Dolor y tristeza

Dolor y tristeza. Y reflexión.

Dolor por el sufrimiento, ahora, de una familia que perdió a una hija. No importa en este momento el por qué, y el cómo es para los buitres. Los interrogantes deben ser respondidos por la Justicia, por las FFSS. Es su tarea y deben cumplir con su deber. Como siempre y en cada caso. Si lo hacen (o lo hicieron) mal o bien también debe ser juzgado, pero por los canales institucionales. Que son los que delimitan nuestro accionar en sociedad y los que, en definitiva, lo permiten.

Tristeza por el lamentable espectáculo del show de la impotencia. ¿De qué sirve escribir #justiciaporcandela en Twitter? ¿Aliviana eso la conciencia? ¿Ese es el compromiso ciudadano 2.0? Los que piden sufrimiento para el asesino, los que descargan su dolor en las autoridades, los que encuentran en este dolorosísimo hecho la oportunidad para desatar sus bajas pasiones, sus instintos más deleznables, los que encuentra una vía de escape para sus odios, para sus rencores ¿en qué colaboran? ¿Qué aportan? ¿Eso evitaría futuros sucesos? ¿500 ladrillos -como dicen- en Plaza de Mayo solucionan el problema?

Es un momento doloroso pero también uno triste. El odio no es solidaridad. La venganza no es Justicia. No todo está mal en este país. ¿Qué podemos hacer? Algo que sea real. Algo que pueda incidir positivamente en nuestra sociedad, hacerla un poco mejor. Podemos canalizar la bronca, el odio, mirando hacia adentro. Haciendo de nosotros alguien un poco mejor cada día, porque las sociedades no son otra cosa que el reflejo de sus individuos, de sus partes constituyentes. Podemos colaborar con el granito de arena que todos ponemos, todos los días, para construir a esta sociedad. Tal como es, no como señalarían nuestros deseos sino como determinan nuestras acciones.

Mis más profundas condolencias.

Diego acá, Daniel acá, Hank acá y Lisandro acá merecen ser leídos.