La dinámica en que ha ingresado la política desordenará algunos esquemas sedimentados y tranquilizadores al imprimirles movimiento. Muchas cosas podrán no variar, pero la incertidumbre hiere el aire siempre que el poder comienza a debatirse, antes de aglutinarse nuevamente, ya sea de modo parecido o en uno completamente distinto y hermanado con lo pendular de nuestra historia.
Vamos con la primera pregunta: ¿qué populista no estaría de acuerdo con las siguientes propuestas, enunciadas por alguien con posibilidades ciertas de acceder al poder en Francia? Reseña al respecto un diario europeo: «...es un ataque frontal contra la política económica de Hollande. Las cifras de paro acaban de conocerse, y en septiembre hubo 60.000 nuevos desempleados (...) le exige tres medidas. Una: cierre inmediato de las fronteras comerciales de Francia “para luchar contra la competencia desleal de Alemania, que paga salarios imbatibles de 300 euros en un régimen de neoesclavitud”. Dos: referendo para salir de la Unión Europea, “que solo protege a los bancos y machaca a los ciudadanos”, y para abandonar el euro, “esa aberración económica impulsada por los bancos”. Y tres: aprobación de una ley para proteger el Made in France...». Casi escucho los aplausos cerrados del auditorio nacional y popular. Piénsenlo nuevamente: se trata de Marine Le Pen, del Frente Nacional (anti-islámico y xenófobo) de Francia.
No causa gracia coincidir en algo con Le Pen si algún parentesco tenemos con nuestra izquierda nacional. Argentina no es Francia, claro, pero recientemente el oficialismo, Cristina y Scioli, hicieron propias algunas propuestas de campaña de sus competidores en la PBA en lo que respecta a Seguridad y piso de Ganancias. Relacionemos eso con algo que podemos leer en la citada nota: «...las ideas xenófobas y proteccionistas del Frente Nacional parecen seducir cada vez a más ciudadanos desamparados ante una crisis que entra ya en su sexto año. Cada vez más, sus ideas nacionalistas e identitarias impregnan los discursos de los dirigentes de la derecha, y ahora también de los socialistas, como se ha visto en la reciente andanada antigitana de Manuel Valls, y en las proclamas proteccionistas y eurohostiles del titular de Industria, Arnaud Montebourg. Unos y otros copian y pegan programa y tesis de la ultraderecha, poniendo la inmigración y la seguridad en el centro del debate político.
“De repente, es como si el Frente Nacional no necesitara ganar las elecciones”, resume el sociólogo Eric Fassin, “porque sus ideas son defendidas desde el poder y desde la oposición”...». ¿Algún parecido con lo que ocurrió luego de las PASO?
La cuestión económica aparece como piedra angular para explicar la creciente aceptación a las propuestas del FN francés. En nuestro país lo económico influye, ¿pero cuánto hay de la renuencia a hacer política por parte del oficialismo en el triunfo discursivo del massismo? La tendencia a correrse hacia la derecha del kirchnerismo, ¿no debería haber abierto espacio a su izquierda? ¿O el poder en Argentina descansa sólo en el peronismo y en el centro, con el control por la agenda? ¿Deberemos actualizar, como proponíamos hace tiempo, aquel dicho de que el poder es como un violín -se toma con la izquierda y se ejecuta con la derecha- por un más renovado “para acceder al poder hay que hacer populismo y listo"?
El artículo cita a un sociólogo «... Fassin (quien) considera que la derechización de la sociedad francesa no es real. “Es la política la que se ha lepenizado (...) La izquierda europea moderada sigue defendiendo la política neoliberal europea, que es de derechas tanto en economía como en inmigración...». En Argentina, ¿ocurre así, es la política o la sociedad la derechizada? ¿Son ambas? ¿Quién corre a quién? Y reversionando una pregunta del párrafo anterior: aunque el kirchnerismo se corriera hacia el centro, por su historia, ¿puede colocarse simbólicamente a la derecha de Massa y/o el peronismo disidente? ¿O en cambio, en los tiempos que vienen, la dicotomía no será derecha/izquierda sino sobre grados de institucionalidad? ¿Cómo se conjugaría entonces un cóctel entre populismo y republicanismo? ¿O será sobre sectores altos y bajos? (También lo dijimos antes: la generación política que viene no hace estandarte de ninguna ideología y la propuesta es una normalización/alvearización respecto al kirchnerismo. Eso sólo prefigura que el relato abandonará ribetes de agonalidad, que serán trocados por el business de la pax institucionalista).
Y enunciemos una pregunta fundamental para lo que viene: el kirchnerismo, ¿a que sujeto social está representando hoy? Y siguiendo el razonamiento, ¿Massa triunfó en la PBA porque buscó focalizar en las demandas de los sectores de clase media baja como dicen? Ese voto, ¿cuánto representó de su total? ¿Son quienes votaron a De Narváez en 2009 hasta que el kirchnerismo sacó la AUH y los señaló como sujetos de su praxis política económica? Acá Artemio compara los resultados de la tercera sección electoral en las PASO y el 27O. El kirchnerismo, ¿abandonó su representación? ¿Olvidó comunicar como los está representando, preocupado en comunicar otras cosas? Para empezar a responder algunas de estas preguntas, cito un comentario de Guido en lo de Abel: «La brutal transferencia de fondos a sectores sociales privilegiados en términos relativos que significó la elevación del mínimo no imponible de ganancias (...) tuvo incidencia absolutamente nula en las elecciones legislativas, tal como era esperable para todos aquellos que no viven en un grado de alienación tal (y aquí contabilicé oficialistas y opositores) que les permite tomarse en serio la fantasía absurda de que el impuesto a las ganancias constituyó alguna vez una carga para alguna fracción de los sectores populares. Una lectura errónea sobre cual era el voto perdido llevó a intentar la recuperación de votos populares sobando sectores de altos ingresos pero, ay, ellos ya tenían sus candidatos». Agreguemos como corolario que una correcta lectura sobre los sectores sobre los cuales recuperar representarividad determinó la recuperación del oficialismo a partir de las legislativas de 2009. Repitamos entonces, el kirchnerismo, ¿a que sujeto social está representando hoy y -secundariamente- cómo se comunica con él?