Recuento se llama un libro de Héctor Tizón que leí cuando todavía creía en que lo más importante del mundo era el amor. Aún lo creo. Y me siguen gustando mucho esos cuentos. Casi tanto como tener la panza llena, que puede parecer poco romántico, y hasta poco saludable, pero es la verdad y acá intentamos siempre contar la nuestra. Chiquita, humilde, sesgada, aburrida, poco políticamente incorrecta y hasta casi podríamos decir que calificarla de conservadora sería incurrir en un elogio cuando a veces, intentar cambiar hasta lo más chiquito provoca salir a tirar molotovs o chasquibunes, lo que tengamos más a mano.
Los recuentos blogueros de este blog, que lleva ya tres años y pico, a los tumbos, en continuo aprendizaje, prueba-error, delirando algunas veces y acertando -ejem- en muchas -cof, cof- otras, suelen agotarse en junio, julio, cuando no en abril nomas. Esta vez intentaremos valorar antes que meramente enumerar los.acontecimientos de este 2012, divididos en cuatro tópicos: gobierno, medios, oposición y River Plei. Acompáñenme:
A) 2012. El año en que el kirchnerismo tampoco vivió en peligro.
De los diez largos (y cortos) años (queda bien eso, ¿no? Parece profundo y ricotero: "los ojos cerrados bien abiertos" o "maldición, va a ser un día hermoso") que el kirchnerismo vivió, puede contabilizar 2005 (parte, luego del triunfo sobre el duhaldismo), 2006, 2007, 2010, 2011 y 2012 como años en los que gozó de la prerrogativa de no temer cimbronazo alguno que lo obligara a capitular. Desafíos sí, siempre, por supuesto, pero no a un nivel que empardara su capacidad de mantenerse en el poder formal (siempre ateniéndonos a lo que mencionara recientemente Horowicz [1]: "esta hipótesis (...) no supone que el derecho a gobernar y el poder hacerlo sean una misma cosa").
Este 2012, creemos, encontró al gobierno nacional ejercitando una estrategia defensiva similar a la de 2009 en materia de empleo y actividad, pero con la salvedad de encontrarse mucho más fuerte en términos políticos que en el año del triunfo (más simbólico que real) opositor, en aquellas legislativas del alica-alicate. Aún así apeló, principalmente, a su minoría intensa a partir de mediados de año, luego de su última medida catch-all: la renacionalización de YPF (el programa PROCREAR de viviendas no fue comunicado con la intensidad que los recursos dispuestos a tal fin ameritarían, siempre a ojo de buen cubero de este humilde servidor, esclavo de... eh... ¿Scocimarro? (¿quién banca a los blogueros K ahora, che?).
Así, el oficialismo encaró medidas (no actualización del MNI para ganancias, control cambiario -exitoso, parece [2]- y de balanza comercial, reforma de la CO del BCRA, etc.) que no impactan a corto plazo en su nivel de aprobación (o impactan negativamente), pero que pueden dar frutos a largo plazo, ya que hacen a la sustentabilidad de un modelo reformista burgués tibión, que encara una moderada (pero crónica, y lo bueno que así sea) reversión de tendencias en lo que a redistribución, reindustrialización y derechos sociales se refiere.
La estrategia defensiva mencionada con anterioridad, pero referida al modo de construcción (o permanencia) política, tuvo repercusiones contrapuestas en la blogósfera politizada. Algunos la justificaron, otros (como yo) la consideramos un error. Para no abundar: si uno representa al 54%, intentar transferir esa legitimidad únicamente hacia un sector, engordándolo políticamente a partir de su vértice y no desde su base, cuando la representatividad se encuentra normalmente segmentada en distintos -e ideal, pero no realmente, sinérgicos- niveles de representación (distritales, sectoriales, culturales, etc.), bueno, para mí es un intento válido pero que incrementa las tensiones hacia el interior del subconjunto, alimentando por contraposición, y obedeciendo a las leyes de Newton, a las fuerzas centrífugas.
Laclau podría decir de esto último, en asado bien regado, que al denominar al significante, este deja de estar vacío y, así, expulsa antes que agrupa. Los borrachos aplaudirían a rabiar y brindarían ídem. O quizás no, qué se yo. De todas maneras acá tocamos Laclau de oído, joder, y no pasamos de hojearlo en la cola del banco. Pero uno de los defectos de la política agonista es quedarse sin contrincante. Le ocurrió durante este 2012 al oficialismo, al vincularse con algún sector de la -ay- "burguesía nacional" para enfrentar la desaceleración y ahogo externo, al carecer de oposición política luego del 54(+40) y al enfrentar únicamente a Lanata y/o al cacerolismo huérfano de representación. Debió apelar entoces -otro ay- al viejo amigo/enemigo Clarín. Y empantanarse en el fango judicial pre 7D.
En fin, yo se que leer, en esta época del año, le cuesta hasta a Jorgito Borges. Fundamentalmente porque está muerto. Y si no lo estuviera, por ciego laberíntico y tigrezco. Por eso, como se hizo largo, veremos si podemos regresar con otro (u otros) posteo(s) sobre los temas que diversamente afectaron a este blog durante el presente año que ya nos -snif- deja. A saber:
B) Medios. La sobrerrepresentación del relato.
C) Oposición. Tautología de una parodia fallida sobre una película de terror.
y... D) River. Nada de esto fue un error (excepto el nuevo DT).
[1] http://tiempo.infonews.com/2012/12/10/editorial-92544-los-limites-de-la-democracia-de-la-derrota.php
[2] http://datosduros.blogspot.com.ar/2012/12/stop-fuga.html
8 pusieron huevos y comentaron:
En fin, mucha palabra acomodada, mucha intelectualidá, mucho chamuyo político... para terminar hablando mal de Ramón Díaz.
Si ser de River ya es algo malo por definición, esto es directamente un bochorno.
Que sea la penúltima vez.
Se fue el DT de rugby que padecimos dos años...
Y puteamos (perdón por el uso el inglés antigüo)al chirolita del pro-cesado...
Ramao ya empezó a cometear???
Vuelve tu Roman y el mio no...
Y bueno, nada es perfecto...
pero si se confirman un par de rumores pinta lindo fin de año , che..
Y ya no hablo de fútbol...
Saludos.- Pablo, el Bostero.-
ram: hemos tomado la firme determinación de hablar mal de Ramón Díaz así nos saque campeones de la Libertadores. Ojalá tenga que hacer malabarismos para cumplirlo.
Pablo: somos todo oídos (ojos, bah).
Qué película esa, "el año en que vivimos peligrosamente" del notable australiano Peter Weir con una no menos notable no protagonista Linda Hunt y un muy joven y todavía tolerable protagonista Mel Gibson ambientada nada más y nada menos que en la convulsionada Yakarta de los setenta.
Casi nadie recuerda sus películas con la excepción de Alien 1, por supuesto. Es buena pero no la mejor, ni ahí. Abrazo y disculpe que me fui de tema, así dicen que funciona la memoria, un estímulo provoca la apertura de una caja virtual que se dispone a ser actualizada y modificada. Se agradece el servicio de mantenimiento, pase la factura.
Profe: y bueh, creo que venía bien como título, pero además por el ambiente de años previos en nuestro país. De un lado los conservadores, promilicos, y de este, bueno, la amenaza del sucio trapo rojo, ¿no? Me alegro que trajera a colación la película porque era un poco la idea...
Profe, Alien (el 8vo. pasajero) es del inglés Ridley Scott, con Sigourney Weber, "...tan linda como si fuera mala actriz y tan buena actriz como si fuera fea", así la definía un crítico en esa película.
Una buena y famosa del australiano Weir fue "Testigo en peligro", con Harrison Ford (la del chico Amish y los malandras de la cana - mucho argumento para ser película yanky).
Amigo, voy a disentir un tanto, en torno a “Clarín”. El gobierno hace lo que debe, hace lo que prometió. Digamos: no se impulsa una ley para quedarse conforme el día en que se la promulga y después aceptar mansamente que esa ley se convierta en “optativa” porque alguien poderoso la interfiere. El “fango judicial” que señalás está hoy sometido a debate público. Me parece un avance decisivo, que va más allá de la lucha en torno a la Ley de Medios, pero fue el impacto público de esa discusión la que puso en jaque a la corporación judicial.
Un abrazo.
Querido Sanín: claro que hace lo que debe, en referencia a la Ley de SCA. Pero la ley no es Clarín, y en el posteo me refiero a la estrategia de colocar a Clarín en el centro, como necesidad de la política agonista, tan cara al ideario K que, a veces, nos pasamos un poco de rosca. Y no digo que el gobierno debiera dejar que lo goleen con jueces amigos, para nada. Está bien, sirve para poner en evidencia a la corporación judicial. Pero ojo, tampoco nos enamoremos de ser víctimas porque venimos de 2011, no de 2009.
Afectuoso, como siempre, abrazo.
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