Es en la Ciudad de Buenos Aires y los que se conocen como grandes centros urbanos donde las legislativas cobran importancia como vehículo de un mensaje antes que como oportunidad para la selección de representantes de un distrito en el Congreso. Ocurre por diversas razones, que en realidad es una sola: telepolítica. Así, mientras que para quienes defienden a los oficialismos miden el nivel de aceptación de las gestiones nacionales y provinciales, en lo que a opositores se refiere son trampolín para nacionalizar sus figuras, siendo entendidas las elecciones como un paso previo e ineludible (es, por ejemplo, la lógica que Massa, parece, no va a cumplir, para desquicio de los opositores que necesitan de un candidato) hacia las próximas presidenciales. Ocurre entonces que luego, ya en sus bancas, muchos suelen olvidar que deben representar los intereses de sus distritos. Analicen a modo de ejemplo el discurso del ex-hincha del Atlético de Madrid, De Narváez, y verán cómo las menciones a “la Presidenta" superan ampliamente a “la provincia" o a “los bonaerenses".
A lo que vamos: la conformación del Congreso, como resultante del acto electoral, mide las posibilidades de los distintos candidatos cuando son capaces de liderar un espacio, o de los distintos proyectos en pugna cuando se imponen con claridad. Estas legislativas, a diferencia de las de 2009, presentan menores posibilidades para la alteración del equilibrio de fuerzas legislativas. Y mientras en 2009, desde los espacios opositores buscaron nacionalizar sus campañas, ahora las quieren distritales y sin vueltas.
Además, a manera de novedad, y no sólo como expresión de la atomización de partidos y políticos opositores, estas legislativas no encuentran al Congreso como campo de disputa. No sólo porque el oficialismo continúa colocando a corporaciones y grupos de poder como oposición real (y porque los opositores que colocan sus nombres en boletas persisten en su afán de representar intereses corporativos antes que ciudadanos o populares), sino por el proceso de judicialización de lo político al que venimos, lamentablemente, asistiendo. Es en el ámbito judicial el campo en el que hoy se desenvuelven y ¿resuelven? muchas, o casi todas, las tensiones políticas. Las que concitan mayor interés, por lo menos. No es entonces un gran salto concluir que la pelea no se da frente a la Plaza de los Dos Congresos sino en el ring de las cautelares, fallos, apelaciones y per saltums. Así como las legislativas de 2009 tuvieron como novedad y emergentes a los agrodiputados que ahora se van sin gloria alguna, votar diputados y senadores en octubre no sólo alterará poco el esquema de fuerzas actual en el Congreso sino que representa un atractivo menor si la oposición efectiva depende más de encontrar jueces amigos, guardianes del republicanismo montesquiuísta, que de levantar la mano en una banca o dar discursos, por lo demás, más aburridos que el segundo tiempo de Lanús 5 - River 1.
Tuvieron los opositores la oportunidad de utilizar el instrumento pensado por la Casa Rosada para nacionalizar los comicios, la elección de Consejeros por voto popular, y que la disputa se nutriera del componente judicial que la política arrastra. Da toda la impresión que prefirieron un triunfo táctico antes que la posibilidad de disputar una batalla estratégica. Jeños del mundo. Irónicos aplausos y sinceros agradecimientos a tanta torpeza política.
6 pusieron huevos y comentaron:
Si, tal cual, pero como saldremos de este laberinto judicial que nos han impuesto y desnaturaliza toda conquista desde de Ley de Medios en adelante?
Muy bueno Ricardo. clap, clap
Daniel: la mejor manera es ganar las elecciones.
Como decían en 678, que todo tiene que ver con todo, la judicialización tiene que ver con la ausencia de contrapeso opositor, pero también con la manera del kirchnerismo de construir su poder.
Profe: se agradece.
Abrazos.
Muy de acuerdo.
Con respecto a la mejor manera es ganar las elecciones, está claro que incide e incidirá mucho el cómo, el por cuanto. No hubiese sido lo mismo si no se ganaba con el 54% y que encima los segundos no hayan rondado el 20%. Si el gobierno hace su piso (pongamos que el 30%, piso mínimo, o 40%, piso alto) no será el mismo escenario post elecciones que si repite el 54% o si lo supera). Por el lado opositor es difícil analizar que va a pasar, si alguna agrupación/alianza saque por si misma el 30% será para ellos un triunfo. Pero bueno en el cómo (que acá es el cuanto) estará la clave. Obvio.
Estamos de acuerdo, claro.
Abrazo.
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