Política vs. Antipolítica

Podríamos resumir -para que no tengan que comerse todo el post- en:

• El Pueblo en las calles vs. La opereta Presupuesto.
• La reivindicación de la Política vs. La piña de Camaño a Kunkel.

Podemos ir más atrás también y recordar los espejitos de colores que quisieron vender con el 82% móvil. Empecemos por ahí.

Hace un par de meses, el 15 de agosto, vió la luz un informe de Poliarquía que indicaba que las medidas que había tomado el oficialismo en materia previsional (nuevos jubilados, los aumentos bianuales, el buen funcionamiento de la ANSeS) eran lo más valorado de las administraciones NK-CFK.
Inmediatamente el rejunte opositor se puso a la tarea de disparar a la línea de flotación del kirchnerismo. Si los avances previsionales eran el núcleo de la imagen del gobierno, los cañones apuntaron allí. A como diera lugar. No importaba el tratamiento express (tan mentado -mentirosamente- para la Ley de SCA), lo importante era aprobar el proyecto y que la Presidenta lo vetara -o aprobara mediante ajuste o préstamos del exterior-.

Ah, en la foto de la nota aparece Carrió mandando. Entre Clarín y Lilita: amor.

El 14 de octubre se produjo un empate en el Senado. Cobos desempató como durante la 125. Ni 24 horas les duró la alegría. La Presidenta vetó la Ley y ningún jubilado salió a protestar a la calle. Pobre Aguad.

El 27 de octubre muere Néstor Kirchner.

Caen los velos y se desestructura el discurso y hasta la cosmovisión opositora. ¿Qué reivindicaba el pueblo en la calle y en las plazas?: el retorno de la política, los jóvenes (como sangre nueva para oxigenarla), el debate. La política, ahora sí -y definitivamente porque tres días en todos los canales no permitían lugar para la duda-, volvía a ser algo bueno y necesario.

Como con el 82%, ¿Kirchner es la política? -simbólicamente, claro-: hay que ensuciar nuevamente ese término. Hay que conseguir que esos jóvenes vuelvan a desencantarse. O que a otros no les pique el bichito. La política es mala, señores. Sucia. Fea. Corrupta. Violenta. Casi que pronunciarla tiene que dar asquito. Hay que volver a decir "política" como en los '90: arrugando un poco la nariz, estirando las vocales, acentuando aún más la "í". Debe dejar un sabor metálico en la boca y crear un clima de tensión con el interlocutor.

Ahí vuelve a la carga (Barracas) Carrió. ¡Banelco! ¡Coimas! ¡Corrupción! Ahí se suma la diputada Hotton, mujer cargada de valores. Ahí aparece alguien intachable como Bullrich. Graciela Camaño, como Presidenta de la Comisión de Asuntos Constitucionales, ve la oportunidad del cuarto de hora o es parte de la opereta desde el principio. ¿Quién sabe y a quién le importa? Ahí va el cachetazo de la antipolítica a la política, Kunkel. Aguantátela.

Que fea que es la política, che. A Hotton le dan ganas de irse y no volver, vea lo que le digo y escuche lo que le escribo. Los analistas políticos lo remarcan. Van der Kooy, en un editorial de antología que convierte a la edición del 21 de noviembre de Clarín en histórica abre su vómito de odio diciendo:

A pesar de todo lo ocurrido, es muy probable que la política siga deslizándose a futuro en un pronunciado tobogán.

Tobogán.

Decía hace un par de posts que ni Carrió, Hotton o Camaño ganaban con esta opereta/cachetazo. Clarín ganó porque la discusión -esta semana pasada- pasó por la cachetada. TVR sucumbió a la tentación y se enredó en un informe con el archivo de Camaño. Basta, muchachos. Los que ya lo conocen no necesitan verlo. Los que no lo conocen lo ven y dicen -como quiere Clarín- que la política es algo malo, sucio, feo, violento, corrupto. Lejano.

Tenemos que estar atentos y no desviar el foco del asunto como querrán hacer siempre desde el multimedios y su brazo ejecutor político. El tema era el Presupuesto. El tema era demostrar que las acusaciones de corrupción eran infundadas. Todo lo demás, lo accesorio, es terreno del rejunte opositor. Cuidemos a la política. Cuidemos la participación. No bajemos a pelear al sótano como quieren desde la calle Tacuarí. Atentos, que cuando aparece Carrió, es la antipolítica la que viene a copar la parada.