sábado, 28 de febrero de 2015

Unión Democrática, Caprilismo o Primarias Opositoras Para Todos

¿Qué será de la próxima Convención Nacional del radicalismo? ¿Triunfará la visión de Sanz, la de Cobos, la de Morales… Solá, digo, y la de todos aquellos que pretenden recrear aquella entente electoral pergreñada para derrotar a Perón en 1945? Lo cierto es que se habla mucho del tema pero no del por qué. Se lo da por supuesto: es el temor a que el peronismo oficialista triunfe en primera (o aún segunda vuelta como en Brasil, arriesgamos aquí). Pero si en 2013 parecía que Massa ya era Presidente y ahora Macri casi que lo pone a Larreta de JdG… no, jefe de gobierno no, sino de Gabinete, en el puesto recuperado por Aníbal Fernández. ¿Qué les pasó?, puede preguntar Tenembaum... Ocurre que Macri y Massa no se despegan con claridad, y el PJ-FpV no deja de ser primera minoría con porcentajes cercanos al recoletado en las pasadas legislativas. Es decir: el oficialismo necesita algo así como 10 puntos más para triunfar en primera vuelta y los distintos candidatos opositores poco menos de 10 también para superar los 30 y forzar un ballotage. Sumemos, entonces, dicen desde las usinas de pensamiento opositor, a Macri, Massa y el radicalismo. El famoso 70 a 30 de 2013 porque en política todo da igual, ¿nocierto?

No, no es cierto.

Pero vamos por partes. Carlos Fara, en el Estadista, Manolo Barge y Abel Fernández en sus blogs, juntos pero separados intentan analizar las perspectivas opositoras y sus posibles caminos. Fara le dice a la UCR que le conviene aceptar ser la columna vertebral de una nueva Unión Democrática pero sin conducirla, tarea que debería recaer en Massa porque es el que le pag... Ok, ok. Aquí creemos que el radicalismo iría antes con Macri (y explicame por qué debería ir detrás de un candidato que está amesetado/cayendo mientras el porteño asciende; o que podría encolumnar a una porción del peronismo en caso de ganar y dejar a los radicales con la ñata contra el vidrio; o sin una figura medidora en ningún distrito –ni siquiera en la PBA–, fuera de él mismo). En fin, digo esto teñido por un interés: al peronismo le sería más fácil confrontar con Mauricio que con Sergio. Lo que nos lleva a recordar las elecciones en Brasil, tema largamente tratado en el blog (ver la etiqueta). Resumamos para vos que tajaí haciendo fiaca: Marina Silva era la Massa de ellos, cuña del mismo palo, la posibilidad de acumular electores opositores y también afines al oficialismo pero cansados también de las formas, la corrupción, etc. Pensando en la segura segunda vuelta, parecía más factible que Aécio Neves, como tercero, tributara la totalidad de sus votos en Marina mientras que Silva corría el riesgo de dividir su voto entre el PT y el PSDB. El mismo temor que expresa ahora Ernesto Sanz como vocero de factores del poder económico: que no se diluya la opción Massa porque muchos de sus votos podrían retornar al FpV. Y tiene razón, agreguemos.

Fueron los resultados en Brasil, también, los que asustaron a nuestros think tanks opositores vernáculos, telúricos y folclóricos: desde entonces presionan por la unidad, cuando antes parecía que flotar resultaría suficiente y el opositor más avispado se la llevaría fácil. Pero ocurre que por sus porcentajes, Macri y Massa parecen encaminarse a cumplir el papel de Alfonsín y Duhalde en 2011, cuando ninguno pudo hacerse acreedor al voto útil luego de las PASO (y éste recayó en Binner como bien recuerda Manolo y este escriba insidioso en aquella entrevista con la Agencia Paco Urondo).

¿Es posible, entonces, recrear una Unión Democrática? ¿Depende del radicalismo? Si de arriesgar se trata, aquí ya lo hicimos: lo primero no es posible porque ya la Alianza fue nuestra Mesa de Unidad Democrática y De la Rúa nuestro Capriles pero, fundamentalmente, porque “...el espectro político, a nivel ciudadanía, no está tan polarizado como pretenden hacernos creer (cada vez que un opositor dice que nos parecemos a Venezuela se muere un gatito, felinicidas hijos de puta) (…) Sí podemos acordar con que el ordenador político continúa siendo kirchnerismo/antikirchnerismo, pero allá arriba, en el cielo de las minorías intensas. Abajo, en la tierra, no existen sectores representativos que piensen, realmente, que su libertad está en juego. Y la impostura se nota. Tampoco existen ciudadanos con la conciencia republicana hipertrofiada al nivel de un Nelson Castro o Marcos Aguinis (…). El sentido del relato de la derecha, entonces, la libertad, y el de la socialdemocracia, las instituciones, terminan siendo así tan sólo argumentos defensivos. Y el caprilismo (…) es un movimiento ofensivo, que tiene voluntad en la búsqueda del poder y que se presenta como superador, materia largamente pendiente para cualquiera de nuestras oposiciones”. A la segunda pregunta podríamos responderla con un “Y…” dubitativo pero pesimista, porque la mayor oposición no se encuentra dentro de las filas de la UCR sino que es el mismo Macri quien se niega a sumar al Frente Renovador. Massa aparece así desdibujado, a la espera de resoluciones ajenas.

De todos modos aquí creemos que se mantendrá la apuesta que hiciéramos en agosto del año pasado, a un año de las PASO, y que enfrentaremos un escenario cuatripartito animado por el PJ-FpV, el PRO y el FR (cada uno con alguna porción del radicalismo) y la propia UCR, que se verá obligada a presentar una fórmula propia para no boicotear su pretendida recuperación. Pero sobre esto último hablaremos la semana que viene.

martes, 24 de febrero de 2015

Reutemann con Macri y Massa con Mirtha

Sí, el título es chicana, ¿por qué no?, pero a nadie debería sorprender la pura lógica instrumental con la que algunos partidos se disputan dentro del campo opositor. Ya en la Paco Urondo sostuvimos que Massa va allá adonde hay más voto peronista y Macri adonde puede captar voto radical. Histórica y geográficamente, casi. Massa en Jujuy, Tucumán; Macri en Córdoba, Mendoza, Santa Fe.

De los radicales y el radicalismo hablaremos en otra.

Macri, como es sabido, intentó al inicio de su carrera política convertirse en referencia para que el peronismo fuera luego a buscarlo. Pero se quedó en cambio con el voto radical de la Ciudad de Buenos Aires, distrito que los boinas blancas contabilizaban como propio como prueba la autonomía peleada y conseguida por la UCR en la Convención Constituyente de 1994 y el doble periodo de De la Rúa al frente de la ya no intendencia capitalina. Fracasado, Macri, en su intento primero, se instala ahora como la vía no peronista pura, aunque ¿cómo explicamos al Lole? Ya volveremos sobre eso, aunque Ritondo o Santilli en la CABA se reivindiquen como peronistas PRO.

Massa, con Mirtha recientemente, evidenció que el creciemiento de Macri es a sus expensas y lo pone nervioso: tildó de neoliberal y corrupto al JdG de la CABA. Justo él que pedía sacar la pata del Estado de la cabeza a los productores rurales o que pregona realineamientos internacionales con centro en los EE.UU. y ya no Latinoamérica. Es que el plan de Massa era convertirse en el líder de la zona núcleo o centro, la pampa húmeda que se alzó durante la disputa por la resolución 125 que zanjó Cobos. No pudo ser, no pudo conseguir garrochas de origen peronista y ahora intenta vender que quiere darle una manito al radicalismo para el retorno del bipartidismo. Aún así, sólo pudo arreglar con los radicales del NOA. Como dijimos, porque Morales y Cano calculan –mal– que Massa puede acercarles voto peronista en sus distritos. Claro, en buena medida, tienen ya el voto del que ve en Macri a la esperanza blanca de la Argentina no peronista.

También es probable que buena parte del radicalismo, el seguidor de los lineamientos del establishment, termine fungiendo como soporte estructural de la candidatura de Macri más allá de la CABA. Veremos.

Ahora sí, Reutemann. Estaba con Massa y ahora suena como posible vice de Macri. La razón tiene poco que ver con el peronismo santafesino. O, en realidad, tiene que ver con que el Lole ya no puede terciar por una banca como candidato del peronismo santafesino para el Senado. El PJ-Sta Fe no pudo confluir en la candidatura de Ma. Eugenia Bielsa y ahora espera a Perotti, aspirando al tercer lugar en la provincia. La disputa es entonces entre el socialismo+radicalismo y el PRO con Del Sel. Massa no tenía nada para tentar al ex gobernador santafesino. Pura lógica instrumental, decíamos antes: el PRO puede aportarle a Reutemann el canal para llegar al Senado y, en palabras de Rubén Weinsteiner, los “fueros para no ir preso por las causas d l inundación”. Puede, en contrapartida, aportarle votos al ¿ex? Midachi para quedarse con la gobernación y consecuentemente a Macri como Presidente, pero más importante que eso para las aspiraciones del líder del PRO: como en un gol de visitante que vale doble, le arrebata a Massa lo único con lo que podía ilusionarse en Santa Fe.

jueves, 19 de febrero de 2015

Golpes duros y golpes blandos

Una de las ventajas que otorga el disfrutar de una democracia en buen grado decantada es que sectores minoritarios pueden agredirla sin causar por ello un perjuicio irremediable. Lo que en otros tiempos podría haber generado un sismo político con implicaciones institucionales hoy se enmarca en una disputa que no es –como antes– orientada de modo únivoco hacia la censura que genera aplicar los términos de la moral sino, en cambio, es entendida como síntoma de las tensiones derivadas del ejercicio del poder que los distintos sectores políticos, económicos, mediáticos y hasta fuerzas extranjeras detentan. No nos referimos, por supuesto, a la marcha convocada por fiscales del PPJJ y medios de comunicación opositores sino al Caso Nisman en general: una acusación (sin evidencia para soportala) contra la Presidenta de un país realizada por un fiscal que luego aparece muerto (y que se presume asesinado aunque las evidencias apunten todas hacia el suicidio).

En el relato del oficialismo, se trata de un golpe blando al modo de las revoluciones de colores o de la así llamada primavera árabe, y se relativiza en consecuencia la marcha de ayer. Vale decir que no son “el pueblo” o “la gente”, como gustan de autotitularse, ni tampoco expresan algo siquiera cercano a una mayoría, pero sí a un sector particularmente influyente de la sociedad que ya había mostrado signos de divorcio allá por 2007 (legitimidad segmentada a la Carrió) y que en 2011, en parte, refrendó al FpV por una conjunción de factores emocionales y económicos. Como sostuvimos, no fue tanto la acusación como la muerte de Nisman la que habilitó la re-emergencia de esa corriente que se había expresado a favor de las patronales del agro y luego en sucesivos cacerolazos impulsados por el cepo al dólar y medidas de tipo proteccionistas. Claro, desde la vereda de enfrente el relato tiene aún menos asideros lógicos: dictadura, asesinato, simulación. Hay mayores dosis de hipocresía, también: el oficialismo tiene menos empacho en señalar –saludablemente, debemos agregar– que se trata de una disputa de poder; desde el campo opositor utilizan la muerte del fiscal para golpear en nombre de las instituciones, de la República o aún de la libertad. Si en un tiempo fue el kirchnerismo el que quería llevarnos al paraíso a patadas en el culo, los sectores opositores pretenden usufructuar Hollywood para erigirse en norteamericanos llevando “democracia” y “libertad” a Medio Oriente.

¿Se tratan de las dos veredas que limitan la grieta? Antes minorías intensas peleando por el sentido, ganando las calles o las redes sociales. Aquí creemos que los amplios sectores sociales que no adversan con ninguno de los dos campos deben ser ganados racional y no sólo emocionalmente –si no se consiguió adherencia con el saturómetro de emocionalidad marcando niveles inusitados, y…–. A pocos meses de las elecciones nacionales y provinciales, el escaso clima de entusiasmo fuera de los núcleos duros podría certificar la anterior afirmación.

El caso Nisman, el #18F y el Poder Judicial implican desafíos para oficialismo y oposición. El primero no debe sólo mantener la amalgama de sus adherentes –tal parece su pretensión– sino ampliar su base electoral; porque puede ganar en segunda vuelta pero sería harto difícil. Cuenta con el activo de los ejecutivos en casi todos los niveles, que está en el centro de la pelea y que pretende seguir gobernando hasta el último día (las urnas aborrecen el vacío de poder). La oposición política, en cambio, se desdibuja hasta el punto de otorgarle importancia a la próxima convención de la UCR nacional. Si el cese de los cacerolazos después de 2013 y en 2014 se atribuía a la representación conseguida por los distintos fragmentos que confrontan con el kirchnerismo, Massa, Macri y los radicalismos deben replantear sus estrategias: la marcha puede ser capitalizada por la oposición de algún modo nebuloso pero no por algún nombre propio. Dicho de otro modo: la representación del oficialismo no está en duda, pero la de la oposición no es patrimonio de quienes imprimirán sus nombres en las boletas. El teorema de Baglini se verifica a medias entonces: son Carrió o Bullrich quienes se inmolan frente a las cámaras, pero a Macri o Massa no parece importarles la posibilidad de heredar un gobierno herido de credibilidad o que ha sido manoseado por la prensa frente a la opinión pública de Occidente.

La respuesta del oficialismo frente al caso ha sido pobre desde el comienzo, con las dos cartas de CFK en Facebook o sus primeros discursos públicos. Golpe blando, advierte ahora 678, pero la respuesta invariable –y pertinente– es para qué querrían voltear a un gobierno en sus últimos meses. Ya no está entre nosotros Raúl Alfonsín para responder a esa pregunta, pero sí Carlos Menem. Sabemos que la aversión del establishment con el kirchnerismo nace y se multiplica con su incumbencia en materia económica y la disputa de poder que ello involucra, en todas direcciones, adentro y afuera del Estado –y recomiendo esto de Sol Prieto para entender el accionar del Poder Judicial en estos últimos tiempos–. Entonces, para responder a la pregunta, el caso Nisman y sus derivaciones deben entenderse también como un modo de desacreditar al kirchnerismo en tanto portador del virus del intervencionismo y condicionar, así, al próximo gobierno, cualquiera fuera este. Pero más aún si pretendiera contener dosis importantes de kirchnerismo en su seno. Si retrocedemos en el tiempo, el reemplazo de Menem por De la Rúa en 1999 no implicaba un cambio de orientación económica, pero Menem sí debió entregar el manejo de la economía al establishment cuando asumió anticipadamente en 1989. Que el kirchnerismo tuviera siempre como una de sus preocupaciones principales desactivar los mecanismos que permiten asestar golpes económicos ha resultado, sin dudas, un golpe duro a los golpes blandos.

lunes, 2 de febrero de 2015

#JeSuisElQueDisputaLaAgenda: Macri y Carrió

Mauricio y Lilita denunc... digo, anunciaron, que competirán en internas abiertas y pusieron a bailar en declaraciones disonantes a los despoj..., a lo que queda de FAUnen y también al massismo. Que logren tanto con tan poCON NADA, es un síntoma de los nervios con los que convive la oposición toda que, vale decirlo, pensaba que ingresaría a este año electoral con el objetivo sólo de ver quién sería el favorecido que se calzaría la banda y tomaría el bastón en diciembre.

Hemos hablado largo y tendido en el blog sobre la conveniencia, para el radicalismo, de trocar al PS y a Binner por el PRO y Macri. En un primer momento —debemos confesar—, defensivamente, pensando que serviría para detener el avance de Massa sobre el sector republicano. Ese movimiento no se verificó, y tanto el tigrense como el porteño se disputan jirones del bipartidismo para ganancia de los radicalismos provinciales, sin que ello implique un incremento de sus perspectivas nacionales. Antes bien, transparenta que el PRO y el FR no cuentan con nada por fuera de sus distritos, no tienen tiempo para construir y venden esa renuncia como la saludable y republicana búsqueda de acuerdos o retornos de bipartidismos idos.

#JeNeSuisPasPèronist iba a ser el título del posteo, porque Macri y Lilita buscan eso: conformar un polo netamente antiperonista. Anotemos también a Sanz en esa, y va en dirección de lo que los radicalismos distritales buscan para desplazar a los gobernadores peronistas. Las legislativas2013 actuaron a modo de advertencia.
Pero decidimos que el objetivo del tándem republicano es antes recuperar espacio en la agenda que sentar las bases de una alianza electoral (@JuanesOsaba se hace preguntas muy pertinentes al respecto). Y ese será, en gran parte, el desafío de este año para los candidatos: ocupar espacio en la agenda. Massa lo intentó al incorporarse Francisco De Narváez, pero fue poco lo que el amperímetro se movió. Parece apresurado pensar en que el objetivo de Macri y Carrió sea atraer interés hacia las PASO del PRO tal y como planifica hacer el PJ-FpV. Y es apresurado: Carrió haría un papel menos decoroso que Moreau en 2003 de presentarse para las generales de octubre.

Ah, la agenda. Billete contante y sonante de este año electoral. Es el oficialismo quien tiene posibilidades de imponerla con mayor efectividad. Beneficios de manejar resortes institucionales. Pero no será Cristina la candidata, por lo que dicho monopolio puede jugar a favor o en contra de los candidatos del oficialismo. Este último fue el caso de las elecciones de medio término, cuando se asignaron esfuerzos a imponer mediáticamente la posibilidad de una re-reelección imposible, factor aprovechado por Massa junto a una ola de descontento que se explicaba en factores económicos, de capital político mal direccionado y una deconstrucción política consciente del armado del FpV anterior al 54%. Sí, también Clarín y Lanata, pero no serán tanto ellos o la patria mediática cartelizada los que contarán con mayor poder de daño (y difícilmente puedan generar algo mayor al Nismangate), sino el oficialismo en el manejo de la economía y el modo en que aplique su incidencia al interior del dispositivo PJ-FpV.

Por sus posiciones al frente de ejecutivos, serán el PJ-FpV y el PRO quienes podrán apelar a la gestión. Lo de Massa pasará por iniciativas contrapuestas a las del oficialismo en cada tema puntual y el radicalismo naufragará nacionalmente para hacer pie en las provincias. Desde aquí, de todos modos, creemos que lo que queda de FAUnen presentará una fórmula nacional (¿Cobos-Binner?) que morderá votos que, de otro modo, se repartirían entre Macri y Massa. Y nos gusta.