"Tratá de no romper nada..." #River #yotevienpromocion

La frase de mi esposa, apenas supo por mi Boca (puaj) que River jugaría la promoción me pinta como un tipo calentón y poco reflexivo. Demasiado hincha de River. No fanático. Hincha. Porque nadie se murió hoy. Ni siquiera nuestro honor gallináceo. Descendiendo quizás: no podremos decir ya que pertenecemos a ese prestigioso grupo de equipos que nunca descendieron. Pero tampoco sería la muerte de nadie.

Aún si Jota Jota renunciera hoy, cobardemente, tampoco significaría su muerte como técnico de River. Hasta Ramón Díaz, un tipo sin códigos, puede volver a ser DT del Millo, ¿por qué JJ no?

¿Es curioso que la palabra que más haya repetido hasta ahora sea precisamente "muerte"? No. La tristeza es grande, pero mayor aún la impotencia. Este resultado, huelga decirlo, no es consecuencia de este partido. Ni del anterior. No es responsabilidad del técnico actual (solamente). Ni del Presidente actual (únicamente). Tenemos jugadores cuya sangre posee un punto de congelación bastante elevado: 35 grados y ya la tienen congelada en las venas. Otros poseen un punto de fusión espiritual demasiado bajo: un poco de presión y funden bielas. Buonanotte es un caso. Volveremos a él.

Las urgencias conspiran contra cualquier objetivo, ya sea este jugar bien, meter goles o mantenerse en Primera. ¿Lo habrá aprendido Messi durante Sudáfrica 2010? Las urgencias conspiran también contra algo imprescindible: encontrar la lucidez necesaria para encarar estas dos finales que se avecinan, como la tormenta que sabemos debemos sortear para llegar sanos y salvos a la playa. Ya hay quienes piden por Buonanotte. Si con la presión de reivindicar su mal momento ya el Enano se hizo aún más chico, ¿para qué? Bueno, porque es el único jugador que tenemos que alguna vez se vistió de héroe para sacarnos campeón. Es el triunfo de la desesperanza.

Con los diarios acumulados del lunes podemos decir algunas cosas. Una es que el esquema híper conservador de JJ López nos terminó de condenar a recorrer ese camino que venimos transitando, desde hace varios años, hasta su no imprevisible final. La Promoción.

Yo lo vi a Gerlo jugando de 9. Yo me ví último. Yo voy a verme jugando la Promoción. Pero también hay que recordar que yo los vi a Loeschbor, a Lussenhoff, a San Martín, a Del Campo, a Virviescas, al chileno Álvarez, a Archubi, al Ogro Fabbiani como ídolo de la tribuna sin haber jugado, a Tyson Rivas ídolo por un partido de verano en Mar del Plata. Todos estos nombres servirían para un lindo hashtag twittero: #UnTroncoQueJugoEnRiver.

Hay un nombre que asocio con el presente riverplatense. Un jugador que -creo- representa este momento. Oscar Ahumada. Un jugador surgido de inferiores que creyó debía ser más importante que lo que su realidad futbolística marcaba. Como River ahora. Un tipo que se creía capanga y no sabía que jamás llegaría a la Selección, como la historia de River marca para cualquier jugador que quiera ser su corazón. Como Ahumada quiso ser. Tuvo que llegar Almeyda para que entendiéramos cómo debe jugar un 5 de River.

Vos deberías ser el 5 de Belgrano de Córdoba en la promoción...

Pocos de los nombres actuales se salvan. Pero no es el momento de caerles encima. Es el momento de bancar. De hacerse hombre. De reconocer y comprender el presente para proyectar el futuro. Que sólo puede ser negro. Podemos descender, o podemos salvarnos y comenzar el próximo campeonato con la tara de haber jugado la promoción sobre nuestros hombros. Una más en nuestra historia reciente.

Igual #TeQuieroRiver