martes, 27 de enero de 2015

#JeSuisStiusso

Somos actores y queremos actuar, clamaban mucho tiempo atrás nuestras estrellas televisivas. Somos periodistas y queremos preguntar, lloraban en lo de Lanata nuestros Bernstein y Woodward de cabotaje. Pronto cortarán la Panamericana nuestros Pepes Sánchez in the real life al son de Somos agentes de inteligencia y queremos agentedeinteligentear.

Decíamos la semana pasada que lo que ocurre es grave. No sólo por la muerte de Nisman sino porque —quedó cada vez más claro— involucra a los servicios de inteligencia, actuando al margen de la ley, de algunos consensos democráticos y también como herramienta de una política exterior que nos excede y comprende a EE.UU., Israel, Medio Oriente y varios gobiernos democráticos argentinos. Si estuvieron siguiendo a Santiago O'Donnell, sabrán que la pista iraní constituyó desde su inicio una política de Estado que incluyó a partidos políticos, periodismo y organizaciones de la colectividad judía; pacto implícito que se quebró al firmarse el memorándum de entendimiento con Irán que, válido es decir, fue propuesto como guinche que arrastrara la causa fuera del pantano en el que siempre se encontró. ¿Quebró el oficialismo ese pacto o éste fue abandonado por las fuerzas opositoras para ser utilizado en cambio como ariete en la lucha de facciones políticas? Nada está muy claro en ese sentido, cuando por ejemplo Obama busca acercarse a Teherán aún a pesar de contar con detractores en la política y los medios norteamericanos, a los que amenazó al respecto en su reciente discurso de State of the Union.

En nuestra política interna, al conocerse la muerte de Nisman, quien picó en punta para atacar al gobierno nacional fue Mauricio Macri. Luego se llamó a silencio para no avivar el fuego que podría chamuscarlo en nombre de su Fino Palacios, recomendado por la CIA, el Mossad e involucrado en la causa AMIA como encubridor. Luego el radicalismo, con la disputa en los territorios provinciales y contra el peronismo en mente (además porque durante el gobierno de la Alianza se modificó la ley de inteligencia, como detallara Martín Rodríguez). El Frente Renovador, en cambio, se sacó los zapatos y caminó en medias para no hacer ruido. Sólo la acostumbrada pantomima de sobreactuar representación en su pretensión de constituirse en querellante. El pasado de Massa en el kirchnerismo y como Jefe de Gabinete lo inhibe para un enfrentamiento más abierto.

A nivel social, mi impresión es que se trata de un tema más bien metropolitano, percibido como lejano por quien no cuenta con una adscripción política que lo haga parte de algún núcleo duro. Esto teniendo en cuenta el fogoneo mediático y más aún cuando se vislumbró que la denuncia contra Cristina y Timerman se caía a pedazos por ridícula (fuentes desopilantes y sospechas sin pruebas; le faltó sexo para constituir una trama de best seller). El martes pasado sostuvimos que habilitaba la emergencia de esa corriente emocional de odio contra el gobierno, expresada antes en sucesivos cacerolazos. Se derraman dosis importantes de voluntarismo de uno y otro lado: la muerte de Nisman no podría voltear al gobierno ni tampoco hay que mirar hacia Tacuarí y Magnetto cada vez que alguna situación jaquea al oficialismo. No puede soslayarse, de todos modos, el nivel de patetismo alcanzado por algunos periodistas del multimedios, así como también la pobre respuesta del gobierno la semana pasada, alarmante desde lo comunicacional, la inteligencia y el aplomo necesarios para afrontar la situación.

Otro sí: la judicialización de la política sirve para pegar, para la guerra de guerrilla, para mantener avispados a los núcleos duros, pero no para crear volumen político. Esto era algo que aún la Alianza UCR-Frepaso sabía y nuestra decepcionante oposición desconoce. Por suerte, quizás.

Respecto al anuncio realizado por Cristina ayer (hay que “suicidar" al encargado de la puesta en escena, eh, anoten), pueden leer un pormenorizado resumen del proyecto para reformar la ex SIDE acá. Nuestra evaluación es más bien simple: es absolutamente necesario, fue pospuesto demasiado tiempo pero ese no es argumento para oponerse y, en realidad, nadie con un poquito de buena leche (o chances de acceder al poder) puede sino estar de acuerdo. Si necesitan pruebas, sólo basta ver quiénes llevaron la voz cantante en este entuerto: marginales como Bullrich, delirantes como Carrió, la izquierda con Altamira (!) o segundas y terceras líneas sin juego propio. Sólo Cobos se permitió mostrarse frontalmente en contra y por los motivos detallados en el tercer párrafo.

martes, 20 de enero de 2015

#JeSuisNismanCharlieEToutLeMonde

En estas últimas semanas se instauró con fuerza de moda ser alguien más, Charlie Hebdo, Nisman, o identificarse desde la negación a la caracterización de esos personajes. Habíamos advertido aquí que no coincidimos con que deba ser el eje de ningún debate, porque —al fin y al cabo— se trata de una disputa semiótica donde cada bando intenta dotar de un significado distinto al disparador del parteaguas y no tiende ningún principio de resolución. Así, Charlie Hebdo sería la corporización de la libertad de expresión occidental frente al ataque fundamentalista musulmán y Nisman, el fallecido fiscal de la causa AMIA, un corajudo héroe, reconvertido por la muerte en mártir, que luchó por la Justicia, se enfrentó a la tiranía del kirchnerismo y, a causa de ello, apareció muerto en su departamento.

No vamos a transcribir aquí los detalles de cada caso. El que haya arribado a este texto los conoce o debe volver inmediatamente a postear estados bajo emoción violenta en Facebook. En definitiva, la visión que ahora tengamos de Nisman o Charlie Hebdo, de sus orígenes y derivaciones, termina por ser una cuestión de Fe. Cuando las circunstancias y contextos son desconocidas o decidimos, directamente, descartar algunos datos y tomar sólo aquellos que verifiquen nuestros prejuicios o intereses estamos frente a una conducta perfectamente humana... que debe necesariamente ser superada por el juicio que las instituciones que a tal fin hemos creado puedan desarrollar.

Qué difícil la mesura cuando nuestro sistema límbico toma por asalto al neocórtex y lo somete como rehén. Una abogada amiga sostuvo que para ella sería muy difícil trabajar como fiscal en una causa como la de Nisman, soportando presiones o amenazas, imposible si uno tiene hijos... para inmediatamente sostener que le volaría la tapa de los sesos a Cristina aunque eso destruyera a su familia. De allí los TT mundiales #CFKasesina o #TodosSomosNisman. ¿Usted quiere ser el Nisman que describen Santiago O'Donnell y los cables de la Embajada norteamericana o prefiere ser el que imagina suicidado por alguna oscura maniobra del poder político? ¿No quiere ser Charlie Hebdo o prefiere evitar pensar en el colonialismo occidental que comercia sangre por petroleo y lleva en cambio la libertad cargada en la punta del fusil? Tiempos extraños, difíciles y fascinantes nos han tocado. El mundo ya no es tan simple como antaño, cuando contamos cada vez con más información a nuestra disposición.

¿Qué podemos esperar del caso Nisman? Lo que ya desde ayer temprano pudimos observar: el intento por convertir la cuestión en el clivaje que determine el resultado electoral de este año. En Facebook dicen que estás con los asesinos o con los que quieren que se enjuicie a Cristina. En Twitter dicen que el kirchnerismo comenzó negando la inflación y termina negando un asesinato o, la contraparte, que a Nisman lo mandó a suicidar Magnetto para voltear a CFK. En los medios masivos, aquellos enrolados en la oposición (TN, radio Mitre) no dicen —pero dan a entender— que fue Cristina quien apretó el gatillo. Los medios oficialistas, por su parte, destacan datos duros (la no intervención de terceros en la escena, que determina con mayor probabilidad que se tratara de un suicidio) y leen la operación que el fiscal intentaba liderar contra el gobierno. Hay que decirlo, también: la acusación de Nisman no parecía sostenerse y la reacción del oficialismo parecía la adecuada para dar por tierra con ella. Pero más allá de toda esta batalla por el significado, las implicancias de la muerte de Nisman son graves. Jorge Asís tuiteaba que el gobierno debió cuidar al fiscal como si de cristal se tratara. Qué difícil. Sí podemos extraer un par de conclusiones: la primera es que aquellas corrientes que animaron los cacerolazos continúan allí, aunque se mantuvieran larvadas, subterráneas. Sin la fuerza de cuando el cepo al dólar, tristemente o no tanto. Demanda ahora, nebulosamentr, Justicia. Una demanda clasista, claro, porque luchar por una Justicia mejor sólo sería posible si hiciéramos de ésta algo distinto que el arma que sostiene en término último el status quo, encarcelando al pobre y palmeando en la espalda al que cuenta con colchón financiero. No, se trata de manifestarse en contra de este gobierno y poco más. La segunda es que el hecho da inicio, temprano, en enero ya, a un año electoral que será muy caliente. No sólo se pone en juego la Caja del Estado, sino que es el Poder mismo el que flota en el aire, y aquellos postergados en el área decisoria durante estos años no van sino a pujar por el retorno de la democracia de la derrota. Como tercera conclusión, en relación al caso específico, algo que me enseñaron en semiología: si escuchamos ruidos de cascos galopando, debemos pensar antes en caballos que en cebras. Pero casi todos parecen estar pensando en unicornios.

lunes, 12 de enero de 2015

#JeSuisDanielOsvaldo o #JeNeSuisPasScioli ¿Contextualizamos?

Scioli en un encuentro de Clarín y ahora con Mirtha Legrand... ¿se quiere quedar cojo, el manco? ¿Quiere cazar fuera del zoológico? ¿Nos quiere matar del disgusto a nosotros, los cripto rabollinistas culposos de izquierda (!)? Convengamos dos cosas: la primera, es una minoría politizada, intensa, la que critica estos dos movimientos nada inocentes de DOS. La segunda es la que intentará dar sustancia al post: así como hay quienes piensan que ahondar en el contexto de la masacre en Charlie Hebdo es justificar el terrorismo, hay en el oficialismo quienes piensan que hacer algo distinto a censurar la precandidatura de Scioli es entregarle el país a la Derecha.

Agreguemos el “pero" de la discordia. Contextualicemos a DOS escribiendo algo que ya sostuvimos antes pero quizás no tan descarnadamente: Scioli es hoy el candidato con más chances del PJ-FpV (también) porque el kirchnerismo se negó a construir un candidato propio. Y ojo con levantar la mano para decir Randazzo porque Florencio es tan peronista mazorquero (PJ PBA) como el que más, y sólo frente a la amenaza naranja puede ser considerado una forma de continuidad livianamente pura. Otro sí, la advertencia que en reiteradas ocasiones hiciera Abel Fernández: si todos hablan de Scioli, el que gana es DOS.

¿Qué ocurrió para que Scioli fuera el representante del FpV en el pelotón de presidenciables con chances? Bueno, su historia afuera y adentro del espacio, su persistencia y su tradicional perfil moderado y conciliador que conecta con cierto clima social (hablamos del business del país en penumbras). Pero además lo esperable: ningún partido pudo antes encadenar una sucesión presidencial excepto el radicalismo con Yrigoyen-Alvear (¡oh, el alvearismo!) y el PJ-FpV con Néstor-Cristina. Algunos rasgos propios del kirchnerismo potenciaron esta dinámica: la desconfianza natural en cualquiera fuera del círculo íntimo, La Cámpora enarbolando la bandera de la ortodoxia K, en un sentido casi religioso las más de las veces, la capitalización política tributada enteramente a CFK, Cristina negándose consistentemente a cimentar la construcción de una Dilma y el error fundamental (porque muchos terminaron creyéndolo): todos los votos todos, cada uno de los que componen el piso del 33%, son de CFK.

Massa es también un emergente del modo de construcción política del kirchnerismo, mal que nos pese. Es, además, el Scioli que buena parte del establishment pretendió: uno que quebrara con el kirchnerismo y tuviera, así, menos ataduras que la que jugar adentro, apelar a los votantes K, implica en el universo simbólico que condiciona luego lo concreto.

La búsqueda de una interna competitiva, que resulte la incógnita excluyente de las PASO, es por ahora una estrategia que parece tender al éxito. No será así, luego, si quien emerja ganador no aglutina en octubre el grueso de los votos del espacio en las primarias. El peronismo comprende esto cabalmente y no tendrá problemas para encolumnarse detrás del triunfador. No son pocos los indicios emitidos en ese sentido por el PJ-RA y el PJ-PBA también. ¿Qué pueden esperar entonces de Scioli los que JeSuis y los que JeNeSuisPas? Lo de siempre, su tradicional báscula entre gestos de lealtad (continuidad) e independencia (ruptura). En 2013, en un contexto peor que el actual, constituyó la alquimia que se reveló pagadora. Por si fuera poco, aún Randazzo, Urribarri o Aníbal Fernández, de resultar ganadores en la interna, deberían necesariamente realizar gestos que implicaran ruptura/independencia luego. ¿Entonces, General? ¿Los hay más o menos puros pero alvearistas son todos? Es bastante simple contextualizar: no es posible prometer futuro sólo apelando a la continuidad del pasado y presente.

sábado, 10 de enero de 2015

Ser o no ser Charlie Hebdo, esa *no* es la cuestión

Repudiar sin peros o contextualizar el atentado dividen las aguas del opinionismo nacional e internacional. Yo soy Charlie Hebdo o no soy Charlie Hebdo. Malditos fanáticos islámicos o Francia en Argelia, Estados Unidos y Al Quaeda, petróleo y sangre medioriental, etc. Cualquier posibilidad de comprensión se va al carajo así. Ahora, qué difícil repudiar sin la posibilidad de habilitar un debate que tienda hacia la comprensión del fenómeno, cuando todo repudio nace de comprensiones pasadas. Quizás si girase en torno a la secularización de las sociedades podría ser de mayor provecho. Pero ese debate se encuentra saldado ya, excepto para los radicalismos de cualquier índole.

¿Y Francia? Salió de cacería y abatió a quienes, presumen, serían los autores materiales. ¿Cuáles podrían ser las proyecciones políticas? Volveremos sobre ellas.

Rápidamente, luego del atentado, la prensa mundial sentenció: se trató de un ataque a la libertad de expresión. No de prensa, por suerte, porque no “bajaron” a un medio de comunicación sino que asesinaron a los periodistas/humoristas que en él se desempeñaban. Si así fuera, se entendería que el periodismo se sintiera un poco Charlie Hebdo. Pero no todos lo son y menos aún si buscan circunscribir el asunto a un debate simplista: “me matan por opinar distinto”. O la culpa es del Islamismo, como señalan en Revista Paco, clausurando cualquier complejidad o el reconocimiento del quilombo cultural y religioso que se inscrusta en la vieja Europa, constituída también por ciudadanos, hijos de inmigrantes cuya historia de vida fue atravesada por el sometimiento a una nación que ahora cobija a su descendencia.

Como bien apuntaron muchos, un atentado terrorista tiene por principal objetivo lo que su nombre indica: sembrar terror. Y conseguir difusión para una causa, la que fuera. Vaya si la consiguieron. ¿Es la libertad de expresión o la publicidad, entonces?

Ahorremos teorías conspirativas, nain ileven y la mar en coche: cuando atacaron el World Trade Center no buscaban destruir las finanzas internacionales ni Pearl Harbour significó algo más que una mojada de oreja al territorio continental norteamericano. Claro, fueron luego excusas perfectas para Hiroshima y el retorno a ocupar Medio Oriente. Pero idiotas útiles hay en todas las familias. Los encargados de pedir helado, por ejemplo. Pero, ¿por qué decimos que ser o no ser Charlie Hebdo no es la cuestión? Porque ninguna de ambas posturas apunta hacia una posible solución. La primera porque al negar complejidades, matrices de la historia, sólo puede dirigirse a destruir al Otro. Si el Islam es el malo, ¿cuál es la única solución posible? Hay mucho de inhibir cualquier debate que ponga en entredicho los valores occidentales y cristianos allí, qué decir del accionar occidental entonces. Los segundos, en cambio, los que se sumerjen en las complejidades o niegan ser Charlie Hebdo porque implica negarlas, corren el riesgo de agotarse en el trajín del laberinto de lo inmodificable. Y servir mientras tanto a los propósitos de quienes quieran plantear soluciones inmediatas.

Francia es atravesada desde hace mucho por un discurso xenófobo que elección a elección fue ganando adhesión. Marine Le Pen consiguió aggiornar y moderar a su partido con el objetivo de convertirlo en una real opción de poder. Este atentado seguramente le granjeará mayores simpatías y abrirá el campo político para estas expresiones. Dicha apertura, claro, implicará la posibilidad de su disputa, y puede ser la excusa perfecta, también, para que el resto de los partidos políticos franceses incorporen ese rasgo xenófobo que late en algunos sectores de la sociedad y que, en aras del triunfo de la civilización y el iluminismo y la Republiqué, ha sido negado consistentemente.