viernes, 24 de julio de 2015

Macri y la centroderecha en Argentina

El reciente resultado del balotaje porteño puso nerviosos a unos cuantos: Macri, como quedó evidenciado en su banquinazo discursivo, pero también los parlantes del establishment, y Mauricio debe soportar el bullying desde las páginas de LA NACION y Clarín (me gustó esta foto dedicada en una entrevista a Sergio Massa). La razón para el enojo de los medios no es difícil de comprender: un giro en el discurso de estas características y dimensiones implica que Mauricio no llega y deja, además, huérfana a una porción del electorado para el rapiñaje del resto de la oposición, probablemente fragmentando aun más ese voto estanco para alegría de Scioli y el PJ-FpV. Aquí suponemos que Macri debe descontar que siendo la expresión más clara de la centroderecha en el país, no tiene chanches de perderlo. Nada es estático en tiempos electorales.

Recientemente Abel Fernández dedicó tiempo y espacio a debatir las chances del espacio electoral representado (más cabalmente) por el líder del PRO. También @CayetanoAsís, a quien citamos: “…Aquí no queda lugar para ningún Sarkozy. Ni Merkel ni Uribe. Ni siquiera para un Rajoy. La derrota de la derecha es semántica e ideológica. Sobre todo es cultural…”. En parte acordamos y en parte no: hay espacio; pero tiene además un techo que le impide acceder fácilmente a las palancas del PEN. Observemos las elecciones post colapso de la Convertibilidad + Consenso de Washington. En 2003, López Murphy 16% y podríamos debatir cuánto del 25% de Menem fue centroderecha y cuánto peronismo, estabilidad y gobernabilidad (sus guarismos se cimentaron con preponderancia en las provincias del NOA y NEA). En 2007, fue Carrió quien cargó la cruz de representar lo otro del kirchnerismo. ¿Cuánto de su 23% puede atribuirse al ideario de centroderecha si en su enunciación no figuraban privatizaciones o apertura comercial? 2011 fue muy raro, pero en la elección general Duhalde recabó un 5%, habiendo tributado más de la mitad de sus votos PASO en la candidatura de Hermes Binner (17%), quien aglutinó luego de las primarias voto en los barrios porteños adonde el PRO fue más fuerte el pasado domingo. Alfonsín, junto a De Narváez en PBA, sumó un 11%. Como podemos inferir, la centroderecha no presentó un candidato claro desde López Murphy hasta hoy, con Mauricio Macri.

Existen razones del orden estructural, por supuesto, tanto político como económico. Respecto al primero, fue recién a partir de la carnicería perpetrada por la última dictadura militar que nuestra oligarquía aceptó que debía jugar dentro de las reglas que imponía la democracia. Primero Alsogaray y luego el menemismo con una curiosa conjunción de clases para solventar su experiencia en el PEN, pero a partir de la crisis de 2001 solo quedó en pie el peronismo, y volcado hacia posiciones de centroizquierda, nacional y populares. La decapitación del radicalismo, que podía expresar a los sectores antiperonistas y más cercanos al ideario liberal económico, se expresó en candidaturas como la de Leopoldo Moreau en 2003, Lavagna en 2007 y, en la actualidad, como soporte territorial de la aventura presidencial de Macri. No fueron pocos los intentos por resucitar algo parecido al menemismo dentro del peronismo, como lo atestiguan las experiencias en provincia de Buenos Aires de UniónPRO en 2009 y Sergio Massa en 2013. Debemos señalar que esta imposibilidad es tributaria también de que el kirchnerismo no haya chocado el barco, siguiendo a Naomi Klein y la teoría del shock que tantos frutos le rinde a Alemania en la Unión Europea. En el orden económico también nos asisten razones estructurales. Las desarrollábamos en este posteo acerca de los límites para el liberalismo, en 2014: “…Pueden liberalizar y pensar que así les irá bien países que estén transitando una cierta hoja de ruta y que no posean aún una estructura productiva relativamente asentada (lo que no significa suficiente o eficiente, sino establecida). El caso de nuestro país durante los años '90, cuando se destruyó el Estado en base al rapiñaje de las empresas públicas y se crearon oportunidades en el área de servicios. Ni aún los más liberales en la AEA pretenden ahora la completa desregulación porque les propondría competencias externas imposibles de empardar. Preguntar por China a nuestro empresariado prebendario estatal. No, quieren liberalización hasta ahí, para aprovechar aún más posiciones dominantes…”.

El liberalismo-liberal, corriente en oposición dentro del espectro al conservadurismo liberal, no posee en nuestro país (o el mundo) un partido que la exprese, mucho menos un candidato que pueda impulsar esas posiciones, cuando nuestra sociedad presenta raíces distintas a las protestantes norteamericanas, más permeable a ideas como las de Ayn Rand. Latinoamérica y particularmente la Argentina son reductos del estatismo como freno al capitalismo de mercado desregulado (certificado esto por la Universidad de Vanderbilt y sus LAPOP bianuales). El giro discursivo de Mauricio Macri obedece a que "...ocho de cada diez argentinos creen que el Estado debe ser el principal responsable de asegurar el bienestar de la gente...". Entonces, si no podemos ofrecer la mano invisible del mercado, ofrezcamos lo más parecido: la ilusión de que el empresariado es capaz de gestionar mejor lo estatal. La respuesta del oficialismo es simple: Aerolíneas o los fondos de pensión no estaban mejor gestionados por los privados.

Como las últimas declaraciones de Macri y su aparato de propaganda goebb… ok, no, su aparato nomas, indican, para triunfar en elecciones conviene acercarse a posiciones de centro. Pero el centro no es siempre el mismo. Cada etapa le impregna sus demandas, postulados y es el resultante de las tensiones políticas en disputa. El centro, para estas elecciones que se avecinan, es representado una vez más por el peronismo oficialista, y hacia allí confluyen quienes tienen posibilidades electorales: Scioli, por pertenencia y coherencia; Macri, por conveniencia. Para finalizar, es dálido rescatar lo que apuntábamos allá por 2011, cuando sosteníamos que estamos condenados al éxit... digo, al populismo: “…las elecciones, cualquiera, son campo fértil para la promesa populista. Aún los partidos más identificados con el ideario liberal prometen el mundo a cambio del voto. Luego, al arribar al gobierno, toman "las medidas necesarias", aplican "las reformas pendientes" (...) En nuestro país la oposición, el rejunte opositor, intentó infructuosamente alertar contra la amenaza populista, contra la profundización del proyecto nac&pop como un corrimiento hacia un chavismo diabólico. Las encuestas les están demostrando que el discurso republicano, institucional, que funcionó tan bien con De la Rúa porque la Alianza prometió no tocar la convertibilidad vigente, no interpela ya a la ciudadanía...”. O no es suficiente, por si sólo, para forzar con seguridad un eventual ballotage.

5 pusieron huevos y comentaron:

vodka dijo...

me lo lleve al fb, tengo uno de esos cosos.Y para que rabien los que deben rabiar, lo mento a ud. como amigo de la casa.

Erkekjetter Silenoz dijo...

Coincido que ante el giro discursivo del botarate amarillo no habrá de perder votos de su "nucleo duro" porái algunos no tan maniqueos se rajan ante la esquizofrenia táctica del domingo....

Igual sigo sosteniendo que el tunante e' pianta voto' ¿que' quere' que te diga? Y más con el pequeño manual ilustrado del gurú + bruja

Saludos

Esther dijo...

Mmm… ¿La derecha está derrotada? En todo caso no tendrá opción a ganar las elecciones si se presenta con nombre y apellido: “yo soy la derecha”, pero eso no significa que esté derrotada.

Creo que la derecha, en términos de gobierno político, se jugó el ancho de espadas en 1989. Menem fue la gran apuesta: caudillo carismátivo, político con voluntad, decisión e ingenio… Y peronista, o sea, capaz de controlar y/o desactivar al único partido político con chances de oponerse a ellos. Lamentablemente para la derecha demostraron ser demasiado codiciosos: no les bastó con un período electoral menemista, quisieron otro más. Y tampoco los satisfizo: también quisieron el gobierno de De La Rúa. El resultado fue tan demoledor, tan destructivo, que terminaron creando anticuerpos sociales. La codicia fue todavía más allá y se robaron todo, sin límites ni cuidados, dejando en la ruina a las empresas estatales que habían logrado obtener; posiblemente la privatización de ENTEL sea la única que, en la percepción cotidiana, resulte exitosa (esto es, que las nuevas empresas privadas ofrezcan más o mejores servicios que la anterior estatal, sin entrar a cuestionar cuál es la real calidad de esos servicios, su costo y/o por qué la empresa estatal no hubiera podido ofrecer lo mismo).

Si hubieran sido más inteligentes y menos glotones posiblemente seguiríamos creyendo que una pobreza digna es algo maravilloso y gracias Cavallo por darnos la oportunidad de disfrutarla…
Y sin la aparición de un Kirchner (y con el éxito que tuvo) posiblemente seguiríamos creyendo que no hay otra que aguantar, en silencio o a los cacerolazos, pero aguantar y nada más que eso.

Encima el menemismo se deglutió a la UCeDé, que sí era un partido de derecha con todas las de la ley.

Claro, ¿cómo le va a resultar fácil a Macri hacer una campaña exitosa con lo que realmente piensa? (Bueno, eso de que piensa es un decir…)

Ahora bien:
«El giro discursivo de Mauricio Macri obedece a que "...ocho de cada diez argentinos creen que el Estado debe ser el principal responsable de asegurar el bienestar de la gente..."».

Este tipo de premisa encuestaril es curiosa porque los 2 argentinos que quedan, ¿a quién le dan la responsabilidad de asegurar el bienestar de la gente? ¿A los dioses? ¿A nadie? No al libremercado, por cierto, porque la libertad de mercado no posee voluntad ni capacidad de decisión y por lo tanto carece de responsabilidad.

No importa si sos capitalista o no, libremercadista a ultranza, conservador, socialista, neoliberal o lo que se quiera, en todos los casos es el Estado el que tiene la función de velar por el bienestar de la gente. Y no lo podés discutir porque es el único que tiene la obligación de asegurar el bien público.
El panadero de mi cuadra no puso la panadería para asegurar el bienestar de la gente porque esa no es su obligación: la puso para ganar dinero. Y de allí hasta los máximos capitales financieros pasará lo mismo (bueno, no tanto, a medida que crece el volumen del negocio también aparecerá el poder como objetivo). Así que, ¿por qué se le asigna un carácter de variable, de cosa no establecida, a la función del Estado como garante del bienestar de la gente, hasta el punto que se arma una pregunta en una encuesta y efectivamente hay quienes responden de una forma y quienes de otra y se le da peso a esas respuestas? Es como preguntar: ¿usted cree que el Presidente de la Nación tiene que trabajar de Presidente de la Nación

En todo caso se puede discutir de qué forma se entiende eso de “el bienestar de la gente”, o qué tipo de acciones puede o no puede llevar adelante el Estado para asegurarla, y allí sí aparecerán las divisiones de aguas. Pero no se pregunta, por ejemplo, ¿usted cree que las empresas de comunicaciones tienen que ser estatales o privadas?, pregunta que sí es útil para sondear el posicionamiento acerca de las acciones del Estado.

No sé. Es como que se da algo por supuesto sin explicitar qué se da por supuesto. Algo un poco mágico, ¿no?

Abrazo,
Esther

profquesada dijo...

Muy buen post. Solo agregaría que el giro discursivo de Macri aunque constituya una mascarada revela algo muy importante que señaló sin anestesia Espert como principal observación en esa reunión que tuvo lugar en abril y en la que participaron Melconian y Broda, cuyo video se difundió recientemente.

Espert dijo que el peor legado del kirchnerismo era el daño que le había producido a "la cabeza" de los argentinos. Se refería, claro, a la agonía del discurso neoliberal que bien relata Esther en su excelente comentario aunque para ella -como para muchos- los verdaderos culpables de ella son tipos como él que justificaron la ambición y la codicia sin límites de fines del siglo pasado.

Ese cambio de imaginario en la cabeza de los argentinos es el núcleo de la verdadera batalla cultural la que, como vemos, no la están llevando tan bien como a veces alguno de nosotros puede suponer.

Juan Antipatria dijo...

¡Que cinismo espectacular! Y hasta, por momentos, con pretensiones de académico: efectivamente, -"hay de todo en el peronismo"-, como dijera alguien en aparente desacuerdo con la conducción de "lopecito".
Sólo puedo objetar lo enfermizo o enfermante que resulta caer en la mercachiflería "electoral": ¿¡analizar pormenorizadamente el trasfondo estadístico de las llamadas "elecciones"!? ¡Cuanta locura! ¡Aflojá, flaco! Estás hablando de la republiqueta esa que Scalabrini empieza su obra cumbre casi casi a puro machaque y lamento... ¡eso sí, era "otra" argentina ... la "clásica", la del 80', ..Roca Sarmiento y cía .. a partir del "voto universal..." .... pufff ¡otra argentina!...

¡Acá casi nadie sabe que mierda está votando! No hablemos de conocer el PRONTUARIO de los candidatos. De la Sota no dejó chanchullo sin cometer ¿y vos querés encontrar "significados" a la supuesta democracia meramente electoral!!??? (Eso sí: con Onganía no pasaba, lo reconozco.... la gente tampoco sabía ni mierda .. ni tenía que ratificar nada, es cierto).


¿¡Quién puede tomar en serio a la derecha "qualunquista", como la llamaba Giussani!? (sí, el inmortal). Obviamente que sólo otro fraudulento conservador ... no necesariamente el populismo ... SI! El populismo TAMBIEN es Conservador, también es REACCIONARIO, también le niega protagonismo al pueblo (NO, no, no, "llenar la plaza" NO es "protagonizar" nada ... Mussolini también las llenaba, te recuerdo)
(oia: que coincidencia...).

El Populismo se aferra con alma y vida al Qualunquismo porque al lado suyo, en efecto, -"parece menos conservador, reaccionario"-.
Ya lo confesó(?) Miguel Bonasso (-"El kirchnerismo es el menemismo por otros medios"-).