Los sistemas (políticos) tienden a la homeostasis

No es el título más provocativo para hablar del escenario actual. Algunos mejores podrían haber sido: “Massa, el ultravandorista" porque no sólo propone un kirchnerismo de Kirchner sin cristinismo sino también un peronismo de Scioli sin Daniel Osvaldo. Ja. Otro título posible: “Nace el Insaurraldismo"; claramente una falacia pero una de las pocas cosas que podrían cambiar las proyecciones en la PBA (no un liderazgo, que no puede alumbrarse mágicamente, sino mayores márgenes para que el candidato se perfile, con Cristina y no bajo su sombra. Voluntarismo huevoideísta). Otra sería una oxigenación ministerial ya, para recuperar iniciativa y enviar un gesto de apertura hacia la sociedad. Voluntarismo huevoideísta II, porque puede ser tarde; pero más tarde sería hacerlo luego. Ah, e “insaurraldismo" es aún más difícil de pronunciar que kirchnerismo... A veces parece que lo hacen para joderlo a Bonelli nomás, cuando joderla a Bonelli, Cecilia, ehm, bueno, ustedes me entienden...

Volviendo a la razón del título (horrible, por si no quedó claro con el chicaneo previo), el propósito es describir las certidumbres e incertidumbres del cuadro de situación del sistema político actual. Que se relacionan con los resultados electorales pero más aún con el momento de transición que se avecina. Desde 2005 está claro que el poder pasa por los Kirchner. Eso es justamente lo que está en discusión ahora. Y en los próximos años. En lo que a lo electoral respecta las legislativas alumbrarán un resultado que puede ser resumido así: el kirchnerismo ganará a nivel país (tengo la sensación de que un poco por debajo del 40%), la centroderecha (de centroizquierda, je) del FAPradicalismo será la segunda fuerza, se revalidarán liderazgos distritales y emergerán otros, también distritales. Así De la Sota, Binner, Macri (y éste como un yogur, con fecha de caducidad), pero también Closs (ya ocurrió), Alperovich, Capitanich, Insfrán, Urribarri, Buzzi, etc. Massa puede ganar en la PBA, por una diferencia abrumadora es difícil, más bien será poca la distancia con Insaurralde, que tiene alguna chance de ganar, pero para ello necesita de un revulsivo que ponga la campaña patas para arriba (y no se percibe eso).

Scioli es un caso aparte. Lucas Llach, en su blog, mira con extrañeza la jugada de DOS, cuando es bastante lógica: si el FpV pierde en la PBA perderá más CFK que él, aunque esté poniéndole el hombro a la campaña de modo tal que algunos ya lo ven de traje cruzado, mocasines gastados y Bic en mano. Además, cualquiera sea el resultado allí, podrá hacer usufructo del triunfo nacional del peronismo oficialista: comparte la lógica de apoyo al oficialismo de los gobernadores peronistas, es un primus inter pares por derecho propio y es, como dice Martín de Encuentro Latinoamericano (y como dijimos por acá), hoy por hoy la herramienta electoral dentro del dispositivo peronista con mayores posibilidades.

Los sistemas, para permanecer como tales, tienden a la homeostasis. Massa, contrario a lo que puede parecer, vino a generar centidumbres y no al revés, cuando la propuesta del oficialismo de cara al futuro englobaba conservar lo obtenido y prolongar la incertidumbre camino a 2015  con una re-reelección que, como en la cruda realidad es imposible, se trató ciertamente de un no-horizonte (aunque para la minoría intensa kirchnerista pueda parecer una utopía o un motivo de suicidio colectivo para la minoría intensa antiK). Scioli, en este sentido, es el reaseguro más a mano para mantener la homeostasis del sistema de poder actual, que no engloba únicamente al gobierno nacional y gobiernos provinciales aliados sino, también, a los beneficiarios de esta década (definitivamente ganada) kirchnerista: tanto las clases populares que esperan más del peronismo como las clases media y altas que lo odian, y, por supuesto, las corporaciones que lo pelean y las que lo acompañan.