Ayer se votaron las primarias presidenciales en Chile: Michelle Bachelet se llevó el 73% de los votos dentro de la Concertación y, a menos que ocurra un cataclismo, se perfila como la próxima Presidenta, ¿cachái?
El diario El Mercurio titula, poco sugestivamente, «Bachelet y Longueira triunfan en primarias con 3 millones de votantes». No aclara, por supuesto, que de esos 3 millones, le correspondieron 1.561.563 votos a la Mishél y tan sólo 414.380 a Longueiro. Pobre. Y Piñera también. Pero ricos, por supuesto.
No se entusiasmen. Calma, radicales, que no se trata específicamente de un giro a la izquierda sino un giro hacia la izquierda, desde el derechismo piñerista hacia un centro que deja contenta a la mitad de Chile por la cual Fito no siente asco. Es que el sistema de partidos trasandinos guarda similaritudes con el norteamericano, donde demócratas y republicanos están de acuerdo en esas 3 o 4 cositas y se alternan para que los republicanos hagan más ricos a los ricos y los demócratas también... pero con un poco de sensibilidad social.
En Chile, además, persiste el marianogrondonismo. Si no me creen, accedan a esta bonita página de ayer domingo, antes de las elecciones, plena de independencia periodística: «El país es gobernado por una Presidenta socialista. No avanzan las reformas necesarias, se frustran las buenas expectativas, se estanca la economía, se desmorona la confianza, suben el dólar y la inflación, cunde la frustración y arrecian las protestas callejeras. Es Brasil, 2013. Hay que votar hoy para que no sea también Chile, 2015.
La segura ganadora de la primaria de la llamada Nueva Mayoría ha mostrado sus cartas. Su plan -compartido, con bemoles, por todos los candidatos del pacto- es extraer del bolsillo de las personas más de 8 mil millones de dólares anuales y transferirlos al Estado. Se pretende así expandir el gasto fiscal y tomar el control financiero de casi toda la educación escolar y universitaria, a la que se privaría del aporte de padres interesados en una mejor formación para sus hijos». Pobres padres interesados... ¡Bashelé huona!
Desde un país como el nuestro, que hizo de la educación pública una marca (y generadora) de identidad, que recibe a muchos estudiantes chilenos en sus universidades, es difícil de comprender el encono hacia el plan de Bachelet. Pero no tanto si pensamos que el sentido común en el trasandino país, hasta la irrupción de los estudiantes a la calle, era monopolizado por este pensamiento: «... Políticos y académicos afirman una y otra vez que esta es un "derecho". Pero la educación, aunque el dogma de moda diga lo contrario, es un bien económico, y no un derecho. Los bienes económicos por definición son escasos y satisfacen necesidades o deseos. La educación claramente cuadra con esa definición.
De ahí que el problema educativo sea uno esencialmente económico; es decir, de creación y asignación de recursos, y no ético o de "derechos". Desde luego, reconocer lo anterior tiene implicancias filosóficas y prácticas. Pues la diferencia esencial entre un derecho colectivo o "social" y derechos negativos, como la libertad de expresión, la vida o la propiedad, es que los primeros -que podemos llamar falsos derechos-, al referirse a bienes económicos, exigen que alguien sea forzado a trabajar para satisfacerlos.
Los segundos, en cambio -que podemos calificar de auténticos derechos-, al no referirse a bienes económicos, solo exigen del resto el abstenerse de realizar una conducta...». Liberalismo al palo, ¿eh? Hoy, El Mercurio analiza los resultados, los nuevos desafíos que enfrenta el sistema político chileno, y llama a no abandonar las Reaganomics: «... Esta novedosa situación genera también una demanda por nuevas ideas, nuevas emociones, ataques a las instituciones y a los valores tradicionales: todo lo que sea adrenalínico. A falta de proletariado, surgen los estudiantes como fermento desordenador. De aquí la importancia del mundo de las ideas en una situación como esta (...) En Estados Unidos y en Europa se vivieron estos fenómenos hace unos 45 años atrás. Las eras de la Thatcher y de Reagan permitieron superarlos en parte, mientras que el grueso de los europeos sucumbió en el "Estado de Bienestar"...».
Es divina la Derecha. Como la Bolocco, casi. En fin, este post no tiene remate. O sí: como en la Condorito... ¡Plop!
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