Lo primero que debió decir Martino luego de una nueva derrota en una final es “renuncio". Lo segundo: “buenas noches". El ostracismo no sería castigo suficiente y los estados modernos han abandonado esa sana costumbre medieval del destierro, así que descartados los castigos ejemplares, solo queda masticar bronca.
Tampoco existe un organismo que pueda ordenar la excomunión de Martino o romperle en pedazos el carné de DT, cuando la AFA no existe. No se trata de una metáfora, la AFA existe en Zurich solo porque aún no nos desafiliaron, pero Angelici, Tinelli, D'onofrio y la jueza Servini con anuencia de Macri están haciendo lo posible porque ello ocurra. Volvamos al fútbol.
Martino es un caso único: no existe otro DT que haya chocado tres equipos que contaran con Messi en cancha. Quizás cuando le realizaron el transplante capilar le injertaron los pelos a demasiada profundidad, afectando su lóbulo frontal; será un misterio que deba resolver la ciencia. Preferentemente post mortem y dentro de poco. Aclaramos que es joda porque con el macrismo no podés saber: lo lee un servicio, se lo pasa a un juez y te citan por cualquier pelotudez.
Ya en Santiago de Chile la Selección sufrió a Martino, quien eligió preocuparse antes por desactivar los circuitos chilenos que por generar fútbol. ¿La “idea"? Bien, gracias, con un poquito de tos pero haciendo reposo. Ahora, en Nueva Jersey, pareció haber comprendido y el equipo fue agresivo en el pressing, arriba. Pero nuevamente se equivocó. Puso en cancha a tres mediocampistas averiados: Di María, quien dio pena, Banega, que fue una sombra, y Biglia, quien debió ser ajusticiado por algún lone wolf yanqui munido de algún arma de repetición y, en cambio, jugó casi todo el partido con una parsimonia que recordó al peor Verón de 2002. Demasiada ventaja: Argentina solo recuperó espíritu, toque y presión con el ingreso de Kranevitter. Aún asi, durante la Copa, las eliminatorias o la anterior copa América, el equipo solo mostró un patrón de juego frente a equipos débiles. Jugó como Argentina debería únicamente frente a EEUU. Lo contraponés al juego asociado de Chile, con movimientos ensayados, ocupación de espacios más aprovechamiento de los vacíos y parecieran dos deportes distintos. ¿El problema es Messi que te obliga a no jugar al fútbol y solo pararte para ver qué hace cuando se la das? No, el problema es el DT que no los mueve para convertirlos en receptores. Con Martino en el banco no hubo nunca el compromiso que les supo arrancar Sabella para funcionar en bloque y no como espasmos individuales.
Luego, los imponderables del fútbol: un pésimo arbitraje, horrible, de un pelado brasileño que quería protagonismo y seguro que estuvo a favor del impeachment a Dilma. Argentina ingresó entonces golpeada al segundo tiempo, y Chile agrandada. La expulsión de Díaz había sido justa y la de Marcos Rojo, en cambio, no. La injusticia golpea y destruye el ánimo. La selección chilena, en cambio, asimiló la situación como un empate que te potencia. ¿Dirá Martino que no supo, no pudo o no quiso levantar la moral de su equipo? No creemos: no es tuitero ni tampoco juega a intenso de la política.
¿Cuánto habrán pesado en la cabeza de los futbolistas las pasadas finales perdidas? ¿O será que la mamá no los abrazó lo suficiente de chicos, Laura Gutman? Pesaron en la de Higuaín, que volvió a fallar como en Brasil pero nunca dejó de buscar y presionar. Pesaron en la de Agüero, que resolvió la que tuvo como el Pipa pero sin poner nunca ganas, como si el espíritu de Verón lo hubiera poseído al igual que frente a Alemania. ¿Pesaron en la de Messi al patear el penal o fue el cansancio? Lo cierto es que durante el partido, quienes no sintieron ese peso fueron los de mejor rendimiento: el propio Lionel, Romero, Otamendi, Kranevitter, Mascherano, Funes Mori y Mercado, que fueron, en ese orden, los mejores de la Selección en cancha.
Ahora renunció Messi, y ni el DT o quienes pelean por AFA se hacen cargo del mensaje. Rompieron al mejor del mundo. Hay que poner una bomba atómica y empezar todo de nuevo, si es que AFA no desaparece y la Selección termina jugando como los Globetrotters, para divertimento de los ganadores del modelo de la globalización. Deberemos sufrir a los que gritan “poné a los pibes que tienen hambre", a los que dicen “es sólo un juego, no pasa nada" y a Aranguren diciendo que al equipo le faltó energía y entonces hay que subir nuevamente las tarifas. A todos ellos, que los mee un elefante con diabetes insípida.
Nos vemos en Rusia2018, si llegamos.