El desafío de la Corriente Clasista Combativa Propietaria (y sojera)

El meollo de la cuestión nunca fue ni será la inseguridad, la corrupción, el capitalismo de amigos o la pobreza; todos antivalores a los que apela la CCCP (Corriente Clasista Combativa Propietaria) para seducir almas bellas. Almas bellas seducibles merced a la desideologización pero, antes, pre-seducidas culturalmente, pre-seducidas por generaciones para identificarse con la clase propietaria que moldeó el ser nacional, ese que canta por Sarmiento en la escuela y admira a la generación del '80, esa elite que estructuró un país y una cultura para las elites. Esa clase tibiamente propietaria, propietaria de cuatro o cinco kilos de tierra en balcones en la Ciudad Autónoma, o propietaria de un campo de 0,01 ha. con malvones, rosas o pileta en el interior, por ahora no se identificó con la protesta de la CCCP (Corriente Clasista Combativa Propietaria). Esa clase seducible, por ahora, no se vio seducida.

Es que cualquier propuesta, para anclar, necesita de un cierto momento, clima social, un pródromo. Como cualquier gauchócrata podría decirte (luego de preguntarle a algún peón): la semilla necesita de tierra fértil y preparada. Seguridad, Honestidad, Capitalismo sin Estado (un anarcocapitalismo) o Igualdad Social, los valores con los que la CCCP pretende seducir a las almas bellas, opuestos a los disvalores contra los que la CCCP convoca, son demasiado amplios, demasiado tenues, poco palpables para seducir. Nebulosos. En este determinado momento, en este determinado clima social y económico. En 2008 la convocatoria giró alrededor de un constituído nuevo sujeto: los pobres pequeños productores a los que el gobierno autoritario maltrataba. Y fue exitosa. Para el oficialismo desembocó en una derrota legislativa y una derrota electoral hasta que, pacientemente, pudo dar vuelta la taba. Paciencia útil, porque vinieron, económicamente, tiempos mejores: 2010 y 2011. Este 2012 Argentina crecerá a tasas menores -la mitad casi- que aquellas a las que el kirchnerismo nos malacostumbró. O bienacostumbró. Pero el escenario, todavía, no muestra los signos de alarma (en la calle) como para que una propuesta nebulosa encuentre cauce. Más aún si consideramos que la propuesta de 2008 era muy específica, alrededor del nuevo sujeto social. Que hoy ya no es nuevo, tampoco. Y que el kirchernismo, hoy, no parece tan autoritario y maltratador como en 2008, enojado como estaba de que lo colocaran en la cornisa cuando acababa de ganar las elecciones con un 45% de los votos. En 2007, además, prendió aquel gol de media cancha de Elisa Carrió, la legitimidad segmentada que deslegitimaba el triunfo en los grandes centros urbanos. Que fueron atacados impiadosamente por los "paros históricos del campo" vía desabastecimiento, vía aislamiento terrestre, para provocar un aún mayor descontento y casi, podría decirse, un síndrome de Estocolmo.

Hoy tal teoría, de legitimidad segmentada, ha sido deslegitimada por las recientes elecciones. Hoy el colectivo campestre no es un emergente social con el cual solidarizarse. No por lo menos al nivel de 2008. El motivo del paro, además, es más comprensible para el común de la gente. En 2008 las retenciones (móviles, para agregarle complejidad) entrañaban un mecanismo complicado, conocido sólo por exportadores. Hoy el revalúo inmobiliario rural es más simple de comprender: todos los propietarios pagan renta inmobiliaria. Por todo lo mencionado, hoy, el oficialismo, no puede permitir cortes de ruta que produzcan desabastecimiento y encarecimiento de productos. Inflación, bah. Menos aún que "federalicen" la protesta cuando el revalúo se da sólo en la provincia de Buenos Aires (justificable sólo si el resto de las provincias encarara una actualización impositiva similar, adeudada además). Si lo hiciera, estaría solo contribuyendo a la causa evasora de la CCCP (Corriente Clasista Combativa Propietaria), que tiene como único objetivo seguir pagando impuestos de hace 20 años. Ya me gustaría a mí pagar impuestos por el valor de hace veinte años.