¿Dejó algo la visita del presidente norteamericano a nuestro país? Amén del sinnúmero de demostraciones de cholulismo proimperialista de diversos comunicadores sociales enrolados en el periodismo militante antimilitante, poco. Me dirán: el espaldarazo político a Mauricio Macri, que necesita como nómada en el desierto del agua que lave las manchas de su política económica. Sí. Me recordarán la desclasificación de documentos concernientes a la última dictadura militar argentina, claro, pero ese no era el objetivo del viaje sino un gesto de Obama para ser bienvenido. Algo que Mauricio no tuvo en cuenta, por ejemplo, antes de viajar al Vaticano para aquellas fotos que resultaron en un gran fiasco político y un dulce de leche de relaciones públicas en el que el PRO debió remar.
Mientras, Mauricio Macri reversionó la teoría de los dos demonios en su mensaje de ayer, pidiendo “#NuncaMás a la violencia". En Alfonsín podía comprenderse: tenía los fusiles del partido militar todavía en la nuca. En Macri puede ser un gusto que se da, ya que el mensaje es un gran resumen de todo lo que Cambiemos quiere significar: la unión de todos los argentinos, incluidos los que quieren a Jorge Rafael como pretendía Duhalde en 2011. Este retorno a los '80 no es sino un retroceso en términos históricos y políticos. El Estado debería jugar un papel pedagógico en lo que a responsabilidades institucionales respecta, más allá de las necesidades coyunturales del relato macrista. En definitiva, el mensaje de Macri agranda en lugar de zurcir la grieta y las multitudinarias plazas de ayer, en todo el país, lo testimonian.
Pero retornemos a Obama. ¿Sólo el cambio de signo político lo impulsó a visitarnos? ¿Tanta energía política demanda el libre mercado? ¿No será el giro a la derecha que ya vive nuestro subcontinente una de las razones? No, sí y también. Pero EE.UU. piensa la geopolítica en términos más amplios que la escasa complejidad con la que el gobierno de Macri encara la cuestión —la condena a Venezuela a poco de asumir y la timidez rayana con la irresponsabilidad en el tardío pronunciamiento sobre la actualidad brasileña—. Para EE.UU. resulta más preocupante el avance de China en el tablero mundial, aliada a la Rusia de Putin, que felicitar al nuevo gobierno por su aperturismo neoliberal. Así, la visita de Obama tuvo como objetivo principal colocar un freno, aunque más no sea político, a la expansión de la influencia vía inversiones del gigante asiático en el subcontinente.
Resulta gracioso, de todos modos, que sean los países del Acuerdo del Pacífico los que mayores capitales chinos concentran en inversiones mineras. Resulta tragicómico que, en nuestro país, Macri reciba el espaldarazo político de un presidente norteamericano ajustando las últimas oraciones de su inclusión en los libros de Historia mientras, para el gobierno de Cambiemos, es mucho más importante el aporte financiero del swap con China negociado por el kirchnerismo.
Se fue Obama y hay que guardar las banderitas norteamericanas hasta el 4th of July. Consultado al respecto, Martiniano Molina señaló el afianzamiento de las relaciones bilaterales y agregó, como dato de color, lo importante que para eso resulta el hecho que el presidente americano sea negro pero no de alma*.
*NdelE: Martiniano Molina no dijo nada de lo señalado, sólo confundió el Pozo de Quilmes con un desperfecto asfáltico que debe ser bacheado. La aclaración corresponde porque ya no vivimos en tiempos del kirchnerismo: ahora se reprime, encarcela y los jueces citan a indagatoria por un tweet. Cambiamos.