca otro 9), o renuncia en 2016. Basta. Cambiemos.

martes, 17 de noviembre de 2015

Qué subyace en cada voto y las razones del mío

¿Qué subyace en cada voto? ¿Qué piensa un votante de Scioli y qué uno de Macri? Las razones pueden ser demasiadas pero intentemos resumirlas muy simplemente: el de Macri está cansado del kirchernismo, quiere que se vaya la señora y también cree que se necesita más liberalismo y menos intervención estatal: que la gente pueda disponer de su plata como quiera, digamos. En el votante de Scioli predominan la adscripción peronista, la defensa del modelo kirchnerista y una cierta sensibilidad que implica a la solidaridad como un valor (ojo, el votante macrista puede también tener dicha sensibilidad, solo que en modo Ayn Rand: el egoísmo entendido como solidaridad), la certeza emocional de que los humildes ocupan un espacio mayor en el plano de la conciencia de un gobernante surgido de las filas del PJ.

La subjetividad manda, y creo que ahí estuvo parte del mérito de la campaña de Macri, que hizo una de amor y esperanza; pero que se centra –fundamentalmente– en la esperanza de rajar al kirchnerismo por parte de quienes lo odian. Bueno, eso y un montón de cosas más hicieron de Macri el presidenciable que es hoy: desde el contexto económico que no será de crisis (que, en algún sentido, hubiera ayudado al peronismo disidente por aquello de la gobernabilidad: era la esperanza de Massa allá lejos en 2013) pero tampoco es de bonanza. Hace cuatro años que no se aplica de esas medidas típicamente kirchneristas de transferencia directa de guita al pobrerío. Estamos más bien en un limbo económico y mi impresión es que la colaboración de Cristina en estos cuatro años, para con la Historia, fue evitar caer en una de nuestras clásicas crisis (que fueron por lo general de deuda, pero nos encontramos ante restricción externa y cuellos de botellas en la industria por todas partes).

La campaña de Scioli estuvo bastante dirigida a ese votante, al que ve la situación económica estancada pero no en crisis. Si me preguntan a mí, un exceso de racionalidad; pero quizás era difícil hacer una campaña más emotiva si tenés la emocionalidad en parte alquilada por el macrismo y en parte depositada a plazo fijo por el kirchnerismo. Salió por ese lado prometiendo mantener lo bueno del estos años pero adelantando desarrollo, substitución de importaciones, competitividad vía logística, en algún momento habló de minería y de inversiones pero para infraestructura y no para amarrocar guita en el banco perdiendo con los intereses como hizo Macri en el gobierno de CABA.

Ahora, más allá de adscripciones políticas, de sensibilidad social (que creo tenerla y me parece fundamental que el tipo que no se encuentra favorecido en términos económicos y sociales no sea arrojado a pampa y la vía por la meritocracia de orden protestante republicana que representa el macrismo), más allá de quién sea Scioli o si gobernara bien o mal la provincia de Buenos Aires, mi voto se explica –también– en que creo que llegamos a un punto de inflexión. Ya fueran interrupciones del orden democrático por golpes cívico–militares o las propias crisis económicas que favorecían los volantazos, la pendularidad de nuestra política y econonomía (¿cuál viene primero? ¿Cuál es la razón de la otra?) explican en parte nuestras restricciones, nuestros cuellos de botellas industriales, la previsión de quienes tienen guita guardada en el colchón para invertirla acá adentro (y prefieren sacarla afuera o guardarla a la espera de sí, ay, una devaluación bruta y brusca que los haga ganar mágicamente un montonazo en contante y sonante, con lo cual salir a comprar inmuebles o activos a precio vil a causa de la crisis, etc.), el hecho de que inteligentemente la gente todavía desconfíe de los bancos, etc., etc. Bueno, las propuestas de Macri, las escamoteadas al gran público pero que soltaron en exabruptos Melconian, Prat Gay o los mismos Michetti, Macri, y las propuestas de Scioli hacen ancla en ese punto de inflexión. Claro, Macri habla de esperanza y Scioli de desarrollo. Es más fácil lo primero, no genera ataduras o compromisos frente a la ciudadanía en caso de ganar. Y es muy difícil lo de Scioli: ¿fabricar componentes acá? ¿Recuperar industria pesada? ¿Conseguir mejoras en productividad que no se relacionen con devaluación del salario considerado como gasto? Ufff, dejá de mentir, Daniel. Pero para mí hay que intentarlo, aunque sea.

Bueno, se está haciendo demasiado largo, mejor resumo (ah, Scioli habla de cuidar el mercado interno; Macri nunca, y no es otra cosa que guita en la calle). Creo que tenemos la oportunidad de continuar con algo de kirchnereconomics, con una visión más nacional, y el compromiso implícito de evitar una crisis que lesione la legitimidad de ese modelo económico, u optar por la salida fácil de Macri. Quizás la kirchnereo demasiado pensando en términos históricos, pero considero que nos merecemos un país que derrote nuestra historia de crisis cíclicas. Puesto a pensar en el camino de una hipotética (y probable) presidencia de Macri, creo que los amarillos podrían optar por dos caminos: uno, de economía kirchnerista un poco más abierta, pero cuidando las variables básicas de salario, empleo, consumo; y otra que, creo, será a la que apelarán porque es el compromiso que tienen con sus votantes y sponsors: liberar cepo y devaluar. Son lo mismo, es una misma medida, pero para el clase media que quiere comprar dólares es darle chiquitaje y a los que juntaron dólares a lo pavote es multiplicarles la guita exponencialmente (y como eso luego se traslada a precios, etc., es una transferencia de guita fenomenal –el "¿quién paga, Mauricio?" de Scioli en el Debate–). Mi desesperanza es que Macri sería un gil y optaría por esta última, pensando en morigerar los costos vía dólares dulces de deuda (FMI, los mismos buitres engrosando su capital futuro, caso Black Rock). Por supuesto, esto implica que en algunos años nos vamos a encontrar nuevamente buscando un gobierno que junte guita en el BCRA y pague los intereses al tiempo que habla mal del FMI, de los fondos buitres que nos reclamen esa nueva deuda y que exalte la Vuelta de Obligado, ponga una estatua de Juana Azurduy en lugar de una de Colón y todas esas cosas que implican un empezar de nuevo otra vez. Pero bueh, esa es mi impresión nomás.

lunes, 16 de noviembre de 2015

10 apuntes sobre #ArgentinaDebate

El debate celebrado anoche constituye uno de esos hechos que, como una película, un libro o cualquier manifestación artística, permite distintas interpretaciones a partir de los diferentes sesgos cognitivos. El macrismo querrá ver ganador a Mauricio, el peronismo sostiene que ganó Scioli. Apuntaremos algunas opiniones, sesgadas pero objetivables:

1. Scioli tenía una doble misión: proponer las suyas pero, a la vez, exponer las propuestas que Macri escamotea al público luego de los deslices discursivos de Melconian y Prat Gay. La cumplió.

2. Macri también tenía dos objetivos: evitar caer envuelto en la estrategia de Scioli y plantearse por arriba del conflicto. Falló con creces en ambas y dejó asentado que se pone nervioso y pierde la paciencia con muy poco. Recién una hora luego, cerca de las 22:05, pudo recuperar el tono y mensaje de su apertura. Scioli lo pinchó un poco y Macri no soportó el cuestionamiento, cayendo en lo que cualquier manual de estilo contraindica, la descalificación ad-hominem: “parecés un panelista de 678", “tu planteo es autoritario, cínico, conservador".

3. Scioli dejó algunas frases para el recuerdo: “seguís insistiendo en debatir con el anterior gobierno. Debatí conmigo", “si no pudiste resolver el tema de los trapitos, ¿en serio creés que vas a poder resolver el narcotráfico?" o “Macri vetó además de los semáforos para ciegos y la ley de fertilización asistida, la oficina contra la trata (...) Evidentemente es más cómodo poner la responsabilidad en otro".

4. Macri dejó una imborrable: “me rindo". Pero además se le escapó el estilo altanero que tan bien venía escondiendo, por ejemplo cuando dijo “tenés que respetar los tiempos Daniel, por favor".

5. Macri le habló a los propios, defensivamente, al centrar sus ataques en Cristina, Aníbal Fernández o Berni. Scioli, en cambio, apeló a los votantes massistas, a los científicos, maestros y trabajadores.

6. En las redes sociales puede palparse la mejora en el humor de los adherentes y militantes oficialistas. La respuesta del macrismo se agota en “Scioli no respondió ninguna pregunta". Ergo, Scioli emergió ocupando el centro del debate.

7. ¿Ganó Scioli? ¿Perdió Macri? Un dato que permite una aproximación: Scioli salió a hablar desde temprano esta mañana con radios jugadas por la oposición. Macri en modo silencio de radio. 

8. Otro: Scioli dice hoy que él planteó un debate de cara al futuro y Macri debatió con el pasado. Mérito suyo.

9. Scioli se ocupó de plantear el enfrentamiento entre dos modelos de país y repitió que Macri representa al ajuste, la devaluación, el endeudamiento y los fondos buitres. Macri habló de esperanza, que para muchos de sus votantes no es otra que desalojar al kirchnerismo.

10. ¿Alcanzará? Solo podremos saberlo el próximo domingo.

Como dato de color, una charla en uno de mis grupor de Whatsapp: votan a Macri para que no haga lo que promete. ¿No es divertido?


domingo, 15 de noviembre de 2015

Tostão, otro contra de Martino

Se impusieron algunas —pocas— lecturas luego del partido empatado por la Selección frente a Brasil. Me parece demasiado optimista decir que la Selección jugó bien el PT cuando fueron algunos minutos de manejo de balón y, fundamentalmente, con los defensores pasándosela en media cancha. Algunas cosas se vieron por izquierda, combinaciones entre Banega y Rojo, algo aportó Funes Mori (quien cumplió el rol de Mascherano y Demichelis en algunos pasajes, siendo el jugador que da el primer pase). Teniendo tres números 5 en cancha, por todo mediocampo, me parece que es un dato para preocupar aunque sea muy bienvenido, por necesario, lo de Ramiro.

Sigue leyendo mal los partidos, sigue cambiando mal y tarde Martino. El mediocampo que lo explique él, aunque me dicen que iba a jugar Pastore por Banega (una buena; pero se lesionó, una mala). Ahora, ¿cómo se explica que el primer cambio después del empate sea uno de hombre y no de esquema por algo más ofensivo o que te permita atacar distinto? Argentina debía fabricar la superioridad numérica antes de llegar al área brasileña y no, en cambio, permitir que una defensa llena de dudas y errores groseros se reagrupara en su área para defender mejor. ¿Cómo se explica, además, estar en tu cancha, a 10 minutos del final, empatando con un Brasil horrible que llegaba únicamente cuando Neymar podía tocar o con cambios de frente (valga la aclaración: los hicieron desde el primer tiempo, es todo lo que intentaron, casi, ¿y no lo vimos para corregir?), cómo se explica entonces que saque a Higuaín y ponga a un petiso más como Dybala? Entró, tiró dos centros en el área y, claro, no había nadie para empujarla. Planificación no estratégica. El único atenuante del domingo fue retrasar a Di María para permitirle explotar sus cualidades, y no seguir desperdiciándolo como extremo, tal su metejón durante el último año calendario.

No se qué pensará Martino, que con lo que hay alcanza para clasificarse y que en el Mundial tendrá tiempo de armar un equipo, qué se yo. Pero los equipos campeones, España, Alemania, vienen armados desde antes y con variantes para ejecutar por si acaso. Mismo caso Holanda. Un Mundial se gana antes con un proceso previo y un esquema sólido y no colocando al espectáculo futbolístico adelante del carro.

En fin, Martino será un excelente padre de familia, un tipo ejemplar, pero se tiene que ir. Basta de poner "la idea" por encima de esquema, táctica, funcionamiento o de los mismos jugadores. Para verso ya tenemos bastante con esta campaña electoral. Por si fuera poco, está quemando jugadores llamados a ser recambio como Paulo Dybala. Cerremos con el peronista de von Clausewitz, Tostão:

«No primeiro tempo do clássico, o Brasil não jogou nada. A Argentina foi superior, fez um gol e poderia ter feito outro. No segundo, com a saída de Ricardo Oliveira, que tocou duas vezes na bola, o Brasil melhorou, mas só teve uma chance, a do gol. Tata Martino, com suas substituições, acabou com as esperanças de vitória da Argentina, ao colocar reservas dos reservas, ainda sem condições de jogar pela seleção...

...Críticos, de todas as áreas, costumam opinar mais pelo que gostariam de ver, pelo que imaginam e pelo ideal do que pelo que viram, pelo que se poderia fazer de diferente naquele momento e pela realidade...»

Y Martino parece más preocupado por ser un comentarista de la Selección que por efectivamente transformarla. Ya lo decía Perón, cuando se refería a la belleza de las ideas que no bajaban a plasmarse en la realidad. Martino es, así, un adelantado del macrismo (!). Y debe agradecer, en la intimidad de su atormentado corazón, por la campaña electoral en curso que impide ver la necesidad impostergable de ajusticiarlo públicamente en alguna plaza del país. Propongo una que está a cuatro cuadras de mi casa porque no quiero verlo por TV.

viernes, 30 de octubre de 2015

Massa: el otro, el mismo

Una vez más, como demostró a lo largo de su carrera política, Sergio Massa se apresuró en una definición. Cuando se imponía administrar los tiempos, generar expectativas, coquetear y dejarse cortejar como quinceañera, sucumbió —una vez más— a la presión de los medios y sus aportantes de campaña para contribuir al momentum macrista. La única preocupación de Sergio, desde que supo que no llegaba, consistió en colaborar para una derrota de Scioli y el peronismo.

La corta historia del ex candidato puede sintetizarse en su vocación por los saltos al vacío. ¿Se explicará en su juventud? ¿Su ambición lo lleva a quebrar compromisos con la pulsión adolescente de quien vive en un presente permanente y deshistorizado? Lo cierto es que en 2013 también se apuró, cuando se propuso como el Scioli que pretendía el establishment, hoy denominado Círculo Rojo, solo para ser descartado luego en aras de un candidato propio como Macri. Los cantos de sirena lo perdieron. En un contrafáctico de campaña más, de no haber quebrado, Massa sería hoy gobernador y Vidal la candidata a jefa de gabinete de Mauricio. Pero en lugar de armar su gabinete provincial, Sergio se dedica de momento a jugar por una derrota del peronismo —como Menem en 1999— pensando en liderar la oposición a quien pretende ayudar a llegar. Sin comprender acaso que así esté entregando el Frente Renovador, en su único nicho territorial, la PBA, al desangre a manos de Macri y la propia Vidal.

En 2013 advertimos en estas páginas que quebrar al peronismo era jugar a favor de Macri. Caben señalar también las responsabilidades del kirchnerismo por entonces, enfrascado y de espaldas a la sociedad en una batalla por el purismo ideológico, cuando el 54% obligaba a ampliar y no a circunscribir la representación. Las responsabilidades son compartidas entonces por este panperonismo, involucrando también a Scioli. Pero ni Cristina fue Menem ni tampoco Daniel Scioli es todavía Eduardo Frei, el representante de la Concertación chilena que perdió frente a Sebastián Piñera. Sergio Massa, en cambio, se esfuerza por ser Marco Enríquez-Ominami. Quizás lo aguarda, como al chileno, un destino político en el Legislativo.

Suponer que en 2017 el peronismo quiera buscarlo es un salto de fe más por parte del tigrense. Uno demasiado largo cuando, en su hipótesis de máxima, tendría que negociar con aquellos representantes peronistas contra los que jugó. No ganaron Aída Ayala, Romero en Salta o José Cano sino Capitanich, Urtubey y Juan Manzur. El criterio de cálculo político massista se revela entonces porteñocéntrico y dependiente de los medios, cuando su poder político se circunscribirá al Congreso y carecerá de raigambre territorial. El massismo se condenó así a la resistencia y al papel de fiscal de un programa de gobierno que no ganó, aunque tenga éste alguna representación en la sociedad. Lo adelantamos: del Síndrome De Narváez al Síndrome Carrió. Por si no bastara, la responsabilidad de Massa frente a la sociedad no será menor en un hipotético gobierno de Macri, pero frente al peronismo está responsabilidad configurará nada menos que una traición. En caso de un gobierno de Scioli, el destino de Massa sería aún más triste: la intrascendencia o la búsqueda de ser el nuevo Macri.

Martín Rodríguez sostiene que el Poder Ejecutivo transforma a quien lo ocupa en otro, en alguien nuevo. Se cumplió la hipótesis con Menem y Kirchner; quizás no con Alfonsín y Cristina. Massa, en cambio, carga el karma de querer ser Otro para llegar. Quizás allí resida parte de su encanto... y de su imposibilidad.

miércoles, 28 de octubre de 2015

¡Los voy a meter presos, ñoquis!

¡A ustedes también, tallarines! A los agnelottis no porque son muy ricos y a Horacio González tampoco porque votó a Scioli desgarr... Uy, ¿estaban ahí? Disculpen, practicaba mi discurso para captar voto massista.

Llegó el ballotage, un invitado que podía estar en los planes, claro que no acompañado de sus amigos Perder la PBA con Vidal y el 2,5% de diferencia en la presidencial. Ya en el post anterior intentamos exponer algunas razones, como la voluntad de cambio en la sociedad —mayor de la que todas las encuestas y hasta las PASO permitían presumir—, algo de voto bronca escondido en PBA y una dinámica que no se instala o modifica durante el tramo electoral sino que es producto de un goteo y decantación más lento y tiene huellas durante el último cuatrieno y hasta en los últimos diez años luego de que Cristina y Néstor derrotaran al duhaldismo para hacerse con el aparato de la única Provincia que en los medios se resume con mayúscula.

A propósito del aparato y los cortes de boleta, tengo la impresión de que se están haciendo los rulos hablando de traiciones, cuando lo cierto es que la gente corta boleta. Ocurrió en PBA pero también en Tucumán (33 mil votos menos a senador). En Santa Fe (24 mil votos menos a senador, rubro que se ganó mientras a Presidente ganó Macri) y en Entre Ríos (9 mil votos menos para Presidente, rubro que ganó Cambiemos mientras para gobernador fue triunfo del FpV). Ocurrió a lo largo y ancho del país. En ese sentido, esta elección tuvo algún viso de contienda legislativa. Para ilustrar con una anécdota, unos amigos jujeños, filoperonistas, me adelantaban la extraña alquimia del voto que pensaban emitir: intendente FpV - gobernador UCR - presidente FR. ¿No piensan que la gestión municipal que consideran buena tuvo relación con el gobierno provincial y nacional?, les pregunté. No los incomodó ni tampoco les importó: el componente emocional es más fuerte.

Hay algo del orden de lo emocional que llevó muchos votos al barco macrista. Magia, como en un crucero de quinceañeras que embarcan a Miami. No ocurrió así con el voto FpV y es uno de los déficits más importantes, en mi humilde opinión. Si rebobinamos, Macri no propuso nada. Ni 82%, Ganancias o bajar retenciones. Sólo levantar el cepo el 11 de diciembre y allá lejos en el tiempo. Luego propuso un sueño. O dos. Uno implícito: desalojar al kirchnerismo; y fue el que más votos le ofrendó. El otro fue más efectivo para sumar esos votos extras con los que sorprendió: propuso pertenencia, identificación. Vení que acá está la alegría, lo nuevo y lo distinto. El colchón de estabilidad que deja el kirchnerismo habilita el salto de fe. Si 2011 fue para el oficialismo la campaña del amor, 2015 pareció la del amor otoñal. Mientras Scioli hablaba de desarrollo, industrialización, mercado interno y AUH, Macri ocupaba espacio en la agenda con la adopción de un perrito, su cucha, #subtrenmetrocleta y ahora cartas para Brancatelli y algún otro kirchnerista. Vamos al punto: Scioli necesita activar el corazón del votante y no tanto su cerebro. A menos que consideremos que en cuatro semanas podemos dar un debate técnico y que éste sea más efectivo que buscar un lazo emocional, claro. Scioli parece haber entendido eso al trocar el Scioli para la Victoria por #AhoraDaniel.

Vamos a los votos, ¿adónde están? ¿En el 4% de Stolbizer, en el 3% del FIT, en el 2% de Rodríguez Saá o en el 20% de Massa que incluye parte del 6% de De la Sota? Algunos creen que se perdieron muchos votos K puros. Microclima militante; como los que no entienden los cortes de boleta. Hablarle al convencido es desperdiciar tiempo precioso. Si todo el esfuerzo no está puesto en conseguir más votos afuera del universo K, estamos jugando a favor de Macri, así el que hable se llame Máximo Kirchner. ¿Y cómo le hablamos al de afuera? ¿Asumimos el discurso de Massa? ¿Sumamos garrochazos massistas? Los acuerdos cupulares puede servir para el impacto mediático, para generar clima, pero no mueven efectivamente el voto. Para eso hay trabajar, desde abajo y también arriba.

Pero entonces, ¿qué hacemos? Cada uno tendrá, con seguridad, una receta. Somos 40 millones de técnicos, ¿no? —ANDATE, MARTINO—. La mía incluiría a Scioli trascendiendo las fronteras de los actos partidarios para ir a besar chicos en los barrios, charlar con la vecina (¡uy, entró esa palabrita en el blog!), escuchar al tachero en algún viaje y a los pasajeros en algún tren o colectivo (todo televisado, por supuesto). Contacto humano, que lo otro, lo partidario, ya está. Y si no, con el cuco Macri debería bastar. Macri, el cuco. Como propuso @aldojarma, y como bien elaboró Pagni, los ballotages fueron pensados para eliminar al que más temor causa. Menem en 2003. Le Pen vs. Chirac en Francia. Ergo, hay que revelar a Macri. Mostrar su gestión elitista e ineficiente con las cuentas públicas porteñas. Si Scioli ya mostró su gabinete, obligar a Macri. Y que ellos den el debate técnico. Que Peirano y Batakis pidan debate contra los candidatos de Cambiemos. Rabolini y Awada en la mesa de Mirtha. El voto antiMacri existe, tanto en CABA como en el voto de UNA. Hay que estimularlo y mucho.

La otra es conseguir el garrochazo de Durán Barba. Y me parece más difícil. Recordemos entonces las palabras de don Arturo: “nos metieron flor de pij... ¡Ah, no, nada puede hacerse sin alegría! Eso, eso".

lunes, 26 de octubre de 2015

Two of us: ballotage y 10 razones para explicarlo

Llegó el gran día y se transformó —si existiera un Quintín K— en un día macrista de mierda. Ni siquiera en los peores cálculos de un desgarrado cartabiertista o en los mejores cálculos de un republicano pagnista se preveía un resultado como el que finalmente se dio. ¿Qué pasó?

1. Las encuestas: exactamente al revés que en las PASO, cuando los encuestadores les taparon la boca a todos acertando de modo bastante ajustado, en esta ni el más amarillo se animó o vio lo que ocurriría. Horangel y Lilly Sullos dicen que son todos unos chantas.

2. El FpV perdió muchos votos en el camino de las PASO a la general y el macrismo los sumó. Esto, que parece una verdad de perogrullo, es lo que debe ser explicado. Empecemos por dónde para intentar llegar a los por qué.

3. La PBA: ¿Vidal gobernadora? Una porteña sin historia en el distrito, desconocida, sin equipos, ¿más Armendáriz que Armendáriz? Su triunfo representa un voto castigo a Aníbal Fernández, Scioli y a la misma Cristina. Pero nos ordenemos, porque las razones existen aunque aparezcan rutilantes recién con el resultado puesto:
a) el FpV, en su totalidad, subestimó al electorado bonaerense. Pensó que tenía la vaca atada y lo sometió, primero, allá lejos en el tiempo, a la disputa entre kirchnerismo y territoriales. Esta tensión se hizo más evidente en ocasión de los múltiples tironeos entre Cristina y Scioli, con el soberano como rehén de la política de conventillo; b) esta misma disputa es la que propició el quiebre del peronismo territorial y explica en buena medida el quiebre de Sergio Massa (volveremos sobre esto). Luego de disputas y quiebre, c) la gestión de Daniel Scioli, calificada por muchos como deficitaria (desde lejos no termina de ser esa mi impresión, pero confiemos en quienes trajinan la PBA). Si a este combo le sumamos d) una interna feroz organizada a las apuradas por la defección de Randazzo y e) el triunfo posterior de Aníbal Fernández, quien partió con la más alta imagen negativa entre los candidatos (y fue luego convertido en La Morsa), mas f) las lluvias producto del Súper Niño, tenemos una receta para el desastre y razones para que los bonaerenses entreguen, llave en mano, la provincia a Vidal.

4. La Región Centro: se esperaban mejoras en los números para el FpV. En Córdoba ocurrió, pero es evidente que el “cordobesismo" se nutre más de su componente antikirchnerista que del peronista. Así, Macri superó en Córdoba a Massa, quien hizo muchos esfuerzos por sumar el voto de De la Sota. En Santa Fe también mejoró Cambiemos y en Entre Ríos fue sintomática la buena elección a gobernador de un impresentable como Alfredo De Angeli. Hasta Del Sel podíamos explicar; los números del Mellizo ex Federación Agraria se explican en las ganas de desalojar al FpV y la tracción de Macri como candidato a competir un ballotage.

5. El NOA/NEA: si bien la apuesta de los gobernadores de la región por Scioli se probó acertada —con excepción de Jujuy; también volveremos a esto—, los números para DOS disminuyeron desde las PASO a la general. En Tucumán en -9 (PASO) y -2 puntos desde la elección a gobernador. Quizás Santiago pueda haber escapado a la lógica. Los números para Massa en la región, además, se mantuvieron desde las Primarias. En todas partes, mejoró Macri.

6. Jujuy. Demasiados años de gobiernos peronistas ininterrumpidos, muchos de ellos con Fellner. Un gran laburo —vale reconocer— territorial de Morales, el más peronista de los radicales. Triunfo de Massa en la categoría a Presidente (traccionando a Morales) y la candidatura y visibilidad de Milagro Sala que operaron en detrimento del FpV. Los números del Frente Renovador se explican en buena medida en sus críticas a la Tupac Amaru y en las promesas de combatir el narcotráfico en frontera con las Fuerzas Armadas. En San Pedro de Jujuy perdió un histórico que parecía imbatible, el turco Moisés.

7. Macri. Si tuviera que explicarle su crecimiento al politólogo sueco amigo de Mario Wainfeld, debería decirle: a) muchos años de peronismo —no son pocos los votantes que solo vivieron bajo el kirchnerismo y no conocieron de primera mano los estragos de las políticas neoliberales—; b) una gran campaña en redes sociales, con mucho dinero en publicidad pero, además, una correcta estrategia de viralización. Prevaleció el mensaje de que había que votar a Macri para evitar un triunfo de Scioli en primera vuelta; y c) Macri comenzó a recabar estos números cuando en Gualeguaychú el radicalismo adscribió a su candidatura. Siguiendo los votos que ya mudaban, con seguridad, pero aportando ahora lo suyo la UCR en las disputas por las gobernaciones. Caso sintomático: Brizuela en Catamarca, muy cerca de Corpacci. En Tucumán, al votar desdoblado, no alcanzó siquiera el 30% (26 con algo). Ah, d) Mauricio todavía se ríe de quienes le aconsejaban pactar con Massa y agradece mucho el peronismo dividido.

8. Massa. Evitó la polarización, aunque no le alcanzó para acercarse siquiera a Macri como prometían. Así, como señalamos en innumerables ocasiones en el blog (y a contramano de lo sostenido por casi todo el kirchnerismo), Massa se transformó en el garante del ballotage, al sustraer votos que antes formaron parte del 54% de 2011 y otorgarle al filoperonismo (sectores medios bajos) enojado con el kirchnerismo una vía por la cual expresar su descontento sin caer en el voto a Macri. Más peronista en PBA, más opositor en el interior, el voto de Massa resultará clave para el ballotage. ¿En sus votantes prevalecerá el eje peronismo - antiperonismo en beneficio de Scioli o el eje kirchnerismo - antikirchnerismo para favorecer a Mauricio Macri? El correr de los días irá develando ese misterio. Por lo pronto, podemos decir que Massa cumplió hasta ahora el rol de Marco Henríquez Ominami en Chile, cuando por primera vez triunfó la derecha con Sebastián Piñera.

9. ¿Por qué, mamá? Resulta evidente que el antiperonismo expresado en Macri y el antikirchnerismo expresados en Macri y Massa resultaron más potentes de lo que las PASO permitieron prever. La situación económica e institucional del país —como bien dijo Cristina: una elección en un país normalizado—, otorga además un colchón para que buena parte de la ciudadanía (sectores ABC1 o con sus pautas culturales, de grandes centros urbanos y con necesidades básicas satisfechas) se animen a intentar un cambio por el cambio mismo. Deberemos reconocer, en este sentido, que contrario a la data de la que disponíamos, el aparato de medios y propaganda goebbeliana (!) de la CABA tiene todavía injerencia en la construcción de la realidad y, por ende, en el direccionamiento del voto ciudadano.

10. Quien piense que la campaña fue determinante, subestima al electorado concediéndole solo memoria reciente para elaborar sus decisiones. Estarán, por supuesto, equivocados, y sus análisis girarán en torno a contrafácticos. Habrá que apedrearlos en la calle (!). La clave de la elección pasará por comprender al electorado. Si no lo hace Scioli, lo estará haciendo Macri, así que a modo de consejo, si pretenden desgarrarse por lo que viene en cuanto agenda, pónganse ratisalil, usen vendas y pidan el cambio cuando sientan que se contracturan.

martes, 20 de octubre de 2015

#LosHuevosPresidenteDeLosBlogs

Ahora que la campaña entra en su recta final, podríamos decir que en una semana no hay tiempo para modificar lo que dos meses, diez meses, dos años o cuatro u ocho o doce no pudieron. Entonces, cuando la única incógnita electoral es si Scioli ganará en primera vuelta este domingo –y clausurará, por fin, este clima de elecciones permanentes–, o deberá esperar a noviembre para derrotar en balotaje a Macri (la desazón del campo más furiosamente antiK se explica por esto: el estancamiento de Macri desde las PASO hasta hoy predice mejor que nada el resultado de una hipotética segunda vuelta), aprovechamos para hacer autoproselitismo y acariciar el ego con algunos aciertos de este blog a lo largo de estos años. Sepan disculpar el narcisismo.

En agosto de 2011 alertamos contra el riesgo de subirse al carro de la victoria comodísima de Cristina, algo que finalmente ocurrió con el recordado “vamos por todo”: “…No todo el voto es convencido, ideológico, de defensores del "modelo". Además de los votos de Cristina, de los compañeros gobernadores, de los aliados, del voto cruzado, hay que considerar también la existencia de ese voto no ideológico, no convencido, pragmático. Y también debe haber un voto castigo a la oposición (…) El frente externo, si bien opera favoreciendo a CFK, puede complicar la gestión. Existen votantes conservadores. Y el oficialismo deberá atender también sus demandas. Significa incorporarlas al mix que es el kirchnerismo, algo que puede causar algún malestar en los sectores más progres…”. Cuatro años después, sirve en parte para explicar por qué es Scioli el candidato y por qué los tres principales contendientes se posicionan desde el centro hacia la derecha del arco político.

En junio de 2013 previmos que, de quebrar, Massa no podría sostenerse pese a su por entonces probable y luego refrendada victoria en la PBA. Decíamos: “...En un clima comunicacional hiperpolarizado, de ingresar a la arena se vería compelido a tomar posición por uno u otro lado, pagando costos en cualquiera de los casos. Aún si intentara un casi imposible equilibrio (…) Pensar en un gobierno 2015 sin el kirchnerismo es proyectar un gobierno herido (y) Nadie por fuera del peronismo oficialista representa una amenaza para 2015. De Narváez perdió…”. Vaya si se le cumplió el Síndrome De Narváez a Sergio. Ahora, si en lugar de buscar cómo regresar al peronismo planea convertirse en líder de la oposición, comenzaremos a leer que a Massa lo acecha el fantasma del Síndrome Carrió, con todo lo que ello implica.

También en 2013, en ocasión del cierre de listas que catapultó al estrellato efímero a Massa y a Martín Insaurralde como su competidor, fue usual leer en los medios que el gran perdedor había sido Scioli (“de un lado quedó ubicado el kirchnerismo, del otro Massa y finalmente obsoleto, sin lugar, Scioli”, decían) y que aquello, prácticamente, finalizaba su carrera política (por lo menos dentro del oficialismo). No estuvimos de acuerdo: “…creemos que no hay que darlo por muerto, ya que la obsesión del sciolismo, desde siempre, fue ser bendecido por el dedo cristinista, y las chances no han sido clausuradas. Más bien este acto de fe, al correr detrás de CFK y haber renunciado a construir estructura (o sustraérsela al oficialismo), lo posiciona…”. No nos equivocamos. También sostuvimos entonces que “…Aunque la ecuación política de sumarlo a la campaña por su miedo al efecto Massa (sobre su propio futuro político) sin abrirle la lista parezca maquiavélicamente brillante, es una ofensa (y van, aunque también volvieron) a quien hoy todavía aparece como la posibilidad de aterrizaje más calmo a la experiencia kirchnerista, y que frente a la posibilidad de una derrota en estas legislativas podría ser la alvearización deseada…”.

Ya por entonces hablábamos de alvearización para referirnos, apelando a diversos planos del imaginario alvearista, a una continuidad aunque no fuera esta pura. Pensando en un requerimiento de la sociedad por una “normalización” de la disputa política, en el pasaje de una etapa personalista a una más abierta –lo que sería, imaginábamos, un reclamo del peronismo luego de ser columna durante estos años kirchneristas–, pero también considerando la impronta del propio candidato cuando las circunstancias parecían apuntar hacia él (algo que advirtió, mal, Sergio Massa, quien se postuló como el Scioli que buscaba el establishment para que finalmente lo descartaran). Nos sorprendió luego el kirchnerismo, gratamente, cuando él mismo dio inicio a la etapa alvearista: “Les tenemos malas noticias: fue el propio kirchnerismo el primero en hacer algo parecido al poskirchnerismo. Comenzó a ensayarse luego del triunfo del 2011: la alianza con Moyano estaba rota, CFK se acercó a la UIA, se intentó algo de sintonía fina como eufemismo para un ajuste que, vale decirlo, se proyectó sobre los sectores más acomodados de los deciles superiores (…) Se habla de giro a la derecha, de retorno al peronismo conservador, de abandono del progresismo (…) ¿Porque mandamos gendarmes al conurbano? ¿Porque se busca pactar con gremios y empresarios como una herramienta para contener la inflació? ¿Porque arreglamos con Bergoglio modificaciones al Código Civil? Sí, todo eso está a la derecha del anterior kirchnerismo, ¿pero está a la derecha de las opciones de poder al oficialismo, el panrepublicanismo, Macri o Massa? (…) Entonces resta Representatividad o demasiada espalda, como Ramón Díaz en River. Se probó lo segundo en estos años, se intenta lo primero ahora (…) a no llorar como vírgenes desfloradas y troskas cuando siempre supimos que se trataba de un reformismo burgués tibión y putito…”. En este de “la ancha avenida de Scioli” también debatimos la alvearizació y la dinámica que le daba sustento.

Luego, en 2014, advertimos que la UCR finalmente arreglaría con Macri y no con Massa. El tiempo probó acertado el análisis. Señalamos que en 2015 primaría lo local sobre lo nacional, y así se fue construyendo el probable triunfo del FpV en este turno electoral. Hacia fin de año, cuando todavía era sentido común que en caso de balotaje el peronismo perdería contra cualquiera (Macri o Massa), advertimos que también en segunda vuelta podría triunfar el oficialismo.

En este 2015 señalamos por qué no era negocio para Macri arreglar con Massa y muchas cosas más, pero ya se hizo largo, Martino aún no renunció y este próximo domingo puede definirse quién conducirá el país por los próximos años. Si es Scioli, esperamos que su primera medida sea la repatriación de Alejandro Sabella o la extradición del Cholo Simeone, ya que no agarrar la manija de la Selección en estas circunstancias debería estar tipificado en el Código Penal.

jueves, 15 de octubre de 2015

Contrafácticos de campaña

La carrera electoral que aún nos convoca estuvo plagada de teorías contrafácticas para explicar por qué la realidad —esa hija de puta—  no fue amoldándose a los deseos de las distintas fuerzas, candidatos o periodistas. Aquí intentaremos un breve repaso porque el blog es mío y hago lo que quiero.

1. Bastaba ser el candidato de la oposición para ganarle al FpV en ballotage: el presupuesto que guió las campañas de Macri y Massa. En un remedo de 2003, consideraron que el candidato oficialista, fuera quien fuere, sería Menem vs. Kirchner. Uno puede preguntarse si efectivamente lo creyeron o fue el único relato que pudieron presentar, considerando que es el escenario que intentaron crear los medios “independientes". Sea una u otra la razón, desnuda no solo miopía política sino un déficit de creatividad tremendo. El sciolismo, más encorsetado por el relato kirchnerista, supo en cambio saltar el cerco y proponer una idea de futuro apelando a la idea de “desarrollo".
Como venimos sosteniendo, la elección no se encuentra finiquitada cuando todavía debe expresarse el soberano, pero aun en caso de ser necesaria una segunda vuelta, parece muy difícil que Macri, o aun Massa, puedan triunfar sobre Scioli. Ya 2013 verificó al FpV como primera fuerza nacional y la evolución de las encuestas antes y luego de las PASO —fundamentalmente— hicieron lo propio con el verso de “si el 60% que no votó al kirchnerismo...". Ocurre que es un poquito más complejo que las categorizaciones que la prensa utiliza para simplificar y operar.

2. Si Macri y Massa se hubieran juntado le ganarían al kirchnerismo. En esto el macrismo no se equivocó: una alianza así hubiera trasladado votos desde Massa a Scioli, acercando al FpV al 45% definitivo. Para Macri no era negocio regalarle al del FR —como en 2013— votos en la PBA para que luego, de arribar a un ballotage, no tuviera a Sergio en la boleta porque en PBA no existe segunda vuelta (menos aun conociendo la afición de Massa por cagarse en los acuerdos). Este escenario hipotético le hubiera servido al FR para acercarse a la Gobernación; no para ganarla pero sí para evitar la diáspora y constituirse en un factor de peso en esa provincia. Continuando con la política ficción, suponemos que esto era alentado por el establishment para fortalecer a Massa y tener a alguien musculado dentro del peronismo para empujar con su agenda y pretensiones.
La opción de Macri, en cambio, fue siempre peronismo vs. antiperonismo en un ballotage. Muy difícil: no le tocaron las condiciones ni demandas de las que gozó en 1999 Fernando De la Rúa.

3. Si Massa llega al ballotage le gana a Scioli: Sergio como Marina Silva. Hablamos largo y tendido sobre esto (busquen en la etiqueta “Brasil"), pero podemos resumirlo así: en Brasil buscaron encumbrar a Silva considerando que en un ballotage Rousseff vs. Marina, los votos más decididamente opositores de Aécio Neves irían hacia la opositora. No así los de Marina que, como los de Massa, se repartirían entre Dilma y Neves.
Lamentablemente —para Massa— esto es contrafáctico aún en Brasil, y acá creemos que Rousseff le hubiera ganado de todos modos a Silva. Entre otras cosas porque, como el FR, el partido de Marina no contaba con la estructura y apoyos necesarios y los saltos al vacío solo ocurren en situaciones de crisis extremas.

4. Si el radicalismo se hubiera aliado al Frente Renovador y no a Macri hubieran demostrado visión estratégica por el punto 3. Que gracioso: Sergio quería “ayudar" a la UCR a ganar gobernaciones e intendencias para luego, en caso de ganar, recurrir al peronismo. El radicalismo sabía, además, que sus votos son más antiperonistas que los de Massa y ya estaban, en buena proporción, con Macri, quien además medía mejor en los distritos grandes y más tradicionalmente radicales.

5. Randazzo hubiera sacado lo mismo que Scioli porque el candidato es el proyecto. Esta miopía de algunos dentro del oficialismo me provocó algún dolor de cabeza. Si la candidatura de Scioli “trae" al PJ nuevamente al centro de la escena, una de Randazzo hubiera refrendado (en los papeles, la realidad puede luego ser cruel) una continuidad más pura del kirchnerismo. Claro que tenía el pequeño problema del altísimo desconocimiento e instalación de Florencio: un candidato no se construye en un par de meses y si entre Scioli y el electorado no existe un alto vínculo emocional, con Randazzo éste hubiera sido nulo. Existían problemas de ingeniería electoral, además: gobernadores e intendentes querían a Scioli como candidato pero, más importante quizás, Scioli mismo se quería como candidato. Un quiebre del dispositivo oficialista fue siempre el sueño húmedo del establishment y sus voceros: hubiera acercado a Macri a la presidencia y a Cristina a convertirse en la madre de la derrota y pasar a la Historia, al igual que Menem, como alguien que jugó en contra de su propio partido. ¿El Modelo como proyecto en ese caso? Bien, gracias.

Con seguridad se me escapan otros contrafácticos de esta campaña. Para evitarlo, vamos a intentar unos cuantos, si total es gratis:

1. La corrupción del kirchnerismo, el macrismo y el massismo catapultan a Margarita y Rodríguez Saá a segunda vuelta. A una semana del ballotage van cabeza a cabeza en las preferencias hasta que Stolbizer promete crear un Ministerio de la Felicidad a cargo de Hermes Binner, todo el mundo lo toma como un buen chiste y genera una corriente de simpatía que la deposita en la Presidencia.

2. Scioli, Macri y Massa se alian para crear el partido Cambiemos por la Renovación de la Fe, la Esperanza y el Deporte. Stolbizer va como Parlamentaria al Mercosur y los tres precandidatos proponen a Carrió para la Corte Suprema, Sanz como jefe de gabinete y Cobos como vice del que resulte ganador en la interna.
Del Caño obtiene el 54% en octubre y en la ceremonia de asunción dice que lo del control obrero de las fábricas está muy bien pero que el mundo cambió y le toma juramento a Melconián como ministro de Economía.

3. Con los votos del aparato, la fórmula Sanz-Llach le gana la interna a Macri y Carrió. Todos se preguntan qué mierda pasó, se cagan de risa y dicen no, está bien, volvamos a votar.

4. Perón resucita, ve cómo juega la Selección, tira un 5x1 y el pueblo enardecido sale a quemar a Basile, Batista, Bielsa y Martino. Como les falta uno para los 5, queman también a Caruso Lombardi y el humo impide que se realicen las elecciones pero igual la fórmula Perón-Scioli gana con el 78% de los votos contra la fórmula del Arcángel Gabriel-Michetti.

domingo, 11 de octubre de 2015

A dos semanas: el peronismo y el no peronismo

¿Qué se puede decir que no haya sido dicho a dos semanas de concurrir a las escuelas para votar? Veamos lo dicho entonces, pero intentemos profundizar.

Scioli gana el 25 de octubre. ¿Será presidente en primera vuelta? Casi todas las encuestas, incluso la de Poliarquía hoy en LA NACION, lo dan ganador si los márgenes de error favorecen al FpV y no así a Macri. Lo dijimos: el voto se encuentra estabilizado en compartimientos prácticamente estancos. Lo cual resulta un problema para DOS pero uno mayor aun para Cambiemos: la evolución post PASO indica que no hubo traslado de “voto útil" hacia el segundo, lo cual puede constituir un adelanto importante de lo que podría ocurrir en caso de una segunda vuelta electoral. Dicho de otro modo: no es tan voluminoso el antikirchnerismo (como lo creían los think tanks opositores) y se reparte entre Macri y en menor medida Massa. El antiperonismo duro, por su parte, parece también haber alcanzado su techo con el casi 30% de Cambiemos (pero Poliarquía parece advertir que es aún menor). Estos datos son los que llevan a figuras comprometidas con la oposición, pero que no comen vidrio, a decir que Scioli ya ganó.

En este blog preferimos ser más cautos, aunque fuimos los primeros en sostener públicamente que el FpV también tenía chances de triunfar en ballotage cuando todos sostenían lo contrario.

Esto vendría a certificar que, en caso de segunda vuelta, muchos votos del massismo, del cordobesismo, migrarían a Scioli. Pero también existe un voto antineoliberal —o antiMacri en esta circunstancia histórica— que explica en parte por qué no creció Cambiemos desde las PASO (ya apuntamos que el caso Niembro es pobre como razón, y que antes actuó como un stop o lomo de burro en el camino de la campaña amarilla.

Sirvieron también los resultados de las PASO y la evolución posterior de los números de las encuestas para certificar que el kirchnerismo no chocó el barco y los pronósticos catastróficos del arco opositor más antiK restó verosimilitud a sus diagnósticos y propuestas posteriores. Perdió de este modo Macri. También que el peronismo había comprendido los desafíos de la hora, y como un sistema mismo, tendería hacia la homeostasis y no se dejaría barrer sin más. Poco de vegetal y más de animal en dicha actitud. Perdió así Massa, quien además comprendió a poco de triunfar en 2013 que debía republicanizar su discurso pues el quiebre con el kirchnerismo supuso también un quiebre con el peronismo.

Como advirtieron muchos ya, fue Scioli quien cometió menos errores en esta carrera electoral. Macri sumó más errores no forzados y Massa de ambos, forzados y no. Es justo reconocer también que pese al deseo de todo el arco opositor —la prensa, fundamentalmente—, el kirchnerismo duro, pese a sus prevenciones, jugó a ganar con Scioli antes que perder como campeones morales. Cristina ha dado una prueba concreta más de su finísima lectura de lo que la trascendencia histórica implica: aun cuando no se tratara de una continuidad pura, Argentina necesitaba prolongar un ciclo en el tiempo más allá de lo que fueron el menemismo o el propio kirchnerismo. Ni más ni menos que lo que propone la campaña: que no sea volver a empezar, para hacer a la estabilidad económica cortando las clásicas crisis cíclicas nacionales, pero también a la estabilidad política, cuando ha sido el peronismo el único sobreviviente de la crisis de representación de 2001. El no peronismo necesita todavía tiempo para estar en condiciones, alguna vez, de ganar pero también mantenerse en el poder.

jueves, 8 de octubre de 2015

Para judicializar el resultado electoral

Muestran las cartas, son así de pornográficos. Ya debimos soportar que acá, en Tucumán, hablaran —lo que es peor: sentenciaran— de la plena validez del voto (esto es, hay votos que tienen validez completa y otros que valen menos; un tercio, ponele, cuando valen algo) e intentaran anular el resultado electoral. Consiguieron una victoria para sus términos: deslegitimaron el voto popular, judicializaron el resultado de los comicios y comprobaron que pueden conseguir apoyo social que ocupe el espacio público en reclamo: las sucesivas plazas que irrespetuosamente denominaron “Tucumanazo" y los tractores de la Sociedad Rural. El de la prensa podemos descontarlo, puesto que sabían de antemano que podían contar con él.

Tucumán, como señalamos, fue un globo de ensayo para instalar la figura del fraude y cualquier intento por judicializar lo electoral con miras a las elecciones nacionales del 25 de octubre. Como bien apuntó @AldoJarma, Cano no llevó a la Corte Suprema su reclamo pues un fallo de la misma hubiera supuesto un precedente que inhabilitaría a Macri para reclamar luego. Lo descartaron cuando no les sirvió más.

Ayer leíamos a Jesús Rodríguez en LA NACION, hablando —como antes hicieran con la calidad del voto— de la calidad de la gobernabilidad, apelando a razones de orden moral (ajá) y prácticas. Las segundas las resumió Macri en el debate cuando preguntó quién gobernaría en lugar de Scioli: si Cristina, Zannini o La Cámpora. No solo se trata de una proyección psi de los graves problemas que enfrentaría Cambiemos para conseguir algún grado de gobernabilidad, en razón de lo endeble de su conformación y los desafíos legislativos al proyectar un ajuste, sino además de una deslegitimación de la figura presidencial. Lo que hicieron con Néstor y Cristina apelando al “doble comando". Se rasgan las vestiduras por las instituciones y atacan el contrato social que implica el voto popular y a la figura central que determina nuestra Constitución en el PEN.

Ahora leemos a Pagni, que completa el círculo con el que intentarán deslegitimar/anular/judicializar (tache la que no corresponda o marque todas) las próximas elecciones: el voto en blanco. Dice: “...algunos asesores de Mauricio Macri se han planteado un interrogante: ¿cómo debe contabilizarse el voto en blanco para las elecciones del próximo 25? La incógnita debería estar saldada. Pero la jurisprudencia ofrece una laguna. O, lo que es más interesante, posiciones encontradas. La cuestión es estratégica. La Constitución establece que para alcanzar la presidencia hay que obtener el 45% de los votos, o más del 40% siempre que se obtenga una ventaja superior a 10 puntos respecto del segundo. Si el universo sobre el cual se realiza el cálculo incluye los votos en blanco, para alcanzar el 40 o el 45% haría falta un mayor caudal electoral. Dicho de otro modo: aumenta la probabilidad del ballottage...". En Nestornautas realizan un buen análisis de la legislación electoral y marcan algo fundamental: buscarían saltear la Cámara Electoral Nacional como saltearon en Tucumán la Junta Electoral Provincial. Saben adónde tienen amigos o cómo ocasionar mayor daño.

Quieren ser Presidente y no entienden la diferencia entre votos afirmativos y votos válidos. Bah, entienden, pero les importa un carajo la democracia, el voto, la Constitución y la Cámara Electoral. Uno lo entiende del macrismo y hasta de este radicalismo residual del que Alfonsín probablemente renegaría. Pero este tipo de jugadas requieren de la coordinación de toda la oposición para ser efectiva, por eso la foto de Cano, Macri, Sanz, Stolbizer y Massa. Se entiende la apelación republicana de este último, en su disputa por el voto opositor con Macri, pero un peronista bancando la deslegitimación del voto, luego de años de proscripción, me resulta francamente incomprensible. El massismo acompañará la jugada de realizarse esta. Lo adelanta una de sus espadas, el @VascoAmonda en Twitter:


El meollo de la cuestión no hace a la optimización del sistema ni a propósitos superiores de orden moral y/o defensa del voto de la gente, como arguyeron varios luego de Tucumán. Es más simple: Scioli y el FpV sacaron en las PASO, escrutinio definitivo, 38,67% de los votos positivos. Computando los votos en blanco, el porcentaje de votos válidos cae a 36,69%. ¿Cuáles tomar?, preguntan a coro Carlos Pagni, los asesores macristas y el massismo. Republicanos de Capriles.

No se votó aún pero ya pretenden desconocer el resultado y criticar las reglas de juego con las que aceptaron participar y con las que perdieron pero también ganaron elecciones en el pasado. Más que un escenario brasileño, en el que Aécio Neves reconoció su derrota (por muy poquito), buscan un escenario a la venezolana. Algo así como reconocer que son una oposición bananera o gusana.