viernes, 26 de febrero de 2016

Un Bonadio para encauzar la grieta

Claudio Bonadio citó a declarar a Cristina por la venta de dólar futuro llevada a cabo por el BCRA a fines del año pasado. ¿Ocho años de gobierno y doce de kirchnerismo para citar a CFK por eso? Hasta el antikirchnerista más cerril se siente defraudado. Pero ese no es el punto de este texto. Tampoco que quieran indagar a la yegu... a la ex Presidenta con base en la devaluación perpetrada por Macri a días de asumir. Sí, la realpolitik nos va a matar pero es lo único que nos puede salvar.

El propósito de Bonadio no es hacer justicia, por supuesto, sino política. Su colaboración con la administración macrista es evitar que la griet... perdón, La Grieta, troque su clivaje hacia el macrismo/antimacrismo, que es adonde nos lleva con prisa y sin pausa la política económica del nuevo gobierno. Es esta última la que impide no sólo cerrar la grieta sino que, además —para temor de #Cambiemos y hasta del periodismo que lo banca—, amenaza con mudar su eje siguiendo la lógica de perdedores/ganadores del nuevo (y viejísimo) modelo económico, de neto corte neoliberal y, por lo tanto, excluyente. Para decirlo en cristiano: Bonadio cita a indagatoria a Cristina para que el macrismo siga haciendo usufructo del clivaje kirchnerismo/antikirchnerismo. Macri evitaría así mirar la grieta que a sus pies se está abriendo, sólo para encontrar que del otro lado se aúnan política y opinión pública en su contra.

Si la intención del macrismo es retrotraernos a la foto de noviembre-diciembre/2015, y de ese modo pretender que estos meses de devaluación, despidos, mayor inflación, caída del consumo y tarifazo no existieron, debo reconocer que la estrategia es buena. Acerca leña y una llama a las cenizas de la lógica política que tiñó el último tramo del kirchnerismo, justo cuando aliados y colaboradores (Clarín, La Nacion, Massa, Moyano o el mismísimo sector agropecuario que le ofrendó menos de lo prometido) ensayan los primeros pasos de macrismo crítico cuando no de antimacrismo hecho y derecho.

Una jugada de manual que pone de manifiesto un par de cosas, a saber: a) el macrismo tiene claro que debe ser laclausiano, como el kirchnerismo, y hacer populismo construyendo a su enemigo; b) la Luna de Miel llegó a su fin, duró menos de 100 días y los tiempos, para el macrismo, se aceleraron a pasos agigantados; y c) tiene que pedalear en el aire y exprimir políticamente el antikirchnerismo que le dio vida y razón de ser para poder sobrevivir en el desierto que se preocupó por crear.

miércoles, 3 de febrero de 2016

Otoño kirchnerista, invierno cafierista


El macrismo advierte que llegó para impulsar una agenda inconveniente para su propio desarrollo político: debe demostrar gobernabilidad en las malas. Para eso debe contribuir a "las malas" con despidos, devaluación, mayor inflación y tarifazos. En definitiva, se trata de empobrecer al soberano y ver si Mauricio puede manejarlo. En el debate entre gradualismo y shock, ¿eligieron? shock gradual y no parecen mantener la alegría de Prat Gay al anunciar las primeras medidas. Mientras tanto, el incipiente macrismo no puede hacer kirchnerismo económico por obvias razones políticas ni tampoco el macrismo económico que idealizó debido a que no recibe todos los dólares que necesita desde el agro o los centros financieros. No cumplieron dos meses y ya los tienen agarrado de las pelotas.

Afuera de eso, el peronismo se debate. ¿Afuera, realmente?

Lo que hay realmente afuera es una sociedad que espera a Macri; que le otorga tiempo y espacio --y Cambiemos los exprime como a un trapo húmedo en el desierto-- como si no sospechara que la pusieron a cocinar con la llama alta. Si la psicosis colectiva tuviera algún aroma, podría ser parecido al del humor social de estos diciembre y enero.

El peronismo se debate de todos modos, cruzado por necesidades económicas en las provincias y simbólicas en el imaginario nacional. También parece estar sufriendo una disociación psicótica: las advertencias del kirchnerismo económico son las más lúcidas pero el kirchnerismo puro las desprecia para abrazarse al frepasismo que necesita de una intermediación periodística de la que carece. El peronismo ortodoxo, en cambio, advierte que el partido importante es el del bolsillo, pero a la vez parece pretender un abrazo con el macrismo que golpea a la víscera más sensible. Ambos caminos solo pintan aun más de amarillo los paisajes de la patria. Hay que pasar el otoño del kirchnerismo sin caer en el invierno del cafierismo.