domingo, 2 de abril de 2017

#1A

Bajen las cacerolas para que los de atrás puedan ver.

Si el común denominador de la manifestación pro oficialista fue el canto “No vuelven más" (sobre la melodía de la marcha peronista), se confirma que antes que un apoyo a Macri se trató de una nueva manifestación antiperonista. Una prologación de aquellos cacerolazos contra Cristina. Pobre Emilio Monzó.

Delirante en su convocatoria “en defensa de la Democracia", cuando ésta no se encuentra en riesgo; entienden los macristas silvestres, de todos modos —y de ahí el relato “golpista" al que apela el oficialismo—, que la gobernabilidad de Macri en estos casi 16 meses fue una concesión del peronismo. Ya fuera por convicciones liberales (los massistas y peronistas más macristas), por miedo a carpetazos (muchos otros, cuando no debido a amenazas directas de destino judicial) o porque entendieron que golpear a un gobierno débil en lo institucional, pero que además socava su propia legitimidad de ejercicio, no era negocio para nadie.

¿Le alcanza a Macri conservar, mimar, apelar al antiperonismo, exigirle el sacrificio de salir a la calle? Sí, le da oxígeno luego de las multitudinarias manifestaciones en contra. ¿Puede modificar con esto sus expectativas electorales? No. O es muy difícil. Aún así, Macri aprovechó para emplear a fondo la retroexcavadora con la que agiganta la grieta: “sin choripanes", felicitó a los manifestantes, cuando no había saludado a las anteriores marchas, opositoras; se apropió así una vez más del antiperonismo que lo justifica, que lo constituyó, sólo que ahora con la responsabilidad de ser el presidente de todos y no sólo de los que se creen más argentinos que el resto de los argentinos (perdón, Orwell).

Volviendo a los manifestantes (70 mil según Mariano Obarrio, 25 mil según otros), resulta preocupante que cambien los siglos, pasen las décadas y aún así haya quienes pretendan que el peronismo no forme parte del sistema político. La caracterización de la convocatoria (por la Democracia) y los mensajes psiquiátricos de algunos carteles traducen esa bronca que nace de comprender que no sólo forma parte sino que, en ocasiones, es casi el sistema político todo.

En la guerra de relatos, puede servirle al macrismo el estimular ese prejuicio que disocia peronismo y democracia. Desde su responsabilidad histórica es un error; y una continuación, además, en la política de hacerse fuerte desde su debilidad vía extorsión: dame gobernabilidad o sos golpista.

El peronismo puso mucho de su parte para quitarse el mote antidemocrático que le endilgan los sectores que dicen que los mejores días siempre fueron pre-peronistas. Durante los ocho años de Cristina, con Néstor y aún más en estos tiempos macristas, inclusive a costa de desalentar a su propia base electoral. El resto de ese camino deberá ser aportado por Macri y los suyos, tal y como apuntaron sus editorialistas militantes: debe completar su mandato, por primera vez desde 1928, un gobierno no peronista. Entregando recesión y ajuste, por ahora no parecen estar a la altura de lo que les demanda la Historia... si no es con el concurso del peronismo que aborrecen. Háganse cargo, macristas.