viernes, 22 de diciembre de 2017

Golpe/lawfare en Perú: zafó PPK

Lawfare se instaló como el término para describir estos nuevos golpes institucionales, pero golpes al fin. Le ocurrieron con mayor o menor respeto de la institucionalidad a Lugo en Paraguay y Dilma en Brasil. Al fin y al cabo, surgen como una salida política cuando el presidente de turno no cuenta con el aval político y/o popular para asegurar su permanencia frente al embate de grupos de poder político/económico. Casi-casi, es lo que le ocurre a Pedro Pablo Kuczynski en Perú.

Un breve repaso nos recuerda que PPK accedió al poder al ingresar por escaso margen al balotaje como segundo de Keiko Fujimori, quien de ese modo consiguió la bancada más numerosa en el Congreso. Luego, con el aval político del resto de las fuerzas, en un escenario en el que se plebiscitó al fujimorismo como opción política, PPK se convirtió en presidente como el mal menor y representante del antifujimorismo que definió la elección.

Luego, enfrentamientos legislativos contra el fujimorismo, la avanzada de parte de éste para negociar la excarcelación de Fujimori padre, un manejo político poco sagaz de PPK y las revelaciones de Odebrecht que lo implican derivaron en este juicio político denominado allá vacancia presidencial. Al contar el presidente con una bancada minoritaria, y al haber sido aplazado a presentar su descargo frente al Congreso como paso previo a la vacancia, por amplia mayoría, muchos pensamos que la suerte de Kuczynski estaría echada.

Zafó.

¿Porque de repente se avivó, supo explicar lo que le tocaba del Lava jato odebrechtiano? No, antes prevaleció la incapacidad de las distintas oposiciones y la inexistencia de un candidato cantado a suceder al presidente para reconfigurar un mapa de poder que saltaría por los aires con buenas chances de llevarse puesyo al sistema político todo. Veamos que ocurrió en la votación para describirlo.

Se necesitaban 87 votos para destitiir al presidente y quienes pretendían vacarlo consiguieron 79, tan sólo 8 votos menos. La división de la oposición, o las oposiciones, no se dieron tanto entre partidos como hacia el interior de los distintos espacios políticos. Así, los votos que el fujimorismo necesitaba, les fueron negados por el propio fujimorismo, con Kenji Fujimori a la cabeza de esta rebelión interna, que sumó 10 abstenciones que, de votar como el resto de la bancada, hubieran sido suficientes para decirle adiós a PPK. En el fujimorismo, Kenji se encuentra enfrentado a Keiko, aún en sus deseos de excarcelar al patriarca fujimorista (Kenji presiona por su liberación, Keiko no).

Por el otro extremo del arco político, el de la izquierda que desde el Frente Amplio promovió el inicio del proceso, fue la bancada de Veronika Mendoza, ex FA hoy Nueva Fuerza, la que se abstuvo cuando sus votos hubieran sido también suficientes para destronar al presidente.

¿Intentaron un Lawfare y luego se arrepintieron? Como señaláramos, el sistema político peruano es débil, y para muestra bastan la emergencia en cada elección de partidos personalistas (antes Humala, ahora PPK o Mendoza), con presidentes que a poco de andar pierden el favor popular y abandonan el poder con escasísima aprobación, y la constante del fujimorismo de Fuerza Popular que, con Keiko a la cabeza, supo definir las últimas dos elección por la negativa, triunfando el clivaje antifujimorista. Ocurrió así que, en un comienzo, el sistema todo vio la posibilidad cierta de destituir a Kuczynski, pero vieron luego, quienes aspiran a suceder a PPK, que el antecedente podría jugarles en contra. Puede entonces decirse que con Kenji, que aspira a suceder a Keiko en el liderazgo y candidatura de su fuerza, y con Mendoza, que aspira a terciar en la disputa presidencial habiendo emergido como la tercera en discordia en las pasadas elecciones, el sistema político peruano se hizo de anticuerpos que lo protegieron, tímida y con escaso margen, de la enfermedad del lawfare.

Lo que se definía en Perú era la suerte de un nuevo golpe de Estado en Latinoamérica y así lo planteó sobre el final PPK, asustando con la posibilidad cierta de que el presidente del cuerpo congresal, fujimorista, Luis Galarreta, ocupara finalmente la presidencia. No ocurrió, pero PPK haría mal en proseguir bailando en su gobierno como hizo anoche. No se salvó, lo salvaron. Aunque se tratara del primer golpe contra un representante de la derecha, enhorabuena que fracasara.