lunes, 15 de diciembre de 2014

2015: la PBA partida

Las encuestas nacionales referidas a candidatos, todas hablan de un escenario de mayor o menor paridad entre Scioli, Massa y Macri (con el liderazgo atribuido a quien haya puesto el billete). Todas —hagamos la salvedad para que el lector piense que cazamos algún fulbo'— son foto de un momento y no están dadas las condiciones para afirmar que pueden ser inapelables: ni el soberano tiene el voto in pectore ni están cerca de formalizarse las candidaturas en todos los niveles. Pero un fantasma recorre Argentina. Es el fantasma de que TODOS GANARON ALGO MENOS VOS, BOC... Perdón, es el fantasma de que todo se decide en la PBA. Y si todo se decide en el distrito que concentra 4 de cada 10 votos nacionales, nada está decidido aún.

Manolo recientemente apuntó la división geográfica en la cual se insertan los candidatos en pole: Macri en la CABA, Massa en la PBA y Scioli en el NOA/Cuyo. Útil el esquema para entender a grandes rasgos nuestro país y las razones de cada voto, no toma en cuenta los gaps entre contendientes en los distintos distritos. A su favor: nadie lo hace. Manolo es el primero en advertir que la encuestología se queda corta en la PBA y que la realidad es que los profesionales del rubro y sus consumidores son náufragos en bolas,gritando que se cogieron a Claudia Schiffer cuando apenas rindieron tributo a Onán.

Lo anterior, que es válido para la PBA y parte de la región centro (zona núcleo, digamos), no lo es tanto para CABA y NOA/NEA/Cuyo, adonde las preferencias están más claras. La más reciente encuesta de Aragón & Asoc., para provincia de Buenos Aires, certifica lo escrito: Massa 26, Macri 25 y Scioli 22%, dice el encuestador de Sergio y el Frente Renovador. La PBA, entonces, se encuentra partida en tres en lo que a preferencias hace. Los números deberían hablar por sí mismos, pero cualquier pelotudo con blog —éste— se puede tentar y ponerlos a cantar. Escuchemos su melodía: si Macri hegemoniza CABA Y Scioli el interior profundo y más peronista, ¿alcanza la diferencia a tiro de margen de error para decir que Massa hegemoniza la PBA? Los números verifican también una de las hipótesis que pretendían explicar la derrota del FpV en las pasadas legislativas: territorio sí, pero Massa fue además el instrumento para castigar al oficialismo en las legislativas y no es pequeño el favor que le debe al PRO. Definitivamente había voto macrista en la composición del triunfo renovador, no hay otro modo de explicar el 41% de Massa en 2013 y su actual 26% de intención. Ese último número representa un 10% nacional y no asegura un lugar en un eventual ballotage.

Bajo esta luz, la PBA no decide la elección en las PASO o primera vuelta, pero sí puede hacerlo en ballotage. Otra: más importante que el acompañante en la boleta presidencial será el candidato a gobernador de la PBA, y las listas que acompañen a esa boleta. No hay margen de error al respecto y muy poco espacio para refritar un De la Rúa - Ruckauf: el candidato a PBA debe ser ganador y el espacio que se equivoque en su selección no tendrá Presidente. Imaginamos entonces a Insaurralde frotándose las manos o mandando a Jesica a decir en los medios que se las frot... ¡ups! Retornemos mejor a la seriedad que nos caracteriza: ¡QUE CALIENTE ESTÁS, BOSTER... Ah, no, quería decir que —lamentablemente para el interior profundo— será la PBA la que en este turno se lleve las mejores promesas y compromisos. País federal, las pelotas. Ya matamos a la agenda porteña como leitmotiv de lo nacional, ahora dividamos la PBA a sangre y fuego. ¡A las lanzas! Sirva lo anterior para explicar, en parte, —esto también—, la contradicción de que sea el gobernador de la PBA (valdría también para un bonaerense como Randazzo) quien pueda constituirse en el candidato más federal de los que pugnan con chances. Gajes del oficio adeudados a las condiciones de posibilidad de los acuerdos y alianzas disponibles. Una guacha, la Historia.

viernes, 12 de diciembre de 2014

La Gallina Mecánica: River campéon de la Sudamericana

La corrida y suspenso de Antonio Alzamendi, en el cabezazo de esa pelota que le había puesto Alonso y rebotado luego en el arquero; el control, mediavuelta y zurdazo del Búfalo Funes en aquel otro gol inolvidable; el salto perfecto y el cabezazo franco, impecable de Hernán Crespo; el doble enganche hacia adentro y el latigazo casi desde el piso de Marcelo Salas; la final de esta Copa Sudamericana merecía quizás un gol hermoso como el de Pisculichi en Colombia o que entrara alguna de las muchas, demasiadas que tuvo Teo Gutiérrez. En cambio, quedarán en la memoria los frentazos plenos de Gabriel Mercado, Germán Pezzella y también, ¿por qué no?, la explosión de bronca, incontenible, justificada del muy buen arquero de Atlético Nacional, Armani, ante lo inapelable del 2 a 0.

Dicen los que saben que conviene siempre empezar cualquier texto con una frase impactante, ganchera o que posea una belleza suficiente para acariciar el alma. Este ya está avanzado pero va de todos modos: ¡Viva el fútbol, Pisculichi! Y que viva el fútbol, River, campeón de una copa internacional luego de tantos y sufridos años que es el primer título de este tipo para los miles de hinchas sub-20 que riegan el suelo de la Patria, países vecinos y galaxias aledañas.

El fútbol tiene algunas máximas, pocas: la de la manta corta, los goles que se fallan en el arco contrario, dos cabezazos en el área, pero una de las más verificadas sea quizás esa de los delanteros que ganan partidos y las defensas campeonatos. En esta Sudamericana podríamos invertirla para decir que los atacantes nos depositaron en la instancia última y fueron defensores, en cambio, los que nos entregaron el campeonato en la finalísima. Claro, se trataría de una exageración o de una licencia literaria: tanto Mercado como Pezzella o aún Funes Mori actúan como atacantes en las pelotas paradas, y no podrían ser tan efectivos sin el aporte de una pegada exquisita como la de un jugador netamente ofensivo, Leonardo Pisculichi.

Y si de hacer nombres se tratara, que recién en este cuarto párrafo arribáramos al de Marcelo Daniel Gallardo sería una injusticia. Hacer Justicia, Su Señoría, sería decir que este es el equipo del Muñeco, el de Gallardiola®, la Gallina Mecánica, el Bayern Muñe. Un amigo, @CineBraille, supo distinguir ya tres etapas en este River del segundo semestre: la primera, de Oro, abarca desde el segundo encuentro por el campeonato local hasta que trocamos los triunfos arrolladores por aquellos conseguidos en base a convicción ganadora, fase de Plata esa que terminó a su vez con la derrota frente a Estudiantes de la ídem. La de Bronce sembró dudas pero River supo emerger, fortalecido, en la serie de semifinales frente a Boca que significó el pasaje a la final y el final, también, de ese fantasma que acechaba en dichos enfrentamientos por torneos internacionales. Con la coronación en la Sudamericana parece fácil decir que disfrutamos más de aquellos primeros siete u ocho partidos que del campeonato conseguido en el semestre pasado, pero tampoco era tan difícil antes. Un sobrino de catorce, fanático, reconocía sorprendido que jamás había visto jugar así a su River, y eso sólo bastaba para llenar el alma de este bilardianomundialista interpretado fielmente por Sabella durante Brasil2014. Ese primer River de Gallardo sumaba conceptos de diversas vertientes: bielsista, sostenían algunos por la dinámica y las transiciones rápidas; passarelliano decían otros, considerando el pressing en tres cuartos de campo rival; guardiolista aportaban más allá, amparados en la empiria de un equipo corto que adelantaba la defensa hasta mediocampo y tenía prohibido jugar a más de dos toques. La mano del técnico fue fundamental para potenciar a un equipo que se iniciaba disminuido luego de campeonar; basta recodar que cada vez que River lo necesitó, Gallardo supo interpretar momentos y necesidades. Aún con un plantel corto, exigido por demás, encontró variantes, cambios tácticos, estratégicos y siempre ese signo de todo equipo que pretende grandeza y gloria: la respuesta comprometida de sus dirigidos.

Con Ramón Díaz, River fue un digno campeón que nunca apeló al lirismo pero defendía razonablemente bien. Pero una vez ganador, el riojano decidió alejarse comprendiendo que lo que vendría no podría ser mejor: la dirigencia no aportaría contrataciones rutilantes, Ledesma no podría empujar más el final de su carrera, Carbonero y Lanzini –los desequilibrantes– emigrarían sin remedio, quizás también Teo Gutiérrez y ni siquiera podría contar con su estandarte, Fernando Cavenaghi. El panorama parecía desolador y llegó Gallardo. Entonces River, con la sola incorporación de Pisculichi y el retorno de un resistido Carlos Sánchez, desplegó un salto de calidad de naturaleza casi incomprensible. Atónitos asistimos a un cambio de mentalidad, de juego y compromiso por una idea futbolística sólo comparable a la experimentada en la renovación que barrió al River de los ’80 con el arribo de Passarella y sus veleidades europeas. Luego Gallego y Díaz pudieron disfrutar mejor el fruto del semillero hasta que la desgracia dictaminó que debíamos estrellarnos con Aguilar, el Locarno, Aruba y el fantasma –aparecido– de la B.

Pero permítanse por un momento, éste, deshistorizar esta conquista para apreciar que aún así brilla bajo la luz de un fixture que asemejó este campeonato a una Libertadores. Cierto, se trató de la Copa Sudamericana, pero Libertad (Par), Estudiantes (LP), Boca y Atlético Nacional o San Pablo parecen un dream team soñado para el torneo continental que da inicio a cada temporada. Y River supo imponerse ante cada choque con la autoridad necesaria para hacer innecesaria cualquier controversia. La serie de la gran final sirve para graficarlo: luego de un primer tiempo en el que el equipo colombiano parecía un par de categorías superior, River se repuso, adelantó y acortó sus líneas, practicó juego asociado e hizo del empate un resultado justo y merecido. Las repeticiones del partido de vuelta en el Monumental hacen del 2 a 0, en cambio, un resultado mezquino y hasta azaroso. Nacional jamás pareció capaz de reacción y los jugadores, el DT y todos, en el estadio y afuera, celebrando el campeonato antes del pitazo final lo atestiguan. Fue una fiesta y, contrario a lo que sostiene el popularizado cartel, la Navidad llegó en un despliegue de alegría, de rojo y blanco inundando las calles y en el estruendo de los fuegos artificiales. Resta un domingo con posibilidades en el plano local, claro, pero si Racing decidiera ser campeón como parece, la Banda de Gallardiola, el Bayer Muñe, la Gallina Mecánica celebrará este semestre en forma absolutamente merecida. Y todos nosotros con ellos. ¡Salud entonces por la alegría de una final y nueva copa internacional! ¡Salud por la apuesta del Muñeco! ¡Salud por los aportes fundamentales de Barovero y Mora! ¡Salud por el regreso de jugadores de River a la Selección! ¡Salud por todo eso y más… y que viva el fútbol, Pisculichi!

martes, 2 de diciembre de 2014

“El miedo es que en vista de la actual paridad entre Macri y Massa, las PASO no actúen direccionando voto útil" (entrevista con la PACO URONDO)

Muy amablemente, los amigos de la Agencia Paco Urondo nos obligan a tirar postas a lo loco (!) en una entrevista que agradecemos y en la que el campo opositor es el tópico principal.

Allí decimos sobre Massa que: “...noto en los análisis porteños una tendencia al error: creer que una foto implica un armado. Es una mirada superestructural que luego no se verifica. El FR más que el PRO carece de estructura territorial fuera de la PBA y las fotos con Morales, Cano o Naidenoff no la proveen. Al contrario, son una renuncia a construir...".

Respecto a Macri y la estrategia del PRO decimos que Durán Barba se la comEH... NO, PARÁ, lo que observamos es que: “...va allí adonde hay una mayor tradición radical (Córdoba, Mendoza) y Massa en cambio se dirige hacia donde hay más voto peronista (NOA, NEA). En las provincias puede desengancharse la pelea local de la nacional, algo más complicado en la PBA o la CABA. Esa es la apuesta de los radicalismos provinciales. Macri y Massa son accesorios en esa estrategia...".

También que: “...es en la UCR donde se ha desencadenado una rebelión de los coroneles, y se comporta en los hechos como una federación de caudillos provinciales... (y) ...que aún sin un candidato medidor supo en este último tiempo proyectarse como una sombre sobre todo el arco opositor...".

Le bajamos el precio a la venta de renovación del bipartidismo, decimos que las elecciones en Brasil asustaron a los promotores de la oposición, que el triunfo del FpV en primera vuelta es posible pero en segunda también y nos reímos mucho de Gigliotti y Lady Gag... (OK, ESO ÚLTIMO NO, pero deberíamos). Una vez más le agradecemos a la Paco Urondo, a Enrique de la Calle, pedimos disculpas por la autocita del título pero sabemos que comprenderán las razones autopublicitarias (!) y los invitamos a leer la entrevista completa acá...