domingo, 29 de noviembre de 2015
Breve recorrido por los hitos electorales del periodo 2013-2015
Marzo/2014: “…creo que el lógico desgaste de tantos años de gestión kirchnerista, algunos errores forzados y de los otros, el escenario regional e internacional, más el desarrollo de las legislativas y los movimientos posteriores del FpV y FR permiten, ahora, una lectura distinta del fenómeno pos. Hace un tiempo la disyuntiva podría haber sido profundización kirchnerista vs. poskirchnerismo opositor. Hoy el escenario, creo, tiende a un enfrentamiento electoral entre una “alvearización” del kirchnerismo vs. un poskirchnerismo bastante menos kirchnerista que el año pasado…”.
Podemos decir ahora que, en la campaña, ese poskirchnerismo fue un poquito más kirchnerista de lo que suponíamos, pero tampoco al punto del continuidad con cambios de Massa en 2013 o Scioli en 2015. Macri jugó al cambio con algunas continuidades y, entre otras cuestiones, lo ayudó –o no evitó, como hubiera sido un relato de solo ruptura– a llegar.
Noviembre/2014: “…Es en la UCR donde se ha desencadenado una rebelión de los coroneles, y se comporta en los hechos como una federación de caudillos provinciales que privilegian lo local sobre lo nacional. De todos modos, contrario a la extendida reflexión de que el radicalismo se está suicidando, creo que aún sin un candidato medidor supo en este último tiempo proyectarse como una sombra sobre todo el arco opositor. Si podrán instrumentar de modo conveniente el tiempo que compraron pateando definiciones hacia adelante es una incógnita, pero al menos no se bajaron el precio enganchándose ahora mismo como furgón de cola del PRO o el FR…”.
Se engancharían recién en 2015, vía convención de Gualeguaychú, siguiendo la doctrina Sanz, que tuvo una visión más nacional y jugada que las conservadoras de Morales o Cano (más preocupados por sus destinos provinciales), la que triunfó. En el blog señalamos en abril de 2014 que el negocio para la UCR se llamaba Mauricio Macri: “…Para el radicalismo de la provincia de Buenos Aires, condenado a resistir con Stolbizer y el apellido Alfonsín en elecciones desde hace tiempo, el espanto se llama Sergio Massa y su Frente Renovador. ¿Por qué? Porque desde que abandonó el FpV, el ex intendente de Tigre hizo usufructo de su pertenencia peronista pero fue sobre los votos de la representación republicana, vaciando de significado la existencia del radicalismo como partido de oposición (…) La lógica entonces es de superviviencia pura. Si el peronismo pretende ocupar todo el campo, el republicanismo antikirchnerista se abroquela para intentar alambrar a sus dirigentes y electores. Los sistemas políticos tienden a la homeostasis pero primero a la conservación. Y para ello el radicalismo bonaerese y algunos de sus referentes provinciales necesitan de un paraguas nacional del que carecen y podría ser Mauricio Macri…”. Vale señalar que Julio Burdman lo vio primero, en septiembre de 2013: “El PRO debería abandonar su estrategia histórica de mirar al PJ y comenzar a mirar al panradicalismo”.
En Marzo/2015 apuntábamos una razón: “La UCR decidía en Gualeguaychú si se entregaba como partido a una facción opositora o si se fragmentaba para el rapiñaje por parte de Macri y Massa. Decidió por el primero y hay razones que avalan su decisión: encuestas, historia, electorado y oportunidad (…) decíamos que en la UCR se verificaba una rebelión de coroneles, los candidatos a gobernador con chances que privilegiaban sus necesidades distritales aún antes de que el Comité Nacional se expidiera. No fueron ellos los que decidieron el destino nacional de la UCR sino que, en la Convención, primaron en cambio los intereses del radicalismo de los grandes distritos: la CABA, la provincia de Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, allí donde decíamos que iba Macri mientras Massa se dirigía al NOA. Los convencionales de la PBA desoyeron a quien debería ser su referente, Alfonsín, y siguieron a Sanz. Es lógico, de todos modos: los acuerdos distritales se mantendrán pero la UCR contará ahora con una candidatura traccionante y lugares en las listas (razones de supervivencia para la UCR-PBA) y quizás con algún que otro ministerio, de arribar Macri a la presidencia…”.
Sanz vio algo que los demás no: el voto radical ya se encontraba migrando hacia el opositor no peronista mejor posicionado. Pragmáticamente, la UCR siguió el camino de sus propios votos.
Luego, algo sobre la interna del FpV, en mayo de este año: “El horizonte de continuidad del kirchnerismo se encadenaba entre Néstor y Cristina, no había otro plan. Luego del fallecimiento de Kirchner y el 54%, el oficialismo consideró más importante evitar un síndrome de pato rengo que construir, si querés, una Dilma. Scioli es entonces tributario voluntario e involuntario de ese déficit de construcción de un candidato del riñón. Pero además, recurro nuevamente a la figura del alvearismo, tendencia que el propio kirchnerismo intentó practicar en 2012 (rápidamente abortada) y luego sí más decididamente a partir de la derrota legislativa en PBA en 2013. Me parece que el perfil de Scioli se relaciona con eso (…) no existe otro candidato dentro del FpV que tenga el nivel de conocimiento y esa intención de voto…”. Por entonces y antes de las PASO, quisieron operar un acuerdo Macri-Massa. Veían con acierto que en la PBA se jugaba buena parte del futuro de la elección nacional: “…No veo a Macri habilitando una gran PASO cuando Massa se desangra solo día a día. De no mediar las Primarias, que actuarán a modo de primera vuelta, ya estarían acordando. Pero Macri cuenta con sumar el voto útil opositor luego de agosto: es al FR al que corre más el reloj. El establishment, en cambio, es más pícaro y puede jugar en la mesa de arena sin ensuciarse. Sabe que un triunfo importante del PJ-FpV en la PBA aleja las chances de un ballotage para cualquiera oposición. Y en consecuencia presionan”.
Cómo los ayudamos en PBA.
Tucumán también fue muy importante para el triunfo final de Macri: permitió desplegar la Operación Fraude. Decíamos entonces: “Las denuncias de fraude fueron aventadas aun antes de los comicios. Inmediatamente luego de las PASO, cuando la disputa se circunscribió a lo provincial –y habiendo visto los números del FpV, que solo perdió frente a Cambiemos en Yerba Buena, nuestro San Isidro local–, Cano y el radicalismo todo, Macri cuando vino a apoyar la fórmula del Acuerdo por el Bicentenario, se dedicaron a preparar el terreno para desconocer y deslegitimar el resultado. Pero es, en parte, lo que viene ocurriendo desde siempre. En esta ocasión, la diferencia estuvo en que se utilizó a Tucumán como plataforma para introducir la figura del fraude a nivel nacional, pensando en octubre. Aunque funciona a varios niveles, siendo uno de ellos el circunscribir la disputa en términos peronismo/antiperonismo. Peronismo como sinónimo de todo lo malo, claro (…) La manifestación estuvo fogoneada, eso fue claro. No solo por la irresponsabilidad de políticos de la oposición, medios y periodistas, sino por el activismo digital también. Me tocó sufrir el accionar de los trolls en Twitter, me llegaron cadenas de whatsapp con mentiras, si entrabas a Facebook era el festival de las imágenes diseñadas. Ahora, todo eso necesariamente actúa sobre una base fértil que es el descontento que movilizó distintos cacerolazos desde el 2012, y por distintos motivos. Agregaría, además, que en San Miguel de Tucumán o Yerba Buena se replica ese espíritu porteño, que no comprende al interior. De la provincia de Tucumán, en este caso”.
Fue un gran golpe de Cambiemos: Cano se portó como un soldado y la oposición toda debió encolumnarse detrás del reclamo republicano que servía solo a Macri, el opositor que había quedado posicionado luego de las PASO. Funcionó como un sistema de engranajes:
1) le restó votos clasemediero y urbano al FpV (solo en Tucumán: 57% en las PASO; 51% en la elección provincial; 48% en octubre y recién en noviembre retornamos al número de las PASO, 58%);
2) habilitó la posibilidad de desconocer un posible triunfo de Scioli en primera vuelta y
3) mantuvo el antiperonismo en sangre del votante opositor a niveles casi tóxicos, en aras de mantener el voto bronca antikirchnerista que premió a Macri en octubre/noviembre.
Luego, con el triunfo de Macri puesto, charlamos con la APU acerca del futuro del peronismo, ahora en la oposición, y las posibilidades a las que se asoma el futuro gobierno de Mauricio Macri. La subiremos completa, solo para tenerla también aquí, en el próximo posteo.
jueves, 26 de noviembre de 2015
El peronismo en la oposición
“Mauricio Macri, protocolar y distante, desembarcó ayer al atardecer en la quinta de Olivos para una cumbre con Cristina de Kirchner, que el 10-D le pondrá la banda y le delegará el bastón presidencial. Un formalismo que, en un PJ que cruje, se traduce como una amenaza: que, con picardía política, Macri seleccione a Cristina como única interlocución con el peronismo opositor.
“...¿Qué ocurrirá con el peronismo? Qué difícil. Debe asimilar dos derrotas duras: Nación, pero más importante en términos simbólicos e históricos resultó la de provincia de Buenos Aires. Ello requiere de tiempo, pero a la vez no cuenta con mucho si quiere ser competitivo en 2017, algo ineludible camino a 2019. Mi deseo es que el peronismo se ordene en torno a los intereses sociales en pugna –algo que la agenda neoliberal de Macri debería facilitar–, aunque existe el riesgo de que las ambiciones personales supongan un escollo.
APU: Se ha dicho y escrito mucho sobre las elecciones y la derrota del FPV. ¿Qué elemento central le gustaría sumar a ese debate?
RT: Que nos faltó parar las orejas y escuchar qué pasaba abajo. Se ha hablado de subestimación del electorado, de la renuncia a la representación de algunas nuevas demandas, y es todo cierto, pero creo que los errores primigenios fueron desestimar la intermediación política y el hacer política mirando hacia la conducción y no hacia abajo...".
lunes, 23 de noviembre de 2015
Una mancha del centro a la periferia: 10 apuntes post ballotage
1. Se resolvió la incógnita post 25oct: el voto de UNA resultó más opositor que peronista. El 71% a 28% de Córdoba es un mazazo tremendo. De la Sota, Massa, ¿pueden intentar liderar al peronismo como boquean? Tu vieja puede votarlos algún día, este humilde bloguero no lo hará. ¿Qué ocurrió para que la docta tuviera, en espejo, resultados del interior tucumano o santiagueño? Podemos enumerar: quienes viven de o alrededor de la agroindustria recuerdan todavía 2008 y creyeron tanto las promesas de Scioli como de Macri; eran dos proyectos de país y votaron a favor del suyo. Córdoba tiene además una rica tradición radical, pero no pueden haber sido gratis la revuelta policial de 2013 –cuando dejamos a los cordobeses librados a su suerte– y el impacto de la caída de la demanda brasileña sobre la industria automotriz, que opera desde 2012 con un esquema de suspensiones laborales.
2. Si Brasil quedó partida en Norte/Sur luego del ballotage entre Dilma y Aécio Neves, Argentina quedó partida al medio luego de la segunda vuelta entre Scioli y Macri. Todo lo que quede afuera de las razones de este posteo, se explica en este mapa:
Una mancha que se extiende del centro a la periferia |
4. La derrota del FpV en Jujuy me duele más que la de PBA, pero un peronismo cerrado frente a la sociedad, que no pudo o quiso renovarse, y el cuco Milagro Sala, bien explotado por Morales y Massa, determinaron el resultado en la Tacita de Plata. Para ahondar en el factor Tupac, se hizo de la organización un canto a los sectores populares, cuando representan a una fracción de ellos (y los resultados de UNA en octubre y Cambiemos ayer lo certifican), pero no se advirtió que representaba también un abandono por parte del Estado de funciones de su competencia. Muchos peronistas o filoperonistas jujeños me habían adelantado su voto a Massa, y quizás luego a Macri, en base a su rechazo a la organización.
5. El FpV. Scioli no le agradeció en su discurso de aceptación a Cristina. No han sido pocos los compañeros, aquí en Tucumán y en las redes sociales, que sostienen que CFK le jugó en contra y que allí reside buena parte de la explicación. También, valga decir, se puede leer (porque es una opinión más bien porteña) que Scioli no aportó los votos que faltaban para llegar al 40 o 45% en primera vuelta y cualquier candidato del riñón hubiera realizado una elección similar. ¿Mi visión? Ni lo uno ni lo otro. La realidad del peronismo involucraba a Scioli, los gobernadores, Cristina, La Cámpora, el progresismo, etc., y la alquilimia electoral alcanzada era no solo la posible sino la que mejor contenía a todos: Scioli contra Cristina no hacía la elección que hizo y el kirchnerismo puro, sin Scioli, no hubiera realizado la elección de DOS. Así como es un delirio sostener que Randazzo hubiera sido un mejor candidato –hubiéramos peleado el tercer lugar con Massa–, también me parecía irreal pedirle a Cristin que no fuera Cristina. Los motivos, además, exceden a estos meses de campaña.
6. Vamos con motivos generales y que hacen al imaginario mucho más que un par de spots. Una campaña no dura un par de meses: en el cuarto oscuro sospesamos la totalidad del último periodo. En materia económica, estos cuatro años fueron de aguante y no de conquistas. En 2012 decidimos diferir el pago de costos políticos por la sintonía fina y terminamos pagándolos igual. En este blog sostuvimos que la conflictividad que promovía la batalla cultural era bien tolerada y hasta festejada cuando tenía soporte en crecimiento e inclusión, pero cuando esto último flaqueaba, el relato operaba en la fidelización del núcleo duro pero, a la vez, expulsaba a adherentes/simpatizantes/votantes por la más simple mecánica de la teoría de conjuntos. Si guglean “gestión batalla cultural secundariamente loshuevosylasideas” verán que desde 2011 es una preocupación por estos lares. Señalamos también entonces la necesidad de abrir la representación que el 54% significaba. Se decidió por la contraria y la estrella con la que brilló Massa en 2013 obedeció a esto: representó a los que el kirchnerismo había dejado ir. Inseguridad y narcotráfico fueron sus caballitos de batalla junto con la expectativa de un peronismo sin kirchnerismo. Terminó, como acá lo adelantábamos, operando como colectora del macrismo. Un Marco Enríquez-Ominami cualquiera. Señalamos también cómo la autorreferencialidad, el comisariato político y la disposición de capital político en batallas infructuosas irían en detrimento del propio kirchnerismo. Pero bueno, este es un humilde blog. Perdió Scioli, pero perdió el peronismo todo. Lo que es más triste: contribuimos a que perdieran los sectores populares que necesitan de una presencia estatal activa en la defensa de sus intereses. Eso y no otra cosa es lo terriblemente imperdonable.
¿Vamos con las razones del triunfo de Macri?
7. Alertamos durante estos años algunas cuestiones respecto al campo opositor. Por ejemplo estas dos: un quiebre de Massa supondría incrementar las chances del no-peronismo en 2015, y que el negocio para la UCR estaba con Macri y no con Massa. Tristemente, no nos equivocamos.
8. Leeremos en estos días, hasta hartarnos, artículos sobre lo que mencionamos en el punto 6: la renuncia a representar del kirchnerismo. Pero esa explicación no termina de cerrar si vemos las propuestas de Macri: no supusieron llenar ese vacío. Pero fue lo que entendió su electorado, así que no hizo falta. Macri creció desde su 24% en las PASO al 34% en octubre y este 51% en ballotage: fue finalmente depositario del voto útil opositor. Lo votaron antes por su condición de antikirchnerista genuino (Massa siempre pareció impostado) que por su macrismo en construcción. Lo emocional antes que lo racional. Por supuesto, deberemos rever esas tesis del #findelperiodismo y la capacidad de penetración de los aparatos mediáticos. En 2011 mismo lo sostuvimos para Clarín: “la derrota no es un estado permanente, sino que depende de factores temporales, coyunturales y estratégicos”.
9. La demanda de oxígeno. Como las clásicas limpiezas norteamericanas de primavera, luego de la temporada otoño/invierno, la sociedad demandaba nuevos aires, nueva dirigencia, nuevas caras. Macri, Scioli y Massa en pole position desde 2013 enunciaban el corrimiento de la sociedad a posiciones conservadoras y centristas, pero también una demanda por menos confrontación. Pero no la confrontación entendida en clave kirchnerista, contra grupos de poder, sino tan solo que sacaran la disputa de su campo de percepción. Una propuesta que Scioli y el peronismo no pudieron ni podían ofrecer y que Macri, implícitamente, con su pretendida revolución de la alegría, prometía. Quedó claro, con el correr de la campaña, que la kirchnerización de Scioli implicaba disputa: mantener el empleo, el salario, consumo, gradualismo en el combate a la inflación fueron promesas de confrontación. Macri, en cambio, dejó que su condición de nueva fuerza y su alianza con el Mercado y los grupos de medios hablaran por él. No significa esto que su gobierno no enfrentará peleas, pero estas bajarán de los medios a la calle. Serán efectivamente corridas del campo de percepción. Si el FpV enfrentó a la SRA, a la AEA, a Clarín, el gobierno de Cambiemos –si cumple sus escasas promesas–, enfrentará conflictividad social por parte de sindicatos, estatales, maestros y jubilados. Esas demandas podrán parecer ajenas a quienes no sean directamente afectados.
¿Qué le faltó al FpV? ¿Qué debe corregir el peronismo con miras a 2017? Enumeremos algunas cuestiones. Quizás las desarrollemos en un próximo posteo: a) Faltó escuchar abajo. Nos jugaron en contra la comunicación unidireccional y la falta de intermediación; b) Faltó segmentación en el discurso y en la campaña. La estrategia de redes sociales del macrismo será, con seguridad, objeto de estudio. No tuvimos más que algunos comunicadores, el macrismo tuvo a todos los demás y, c) Faltó diseñar una estrategia con tiempo. Para el 2017 queda un año y no dos si contamos la luna de miel de la que gozará Macri.
Falta el punto 10, ¿no es cierto? Ahí va:
10. El Tata Martino ha gozado durante demasiado tiempo de la protección mediática que le deparó esta campaña electoral. No tiene más tiempo. O juega con Pastore, Di María más abajo y el Pipa Higuaín arriba (o busca otro 9), o renuncia en 2016. Basta. Cambiemos.
martes, 17 de noviembre de 2015
Qué subyace en cada voto y las razones del mío
La subjetividad manda, y creo que ahí estuvo parte del mérito de la campaña de Macri, que hizo una de amor y esperanza; pero que se centra –fundamentalmente– en la esperanza de rajar al kirchnerismo por parte de quienes lo odian. Bueno, eso y un montón de cosas más hicieron de Macri el presidenciable que es hoy: desde el contexto económico que no será de crisis (que, en algún sentido, hubiera ayudado al peronismo disidente por aquello de la gobernabilidad: era la esperanza de Massa allá lejos en 2013) pero tampoco es de bonanza. Hace cuatro años que no se aplica de esas medidas típicamente kirchneristas de transferencia directa de guita al pobrerío. Estamos más bien en un limbo económico y mi impresión es que la colaboración de Cristina en estos cuatro años, para con la Historia, fue evitar caer en una de nuestras clásicas crisis (que fueron por lo general de deuda, pero nos encontramos ante restricción externa y cuellos de botellas en la industria por todas partes).
La campaña de Scioli estuvo bastante dirigida a ese votante, al que ve la situación económica estancada pero no en crisis. Si me preguntan a mí, un exceso de racionalidad; pero quizás era difícil hacer una campaña más emotiva si tenés la emocionalidad en parte alquilada por el macrismo y en parte depositada a plazo fijo por el kirchnerismo. Salió por ese lado prometiendo mantener lo bueno del estos años pero adelantando desarrollo, substitución de importaciones, competitividad vía logística, en algún momento habló de minería y de inversiones pero para infraestructura y no para amarrocar guita en el banco perdiendo con los intereses como hizo Macri en el gobierno de CABA.
Ahora, más allá de adscripciones políticas, de sensibilidad social (que creo tenerla y me parece fundamental que el tipo que no se encuentra favorecido en términos económicos y sociales no sea arrojado a pampa y la vía por la meritocracia de orden protestante republicana que representa el macrismo), más allá de quién sea Scioli o si gobernara bien o mal la provincia de Buenos Aires, mi voto se explica –también– en que creo que llegamos a un punto de inflexión. Ya fueran interrupciones del orden democrático por golpes cívico–militares o las propias crisis económicas que favorecían los volantazos, la pendularidad de nuestra política y econonomía (¿cuál viene primero? ¿Cuál es la razón de la otra?) explican en parte nuestras restricciones, nuestros cuellos de botellas industriales, la previsión de quienes tienen guita guardada en el colchón para invertirla acá adentro (y prefieren sacarla afuera o guardarla a la espera de sí, ay, una devaluación bruta y brusca que los haga ganar mágicamente un montonazo en contante y sonante, con lo cual salir a comprar inmuebles o activos a precio vil a causa de la crisis, etc.), el hecho de que inteligentemente la gente todavía desconfíe de los bancos, etc., etc. Bueno, las propuestas de Macri, las escamoteadas al gran público pero que soltaron en exabruptos Melconian, Prat Gay o los mismos Michetti, Macri, y las propuestas de Scioli hacen ancla en ese punto de inflexión. Claro, Macri habla de esperanza y Scioli de desarrollo. Es más fácil lo primero, no genera ataduras o compromisos frente a la ciudadanía en caso de ganar. Y es muy difícil lo de Scioli: ¿fabricar componentes acá? ¿Recuperar industria pesada? ¿Conseguir mejoras en productividad que no se relacionen con devaluación del salario considerado como gasto? Ufff, dejá de mentir, Daniel. Pero para mí hay que intentarlo, aunque sea.
Bueno, se está haciendo demasiado largo, mejor resumo (ah, Scioli habla de cuidar el mercado interno; Macri nunca, y no es otra cosa que guita en la calle). Creo que tenemos la oportunidad de continuar con algo de kirchnereconomics, con una visión más nacional, y el compromiso implícito de evitar una crisis que lesione la legitimidad de ese modelo económico, u optar por la salida fácil de Macri. Quizás la kirchnereo demasiado pensando en términos históricos, pero considero que nos merecemos un país que derrote nuestra historia de crisis cíclicas. Puesto a pensar en el camino de una hipotética (y probable) presidencia de Macri, creo que los amarillos podrían optar por dos caminos: uno, de economía kirchnerista un poco más abierta, pero cuidando las variables básicas de salario, empleo, consumo; y otra que, creo, será a la que apelarán porque es el compromiso que tienen con sus votantes y sponsors: liberar cepo y devaluar. Son lo mismo, es una misma medida, pero para el clase media que quiere comprar dólares es darle chiquitaje y a los que juntaron dólares a lo pavote es multiplicarles la guita exponencialmente (y como eso luego se traslada a precios, etc., es una transferencia de guita fenomenal –el "¿quién paga, Mauricio?" de Scioli en el Debate–). Mi desesperanza es que Macri sería un gil y optaría por esta última, pensando en morigerar los costos vía dólares dulces de deuda (FMI, los mismos buitres engrosando su capital futuro, caso Black Rock). Por supuesto, esto implica que en algunos años nos vamos a encontrar nuevamente buscando un gobierno que junte guita en el BCRA y pague los intereses al tiempo que habla mal del FMI, de los fondos buitres que nos reclamen esa nueva deuda y que exalte la Vuelta de Obligado, ponga una estatua de Juana Azurduy en lugar de una de Colón y todas esas cosas que implican un empezar de nuevo otra vez. Pero bueh, esa es mi impresión nomás.
lunes, 16 de noviembre de 2015
10 apuntes sobre #ArgentinaDebate
1. Scioli tenía una doble misión: proponer las suyas pero, a la vez, exponer las propuestas que Macri escamotea al público luego de los deslices discursivos de Melconian y Prat Gay. La cumplió.
2. Macri también tenía dos objetivos: evitar caer envuelto en la estrategia de Scioli y plantearse por arriba del conflicto. Falló con creces en ambas y dejó asentado que se pone nervioso y pierde la paciencia con muy poco. Recién una hora luego, cerca de las 22:05, pudo recuperar el tono y mensaje de su apertura. Scioli lo pinchó un poco y Macri no soportó el cuestionamiento, cayendo en lo que cualquier manual de estilo contraindica, la descalificación ad-hominem: “parecés un panelista de 678", “tu planteo es autoritario, cínico, conservador".
3. Scioli dejó algunas frases para el recuerdo: “seguís insistiendo en debatir con el anterior gobierno. Debatí conmigo", “si no pudiste resolver el tema de los trapitos, ¿en serio creés que vas a poder resolver el narcotráfico?" o “Macri vetó además de los semáforos para ciegos y la ley de fertilización asistida, la oficina contra la trata (...) Evidentemente es más cómodo poner la responsabilidad en otro".
4. Macri dejó una imborrable: “me rindo". Pero además se le escapó el estilo altanero que tan bien venía escondiendo, por ejemplo cuando dijo “tenés que respetar los tiempos Daniel, por favor".
5. Macri le habló a los propios, defensivamente, al centrar sus ataques en Cristina, Aníbal Fernández o Berni. Scioli, en cambio, apeló a los votantes massistas, a los científicos, maestros y trabajadores.
6. En las redes sociales puede palparse la mejora en el humor de los adherentes y militantes oficialistas. La respuesta del macrismo se agota en “Scioli no respondió ninguna pregunta". Ergo, Scioli emergió ocupando el centro del debate.
7. ¿Ganó Scioli? ¿Perdió Macri? Un dato que permite una aproximación: Scioli salió a hablar desde temprano esta mañana con radios jugadas por la oposición. Macri en modo silencio de radio.
9. Scioli se ocupó de plantear el enfrentamiento entre dos modelos de país y repitió que Macri representa al ajuste, la devaluación, el endeudamiento y los fondos buitres. Macri habló de esperanza, que para muchos de sus votantes no es otra que desalojar al kirchnerismo.
10. ¿Alcanzará? Solo podremos saberlo el próximo domingo.
Como dato de color, una charla en uno de mis grupor de Whatsapp: votan a Macri para que no haga lo que promete. ¿No es divertido?
domingo, 15 de noviembre de 2015
Tostão, otro contra de Martino
Se impusieron algunas —pocas— lecturas luego del partido empatado por la Selección frente a Brasil. Me parece demasiado optimista decir que la Selección jugó bien el PT cuando fueron algunos minutos de manejo de balón y, fundamentalmente, con los defensores pasándosela en media cancha. Algunas cosas se vieron por izquierda, combinaciones entre Banega y Rojo, algo aportó Funes Mori (quien cumplió el rol de Mascherano y Demichelis en algunos pasajes, siendo el jugador que da el primer pase). Teniendo tres números 5 en cancha, por todo mediocampo, me parece que es un dato para preocupar aunque sea muy bienvenido, por necesario, lo de Ramiro.
Sigue leyendo mal los partidos, sigue cambiando mal y tarde Martino. El mediocampo que lo explique él, aunque me dicen que iba a jugar Pastore por Banega (una buena; pero se lesionó, una mala). Ahora, ¿cómo se explica que el primer cambio después del empate sea uno de hombre y no de esquema por algo más ofensivo o que te permita atacar distinto? Argentina debía fabricar la superioridad numérica antes de llegar al área brasileña y no, en cambio, permitir que una defensa llena de dudas y errores groseros se reagrupara en su área para defender mejor. ¿Cómo se explica, además, estar en tu cancha, a 10 minutos del final, empatando con un Brasil horrible que llegaba únicamente cuando Neymar podía tocar o con cambios de frente (valga la aclaración: los hicieron desde el primer tiempo, es todo lo que intentaron, casi, ¿y no lo vimos para corregir?), cómo se explica entonces que saque a Higuaín y ponga a un petiso más como Dybala? Entró, tiró dos centros en el área y, claro, no había nadie para empujarla. Planificación no estratégica. El único atenuante del domingo fue retrasar a Di María para permitirle explotar sus cualidades, y no seguir desperdiciándolo como extremo, tal su metejón durante el último año calendario.
No se qué pensará Martino, que con lo que hay alcanza para clasificarse y que en el Mundial tendrá tiempo de armar un equipo, qué se yo. Pero los equipos campeones, España, Alemania, vienen armados desde antes y con variantes para ejecutar por si acaso. Mismo caso Holanda. Un Mundial se gana antes con un proceso previo y un esquema sólido y no colocando al espectáculo futbolístico adelante del carro.
En fin, Martino será un excelente padre de familia, un tipo ejemplar, pero se tiene que ir. Basta de poner "la idea" por encima de esquema, táctica, funcionamiento o de los mismos jugadores. Para verso ya tenemos bastante con esta campaña electoral. Por si fuera poco, está quemando jugadores llamados a ser recambio como Paulo Dybala. Cerremos con el peronista de von Clausewitz, Tostão:
«No primeiro tempo do clássico, o Brasil não jogou nada. A Argentina foi superior, fez um gol e poderia ter feito outro. No segundo, com a saída de Ricardo Oliveira, que tocou duas vezes na bola, o Brasil melhorou, mas só teve uma chance, a do gol. Tata Martino, com suas substituições, acabou com as esperanças de vitória da Argentina, ao colocar reservas dos reservas, ainda sem condições de jogar pela seleção...
...Críticos, de todas as áreas, costumam opinar mais pelo que gostariam de ver, pelo que imaginam e pelo ideal do que pelo que viram, pelo que se poderia fazer de diferente naquele momento e pela realidade...»
Y Martino parece más preocupado por ser un comentarista de la Selección que por efectivamente transformarla. Ya lo decía Perón, cuando se refería a la belleza de las ideas que no bajaban a plasmarse en la realidad. Martino es, así, un adelantado del macrismo (!). Y debe agradecer, en la intimidad de su atormentado corazón, por la campaña electoral en curso que impide ver la necesidad impostergable de ajusticiarlo públicamente en alguna plaza del país. Propongo una que está a cuatro cuadras de mi casa porque no quiero verlo por TV.